Si  Alí Babá viviera en nuestros días no necesitaría esconder el  producto  de sus latrocinios en una apartada cueva de la montaña. Le  bastaría con  acudir a uno de los numerosos paraísos fiscales del  planeta, sin  necesidad de decir siquiera ¡Ábrete Sésamo!, y aunque se  presentara con  una pata de palo, un parche en el ojo, un loro sobre uno  de sus  hombros y un cofre lleno de monedas de oro sobre el otro, sería   recibido por solícitos y atildados banqueros con los brazos abiertos y   con todos los honores debidos a tan respetable caballero.
 
Porque  así es como funcionan los paraísos fiscales, esos países y  territorios  de escasa o baja tributación fiscal, cuyas entidades  bancarias acogen  gustosamente y sin preguntas engorrosas el dinero de la  evasión fiscal,  del tráfico de drogas, de la trata de blancas, del  tráfico de armas,  de la corrupción política, etc, ofreciendo con las  palabras ¡Secreto  Bancario!, una protección mucho más efectiva y segura  al dinero sucio  que con la anticuada y vulnerable fórmula del ¡Ábrete  Sésamo!
 
Billones  y billones de dólares, de euros y otras monedas fuertes, que  la  alquimia de los paraísos fiscales blanquea puntualmente, quedan así   fuera del alcance de los Estados y de sus sistemas tributarios, que de   esa manera descargan todo el peso del esfuerzo fiscal no sobre la   cuadrilla de desaprensivos y delincuentes que hallan refugio seguro a   sus fortunas en esos paraísos fiscales, sino sobre los ciudadanos de a   pie, sobre los trabajadores y el conjunto de las clases populares.
 
Está  claro, pues, que mientras los paraísos fiscales existan será  imposible  establecer una auténtica justicia fiscal internacional y  nacional. Y  puesto que la voluntad de luchar contra esa lacra no es  demasiado firme  en los gobiernos que han hecho suya la filosofía  neoliberal de las  élites económicas que más deciden en el mundo, tendrán  que ser las  organizaciones altermundistas de la sociedad civil, de los  movimientos  sociales transformadores, las que tomen la iniciativa. Y lo  han hecho,  lo acaban de hacer en el Foro Social Mundial de Dakar. 
Por   una parte, al lanzar una Campaña titulada “Acabemos con el secretismo  de  los paraísos fiscales”, dirigida a forzar al G-20 a tomar decisiones   contundentes en ese terreno y, por otra parte, invitando a instituir  una  fecha anual, a partir de 2011, como “Día Internacional para la   Supresión de los Paraísos Fiscales”, con los siguientes cinco objetivos:
 
1. Recordar la existencia de los paraísos fiscales a la opinión pública mundial
2. Informar y sensibilizar a la ciudadanía mundial sobre esta lacra internacional
3. Movilizar a la opinión pública para presionar a los partidos,   gobiernos e instituciones políticas internacionales de cara a su   eliminación
4. Denunciar y hacer públicos los nombres de los paraísos fiscales   existentes y los que vayan surgiendo, donde están radicados y a qué   países pertenecen
5. Denunciar y hacer públicos los nombres de las empresas y personas que   tengan fondos depositados en los paraísos fiscales, a medida que se   vayan conociendo.
 
En  fin, no creo que pequen de antiglobalizadores por exigir la   desaparición de los paraísos fiscales y, en cualquier caso, no lo serían   más que el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI),  el  señor D. Strauss-Khan, que en su día afirmó que había que   dinamitarlos*.
(*) Miembro de ATTAC en Canarias 
* ”Strauss-Khan quiere dinamitar paraisos fiscales y despedir malos banqueros”, en Finanzas, 17/02/2009