La investigación sobre el ciberataque sufrido por Defensa aún no ha 
terminado, pero a medida que avanza, según fuentes del ministerio, se 
tienen ya algunas ideas claras: es mucho más grave de lo que 
inicialmente se pensó y se descarta al 90% que la intrusión procediera 
de dentro; es decir, de alguno de los operadores de la red de propósito 
general (WAN PG).
Una cabo del Centro de Sistemas y Tecnologías de la 
Información y las Telecomunicaciones (Cestic) descubrió esa intromisión,
 pero el virus llevaba muchos meses (más de un trimestre, como al 
principio se creyó) infectando la red del Ministerio de Defensa sin que 
nadie lo advirtiese.
En teoría, por WAN PG —que, con más de 50.000 usuarios, conecta el 
órgano central del Ministerio, el Estado Mayor de la Defensa, los 
cuarteles de los ejércitos y las unidades en el exterior, entre otros 
organismos— no circula información clasificada.
El temor es que el virus —que al parecer se introdujo con un correo 
electrónico— haya colonizado otras redes.
El objetivo de los 
ciberespías, según las fuentes consultadas, podrían ser secretos 
tecnológicos de la industria militar. Los investigadores no se atreven 
aún a señalar a los autores de la intrusión pero, por sus 
características técnicas, no dudan en afirmar: “Hay un Estado detrás”.
“El espionaje industrial de información clasificada en poder de 
empresas que participan en programas del Ministerio de Defensa supone 
una amenaza de primera magnitud para la Seguridad Nacional”, describe el
 
Informe Anual de Seguridad Nacional 2018.
Este documento, 
aprobado el pasado 15 de marzo por el Consejo de Seguridad Nacional 
reunido en La Moncloa bajo la presidencia de Pedro Sánchez, no alude al 
ciberataque contra Defensa descubierto pocos días antes, pero alerta de 
que el ciberespionaje “de naturaleza tanto política como económica [...]
 en cuyo origen se encuentran ciertos Estados y empresas extranjeras”, 
constituye una “grave amenaza”.
El informe, que no se limita a realizar un balance del año pasado 
sino que por vez primera marca tendencias a corto y medio plazo, 
constata “un incremento en la agresividad de algunos servicios de 
inteligencia” extranjeros en España, a los que no identifica.
Y agrega, 
de forma críptica, que “en los últimos años se han llevado a cabo 
neutralizaciones de los servicios de inteligencia hostiles en España, 
mediante expulsiones oficiales o bien neutralizaciones discretas, sin 
proceder a la comunicación oficial”.
En cualquier caso, el ciberespacio se ha convertido ya, según el 
documento, en un “nuevo campo de batalla” en el que operan Estados, 
espías, empresas, grupos terroristas o ciberdelincuentes, entre otros 
actores.
El Centro Criptológico Nacional (CCN) hizo frente en 2018 a 38.192 
ciberataques, el 57% dirigidos contra redes de las administraciones 
públicas.
El Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe) gestionó 
también 111.519 incidentes, de los que 722 afectaron a operadores 
estratégicos críticos; es decir, gestores de servicios esenciales para 
la sociedad.
 En los últimos cinco años, estos últimos han sufrido más de
 2.300 ataques. Los sectores financiero, energético y de transportes 
suman más de la mitad de los casos.
La batalla de la desinformación. Junto a los 
ciberataques, “cada vez más sofisticados”, medios de información en 
Internet y redes sociales pueden convertirse en “armas de persuasión 
masiva”, susceptibles de actuar como “elementos de desestabilización de 
la sociedad en momentos relevantes, como en los periodos electorales”, 
señala el informe.
Sin mencionar casos concretos, el documento advierte 
de que, junto con el ciberespionaje, las “operaciones híbridas de 
terceros Estados”, que combinan la fuerza militar o la diplomacia con la
 manipulación de la información a través de la red constituyen las 
“amenazas más críticas”.
En tono autocrítico, ese texto señala que “el efecto amplificador de 
las [noticias falsas en las] situaciones de crisis se debe en muchas 
ocasiones y encuentra su origen en una deficiente, excesiva o errónea 
política de comunicación” por parte de los Gobiernos, a los que recuerda
 su obligación, “respecto del análisis de la información y la 
desinformación”, y avisa de que “la política informativa en estos casos 
se ha de desplegar con la debida transparencia y suficiente reserva”.
El informe no alude a la crisis catalana, que no se menciona ni una 
sola vez a lo largo de sus 170 páginas. El Gobierno de Mariano Rajoy 
renunció a contrarrestar con una política informativa propia el discurso
 independentista; el Departamento de Seguridad Nacional se ha convertido
 ahora en punto de contacto de la UE para la “alerta temprana” ante 
campañas de desinformación en las redes sociales, con especial atención a
 procesos electorales y al contencioso de Cataluña.
Contra el yihadismo. “El terrorismo yihadista sigue 
siendo la principal amenaza para España”, constata el informe, que 
reconoce que el anuncio de retirada de las tropas estadounidenses de 
Siria supone “un elemento considerable de incertidumbre” para la 
evolución del conflicto. Tras la pérdida del Califato, el Estado 
islámico está evolucionando “desde una entidad territorial a una red 
encubierta”, avisa.
El 30% de los 2.000 combatientes extranjeros que 
había en Siria e Irak han salido hacia otros países y unos 200 
residentes en España viajaron al Califato, según el informe, que 
coincide a grandes rasgos con otros documentos publicados recientemente.
La amenaza para España se asocia a su pertenencia a la coalición 
internacional. El mayor riesgo de atentado “proviene de terroristas 
individuales autorradicalizados o de quienes se integran en células 
autónomas”, como la que perpetró los atentados de Barcelona y Cambrils.
También ese caso demuestra la “preocupante capacidad” de estos grupos 
“para fabricar medios explosivos de alta potencia recurriendo a 
materiales fácilmente disponibles”.
En 2017 fueron detenidos en España 76 presuntos yihadistas (más de la
 mitad marroquíes), mientras que en 2018 la cifra de arrestados bajó a 
29. Por primera vez, fueron más los detenidos en el extranjero con la 
colaboración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles (32) que 
los capturados en suelo español.
Más gasto en Defensa. El informe apuesta por un 
aumento sostenido del gasto militar, en línea con el 2% del PIB 
comprometido con la OTAN. Se “requiere un marco de financiación estable y
 progresivamente creciente que permita recuperar capacidades y disponer 
de las necesarias para hacer frente a los retos de presente y futuro”, 
dice. En 2018, el gasto en Defensa fue del 0,93% del PIB, tres décimas 
más que en 2017 pero muy lejos del listón que fija la OTAN.
Cómo combatir la creciente amenaza de los drones
La crisis vivida en diciembre pasado en el aeropuerto de Gatwick 
(Londres), que tuvo que cancelar todos sus vuelos por la presencia de 
drones, muestra cómo unos artefactos que en sus versiones más simples se
 pueden adquirir en jugueterías pueden convertirse en una amenaza para 
la seguridad del tráfico aéreo.
El informe recoge que Aena, empresa 
operadora de aeropuertos, está probando sistemas de detección, 
identificación y contramedidas que incluyen la inhibición y captura de 
“drones no colaborativos”, mediante técnicas de interferencia de señal y
 generación de señal ficticia de GPS.
Por su parte, la Guardia Civil ha 
puesto en marcha en el aeropuerto de Barajas un Equipo Pegaso, encargado
 del control de drones en la comunidad de Madrid. El número de 
incidentes con drones ha pasado de seis en 2016 a 114 en 2018, y el de 
operadores de drones de 24 en 2014 a 1.291 el año pasado.