El conflicto en Ucrania está a punto de dar paso a una nueva 
geografía económica mundial en el siglo XXI y eso, que puede 
desencadenar a corto plazo un conflicto bélico global y que hace 
discrepar a los europeos de los norteamericanos sobre su tratamiento, es
 el telón de fondo que condiciona, desde la guerra en Siria hasta la 
precipitada e inesperada abdicación del rey de España el pasado lunes 
tras la 62ª reunión anual del Club Bilderberg, celebrada el pasado fín de semana en un hotel del centro de Copenhague.
Ese gran club trasatlántico, el más grande y sintético 'think tank'
 planetario, pretende sino gobernar el mundo -que no puede, que se sepa-
 al menos conjurar y provocar, desde cierta planificación estratégica 
continuada, hechos que al gran público parecen naturales y espontáneos. 
Kissinger, Lagarde, Monti, Beatríz de Holanda... son algunos de sus 
miembros fijos al igual que la reina de España o el periodista Juan Luis
 Cebrián, presidente del grupo mediático 'Prisa'.
Para esta ocasión también han asistido el nuevo rey de los belgas y 
por España su ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo acompañado
 de una sobrina de Mariano Rajoy diplomática de profesión, y el director
 general de 'La Caixa', Juan María Nin, dentro del grupo no permanente de nuestro país.
Los temas en agenda eran la política y economía de China tras el 
acuerdo energético con la Rusia de Putin; el futuro de la Democracia; la
 sostenibilidad de la recuperación económica; el intercambio de 
información reservada y sensible entre los servicios secretos 
occidentales y de sus aliados con activa presencia esta vez de la CIA y 
el MI6 británico, y como tema estrella y telón de fondo, la crisis de 
Ucrania. Y todo a puerta cerrada y sin documentos escritos de lo tratado
 de forma no oficial hasta consensuar las acciones a recomendar a 
quienes han de ejecutarlas para blindar un gran bloque de poder ante la 
reestructuración militar, económica y comercial que se aventa en el 
mundo.
Políticos experimentados, financieros, hombres de negocios 
internacionales, grandes empresarios de multinacionales, dirigentes de 
las estructuras líderes de Internet, aristócratas, altos mandos 
militares, académicos y periodistas relevantes de nuestro hemisferio, 
hasta 150 personas de elite, se han encerrado durante tres dias en el 'Marriot' danés
 para abordar, analizar, concluir y proponer. Y de ahí parece haber 
salido la urgencia de arreglar el patio trasero de Europa de pequeños 
desajustes pendientes de afinamiento dada la velocidad y el calado de 
potenciales o previsibles acontecimientos de alcance mundial, con riesgo
 grueso para el todavía poderoso Occidente. 
Por esta vez, el tema de España ha ocupado, dentro de ese marco, 
cierta atención de los asistentes debido a la situación sobrevenida por 
la corrupción estructural y la inestabilidad institucional que puede 
provocar a medio plazo de consolidarse las tendencias electorales que 
arrojaban las encuestas del CIS, confirmadas luego por el resultado de 
unos comicios europeos de escasa participación y el auge de las 
propuestas ideológicas de las opciones más declaradamente republicanas y
 de izquierda, tras alguna de las cuales se adivina la mano de Putin a 
través de terceros. Tras otras, con mucha menos suerte, casi podría 
afirmarse que está apresuradamente Washington, en alerta siempre sobre 
la Península Ibérica.
Teniendo en cuenta que Europa tiene contenido el aliento ante la 
situación española desde hace muchos meses por lo que considera un 
coágulo dentro del continente y que los Estados Unidos no terminan de 
realizar grandes inversiones en nuestro país, en un momento para grandes
 oportunidades de negocio,  ante el clima generalizado de descomposición
 institucional, no es de extrañar que el sábado por la noche ya se 
supiera en algunos círculos de Madrid, incluso periodísticos de alguna 
provincia mediterránea, que la abdicación de Juan Carlos I esta vez no 
era un bulo.
El pasado domingo pasaron muchas cosas en Zarzuela a la vuelta de 
Copenhague de la expedición española. El ministro y la sobrinisima 
debieron pasar primero por Moncloa y desde allí tuvieron que llamar a 
Rubalcaba. Doña Sofía tuvo que ser quien le diera el primer mensaje al 
monarca. En escena pudieron aparecer luego, quizás, Felipe González y 
Cebrián, que llevaba tiempo en ello. Y cabe imaginar que no resultó 
fácil convencer al rey de que su permanencia hasta la muerte iba a ser 
que no y rápido. Seguro que el Rey puso algunas condiciones, al final 
poco convencido. Eso explica que Rajoy anunciase a primera hora del 
lunes públicamente el trance para evitar una marcha atrás de persona tan
 testaruda como don Juan Carlos y que el Príncipe tuviese que regresar a
 toda prisa de El Salvador en un viejo avión susceptible de tener que 
aterrizar en Canarias por avería tras el acelerón a que fue sometido.
También se puede imaginar a don Felipe hablando por teléfono desde 
América Central con su madre y con doña Letizia ante tal precipitación 
de acontecimientos  inesperados. Y con su padre, por supuesto, ya que ha
 respetado siempre los tiempos que él ha marcado. La vuelta a España 
sobre el Atlántico tuvo que ser de infarto y vigilia para don Felipe 
ante la que se le viene encima de repente. La prueba es que se ha tenido
 casi que improvisar el procedimiento urgente para una legislación 'ad 
hoc' inexistente porque no se veía en el previsible horizonte su 
necesidad.
La Unión Europea está por la monarquía en España si garantiza 
estabilidad ante potenciales eventualidades en el exterior de nuestras 
fronteras. Aunque Estados Unidos no le hace ascos a una República a su 
medida. Pero, además, se están renovando todas las cúpulas nacionales de
 poder de cara a una nueva etapa de la Historia y ahora le tocaba a la 
de nuestro país pese a la resistencia de don Juan Carlos estos meses 
mientras ahormaba sin mucha prisa los apoyos a su heredero.
Entremedio, el viaje de repúblicanos moderados a Estados Unidos tras 
las elecciones europeas, división de opiniones al respecto en el seno de
 un PSOE sin nuevos líderes de peso, un Partido Popular hundido por los 
escándalos aunque con el mejor banquillo para el relevo y una Corona 
corcomida por los desaciertos, cierta descomposición interna y un 
relativo fracaso comercial de los apresurados y secuenciales viajes 
políticos del Rey el mes pasado a cinco de las monarquías del Golfo 
Pérsico, con la suspensión del viaje a Qatar, que era la sexta.
El libro de Pilar Urbano tras la muerte de Suárez, el final de la 
instrucción judicial del caso Urdangarín con la esperada imputación de 
la infanta Cristina y los inquietantes informes del CNI -trufado de 
militares de Inteligencia- sobre el avance de las opciones republicanas 
ante la depresión de la Monarquía por cierta desconexión con un pueblo 
sufriente por la crisis económica, aumentada por la tolerada corrupción 
desde la cúpula del Estado hasta el último municipio, encendió todas las
 alarmas en el cuartel general de la OTAN en Bruselas mientras Putin le 
echaba en Ucrania un gran pulso a Londres, Berlín y Washington. 
Y se detecta a círculos próximos al ex presidente Aznar -¿el tapado del conservador Tea Party norteamericano?-
 pensando ya en la República, cuando aparece en escena un oportuno y 
desconocido juez de primera instancia e instrucción de Madrid, Elpidio 
Silva, dando certero golpe de gracia a las presuntas finanzas de una 
supuesta operación de altura para ocupar el hueco que pudiera dejar un 
derribo o abandono de la monarquía por imposibilidad de continuar... 
porque ya se sabe que monarquía engendra república, y ésta anarquía 
cuando esa anarquía luego conduce a dictadura, según el clásico axioma 
de la ciencia política más elemental.
Por cierto, que Bilderberg, como gran grupo de presión 
occidental, parece tener muchas esperanzas puestas en Eduardo Madina 
para que lidere el PSOE en la próxima década coincidiendo con Felipe VI 
en el trono. La gran jugada de ajedrez sobre nuestro país parece que 
sólo acaba de comenzar.
(*) Periodista y profesor