Dicen que detrás de la dimisión de 
Monedero hay discrepancias teóricas y estratégicas en la dirección de 
Podemos. Pudiera ser, pero, habiéndose ya producido el desenlace, hay 
poco más que recoger en este jardín. Dicen también que ha ganado la 
línea más posibilista, la más prudente, la que trata de acercarse al 
centro frente al maximalismo. También es posible. Pero conviene 
preguntarse, ¿para qué la corrección del rumbo? Sencillamente, para 
ganar las elecciones, todas las elecciones.
Los
 dirigentes de Podemos lo han  repetido sin parar: salen a ganar. 
Iglesias, el más decidido exponente de la doctrina, lo ha dicho hasta 
con abalorios: quiere ganar; odia perder; está harto de que los suyos 
pierdan; toca la revancha: ganar al precio que sea. Y, para ganar, 
aunque no todo vale, en el fondo, sí vale
Salen
 a ganar al PPPSOE. Como suena: a los dos, al PP y al PSOE porque, según
 los dirigentes más obtusos de Podemos "son la misma mierda" y, según 
los más esclarecidos, no son la misma mierda pero huelen igual y hay que
 derrotarlos juntos. Es maravilloso. No es preciso perder ni un minuto 
en demostrar la injusticia de esta mentira en todos los órdenes, el 
histórico, el psicológico, el moral, etc. Vamos al terreno pragmático en
 el que estos genios creen moverse. Cualquiera diría que, si te 
enfrentas a alguien, lo más estúpido que puedes hacer es respetar y 
hasta fortalecer su unidad y lo más conveniente, tratar de dividirlo. 
Nadie sensato lucha contra un grupo unido si puede antes partirlo en dos
 y, a ser posible, enfrentar entre sí las dos partes para debilitar el 
conjunto.
Bueno,
 dicen los estrategas de Podemos, en verdad no son iguales y no se trata
 de que se unan porque, no siendo iguales, no pueden unirse. En el 
fondo, es una estratagema para debilitar al PSOE, el único al que puede 
hacer daño la equiparación PP=PSOE porque, al primero, ni le va ni le 
viene.
Entonces,
 seamos sinceros, no se trata de ganar al PPPSOE sino al PSOE. Así, las 
cosas va estando más claras. Podemos está harto de que IU pierda en su 
inútil lucha en contra del PSOE y ha decidido tomar el relevo y cambiar 
la táctica. ¿Mucho? No, no mucho. El magín no da para tanto: el PSOE es 
traidor y felón, no es la "verdadera" izquierda, no hay que votarlo. 
Suena, ¿verdad? Es el rollo anguitiano que tan buenos frutos da al PP y 
que, para decepción de muchos, entre ellos Palinuro, ha resultado ser la
 verdad oculta de Podemos. Hundir al PSOE.
En
 las últimas elecciones, PP y PSOE concentraron casi la mitad del voto. 
En los sondeos para las siguientes, también se anuncia que tendrán entre
 el 50% y el 60%, de forma que el restante 40% al 50% habrá de 
repartirse entre Podemos, Ciudadanos, IU, UPyD y los nacionalistas 
catalanes, vascos y gallegos, que se llevan su bocado. O sea, en el 
mejor de los casos y siendo muy optimistas, menos de un 20% del voto, 
quizá más cercano al 10%. ¿Se gana así al PSOE? No, desde luego. Pero se
 consigue que el PSOE tampoco gane. 
Que,
 según las malas lenguas, es para lo que Podemos ha venido al mundo con 
un discurso que ha hecho mucha mella y, para entendernos llamaremos 
regeneracionista. ¿Mella en la expectativa de voto? No, ya se ve que no.
 Mella en la conciencia de la legitimidad de las opciones. Mella sobre 
todo porque, con un PSOE desnortado, falto de pulso y decisión, 
salpicado por la corrupción de Andalucía, el entreguismo al PP de las 
dos últimas direcciones, su ausencia de coraje en la oposición, su 
desmadejamiento y parálisis, el discurso regeneracionista resulta 
irrefutable.
