ÁGUILAS.- La Tuta absoluta se ha convertido en una enfermedad global 
para un cultivo tan importante como el tomate. Sólo en los últimos diez 
años, ha pasado de afectar al 3% de los cultivos de tomate en todo el 
mundo al 60%, una superficie de 2,8 millones de hectáreas. El manejo que
 muchas veces se hace de forma inadecuada de los productos 
fitosanitarios, sin embargo, la ha vuelto además más resistente.
Son
 algunas de las conclusiones alcanzadas en Águilas, donde se ha 
celebrado Encuentro Internacional La Fitosanidad en el cultivo del 
tomate: de los riesgos actuales a las nuevas amenazas, que se celebró en el Auditorio y Palacio de Congresos Infanta 
Doña Elena. Allí, reunió a medio millar de profesionales de la sanidad 
vegetal interesados en conocer las estrategias de manejo más eficaces 
contra las plagas y enfermedades de la hortaliza más cultivada en todo 
el mundo y de mayor valor económico.
Es la Tuta absoluta la plaga más preocupante en la cuenca 
mediterránea. Este año se ha agravado por la aparición de resistencias a
 los insecticidas formulados con diamidas. 
Así lo explicó Pablo Bielza, 
catedrático de Producción Vegetal de la Universidad Politécnica de 
Cartagena, que achacó este problema a varios factores, entre ellos el 
uso inadecuado de algunas de las sustancias activas registradas y la 
reiteración en las aplicaciones de los mismos compuestos, por las 
exigencias de las cadenas de supermercados para limitar el número de 
trazas de residuos.
Para volver a un control razonable de la plaga, el presidente de la 
SEEA propuso una vuelta a una gestión integrada mediante estrategias de 
control basadas en medidas culturales, biotécnicas, biológicas y 
químicas, que incluyan estrategias apropiadas de manejo de la 
resistencia. “El control químico es muy eficaz, pero debe ir acompañado 
de otras medidas”, afirmó.
En la misma línea, Antonio Monserrat, responsable del Equipo de 
Protección de Cultivos del IMIDA y director científico de este 
Encuentro, explicó que la adecuada integración de herramientas 
biológicas, tecnológicas y químicas en las plantaciones determinan el 
éxito en el manejo de esta peligrosa plaga. “Los productos 
fitosanitarios, bien utilizados, son parte de la solución; mal 
utilizados, son parte del problema”.
Tuta absoluta se ha convertido en un problema global, como 
se encargaron de exponer César Ramos, del Organismo Internacional 
Regional de Sanidad Agropecuaria en México; Ivan Rwomushana, 
investigador del Centro de Biociencia Agrícola Internacional (CABI) en 
Kenia; y Antonio Biondi, del Departamento de Agricultura, Alimentación y
 Medio Ambiente de la Universidad de Catania.
En África se introdujo por primera vez en 2008 y desde entonces se ha
 detectado en 41 de los 54 países del continente y constituye la plaga 
más dañina para el tomate; en Centroamérica, está presente en Panamá y 
Costa Rica y existe un programa de vigilancia fitosanitaria en el resto 
de países para poder detectar a tiempo cualquier brote y aplicar las 
medidas de control adecuadas para contenerlo y erradicarlo.
Otra plaga importante, no presente en la cuenca mediterránea aunque 
catalogada como prioritaria por la Comisión Europea, es el psílido de la
 papa, Bactericera cockerelli, que afecta sobre todo a 
invernaderos de tomate y pimiento en regiones de Norteamérica. 
Julio 
César Velázquez, gerente de Investigación y Desarrollo de Koppert 
México, describió las diferentes estrategias que se han empleado para el
 manejo del psílido. El investigador recomendó combinar estrategias de 
hermeticidad del invernadero, monitoreo, control físico con trampas, 
deshoje de plantas en focos, liberaciones inoculativas del mírido Dicyphus hesperus e inundativas del parasitoide Tamarixia triozae
 en focos durante tres semanas seguidas, además de aplicaciones 
preventivas con hongos entomopatógenos y, como última opción, uso del 
control químico.
Plagas y enfermedades reemergentes
El ácaro del broceado del tomate (vasates) es uno de los principales 
problemas fitosanitarios en el cultivo de tomate en España. La 
inexistencia de sistemas de control biológicos eficaces y la reducción 
del número de fitosanitarios autorizados para su control hacen que su 
manejo requiera una estrategia mixta que optimice el uso de los 
productos disponibles asociado a unas buenas prácticas agronómicas, 
según explicó Josep Izquierdo, manager de hortícolas de Bayer 
CropScience.
Las especies de Meloidogyne son los nematodos que más 
afectan a la funcionalidad de las raíces de tomate al interferir con la 
absorción de agua y el transporte de nutrientes. Soledad Verdejo-Lucas y
 Miguel Talavera, investigadores del IFAPA, abordaron este problema 
fitosanitario en el que la reducción de sus poblaciones antes de la 
siembra constituye el principal objetivo del control nematológico. 
Talavera presentó los resultados de múltiples ensayos en campo que 
comparan la reducción en las poblaciones de nematodos tras la aplicación
 de diferentes agroquímicos y mediante técnicas de solarización y 
biosolarización.
Precisamente, la biosolarización (combinación de la solarización con 
estiércol orgánico) se ha mostrado como una técnica especialmente 
eficiente para la desinfección de suelos, según expuso Nicolás Piñero, 
de la cooperativa Expoaguilas. 
Además de en los invernaderos y mallas de
 tomate, esta técnica se utiliza también para plantaciones de pimiento y
 en parcelas al aire libre de lechuga y hortalizas de siembra directa 
para cuarta gama.
En el Encuentro se exploraron otras alternativas para controlar las 
plagas. Por ejemplo, induciendo la respuesta defensiva de las plantas, 
que son capaces de emitir volátiles que son repelentes frente a varias 
especies plaga y atractiva sobre enemigos naturales. 
Meritxell 
Pérez-Hedo, del IVIA, presentó varias aproximaciones de cómo utilizar 
estos volátiles en programas de manejo de plagas como elicitores de 
defensa en el cultivo de tomate. El ingeniero técnico Francisco José 
Salvador Sola presentó el protocolo de manejo integrado de plagas que 
Nature Choice SAT lleva aplicando satisfactoriamente varios años en sus 
cultivos.
Virosis
Tras la reciente detección en Almería del virus rugoso del tomate 
(ToBRFV), una de las conferencias más esperadas fue la de Salvatore 
Walter Davino, jefe del Laboratorio de Virología del Departamento de 
Agricultura, Alimentación y Ciencias Forestales de la Universidad de 
Palermo, que habló de la incidencia de este virus en Sicilia, una de las
 áreas de producción de tomate más importantes de la cuenca 
mediterránea. 
“Actualmente, solo se puede contener su expansión con dos 
herramientas para reducir la introducción y la posterior propagación de 
ToBRFV por otros países: el diagnóstico precoz y la implementación de 
medidas preventivas en el manejo de cultivos”, explicó.
Dirk Janssen, investigador del IFAPA La Mojonera, habló de los virus 
transmitidos por insectos-vectores, que han determinado los cambios en 
las estructuras de los invernaderos, el manejo del cultivo y el uso de 
los fitosanitarios. 
“Por mucho control biológico o integrado que se 
aplique, en tomate lo fundamental sigue siendo aquello que ha estado en 
el inicio del concepto del invernadero en el sureste de España: un buen 
cerramiento para evitar la entrada de plagas”, aseguró. 
Para Miguel A. 
Aranda, del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura 
(CEBAS-CSIC), frente a virosis transmitidas por otros mecanismos es 
imprescindible acudir al uso combinado de actuaciones preventivas y 
paliativas en los programas de manejo integrado.
Vicente Pallás, del Instituto de Biología Molecular y Celular de 
Plantas (IBMCP), presentó las contribuciones de la hibridación molecular
 a la detección polivalente de virus que afectan al tomate y la 
aplicación de la tecnología de edición genómica CRISPR-Cas al control de
 estos patógenos, que “está permitiendo desarrollar estrategias de 
control de las virosis del tomate que eviten la aplicación de 
transgénesis”.
El Encuentro Internacional se cerró con una mesa de debate sobre los 
productos fitosanitarios como herramientas clave en la Gestión Integrada
 de Plagas en la que participaron Ana Hernández Buendía, directora I+D+I
 del Grupo Hortofrutícola Paloma; Alicia Yagüe, jefa del Servicio de 
Gestión de Residuos de productos fitosanitarios y medicamentos 
veterinarios en los alimentos de la Agencia Española de Seguridad 
Alimentaria y Nutrición; José Vicente Rodríguez Herráiz, jefe del Área 
de Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, 
Pesca y Alimentación; y Antonio Monserrat.