SEVILLA/PARÍS.- La Coordinadora de 
Organizaciones de Agricultores de Andalucía (COAG-A) ha denunciado este 
martes el uso "ilegítimo de la imagen y las propiedades de la fruta" y 
ha exigido al Gobierno que articule normas que establezcan cantidades 
mínimas de fruta para que la imagen de estas pueda ser utilizada como 
reclamo de ventas, ante "la comercialización de productos que apenas 
contienen fruta y sin embargo son usadas como reclamo publicitario muy 
rentable".  
En un comunicado, la asocicación agraria ha añadido que los 
lineales de los supermercados están "repletos" de las imágenes 
"coloridas, frescas y sugerentes de las frutas" llegando incluso a 
atribuirse productos como lácteos, mermeladas, cereales o golosinas 
"todas sus propiedades saludables y alimenticias para ofrecerlos como 
productos sustitutivos", cuando en realidad "los aportes propios de las 
frutas que se les añaden son mínimos, y en algunos casos se realizan 
mediante aromas artificiales".
Así, COAG ha asegurado que para alcanzar el consumo 
recomendado de fruta, 400 gramos/día, sería necesario consumir "más de 
53 yogures de 125 gramos, porque contienen una media de seis por ciento 
de cantidad de fruta, o beber 30 latas de 33 centilitros de bebidas 
refrescantes, pues no superan una media del 5% de contenido en fruta".
Según datos de la última Encuesta Nacional de Salud, alrededor
 del 40% de la población se olvida de consumir fruta a diario, y en el 
caso de los jóvenes, entre 15 y 24 años, el porcentaje se sitúa casi en 
el 60%. Un 12% de la población consume a diario refrescos con azúcar, 
porcentaje que supera el 23% en la población entre 15 y 24 años.
COAG-A ha recordado que es importante consumir 400 gramos de 
fruta al día para mantener una salud adecuada. Por eso, esta 
organización agraria pide a los consumidores que "no se dejen seducir 
por el agresivo marketing que usurpa la imagen de las frutas y que 
contemplen estos productos como lo que son, lácteos o bebidas dulces, 
pero que, en ningún caso, piensen que a través de ellos lograrán el 
necesario aporte nutricional que ofrecen las frutas.
Plantar cara a los 
hipermercados en Francia
 "¡Nos va muy bien sin ellos!". 
'Ellos', son los hipermercados y para evitarlos, varios productores 
agrícolas franceses han decidido abrir una tienda en el norte del país, 
en la región de Lille, donde venden directamente y con mucho éxito sus 
productos.
A la entrada de "Talents de ferme" ("Talentos de la 
granja"), de 300 m2 y situada en Wambrechies, el consumidor se encuentra
 de bruces con una foto del grupo de los 13 productores que iniciaron el
 proyecto, con el objetivo de vender directamente al consumidor sus 
productos de calidad, frescos y, sobre todo, de temporada.
El éxito popular ha permitido crear ya 28 empleos a tiempo completo.
"La
 idea es sobre todo acercarnos a los consumidores", dice Emmanuelle 
Lambin, productora de fruta, "haciéndonos lo más independientes 
posible".
Mientras el sector agrícola vive su enésima crisis 
debido a los precios que imponen los distribuidores, que les aprietan 
las tuercas hasta asfixiar a muchos, algunos productores ven su 
salvación en los circuitos de proximidad, como "Talents de fermes" que 
el 19 de agosto cumple su primer aniversario.
"Hemos abandonado la
 gran distribución, ya que son ellos los que imponen los precios, su 
calidad y el calibre de los productos. No tenemos miedo de vender 
productos poco atractivos siempre y cuando sean buenos y de temporada", 
dice Isabelle Ruhant, productora de verduras bio.
Por eso, a 
mediados de agosto no es posible encontrar cerezas en los anaqueles sino
 manzanas, tomates o calabacines de las huertas cercanas.
Tanto
 para ella como para sus vecinos, el consumo debe ser un acto 
responsable en el que el comprador tiene que transformarse en 
"consumidor-actor", preocupado también por la lucha contra el 
desperdicio de alimentos, que se efectúa a "título individual aunque 
sobre todo, en la gran distribución".
"Los distribuidores me piden
 que produzca, pero sin reflexionar. Hoy, puedo prever mis reservas y he
 dejado de tirar verduras, mientras que en 2014, cuando trabajaba con 
ellos, tuve que botar 12 toneladas de zanahorias", cuenta Georges Eric 
Vermon, agricultor de 33 años de la comuna vecina de Marcq-en-Baroeul. 
En
 los anaqueles sólo hay productos locales procedentes de alguna de las 
13 explotaciones. La más alejada es la de un criador de cerdos "criados 
en paja", a 80 km.
"¡Pruebe este tomate!", invita Vermon, mientras
 ofrece un fruto todavía caliente arrancado de la planta en la mañana. 
"No tenemos que ponerlo en el frigo", bromea.
Y funciona. Además 
de los más de dos millones de euros vendidos, "el doble de lo esperado", 
se han creado 28 empleos. Más de 250 clientes, de los alrededores pero 
también de Lille e incluso de Bélgica, frecuentan diariamente la tienda.
"Vivo
 cerca, por lo que vengo regularmente por la calidad y la frescura de 
sus productos. Y si además ayudo a los agricultores locales...", dice 
Myriam Catteau, que lleva una cesta llena de verduras y de jugo de 
manzana artesanal.
Todos los clientes 
adoptan una actitud militante para apoyar a los productores, que han 
osado la arriesgada apuesta de la independencia. Pese a la desaparición 
de los intermediarios, los precios son parecidos a los de los 
hipermercados.
"Nosotros fijamos el precio de venta en función de 
nuestro precio de producción", dice Lambin. "Simplemente queremos ganar 
correctamente nuestra vida".
Actualmente, todos viven de su 
trabajo, vendiendo sus productos directamente. Aunque producen 
cantidades similares, los productores han diversificado su producción, 
lo que no ocurría antes, cuando los grandes distribuidores les exigían 
que se especializaran en uno o dos productos.
Con cerca de 70 
horas de actividad por semana, compartidas entre el tiempo en la 
explotación, la quincena de horas que consagran a la tienda o las 
reuniones semanales, la carga de trabajo es pesada.
"No lo 
contamos", dice Pascale Baron, productora de productos lácteos que 
explica que todos han tenido que aprender a administrar un comercio, su 
comunicación o el contacto directo con los clientes.
"Nuestra 
motivación la encontramos en la satisfacción de los clientes cuando les 
damos consejos o ideas de recetas, por ejemplo, lo que no van a 
encontrar en las grandes superficies", dice Ruhant.
"Sabemos por 
qué nos levantamos por la mañana. Estamos orgullosos de haber hecho este
 proyecto", dice. Otros 250 puntos de venta de este tipo existen ya en 
Francia.