Desde
 luego. Porque lo es y el PSOE debiera haberlo suscrito y hecho suyo 
desde el primer momento: lucha sin cuartel contra la corrupción, 
restablecimiento de las libertades democráticas, devolución de sus 
derechos a la ciudadanía (incluido el derecho a decidir de los 
catalanes), investigación y condena ejemplar de las prácticas ilegales y
 delictivas del PP desde su presidente hasta el último mono, devolución a
 la colectividad de las empresas y activos que ha robado esta manga de 
sinvergüenzas, restauración del Estado del bienestar. 
 
Es tanto más 
incomprensible que no se haya hecho cuanto que esta actitud pertenece a 
la historia y la tradición del PSOE desde siempre. Parece mentira que, 
por la incompetencia de sus mecanismos de comunicación se haya dejado 
arrinconar en la imagen de un partido acosado por la corrupción cuando 
lo está mucho menos que todos los demás, empezando por quienes más lo 
acusan.
Otrosí:
 el discurso del PSOE debiera incorporar con claridad meridiana todos 
esos otros asuntos "sensibles" de los que Podemos huye como de la peste,
 creyendo engañar a la gente y consiguiendo tan solo sentar plaza de 
charlatanes: reivindicación del socialismo y la izquierda democráticos 
como la corrientes que más libertad y prosperidad han aportado a Europa y
 a España en concreto; separación nítida entre la Iglesia y el Estado; 
opción republicana también clara; defensa a ultranza de los derechos de 
las mujeres, empezando por el del aborto.
Ignoro
 si el PSOE, que parece dirigido por sus peores enemigos, adoptará este 
discurso. Pero es el único que puede hacerlo, el único con el crédito 
suficiente para hacerlo. Porque lo tiene en su historia lejana y próxima
 y es testigo de ello la de España, y coincide con los deseos de sus 
militantes y votantes, aunque no con los de la manga de pelotas en torno
 al secretario general y a favor de seguir tratando al PP como un 
partido político y a su presidente como un político digno.
Cuando
 es obvio y lo dicen ya los medios extranjeros -no así los españoles, 
escritos por una cáfila de sicarios a sueldo del PP- que el país está en
 manos de una organización mafiosa, dirigida por un presunto corrupto y 
alimentada por ladrones y sinvergüenzas en todos los intersticios, desde
 La Moncloa hasta Torredoncachirulo, desde Madrid a Valencia, pasando 
por las dos Castillas, Galicia, etc. Un país entregado al saqueo y el 
pillaje de una banda de robaperas, protegida por la legislación 
represiva de un gobierno compuesto por franquistas, nacionalcatólicos y 
nostálgicos de la dictadura.
¿Resultado?
 Ante el desconcierto de la izquierda, la gente, la buena gente 
escarmentada con el recuerdo aún vivo de lo que estos granujas son 
capaces de hacer cuando los provocan, pues las cunetas repletas de 
cadáveres así lo anuncian, irán a votarlos igualmente.
Y
 eso es lo que van a ganar los de Podemos: el triunfo de esta derecha, 
justo cuando más descompuesta y debilitada está. Justo cuando se ve tan 
al borde del precipicio que ha tenido que echar mano de una alternativa 
"limpia", Ciudadanos que, a su vez, tambien resta votos a Podemos, en un
 trasvase que dice más sobre las naturaleza de estas "nuevas" opciones 
que mil tratados de política. 
 
A continuación comenzarán los debates 
sobre si torpedearon la victoria de la izquierda democrática por 
ignorancia u orgullo o intencionadamente. Pero lo único que habría que 
aclarar es por qué una fuerza de izquierda hace campaña contra una de 
derecha pero disparando contra otra de izquierda. ¡Ah, que Podemos no es
 de izquierda ni de derecha!
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED