Han dado tanto la matraca con el nefando
 bipartidismo que, ironías de la vida, les ha caído encima un 
multipartidismo y fraccionamiento que recuerda el parlamento polaco de 
los tiempos del liberum veto. Encuentran el bipartidismo 
aburrido; prefieren el baile del multipartidismo. El problema es que no 
saben bailar. El multipartidismo -lo han dicho todos mientras celebraban
 muy murrios la nueva era- abre una etapa de diálogo, pacto, 
negociación. Justo lo que los políticos españoles no saben hacer. No 
importa. No lo reconocerán; igual que no reconocen que han perdido 
todos, uno a uno y en conjunto. Uno a uno porque ninguno ha conseguido 
ni de lejos lo que quería y en conjunto porque han dejado un parlamento 
ingobernable que probablemente durará dos meses. Veamos.
La derrota del PP es incuestionable. La tontería de Rajoy del partido más votado
 mientras haya moción de censura en la Constitución es eso, una de sus 
habituales tonterías. Derrota sin paliativos. El PP no puede formar 
gobierno con C's porque no dan los escaños. Con los demás, está 
descartado por distancia ideológica, salvo el caso de una posible gran coalición con el PSOE o gobierno de salvación nacional con PSOE y C's, como señalaba ayer Palinuro. Luego lo vemos. Pero, en todo caso, está claro: Rajoy a su casa. Ya era hora. 
El PSOE cosecha otro desastre. El peor resultado on record.
 Es, con todo, el único que puede formar gobierno en los dos lados del 
espectro político. Lo vemos también de inmediato. El liderazgo de 
Sánchez no ha sufrido el deterioro del de Rajoy, pero está tocado.
Podemos
 se ha dado una castaña. Pasa de cero a 42 diputados, pero eso no es 
nada para quien iba a asaltar los cielos y ocupar la centralidad 
política. La derrota se mide por la diferencia entre resultado 
y expectativas, que es abismal. Otra cosa es que lo reconozcan. Sus 
líderes creen que, con 42 diputados son alguien. Sus fieles más pelotas 
(por ejemplo, García Ferreras, de la Sexta) suman a los 42 diputados 
propiamente dichos de Podemos, los 27 más de las confluencias, o sea, 
los de Beiras, Ada Colau y Mónica Oltra. Y eso es mucho sumar, además de
 que, con 69 escaños tampoco pintan gran cosa.
Batacazo
 estilo Podemos también el amigo Rivera de Ciudadanos con sus 40 
escuálidos diputados cuando había jugado con la idea de ser segundo y, 
en sus momentos de mayor optimismo, el primero. Llevaba tres meses 
largando por todas las televisiones, mañana, tarde y noche y jugando con
 la idea de poner y quitar gobiernos en España. Sus seguidores dicen, 
como los de Podemos, que es milagroso pasar de cero a 40 diputados. Lo 
malo es que con 40 diputados no pintan nada en ningún sitio. No sirven 
ni de bastón para que el PP forme gobierno. Sus votos no le hacen falta a
 nadie. Por cierto, tanto Podemos como Ciudadanos, dos partidos criados a
 los generosos pechos de las televisiones, prueban que el poder de los 
medios tampoco es tan grande.
Garzón
 seguramente no se merecía la amarga derrota de quedarse con 2 diputados
 de los 11 de IU en la legislatura anterior. Ha demostrado ser un  líder
 con categoría y carisma. Pero ni eso resucita un muerto e IU es un 
cadáver desde que Podemos la fagocitó. Ni grupo parlamentario podrá 
formar y habrá de integrarse en el grupo mixto. Podemos, sin embargo, no
 ha sido capaz de fagocitar también al PSOE, a pesar de los ímprobos 
esfuerzos de la Sexta, con lo cual cabe concluir que, en efecto, ha 
servido para dividir más a la izquierda y solo para eso. 
