Palinuro ya dedicó un post hace un par 
de días a la entrevista de Bono y Zapatero con los barandas de Podemos y
 comentó el sarcasmo que es escuchar cómo estos abominan en público de 
lo que luego practican en privado. A su juicio,  la "casta", en 
realidad, se reduce a una (de ahí que hablen en singular), la de los dalits
 o intocables, más bajos que perros, con los que no caben tratos. Pero 
cuando nadie los ve, en secreto, pierden el trasero por codearse con sus
 miembros, a los que toman por brahmanes.
Vamos
 ahora con los otros dos comensales. Uno de ellos, Bono, un meapilas 
devoto de monjas milagreras, más de derechas que medio PP y admirador de
 Fraga, no merece mayor atención. Para él la política es eso, enchufe, 
cabildeo, compadreo, chanchullo. ¿Y el otro? El que no iba a fallar a la gente,
 el pusilánime que enterró al PSOE, lo puso al servicio de la banca y 
abrió el camino a la derecha quién sabe por cuánto tiempo con la reforma
 del artículo 135 que ni a discutir se atrevió a los alemanes.
Esta
 pareja de intrigantes se ha reunido en secreto con dos de los 
principales adversarios de los suyos, sin advertir a su superior 
jerárquico, democráticamente elegido y, probablemente, les han 
suministrado información para arremeter luego contra él y vilipendiarlo 
en público como así ha sido.
Sánchez
 gustará más o menos. Palinuro, quien sigue simpatizando con Podemos a 
pesar de todo,  no cree que el socialista haga las cosas bien;  al 
contrario, a la vista está que las hace mal porque no mete en cintura a 
estos urdidores. Pero una cosa es criticar -por lo demás como aquí se 
critica a todo el mundo, incluido al propio autor del blog- y otra muy 
distinta tender trampas, dejar en ridículo, hacer de menos. Una cosa es 
ser un crítico y otra un felón. 
 
Sánchez
 no se merece ese trato. Ni de los botarates que intrigan contra él en 
sus escondrijos, ni de los otros, tipo Blanco o Chacón, siempre a la 
sombra de los más poderosos. Sánchez fue elegido secretario general 
en limpia y reñida lid. Otra cosa es que en ella hubiera alianzas, 
encuentros, desencuentros o lo que fuera que, como siempre, dejaron 
frustración y desengaño. Pero no hubo trampa y la honradez y el recto 
sentir mandan aceptar el resultado, ponerse a las órdenes del elegido o 
marcharse del partido. Pero no tratar de subvertir la voluntad de los 
electores con oscuras componendas.
 
Porque
 cuando se ataca al responsable de una empresa, se ataca a la 
empresa. Esta, en España, hoy, es la derrota de la derecha 
neofranquista, corrupta y meapilas, y su substitución por un gobierno 
democrático, capaz de devolver a la gente los derechos, las libertades, 
la prosperidad y la dignidad que la carcunda le ha arrebatado.
 
Eso es lo más importante. Incluso lo único importante. 
 
Si a
 esa señora andaluza, a quien el halago y la adulación han 
trastornado al extremo de no importarle provocar un desastre en su 
partido solo por satisfacer sus ambiciones, le queda un adarme de 
sensatez, se concentrará en gobernar su Comunidad. Quizá piense que 
tiene más peso que Sánchez porque Andalucía es muy grande. 
 
Pero 
Sánchez tiene más legitimidad porque ha sido elegido mientras que ella 
es producto del dedazo del mandamás y legitimidad democrática tiene 
poca. Apoye pues noblemente al legítimo secretario general de su partido
 en lugar de escatimarle su respaldo y ponerle trampas que ya le 
llegará el turno de demostrar su valía.
 
La
 cuestión aquí es impedir lo que, de no haber remedios fuertes, será una
 realidad lamentable: cuatro años más de gobierno de estos de los 
sobresueldos. 
 
La
 cuestión es ganar las elecciones. Y, para ganar las elecciones, Sánchez
 tiene que consolidar su autoridad en el partido, hacer una oposición 
cien veces más contundente,  no perder el tiempo atacando a las otras 
izquierdas o respondiendo a sus ataques, presentar un programa claro, 
viable y positivo. Y encabezar iniciativas audaces, valientes.
 
Si
 no las tiene a mano, ahí va una de Palinuro: proponga él, y hágalo ya, 
una unidad electoral de las izquierdas, con Podemos y con IU y sin 
condiciones previas. Los de Podemos quizá la rechacen porque dicen no 
estar interesados en la unidad de la izquierda sino en la unidad popular,
 que es otro plagio conceptual, esta vez del Chile de Allende. Quedará 
IU. 
Visto el triste destino que aguarda a esta formación, condenada a 
perder frente a otros que triunfan habiéndole copiado las ideas, a lo 
mejor conserva la lucidez y la audacia necesarias para concurrir con un programa común,
 sostenido por los dos partidos históricos de la izquierda española, los
 que tienen ya sobradamente probado que cuentan con la experiencia y la 
capacidad necesarias para llevarlo a cabo, haciendo un llamamiento a la 
memoria de la mayoría de izquierdas del país.
Y con usted, la banda de mangantes a la 
que llama partido político y que lleva decenios cobrando sobresueldos de
 procedencia ilícita.
Usted afirmó en su día en sede parlamentaria que en el PP no hay ni ha habido nunca caja B. Mintió, como de costumbre.
Es todo el mundo contra su palabra que, como ha demostrado y admitido usted expresamente, no vale nada.
 
También
 admitió en sede parlamentaria, que en el PP se habían pagado 
sobresueldos. Los llamó "pluses" o cualquier otra cosa para disimular. 
Pero se pagaron. Y usted los cobró. 
 
Esos
 sobresueldos, un maná de cientos de miles de euros que llovió sobre los
 dirigentes del PP, desde Aznar a Arenas, pasando por Cospedal, Sáenz de
 Santamaría, usted mismo, etc.,  son una auténtica sinvergonzada por la 
que hace años que deberían haber dimitido todos.
 
Dice Floriano que "este señor (Bárcenas) nos engañó" y,
 en justa venganza, él pretende engañar a su vez a la ciudadanía. Con 
una diferencia: quiere que la ciudadanía se deje engañar gratis cuando 
él y sus amigos se forraron gracias al engaño que dicen haber sufrido. 
¿O se refiere a que los engañó porque no pillaron suficiente pasta? 
 
La
 caja B, que existe para todo el mundo excepto para usted, era la 
cornucopia de la abundancia: dio para pagar sobresueldos a decenas y 
decenas de pillastres que luego iban predicando honradez y sacrificios. 
Dio también para financiar las campañas electorales del PP cuyos 
resultados, afectados de ilicitud, debieran anularse. Dio para pagar 
numerosos actos de pompa y boato en los que Aguirre y su tropa 
predicaban contra las mamandurrias ajenas. Era un tesoro inagotable. 
 
¿A
 cuánto ascendió? Calcúlese: si Bárcenas detraía de las operaciones de 
la Caja B un pequeño porcentaje y amasó 42,8 millones de euros, ¿a 
cuánto ascendió la caja B y quién se ha llevado el grueso de la 
pastuqui?
 
En
 serio. ¿Cree alguien que esto es de recibo, que el país puede aguantar 
hasta noviembre gobernado por esta banda de sinvergüenzas y encima 
sometida al chantaje de otro sinvergüenza?
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED