Dicen que ser rico después de haber sido pobre es un gozo que no 
alcanza las cimas del sufrimiento de quien ha sido rico y deviene en 
pobre. La cara A de la vida se vive, por lo visto, con menos intensidad 
que la cara B. Es probable que sea a causa de este efecto por lo que en 
Ciudadanos estén estos días sin vivir en sí. Y es que la encuesta del 
CEMOP los ha dejado perplejos. En seis meses han pasado de ser el primer
 partido de la Región en previsión de voto al tercero, ya ni siquiera el
 segundo. 
El regusto es amargo, pero se dulcifica por el hecho de que 
tanto como primero o tercero, Ciudadanos es un partido decisivo para 
conceder el poder a otro o para compartirlo con él. Esa es la única 
satisfacción: son bisagra, y están en disposición de poner un precio al 
engrase. Pero el pánico se acumula, porque las encuestas les anuncian 
que un día están arriba y el siguiente, un poco más abajo, es decir, que
 su crecimiento no es sostenido, que es verdad esa construcción tópica 
de que vivimos en un tiempo político volátil en el que ellos son la hoja
 otoñal que más se deja acunar por los vientos. 
 La
 encuesta del CEMOP, sea cual sea su credibilidad, traslada un problema 
para los partidos políticos, sean o no beneficiados por ella, y es que 
los cuatro con representación parlamentaria concertaron adjudicar la 
demoscopia institucional a dedo a este instituto (o lo que sea), de modo
 que no pueden replicar a su dictado como suelen hacer los perjudicados 
cuando se trata del CIS, pues se interpreta que éste es un órgano 
controlado por el Gobierno. 
En la Región de Murcia, el CEMOP es un 
órgano controlado por el Gobierno y la oposición, lo que sitúa a sus 
gestores en una posición de invulnerabilidad a la crítica (al menos ante
 los partidos políticos), de ahí que Ciudadanos, antes arriba y ahora 
menguado, tenga que acatar el dictado sin rechistar. Pero rechistan por 
dentro, y es que el CEMOP no es la única referencia que los retranquea 
electoralmente. 
La encuesta previa encargada por IU, con un muestreo 
similar al de la oficial de la Asamblea Regional, los coloca en una 
posición de retroceso sobre la hegemonía que el CEMOP certificó hace 
seis meses y el CIS, cierto que con un muy escaso cupo de consultas, 
hace pocas semanas. 
 La
 causa general del reacomodo en el hit tiene explicaciones básicas: 
desde el último muestreo del CEMOP han cambiado algunas cosas, como el 
signo del Gobierno central, el volantazo en la dirección nacional del 
PP, la retirada de Rajoy y el asomo de Vox. Pero esto no lo explicaría 
todo en la Región de Murcia, donde esos efectos no han servido para 
impulsar significativamente al PSOE o al PP, que se enseñorean por 
encima de Ciudadanos no tanto por sus respectivos crecimientos sino por 
la cesión del empuje de los naranja.
 Cualquiera
 diría que Ciudadanos no se puede quejar. De cuatro diputados, los que 
ahora dispone, pasaría a nueve, más del doble. Espectacular, sí. Y más, 
no ha perdido su valor de prenda decisiva: el PP lo necesitaría para 
seguir gobernando, e incluso el PSOE con una leve variación a su favor, 
un solo diputado más que obtuviera sobre los que le adjudica la 
encuesta. 
Pero respecto al anterior sondeo, ya digo, Ciudadanos pasa de 
la primera casilla a la tercera. Y en Centrofama, donde se domicilia su 
sede central, se preguntan dónde está el misterio, aparte de lo antes 
apuntado en relación a la política nacional, un análisis excesivamente 
obvio que ocultaría profundas deficiencias autóctonas.
 La
 respuesta es un nombre: Miguel Sánchez. El portavoz parlamentario lleva
 ya un largo tiempo funcionando por libre. Actúa a su modo, muchas veces
 para sorpresa de la dirección del partido, de la que él también forma 
parte, pero a la que no se somete, a veces ostensiblemente. 
A esto 
contribuye el peculiar sistema de organización de Ciudadanos, un partido
 sin un líder claro. Sánchez lo es, pero sólo a efectos parlamentarios, y
 ya desde el principio es dudoso que concierte al resto de los 
diputados; por el contrario, es bien sabido que el Grupo Parlamentario 
de Ciudadanos apenas se atiene a disciplina interna alguna, y menos a la
 que pueda imponer su portavoz. 
Si hasta ahora no se han producido 
disidencias en la formulación de los votos debe haber sido por una 
prudente actitud de contención de unos y de otros. El clima interno se 
calienta por momentos, pues uno de los diputados del grupo, Juanjo 
Molina, ya ha anunciado en el interior del partido su intención de 
concurrir a las primarias para competir con Sánchez por la candidatura a
 las autonómicas de 2019.
