MURCIA.- Por tercer año consecutivo, la Fundación Adecco presenta el informe 'Un empleo contra la exclusión' que, en esta ocasión ha analizado e interpretado los datos del informe 'Arope' (at risk of poverty and/or exclusion [en rieso de pobreza y/o exclusión], de EAPN),
 en su relación con cifras oficiales de la EPA y una encuesta elaborada a
 120 personas desempleadas y en riesgo de exclusión, que han encontrado 
recientemente trabajo.
Por tercer año consecutivo, se registra una caída en el índice de riesgo de pobreza en Murcia.
 Así, en 2017 terminó con una tasa de pobreza del 34,7% que certifica 
una tendencia positiva, pero que, sin embargo, aún dista mucho de la 
cifra alcanzada hace una década (27,5%).
Esta evolución da cuenta 
de que, aunque la tendencia es positiva, la Región se encuentra aún 
lejos de las cotas deseables para el momento actual, teniendo en cuenta 
que hace una década, en una sociedad con menos recorrido y menos madura,
 la situación era más favorable que la de hoy.
La evolución de la pobreza está íntimamente ligada al desempleo: en coyunturas en las que el segundo mejora, la primera tiende a disminuir.
 Así, ambos indicadores experimentaron un desarrollo similar, 
disminuyendo en los años recientes, coincidiendo con la recuperación 
económica, pero registrándose índices de pobreza superiores a los de 
hace una década, cuando la crisis aún no había arreciado y las cifras de
 desempleo eran más favorables que las actuales.
En efecto, si en 2008 se contabilizaban 109.700 desempleados en Murcia, la cifra registrada ahora es superior, alcanzando los 113.700 parados.
 Por tanto, en 2008 las cifras de desempleo eran más favorables que las 
actuales y por lo tanto también lo era el índice de pobreza, que 
entonces alcanzaba el 27,5%, frente al 34,7% de hoy.
Según
 Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, «se pone 
de manifiesto la importancia del empleo como indicador para medir el 
bienestar social y la madurez de una sociedad, siendo el activo por 
excelencia para combatir las situaciones de pobreza y exclusión».
Las
 personas que se consideran en riesgo de pobreza y exclusión, según 
Arope, son aquellas que cumplen, al menos, uno de los siguientes 
criterios: 
- Vivir en un hogar con una renta inferior al umbral de la pobreza (el 60% de la mediana de la renta nacional, fijada en 2016 en 684 euros mensuales).
- Estar en privación material severa,
 no pudiendo afrontar, al menos, 4 de los siguientes gastos: vivienda, 
calefacción, vacaciones, alimentación básica, gastos imprevistos, 
teléfono, televisor en color, lavadora o automóvil.
- Vivir en un hogar con baja intensidad de trabajo (inferior a 0,2),
 definida como la relación entre el número de meses trabajados por todos
 los miembros de la unidad familiar y el número total de meses que 
podrían trabajar, como máximo, todas las personas en edad laboral de 
dicho hogar.
Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, «aunque el desempleo solo se menciona expresamente en el tercer punto, es el desencadenante de todas las situaciones de pobreza y exclusión social. 
Así, el hecho de que las familias tengan que subsistir con ingresos 
inferiores a 684 euros mensuales (umbral pobreza) o que no puedan 
afrontar gastos básicos como la vivienda o la calefacción (privación 
material severa), tiene tras de sí el factor desempleo u otros 
estrechamente relacionados: paro de larga duración, agotamiento de 
prestaciones, precariedad, economía sumergida, etc».
Las personas en edad laboral, más pobre que la media
Realizando
 una estimación proporcional en base al incremento nacional del índice 
Arope entre la población total (26,6%) y aquella que tiene edad laboral 
(28,4%), se puede realizar una extrapolación a Murcia, a partir de la 
cual, el 34,7% de personas en situación de pobreza, ascendería al 37% en
 el caso de aquellas que tienen entre 16 y 64 años.
Si se cruzan estos datos con los de población, proporcionados por el INE, se obtiene que, de los 964.700 murcianos de entre 16 y 64 años, 357.903 (el 37%) se encuentran en esta situación crítica. 
 Aunque la situación ha mejorado con respecto al año anterior (dicho 37%
 ascendía al 38,4%) aún se está lejos de hace una década: en 2008, la 
cifra era del 25,2%.
Según Francisco Mesonero, director general de
 la Fundación Adecco, «no parece aventurado señalar que, entre estas 
personas en edad laboral, nos encontramos con una elevada proporción de 
desempleados, fundamentalmente de larga duración que han agotado todas 
sus prestaciones, así como profesionales que se encuentran en situación 
de irregularidad, trabajando en la economía sumergida o inactivos con 
capacidad para trabajar, pero que no lo hacen por razones culturales: 
personas con discapacidad, mayores de 45 años que perdieron su empleo y 
se han retirado del mercado, ante la falta de expectativas 
profesionales, etc. El desempleo, la precariedad y la inactividad, se 
convierten, por tanto, en factores que subyacen detrás de las 
situaciones de pobreza y exclusión».
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el segmento de la población que experimentó un mayor aumento de su pobreza es, precisamente, el de los desempleados: el 59,1% vive en riesgo de pobreza,
 porcentaje que se ha incrementado en 17 puntos desde 2007 (42,1%). 
En 
este sentido, hay que tener en cuenta el aumento del paro de larga 
duración y la reducción de la cobertura de protección para desempleados,
 a raíz de la crisis económica, que ha disparado el porcentaje de 
parados que viven en riesgo de pobreza: un 59,1% frente al 42,1% de 
2007, según Arope.
Ante esta situación, Mesonero destaca que: «La solución pasa, necesariamente, por la articulación de efectivas políticas activas de empleo
 que, frente a los subsidios no sostenibles en el tiempo, garanticen que
 los desempleados con más dificultades puedan desempeñar una ocupación, 
de forma continuada, que dignifique su vida».
Una
 encuesta realizada a 120 personas que se encontraban en desempleo y 
riesgo de exclusión (por atravesar grandes dificultades económicas), y 
que recientemente han encontrado una ocupación, revela que el empleo es 
un factor determinante para superar estas situaciones. Así, si el 90% de
 los encuestados manifestaba grandes dificultades para llegar a fin de 
mes cuando no tenía trabajo, sólo el 30% lo hace una vez lo encuentra.
Y si bien un 30% sigue expresando dificultades económicas cuando encuentra empleo,
 según Mesonero, «encontrar un trabajo, aunque sea a jornada parcial y 
con bajos ingresos es, para una persona en riesgo de exclusión, el 
primer paso para salir de una situación de bloqueo que le impide avanzar
 y tomar decisiones. 
El empleo ayuda a las personas a empoderarse, a 
continuar formándose y a adquirir nuevas habilidades. En definitiva, es 
el punto de partida para recuperar la ilusión y la motivación necesarias
 para buscar otras oportunidades en el medio plazo, mejorando las 
condiciones actuales».
En esta línea, y según la presente 
encuesta, el empleo tiene otros efectos en la vida de las personas en 
riesgo de exclusión: un 64% admite que puede hacer frente a gastos que 
antes no podía permitirse y que ha incrementado su consumo en 
actividades de ocio y entretenimiento.
Sin embargo, el empleo no 
sólo impacta en el bolsillo, también en otras esferas vitales: un 50% 
destaca cómo éste ha mejorado sus relaciones familiares y un 75% declara
 haber incrementado sus relaciones sociales. Asimismo, un 91% destaca 
que el empleo le hace sentirse más libre y completo y un 83% lo asocia 
con la mejora de su autoestima y salud emocional.
Según Francisco 
Mesonero, «el desempleo, especialmente cuando es de larga duración, 
puede derivar en el autoestima, haciendo que las personas se retraigan 
en sus relaciones familiares y sociales y entren en una espiral de 
aislamiento, cada vez más profunda. Desde nuestras oficinas, asistimos 
diariamente a casos de personas que se encontraban muy abatidas y en 
grave riesgo de exclusión, pero que han logrado superarla gracias al 
empleo».
El
 próximo 20 de febrero se celebra el Día Mundial de la Justicia Social. 
Una jornada que necuerda el compromiso de todos los países para 
conseguir el desarrollo social y la justicia social a través de un 
crecimiento económico sostenible. El objetivo final es erradicar, a 
través del trabajo decente y el pleno empleo, la pobreza, lograr la 
igualdad de género y el acceso al bienestar social. 
Como gran 
aliado de estos retos globales, se cuenta con los Objetivos de 
Desarrollo Sostenible para poder trazar y medir un recorrido que lleve a
 la reducción de las desigualdades, siendo el empleo una herramienta 
fundamental en este proceso. 
A través de la misión de la Fundación 
Adecco, trabajan para conseguir la integración laboral de personas en 
riesgo de exclusión, el empoderamiento de las personas mediante 
formación y orientación laboral, y la gestión estratégica de la 
Diversidad Corporativa en las empresas para garantizar la inclusión 
laboral de población vulnerable. 
En concreto, toda la actividad de la 
Fundación tiene un impacto directo en la consecución de los ODS: 1. Fin 
de la Pobreza, 5. Igualdad de Género, 8. Trabajo decente y Crecimiento 
Económico, y 10. Reducción de las desigualdades.