Cúanto durará el Gobierno de Pedro 
Sánchez? ¿Una semana, quince días, un mes, un año, dos años? Empezó 
fuerte, con alegría y gran fanfarria mediática, pero va perdiendo reprís
 a costa de sus contradicciones, improvisaciones y escandalillos 
insospechados. Sólo la aprobación de los presupuestos, mediante truco 
administrativo o apoyos reales, podría darle alguna estabilidad, aunque 
sin gestos de coherencia que exigirían más dimisiones y ajustes seguiría
 lastrado aun en tal caso. 
 Sin
 embargo, las encuestas todavía avalan el repunte del efecto de la 
moción de censura que acabó con el pasmarote de Rajoy. Aunque también 
hay polémica acerca de la veracidad de las encuestas, pues ahora resulta
 (a ver si nos aclaramos) que las buenas son las cocinadas, no las que 
sirve crudas el actual CIS de Tezanos. O viceversa, según el signo 
político del interlocutor. Pero si el Gobierno cree en los sondeos que 
publica, su situación electoral no es tan mala como la imagen que 
empieza a transmitir, y esto podría animarlo a adelantar las elecciones. 
 Es lo que creen muchos en el PSOE, aparte de lo que piense Pedro 
Sánchez, que no se sabe, pues un día dice que acabará la legislatura y 
otro que tal vez no la acabará. Pero a pesar de que el Gobierno esta 
administrando fatal las expectativas que creó, la oposición no goza de 
mejor salud. Casado entró en boxes en la primera vuelta y todavía no ha 
salido; Iglesias colabora con el Gobierno los días pares, y los impares 
parece tener nostalgia de sí mismo, de quien alguna vez fue; en cuanto a
 Rivera no sabe si meter criada o ponerse a servir, tal es la 
persistente estupefacción que manifiesta. Si Sánchez convocara mañana 
las elecciones los haría fosfatina a todos aun sin asegurarse que él 
mismo no saldría bien parado.
 ¿Concentración
 electoral? Este estado de cosas, para lo que interesa a los efectos de 
la política regional, conduce a los partidos a aceptar, cada uno por su 
lado, que 2019 va a ser un año intenso electoralmente hablando, en que 
se producirán las cuatro elecciones: generales, autonómicas, municipales
 y europeas. Esto, si como digo, a Sánchez no le da el repente de 
convocar las primeras para antes de Navidad, bien por fuerza o 
necesidad. Las otras opciones serían en 2019 antes del último domingo de
 mayo, o inmediatamente después del verano. 
Pero, y ahí es donde se 
genera un intenso runrún: ¿por qué no hacer coincidir todas las 
elecciones en una misma fecha, que necesariamente habría de ser la 
prevista en mayo para las municipales y autonómicas? Esto solo ha 
ocurrido una vez, que yo recuerde, y en Andalucía, con el resultado 
previsto en favor del PSOE en ambas urnas. 
 El
 supuesto de la concentración electoral exigiría la disposición en las 
mesas de cinco urnas: Congreso, Senado, Asamblea Regional, Ayuntamiento y
 Parlamento Europeo. Este modelo es de alto riesgo, y hasta ahora los 
partidos lo han venido esquivando porque supone jugarse todo el capital a
 un número de la ruleta. El espaciamiento de las distintas convocatorias
 les sirve a todos de sucesivos test para reelaborar sus estrategias y 
modelar los liderazgos. 
 Pero 
en la situación actual, algunos socialistas creen que hay que estrenar 
esa jugada, ya que están en la mejor situación: tienen el poder del 
Estado, una moderada cesión de confianza ciudadana que podría acelerarse
 tras un largo periodo de permanentes retrocesos, y un conglomerado de 
oposición con la derecha dividida en dos bloques, el principal partido 
en reconstrucción, y ambos grupos algo despistados sobre su respectiva 
definición ideológica, el primero alejándose sorprendentemente del 
centro; en su ala izquierda podrían aprovechar los socialistas la 
volatilidad del electorado podemita, a una parte del cual creen poder 
atraer con el subrayado de las políticas sociales del Gobierno. 
En 
Comunidades como la de Murcia, la situación de salida en el ámbito 
municipal es buena, pues disponen de la mayoría de los Ayuntamientos, y 
esto podría actuar como palanca para el resto de candidaturas, mientras 
el Gobierno regional aletea en el victimismo al haber perdido las bases 
de su política, sostenida solo en los grandes proyectos inacabados 
herencia de la etapa Valcárcel, dependientes del Gobierno central. 
 Hoy,
 plus; mañana, tal vez rémora. El principal problema para el crecimiento
 electoral en la Región lo localizan los socialistas en el municipio de 
Murcia por el peso del alcalde, José Ballesta, mientras el nuevo 
candidato socialista, José Antonio Serrano, voluntarioso, formado y 
decidido, está aún verde y parte en desventaja. El tirón que los 
socialistas adjudican a Ballesta podría arrastrar votos para el PP en 
las autonómicas, y creen que en la complejidad de las cinco urnas la 
previsible potencialidad del alcalde popular se desdibujaría. 
 Esto
 a pesar de que Ballesta aún no ha dicho esta boca es mía para confirmar
 su opción, para gran malestar contenido de la dirección regional del 
PP. Aunque hay pocas dudas de que finalmente Ballesta encarará la 
candidatura a un segundo mandato, en su círculo íntimo aseguran que su 
indecisión no obedece a postureo ni a estrategia alguna (por ejemplo, 
para configurar a su propio criterio la lista que ha de seguirle, que es
 lo que muchos sospechan que pretende forzar). 
Para el PSOE, Ballesta 
será sin ninguna duda el candidato a la alcaldía de Murcia, y es lo que 
más temen, pues es también el político del PP al que más respetan. Por 
tanto, se trataría de distraer su urna entre las cinco y hacer palidecer
 su candidatura entre los mensajes cruzados de las generales, 
autonómicas y europeas.
 Naturalmente,
 no es solo el PSOE murciano el que vería ventajas en la acumulación 
electoral en un solo día. Otras Comunidades como la murciana y grandes 
Ayuntamientos en que los socialistas gobiernan o tienen opciones reales 
de hacerlo se verían beneficiados de esta operación insólita, con la 
oposición pillada al paso cambiado. Claro que hasta mayo de 2019 hay un 
largo trecho, y la política evoluciona a un ritmo endemoniado. El plus 
que aporta el Gobierno de Sánchez puede convertirse en rémora de un día 
para otro, sobre todo si el debate político sigue detenido en las 
circunstancias personales del presidente y sus ministros sin aterrizar 
en las cuestiones propias de la gobernación. 
El ´síndrome de la Moncloa´
 parece haberse apoderado del actual presidente con mayor rapidez que en
 sus antecesores, y ya hablan hasta de recortar la libertad de 
expresión, los mismos que han justificado la toma de RTVE para 
ampliarla. 
 El plus que el 
Gobierno socialista puede aportar al PSOE en regiones y ciudades es el 
que deriva de su gestión. Así, en el caso de Murcia con la normalización
 de los proyectos de comunicación ferroviaria, por ejemplo, pero todo 
esto puede acabar en nada si el prestigio que ganan por un lado lo 
dilapidan por el otro, achacando a la oposición y a las fuerzas del mal 
las consecuencias de sus propios errores y vaivenes y manteniendo a 
ultranza a ministras mentirosas que vienen de hozar en las cloacas. 
 En
 teoría, el momento de convocar las elecciones sería ahora mismo si el 
Gobierno creyera en sus propias encuestas y ante la evidencia de que la 
oposición está descolocada. Si pretende unificarlas con las de mayo 
próximo debería dejar de cometer errores chorra y tomar medidas más 
expeditivas de saneamiento interno, pero da la impresión de que Sánchez 
empieza a incurrir en la fatiga de Rajoy, a quien todo esto de las 
irregularidades de sus ministros o excompañeros de Gobierno le producía 
aburrimiento. 
 Por ese camino, 
quien acabará convocando las elecciones será Villarejo. Y no sería bueno
 para el PSOE en ninguna de las cinco urnas.
(*) Columnista
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/09/30/ano-cinco-urnas/958947.html