 De 
un tiempo a esta parte, Miguel Sánchez lo vota todo con el PP. No sólo 
los presupuestos autonómicos, sino leyes que, a juicio de algunos 
dirigentes de Ciudadanos, no pueden ser compartidas en todos sus 
términos por un partido de centro, como la relativa a la llamada de 
Protección de la Familia con el añadido de que el aborto no es un 
derecho, facturada a las puertas de la UCAM; o la de Aceleración 
Empresarial, polémica incluso en su propio encaje en el conjunto 
legislativo general, y que Sánchez avaló haciéndose una foto con el 
presidente de CROEM, Albarracín, en la propia sede de la confederación 
empresarial ante las siglas de la patronal, que pasa por ser la 
redactora de los artículos del texto; y finalmente, dio el visto bueno a
 la creación del ARCA, la también polémica ley sobre creación de una 
agencia autónoma sobre medio ambiente con la que atajar las estructuras 
internas de la Administración regional. Hay quien dice en Ciudadanos que
 «Miguel firma las leyes del PP sin haberlas leído».
 Sí
 a todo al PP. De hecho, es obvio que Miguel Sánchez mantiene un trato 
más fluido con el presidente de la Comunidad, López Miras, y sobre todo,
 con el portavoz parlamentario popular, Víctor Martínez (con ambos cerró
 el pacto para la aprobación de los presupuestos en un almuerzo en Casa 
Ignacio, en Los Ramos), que con los dirigentes de su propio partido, de 
los que sospecha que conspiran para buscarle un sustituto en la lista de
 2019. 
Sánchez se siente fuerte en su autonomía como portavoz 
parlamentario, dada la singular estructura de Ciudadanos y porque en 
razón de ese cargo tiene línea directa con José Manuel Villegas, número 
dos de Rivera, aunque hay quien asegura que a consecuencia de la 
exclusividad de esta relación a veces reproduce lo que aquel le dice y 
otras se lo inventa para investirse de autoridad. Me lo ha dicho 
Villegas, punto redondo. 
 El 
malestar sobre la política de Sánchez lo ha expresado esta semana con 
toda claridad, aunque con la prudencia de las abstracción de referencias
 concretas, Miguel López Bachero a través de un artículo publicado en el
 colega de la mañana. Curiosamente, el análisis de quien hasta hace 
pocos meses formaba parte de la dirección regional de Ciudadanos, fue 
emitido antes de que se hiciera pública la encuesta del CEMOP, pero 
avanzaba el impacto que ésta iba a provocar en la organización. 
La tesis
 de López Bachero podría resumirse en que la política institucional de 
Ciudadanos desdibuja su espíritu original. La colaboración en la 
gobernabilidad, viene a decir, no es incompatible con marcar muy de 
cerca al PP. No todas pueden ser de cal ni todas de arena, sino unas y 
otras en su justa medida y sin que por el camino se pierda la identidad 
de Ciudadanos como partido de centro y regeneracionista, que es como se 
presentó inicialmente ante el respetable. 
 Es
 muy llamativo que la primera persona que distribuyó en las redes 
sociales este artículo fuera Valle Miguélez, algo así como la secretaria
 de Organización de Ciudadanos, lo cual indica que la dirección regional
 comparte esa impresión de López Bachero, quien es obvio que, aunque ya 
no esté en la dirección, representa el prototipo canónico del modelo 
Ciudadanos. 
 Ciudadanos crece 
notablemente en las encuestas, y ya pocos dudan de que será decisivo 
para el gobierno de esta Región, no ya como hasta ahora mediante el 
plácet al partido mayoritario sino como parte integrante del Ejecutivo 
que resulte. Pero hay un sentimiento de estupefacción derivado de la 
rebaja de las expectativas, sobre todo en un momento en que la 
organización parece reforzada, la militancia es creciente y el resto de 
los partidos presentan causas de declive por unas u otras razones. 
¿Qué 
nos ha pasado?, se preguntan después de haber transitado de ricos a 
pobres en las encuestas. López Bachero lo ha respondido incluso 
preventivamente: en la Región, Ciudadanos no está acentuando su 
identidad sino contribuyendo a apalancar al PP con una política que no 
se compensa con una crítica nítida. 
 Ciudadanos
 se ha llevado un chasco al pasar de la primera a la tercera plaza. 
Miguel Sánchez, quien con PAS era el demonio, ha pasado a ser el mejor 
aval de López Miras. Y su política, poco diferenciada, es la que ha 
degradado las expectativas del partido. Dicen voces significativas del 
mismo. Empieza la cuenta atrás.
(*) Columnista