En cuanto a los independentistas catalanes, situación curiosa; los dos componentes de Junts pel Sí
 (CDC y ERC) bajan de los 19 escaños de 2011 a los 17 de ahora. Pero de 
esos 17, nueve son de los republicanos (que multiplican por tres su 
representación), o sea, del independentismo más radical. En los días 
pasados algunos propugnaban la abstención en estas elecciones por 
ser españolas. De haber triunfado esta posición, los independentistas 
catalanes no estarían ahora en la  posición de ser la llave, la clau, de
 la formación de un gobierno en España. Es, en verdad, la ironía dentro 
de la ironía. A partir del próximo día 27, cuando la CUP finalmente se 
pronuncie sobre la investidura de Mas, podemos encontrarnos con una 
situación que ni Mefistófeles podía imaginar. Si Mas es finalmente 
investido, en Cataluña habrá un gobierno con mayoría absoluta y en 
España no habrá gobierno alguno.
Hay
 más consecuencias catalanas de este resultado, como el hecho de que 
este resultado fortalece la posición de JxS en las negociaciones con la 
CUP porque los 17 diputados catalanes en el Congreso y salvo un solo 
supuesto,  pueden provocar elecciones anticipadas en España, con lo que 
no serán tan graves si también se adelantan en Cataluña. Pero esto son 
ya especulaciones complicadas que dejaremos para debatir en Cataluña. En
 el Estado, la brocha es más gorda.
Efectivamente,
 cabe un gobierno de coalición de la izquierda siempre que lo apoyen los
 diputados independentistas catalanes ya que PSOE, Podemos (y 
confluencias) y UP-IU suman 161 escaños y sólo llegan a 178 con los 
independentistas catalanes.
Resumiendo
 las cuentas. Solo hay dos posibles coaliciones con mayoría absoluta: 
las mentadas Gran Coalición (PP + PSOE) o Coalición de salvación 
nacional (PP + PSOE + Ciudadanos) o la coalición de izquierda (PSOE + 
Podemos (y confluencias) + UP-IU). De todas formaría parte el PSOE. Eso 
sí es centralidad política y no la de Podemos que, siguiendo la 
inveterada costumbre de vender la piel antes de matar al oso, ya está 
imponiendo condiciones para llegar a un pacto en el que no está claro 
que vaya a pintar algo.
Lo
 que sucede es que ambos posibles pactos son extraordinariamente 
difíciles, dada la cultura política española y las reiteradas 
declaraciones de los partidos. Tanto PP como PSOE negaron de plano toda 
intención de formar gobierno conjunto. Los gobiernos de gran  
coalición no son tan extraños en Europa y seguramente Merkel, que 
preside uno de ellos, se lo habrá aconsejado a Rajoy. Pero el problema 
lo tiene Pedro Sánchez. Tal pacto podría abrir una nueva crisis en el 
PSOE y quizá alguna nueva escisión por su castigada izquierda. Y por 
supuesto una coalición de salvación nacional ante la cuestión catalana, lo mismo.
Algo
 parecido con el posible gobierno de coalición de la izquierda. El apoyo
 de los independentistas catalanes no será gratis sino a cambio de algo 
sustancioso. Y lo menos será el referéndum de autodeterminación en 
Cataluña. Los de Podemos y afines lo apoyarán, incluso sin 
ser  conscientes de que, en el fondo, sería una concesión de los 
independentistas que ya no quieren referéndum, sino seguir adelante con 
la hoja de ruta y hacer una DUI. La cuestión es que, en principio, el 
PSOE probablemente tampoco aguantara la presión de su ala derecha ante 
un referéndum de autodeterminación. Bono, Vázquez, Rodríguez Ibarra, 
Rubalcaba, Díaz,  etc., todos ellos nacionalistas españoles, no lo 
admitirían.
Quedarían por investigar gobiernos minoritarios 
también de coalición y con algún apoyo parlamentario, pero se me antojan
 más inestables que un gobierno minoritario monopartido con acuerdos 
esporádicos con unos u otros grupos. El problema es que esta fórmula 
tampoco es muy segura porque la mayoría relativa del partido está muy 
lejos de la absoluta y necesita más de un apoyo.
O sea, casi todas las papeletas para unas nuevas elecciones a la altura de mayo. 
Y, mientras tanto, vía libre a la hoja de ruta catalana.   
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED