MURCIA.- La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de la Región de Murcia 
(UPA-Murcia) ha realizado hoy una valoración del año 2019 desde la 
perspectiva de los pequeños y medianos agricultores y ganaderos y las 
explotaciones agrarias familiares, calificándolo como "un año negro" 
debido a la falta de rentabilidad en la mayoría de grupos de productos 
agrícolas y producciones ganaderas y los ataques y acusaciones 
generalizadas que está sufriendo el sector agrario.
El secretario general de UPA-Murcia, Marcos Alarcón, ha declarado que
 con la excepción de los graves daños ocasionados por las "DANAS" de 
mediados de septiembre y primeros de diciembre, la meteorología no ha 
tenido una especial incidencia negativa en la evolución de las 
producciones agrícolas, "siendo incluso benévola en precipitaciones, en 
comparación con otros años, con las producciones de las zonas de 
secano".
Situación de los grandes grupos de cultivos y producciones
Persisten en cambio a juicio del dirigente de UPA y resultan 
especialmente perjudiciales para la viabilidad de los agricultores, por 
su reiteración con las producciones de fruta, los comportamientos y 
prácticas comerciales abusivas, que pese a las actuaciones de inspección
 de la AICA (Agencia de Información y Control Agroalimentarios) del 
Ministerio de Agricultura, continúan caracterizando las relaciones 
comerciales entre productores y operadores comerciales.
El abuso de posición de dominio de los operadores comerciales de este
 sector provoca la inexistencia y la irregularidad de contratos de 
compra-venta de fruta (obligatorios por Ley), lo que se traduce en una 
actuación especulativa de los operadores, la imposición del modelo de 
"compra a resultas" y la demora en los pagos a los agricultores. 
Por su 
parte, las prácticas comerciales de la distribución provocan colapsos en
 la salida de la fruta a los mercados, con incidencia negativa en los 
precios que está teniendo ya sus consecuencias en forma de arranque de 
plantaciones.
Los arranques de viñedo, con la consiguiente reducción de superficie,
 ha sido otra de las características de 2019, provocados por los 
injustificables bajos precios que reciben los viticultores, que este año
 se han situado en niveles similares a los de 2018, pese a una 
producción más corta y la práctica ausencia de stocks de vino de 
calidad. 
UPA estima que la superficie de viñedo regional se sitúa ya 
sensiblemente por debajo de las 20.000 hectáreas y tal disminución de la
 capacidad productiva tendrá consecuencias no sólo sobre los ingresos de
 los productores, sino también una incidencia negativa en el futuro del 
sector vitivinícola de calidad y el tejido socioeconómico, las 
expectativas de relevo generacional y la conservación del medio ambiente
 en amplias zonas desfavorecidas de la Región de Murcia.
Melón y sandía son otros de los cultivos cuya rentabilidad ha salido 
mal parada en el año que ahora acaba, cuyos precios medios de campaña se
 han situado por debajo de los costes de producción. Sólo algunos 
productores que pudieron recolectar el grueso de su producción en los 
primeros días de campaña pudieron compensar los gastos realizados en las
 plantaciones.
El limón finalizó con precios razonables de ventas la campaña 
anterior en el primer semestre de 2019, mejores para Verna que para 
Fino. La campaña 2019-2020 de limón fino arrancó con precios muy 
ajustados que ya han iniciado su recuperación. 
El hecho de que la actual
 sea una campaña con una producción más corta que las anteriores debería
 mantener el repunte de los precios garantizando la rentabilidad de los 
productores.
Está siendo asimismo una campaña irregular para la producción de uva 
de mesa, con precios rentables para algunas variedades "premium" cuya 
producción está en manos de un reducido número de empresas, pero sin 
precio ni movimientos de venta para las producciones de variedades 
"tradicionales".
En cuanto al grupo de hortalizas, puede hablarse de un año de 
regularidad en los precios de brócoli y coliflor, productos que 
arrancaron con buen precio la actual campaña de invierno debido en parte
 a la falta de producción puntual ocasionada por temperaturas más bajas y
 las inundaciones, pero que han vuelto a valores normales.
Por otra parte, la lechuga es un cultivo en el que, gracias sobre 
todo a la obtención de buenos rendimientos de producción/Ha. puede 
hablarse de recuperación de los costes de los cultivos, ya que los 
precios se sitúan en los límites de la rentabilidad y sólo grandes 
volúmenes de producción ofrecen beneficios.
En cuanto a la alcahofa, la irregularidad en los rendimientos y la 
afectación a la producción en Campo de Cartagena y Vega Baja de Alicante
 por las inundaciones, han dado lugar a una campaña con dificultades de 
calidad y precios bajos.
Finalmente, en cuanto a las producciones agrarias, cabe destacar el 
mantenimiento en precios rentables para los agricultores de la 
producción de almendra, especialmente la ecológica.
Por lo que respecta a las producciones ganaderas, la leche de 
caprino, las aves y el porcino se manifiestan en una línea de precios 
que cabe calificar de "sostenibles" para los ganaderos, siendo la cruz 
la carne de vacuno y ovino, la leche de vaca y la producción de conejos.
Las incertidumbres atenazan al sector agrario
Con respecto al agua, por una parte, si no fuera por las 
controvertidas decisiones adoptadas por la Ministra para la Transición 
Ecológica de "trasvases 0" para regadío en los meses de noviembre de 
2018 y 2019 (en Nivel 3) podríamos hablar de un funcionamiento normal de
 los trasvases del Tajo al Segura en aplicación de las reglas de 
explotación de la famosa "Ley del Memorándum"; pero por otro lado los 
anuncios constantes y permanentes sobre la intención de limitar o 
suprimir los trasvases no permiten eliminar las incertidumbres sobre 
buena parte del regadío murciano.
Además, no es posible obviar el incremento de costes que se viene 
produciendo constantemente por la utilización de volúmenes procedentes 
de la desalación, que pese a haberse establecido por Ley del parlamento 
español que su coste no debería superar los 30 céntimos/m3, sigue 
facturándose a los regantes a precios en el entorno de los 60 
céntimos/m3.
Con respecto a las ayudas de la PAC a los productores, cuya gestión 
es realizada por las Comunidades Autónomas, los agricultores murcianos 
ven cómo, un año más, mientras sus colegas del resto de regiones 
cobraron un anticipo del 70% del pago básico en la segunda quincena de 
octubre, ellos aún esperan (con algunas excepciones de pagos ganaderos) 
recibir los ingresos de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, 
cosa que no extraña demasiado si además tenemos en cuenta que el 
Gobierno Regional aún tiene vacante la Dirección General de la PAC 
dentro de la estructura de la Consejería de Agua, Agricultura, 
Ganadería, Pesca y Medio Ambiente.
Achacable o no a la ausencia de director general de la PAC, lo cierto
 es que la tramitación de los expedientes de ayuda para la Modernización
 de Explotaciones y la Incorporación de Jóvenes parecen encontrarse en 
situación de parálisis administrativa, una situación grave que afecta a 
medidas fundamentales de la política agraria comunitaria de las que está
 necesitada la agricultura familiar: modernización y relevo 
generacional.
Mención especial merece expresar la profunda preocupación por las 
consecuencias que sobre el sector agrario y especialmente sobre las 
explotaciones familiares puede acarrear la emergencia medioambiental del
 Mar Menor.
UPA ha reiterado su compromiso para colaborar y apoyar la puesta en 
marcha de medidas y la ejecución de infraestructuras que permitan 
minimizar el impacto medioambiental del sector agrario sobre el Mar 
Menor a partir de una premisa básica: ha de ser un proceso justo en el 
que se garantice que en su tránsito no caigan los más débiles.
Sin embargo, en el momento actual, la percepción de UPA es que el 
Gobierno regional elabora un Decreto-Ley de Protección Integral del Mar 
Menor que, lejos de regular con rigor las actividades excluidas de la 
vigente Ley de Medidas Urgentes (todas menos el sector agrario), 
profundiza en las prohibiciones, exigencias y limitaciones al sector 
agrario pasando de puntillas por el resto de actividades con impacto 
medioambiental en el Mar Menor y sumándose así a la "moda" de 
responsabilizar a la agricultura y la ganadería como causante exclusivo 
de los malos medioambientales, incluido el Cambio Climático.
Estas son las razones por las que UPA manifiesta una profunda 
preocupación ante la elaboración del Decreto-Ley para la protección 
integral del Mar Menor:
La interlocución mantenida con el sector agrario ha sido mínima y 
deficiente, sin presentar siquiera un texto del borrador sobre el que 
realizar una valoración.
La información aportada sobre la futura "Ley Integral" se ha 
realizado de forma verbal y solo referida a modificaciones de aspectos 
incluidos en la Ley de Medidas urgentes (por tanto sólo al sector 
agrario), con ampliación de limitaciones, prohibiciones y obligaciones.
Mientras que se nos trasladan medidas y prohibiciones más drásticas 
para el desarrollo de la agricultura, se nos comenta que para otras 
actividades habrá "moratorias".
De la deficiente información verbal aportada, se desprende la 
extensión de medidas a todas las superficies agrícolas, desde la Sierra 
de Carrascoy hasta la ribera del Mar Menor, sin distinción de secano ni 
regadío.
Igualmente se desprende la ausencia de actuaciones e inversiones 
públicas, del Gobierno Regional, en lo que se refiere a la protección 
del Mar Menor, haciendo descansar toda la financiación sobre el sector 
agrario y sin prever indemnizaciones por las nuevas prohibiciones y 
pérdida de derechos que ocasionaría la futura Ley Integral.
Las conclusiones de UPA, a día de hoy en esta materia se concretan en:
El Gobierno regional comete otra vez el mismo error que con el 
Decreto-Ley de Medidas Urgentes, elaborando un Decreto-Ley que se centra
 en el ensañamiento con el sector agrario (el propio Consejero de 
Agricultura, tras la reunión de la Comisión de Seguimiento del Mar Menor
 celebrada el pasado miércoles anunciaba que "contará con 11 capítulos 
en los que se busca establecer un orden de preferencia de sistemas de 
cultivo en parcelas de la zona, determinar las condiciones de las 
plantaciones que se realicen en dichos lugares, minimizar las 
escorrentías hacia el Mar Menor así como el aporte de nutrientes, 
regular y controlar de forma exhaustiva el uso de fertilizantes o 
regular la velocidad de navegación en el Mar Menor, entre otras." A la 
vista está donde vuelve a centrarse el futuro Decreto-Ley.
El Gobierno regional no parece que vaya a realizar aportaciones 
presupuestarias ni inversiones para la mejora del Mar Menor, parece que 
"todo es cosa de los demás".
No se prevén excepciones ni condiciones distintas en función del 
tamaño de las explotaciones, tratando por igual a las explotaciones 
familiares y las grandes explotaciones.
Los pequeños y medianos agricultores y ganaderos serán los primeros 
que caerán en un proceso de transición injusto. Los más débiles, una vez
 más, serán los más agredidos.