El martes ni te cases ni te embarques ni dimitas. Este añadido no 
rima, pero hasta en los ripios populares está haciendo estragos el verso
 blanco. El próximo día 4, martes, va a ser una de esas jornadas en que 
en cualquier momento puede saltar la liebre. Que no saltará. O sí. Y es 
que a partir de que mañana amanezca, el tiempo político en la Región de 
Murcia no contará por días, sino por horas. La crisis política murciana 
se resolverá, es un decir, hora a hora. Pasamos de la ´filosofía´ 
Simeone, partido a partido, al estilo José María García: «Atención en 
Las Gaunas: Minuto y resultado». Veamos el calendario.
Maitines del PP.
En
 los albores del lunes, mañana mismo, se celebrarán maitines en la sede 
regional del PP. En esa reunión, PAS y su círculo más cercano decidirán 
en qué momento se ha de convocar a la junta directiva del partido para 
tomar una decisión ante la moción de censura contra el presidente que se
 empezará a debatir el miércoles en la Asamblea Regional. Una de la más 
probables opciones es que esa cita se establezca para el miércoles por 
la tarde, enmedio del debate de dicha moción, que tendrá dos tramos: 
miércoles por la mañana, y jueves a lo largo de todo el día, con la 
votación definitiva en esa tarde. 
Si esto es así, y ya digo que es lo 
más probable, el martes transcurrirá con la mínima expectación, aun 
cuando todos tendrán la respiración contenida, pues resultará obvio que 
PAS entrará como presidente de la Comunidad a la sesión parlamentaria 
del miércoles en que se decidirá su futuro en ese cargo. Tal vez haya 
que suponer que si entra como presidente es que está convencido de salir
 con la misma vitola.
 A la tarde, el PSOE.
Avanzamos
 en la agenda. El mismo lunes, ya por la tarde, se reunirá el comité 
regional del PSOE. Se trata de que el máximo órgano socialista autorice 
definitivamente al secretario general a que presente la moción de 
censura contra PAS, o mejor, a que explique sus propuestas y sus 
acuerdos con otras fuerzas. Y es que la moción ya está presentada; no 
hay vuelta atrás, y lo que queda es informar sobre ella. Los susanistas 
murcianos, que ya son mayoría en ese órgano del PSOE según la deducción 
de quienes asistieron al anterior comité, no tuvieron la habilidad de 
atar las manos de Rafael González Tovar, aunque era lo que pretendían, 
para impedir que presentara esa iniciativa sin consultar al máximo 
órgano entre congresos. 
Ahora se limitarán, probablemente, a que no ceda
 ante Ciudadanos y evite aceptar un Gobierno socialista de seis meses 
para convocar después elecciones autonómicas. Hay sectores en el PSOE 
que opinan que, en última instancia, para conseguir el voto de 
Ciudadanos, Tovar, urgido por el estado de necesidad de su permanencia 
en el liderazgo regional, para el que está cuestionado, podría ´comprar´
 esa pieza al ´ciudadano´ Miguel Sánchez, y esto a pesar de que es obvio
 que los de Rivera la exhiben a sabiendas de que el PSOE no la aceptará. 
Un adelanto electoral en el que se sume a la nueva ley que los propios 
socialistas apoyaron, que los perjudica como opción mayoritaria, la 
imprevisión sobre la derivada de sus propias elecciones internas, de las
 que puede surgir un fraccionamiento del partido y ante las que el 
secretario regional está descolocado, reduciría al PSOE murciano a los 
ocho o nueve diputados desde los trece, ya en el colmo de la escasez, 
con los que cuenta ahora. No están tan locos.
 Ciudadanos se cimbrea.
Por
 tanto, lo que podría darse en ese comité es un mandato a Tovar para que
 no ceda ante Ciudadanos, lo cual prolongará la incertidumbre sobre la 
solución a la crisis política, ya que Ciudadanos, por su parte, tampoco 
parece decidido a aceptar un Gobierno socialista de dos años, y menos la
 trampa de una imposible reforma del Estatuto de Autonomía para que sea 
de cuatro. 
Miguel Sánchez se cimbrea como los juncos: a veces proclama 
que jamás votará para que Tovar sea presidente, y otras asegura que no 
necesitará ni siquiera la firma de éste para saber que cumplirá los 
acuerdos a que lleguen, sobre los que cada vez están más cerca. Es un 
juego de distracción para poner nerviosos a unos y a otros, aprovechando
 que Ciudadanos es el estamento decisivo. 
En el PSOE aseguran que «no 
tenemos ni la más ligera idea de lo que acabará haciendo Ciudadanos», y 
en el PP tienen claro que es imposible fiarse de cualquier cosa que 
digan sus portavoces, pues según el lugar, el día o el interlocutor, 
dicen una cosa o la contraria, o dejan caer que su posición puede 
cambiar en cualquier momento.
 Lo
 que el lunes nos traerá, a la vista de lo anterior, es un nuevo 
impasse, aunque ya muy cerca de la hora final. PAS no se moverá; el PSOE
 tendrá que mantener una posición inflexible ante Ciudadanos, y éstos 
seguirán ciudadaneando.
Jornada de reflexión.
 Y así 
alcanzaremos el martes, ya digo. Si no fuera porque la situación se 
presta a pocas ironías habría que titular esa fecha como ´Jornada de 
Reflexión´. Este día pueden ocurrir dos cosas. Una, nada a la vista, 
mientras los tres principales partidos protagonistas (Podemos se 
significa lo mínimo, para no excitar la inquina de Ciudadanos) indagan 
en contactos directos o indirectos para tratar de conocer las posiciones
 respectivas de unos y otros si es que por entonces las hubiera 
definitivas en PP o Ciudadanos. Dos, la dimisión de PAS si es que 
finalmente fuera consciente de que Ciudadanos se pliega a un Gobierno 
socialista para dos años en el que Podemos debiera colaborar activamente
 desde la posición parlamentaria. Esta segunda posibilidad todavía 
parecerá imposible durante ese día si no se producen acontecimientos 
imprevistos.
 Pulso final.
De modo que 
llegaremos al miércoles, y se abrirá el debate de la moción de censura. 
Dado que, por mi edad, he seguido, a veces directamente y otras a alguna
 distancia, el historial de la Asamblea Regional, puedo asegurar que 
nunca un pleno de este Parlamento, al que a veces llamamos de la 
Señorita Pepis, habrá tenido más audiencia. Dudo que los espacios 
destinados a los medios de comunicación alcancen para acoger con 
comodidad a todos los que pretenderán acreditarse. El espectáculo está 
asegurado, ya que el ´programa de investidura´ de Tovar, que es lo que, 
según el reglamento correspondería debatir, probablemente dé lugar a una
 bronca continuada de las que hacen época, pues la tribuna y los escaños
 resultarán el espacio ideal para abocar toda la contención que apenas 
se retiene en las comparecencias declarativas de unos y otros a lo largo
 de este proceso.
 Aun así, como digo, en el intermedio de la 
tarde, la junta directiva del PP, si mantienen la frialdad que les 
permita convocarla para entonces, deberá calcular las posibilidades de 
éxito de la moción socialista, que sólo puede constatarse en un 
indicio: la posición de Ciudadanos. Si éstos mantienen la incertidumbre o
 sugieren la posibilidad de sorpresa con una actitud abierta, lo más 
probable es que conduzcan a la dimisión de PAS un instante antes del 
inicio de la votación. Pero si el presidente y su partido mantienen la 
sangre fría, que hasta ahora no les falta, cabe una altísima posibilidad
 de que Ciudadanos se abstenga antes que entregar el Gobierno de la 
Comunidad a los socialistas. Y el pulso al extremo lo habría ganado el 
PP, con PAS a la cabeza.
 ¿Dispuestos a perder el Gobierno?
Esta
 es la película que tenemos preparada para la semana infinita que 
comienza mañana. La pregunta es: ¿cabe la posibilidad de que el PP apure
 hasta el final y pierda el poder porque a Ciudadanos le dé un repente y
 apoye finalmente a Tovar? No puede descartarse ninguna de las dos 
cosas, por mucha incredulidad que a primera vista transmita ese final 
del drama. El aparato del PP, renovado en el reciente congreso regional,
 está con PAS a muerte, y a muerte es a muerte. 
Costará trabajo creer 
que en Génova admitan que para salvar al soldado PAS deban perder la 
guerra en Murcia, pero tal vez un cálculo a medio plazo los lleve a 
pensar que un paréntesis PSOE-Podemos-C's puede ser la mejor medicina 
para regresar en mayoría. No es algo extraño; en su día se divulgó que 
este tipo de estrategias a futuro son del gusto de la ´fórmula Arriola´,
 el gurú de cabecera de Rajoy.
 Pero el anterior es tan solo un 
apunte de paso. Si antes he dicho que en el PSOE no están tan locos como
 para enfrentarse, en su actual situación, a unas elecciones anticipadas
 (recuérdese que Rajoy gobierna en España porque los socialistas 
quisieron evitar las terceras generales), tampoco en el PP murciano han 
perdido los tornillos que los animen a prestar San Esteban a su 
oposición, aunque pudieran creer que sería por el sistema de realquiler.
 De entre las declaraciones de la semana que termina, la más clara a 
este respecto es la del biportavoz (del Grupo Popular y del partido), 
Víctor Martínez, quien aseguraba que «el PP va a seguir manteniendo el 
Gobierno de la Región». 
Al ser repreguntado, dijo que «desde luego con 
su actual presidente», pero es obvio que si esto último no puede ser, 
primaría la primera frase. Por cierto que Víctor Martínez se prefigura 
como el nombre en la recámara de PAS para la ´solución flash´, aunque 
éste insiste ante quien le pregunte por ese aspecto de la cuestión: «No 
he dedicado ni un minuto a pensar en este asunto». Si fuera así, tal vez
 debiera empezar a hacerlo a partir de mañana mismo. Por lo que pudiera 
pasar.
 Silencio expectante.
El problema clave
 está en que incluso si PAS atravesara con éxito la experiencia de la 
moción de censura, sus tormento no habrían acabado, ya que seguiría 
expuesto, gravemente expuesto, a los dos casos judiciales que penden 
sobre él, el relativo al Auditorio y Púnica. Esto no depende de los 
compromisos políticos de unos u otros, sino de la balanza judicial. Y es
 asunto que preocupa en algunos de los sectores sociales, incluidos los 
más afines al PP, que preferirían el inicio de un periodo de estabilidad
 política.
 Hasta el día de hoy, nada parece rechinar en los 
ámbitos básicos de la sociedad civil que están atentos a la gobernación,
 pongamos por caso las organizaciones empresariales. Al menos, no hay 
pronunciamientos públicos. Por el contrario, PAS permanece arropado, 
pues mantiene su agenda de representación como si nada ocurriera: no hay
 evento que se salte ni acontecimiento social importante al que deje de 
ser reclamado. En un acto público celebrado el pasado jueves se permitió
 incluso ironizar: «Me gusta asistir a estos actos porque veo a mis 
amigos, pero también sufro el disgusto de ver a mis enemigos», un 
comentario que fue celebrado por las risas hasta de los que podrían 
haberse dado por aludidos en el segundo supuesto.
 Lo cierto es 
que la crisis transcurre como si fuera asunto exclusivo de la clase 
política y su reflejo consecuente en los variados comentarios 
periodísticos. No hay estamentos de la sociedad civil que se hayan 
pronunciado por la dimisión de PAS, ni siquiera la sugieren otros 
miembros del PSOE que los pertenecientes al aparato. Tampoco en el PP se
 escuchan voces críticas, más que las de los ya apartados o las de 
algunos miembros de la vieja guardia en foros cerrados. 
Tal vez esta 
actitud obedezca a que el presidente se muestra vivo y aparentemente 
incólume ante los bombardeos que lo tienen como objetivo, y algunos 
esperan a pillarlo en debilidad para decidirse a pedir su dimisión, es 
decir, la solicitarán cuando constaten que ya no revivirá. 
Otros, sin 
embargo, se adelantan, como los ecos que llegan de la Universidad 
Católica, un emporio afín al PP, desde donde se lanza contra PAS el 
inevitable anatema de masón, dispuesto siempre para todo contradictor, 
aunque en este caso resulte sorprendente. Los populares, sin embargo, 
entienden que esto se debe a que el Gobierno no puede satisfacer todo el
 aparato reivindicativo de esta Universidad, de insaciable demanda a los
 poderes públicos, lo que provoca este tipo de reacciones, que tampoco 
son del todo públicas, al menos de momento.
 Pero lo cierto es que
 hay estamentos en que la inquietud es muy elevada porque constatan que 
hay un ciclo económicamente favorable al que la Región no se suma, o lo 
hace a la cola de sus correspondientes del Arco Mediterráneo, y 
entienden que la situación política es un inconveniente más a las 
dificultades tradicionales.
 Aspirarían, pues, a que se despejara 
pronto el panorama. Como digo, no les produce consuelo que PAS, en 
última instancia, pudiera salvar la moción, pues los casos judiciales 
seguirían pesando y el foco de la actualidad por estos motivos no 
dejaría en paz a la Región. Es más, ya liberado de la moción, y con la 
seguridad de que técnicamente no podría repetirse, tal vez aguantaría 
hasta el banquillo, si es que sus casos no fueran archivados. Así lo 
prevén algunos en el PSOE, a la vista de que no ha sido posible tumbarlo
 hasta ahora a pesar de tan intensas presiones.
 El martes es un 
día impropio para dimitir, casarse y embarcarse, de modo que habrá que 
esperar probablemente hasta el mismísimo jueves. Según Berlanga, los 
jueves, milagro.
(*) Columnista