MURCIA.- Juan Cuenca y los ciudadanos rumanos Ion 
Valentín y Constantin Stan, ingresados en prisión por el asesinato de la
 jugadora de voleibol Ingrid Visser y su pareja, mantenían constantes 
llamadas el día en el que se vio por última vez a los holandeses.
   El informe policial relata que, hasta 
las 15.25 horas del lunes 13 de mayo, Cuenca mantenía un flujo de 
llamadas normal con el número de teléfono de Ion Valentín, así como que 
dicho flujo se suspende o desaparece hasta las 22.51 horas del 15 de 
mayo, dándose la circunstancia de que el móvil del rumano se posiciona 
desde las 23.12 horas del mismo lunes en la casa rural de Molina de 
Segura.
   Asimismo, hay indicios de que el otro detenido, Ion Valentín, 
también estaba implicado en la desaparición de los dos ciudadanos 
holandeses, ya que, María Rosa Vázquez, otra de las imputadas en los 
hechos, declaró que a Cuenca le acompañaban desde Valencia dos hombres 
que fueron los que se bajaron a comprar en el chino las bolsas de 
plástico y sosa cáustica, y que identificó posteriormente en 
fotografías.
   De hecho, prosigue el auto, Valentín mantiene contacto permanente 
con Stan Constantin, situándose ambos en Valencia desde enero de 2013, 
no habiendo contacto telefónico a partir de la tarde del 13 de mayo, lo 
que es interpretado por el Juzgado que investiga los hechos como que los
 dos rumanos se encontraban juntos y no necesitaban utilizar el 
teléfono.
   Por lo que, según se señala en el auto, 
existen indicios muy fundados de la comisión de dos delitos de 
asesinato, tanto de Juan Cuenca como de los rumanos. 
   Y es que, insiste el auto, los dos rumanos venían manteniendo un 
contacto telefónico fluido desde enero, situándose ambos terminales en 
Valencia, si bien a excepción de los días en los que se produce la 
desaparición y muerte de los holandeses. 
   Durante estos días, añade, "se aprecia como ese terminal se 
encuentra en Murcia y en concreto utilizando los repetidores que dan 
cobertura a la zona donde se encuentra la casa rural alquilada por Juan 
Cuenca". 
   Agrega que Constantin Stan, cuyo terminal se encuentra en el mismo
 lugar de los hechos los días 13, 14 y 15 de mayo utilizando los 
repetidores sitos en Ulea, Cieza y Abarán, tiene constantes llamadas a 
Ion Valentín, "si bien cuando ambos terminales se posicionan en Murcia 
no mantienen contactos telefónicos entre ellos".
Intermediarios en una cantera
Juan Cuenca, exgerente y ex director técnico 
del Club Atlético Voleibol 2005 de Murcia, detenido por su implicación 
en el crimen de los holandeses, y Lodewjik Severein, marido de Ingrid 
Visser, --la pareja cuyos cuerpos aparecieron descuartizados y 
enterrados en una finca murciana--, estaban intermediando en la venta de
 una cantera de mármol sita en Abanilla, propiedad de Evedasto 
Lifante y lo hacían con unos inversores de origen ruso.
   El objetivo era el poder obtener liquidez económica para las 
inversiones que al parecer Lodewjik Severein tenía en Sudamérica, así 
como para poder cobrar su pareja los 60.000 euros que se le adeudaba por
 haber jugado como profesional en el Club de Voleibol 2005, del que era 
propietario Lifante, también imputado en la investigación, y gerente 
Juan Cuenca.
   Una operación que habría sido diseñada por Juan Cuenca, a pesar de
 que éste niega cualquier relación con la negociación para la venta de 
la cantera, y por la que, según declaró el propio Lifante, estos 
mantenían una estrecha relación personal y telefónica y ambos habían 
constituido una sociedad denominada Granmar Trade Stone LTD, la cual 
puede tener relación con el negocio de canteras o minas, y se constituyó
 en Gibraltar, paraíso fiscal.
   Según las diligencias previas, para conseguir esa financiación se contactó con inversores rusos 
que eran calificados como "mafiosos" por el propio holandés fallecido, 
siendo así que el último viaje que la pareja hizo a Murcia estaba 
relacionado con las negociaciones para el cobro de la deuda de la 
jugadora de Voleibol, embarazada de unas seis semanas, y la celebración 
de una reunión prevista el 13 ó 14 de mayo, supuestamente, con 
inversores de origen ruso, además de la cita que Ingrid tenía en una 
clínica de fertilidad.
   Más concretamente, sobre las 20.00 horas del 14 de mayo la pareja 
estacionó el vehículo que habían alquilado en Alicante en la Avenida 
Juan Carlos I de Murcia y fue recogida poco después por María Rosa 
Vázquez, --amiga de Juan Cuenca, e imputada por su relación con lo 
ocurrido--, quien les indicó que venía de parte de este para llevarles 
hasta la casa rural, marchándose posteriormente.
   Un día antes, Juan Cuenca había viajado, junto a los dos rumanos 
acusados del asesinato, Ion Valentín y Constantin Stan, desde Valencia 
hasta Molina de Segura, quedando María Rosa con los tres en acompañarles
 hasta la casa rural del Fenazar. Antes, los rumanos pararon en un chino a
 comprar bolsas y sosa cáustica.  
   Una vez en la casa, y según las investigaciones, Juan Cuenca y los
 dos rumanos asesinaron a la pareja mediante diversos golpes, que 
fallecieron de un traumatismo craneo-encefálico, procediendo los días 13
 y 15 de mayo a su descuartizamiento y traslado a un huerto de limoneros
 de Alquerías, propiedad de Serafín Alba Luis, también imputado en los 
hechos, donde los holandeses fueron enterrados.
   Al parecer, la relación entre Juan Cuenca y Lodewijk era tensa 
llegando incluso a manifestar el detenido que el holandés le pidió el 
pasado mes de febrero una pistola para su autoprotección, "habida cuenta
 que estaba reuniéndose con gente mafiosa para la búsqueda de 
inversores", si bien Cuenca negó haber realizado cualquier tipo de 
gestión para conseguir el arma.
   A lo que se une que el fallecido remitió dos correos a Cuenca el 6
 y 15 de abril pidiendo explicaciones y comunicándole que sus inversores
 habían perdido la confianza en él, que le habían embargado sus bienes, 
que había perdido una seria cantidad de dinero y su situación era 
desastrosa.
Declaración espontánea
 Un empresario que ha declarado como testigo espontáneo ha dicho que 
Juan Cuenca le ofreció comprar la cantera 
de mármol de Evedasto Lifante por 300.000 euros.
Este
 testigo, que responde a las iniciales D.F., se puso en contacto con la 
Policia Nacional de Murcia el 28 de mayo, dos días después de que los 
cadáveres fueran hallados enterrados en un huerto de la pedanía de Alquerías.
Dijo
 a los agentes que años atrás mantuvo relaciones de negocio con Cuenca y
 que este le dejó a deber cierta cantidad de dinero, por lo que en 2011 
concertó con él una cita para reclamársela.
Segun 
sus palabras, recogidas en el sumario, Cuenca le ofreció entonces que comprase la cantera que 
parece estar en el origen del doble asesinato.
Cuenca
 animó a D.F. a esa operación "porque podía ser un gran negocio para los
 dos" -dice el sumario-, ya que podía comprarla por solo 300.000 euros 
cuando estaba tasada pericialmente en 240 millones.
Según
 Cuenca, la compra podía hacerla de forma tan económica porque sobre esa
 propiedad tenía una opción de compra un amigo suyo, del que facilitó el
 nombre, sobre el que ejercía su "total control".
El
 testigo señaló que la operación le pareció "interesante" y llegaron a 
adquirir el compromiso de compraventa, para lo que se citaron el 7 de 
octubre de 2011 en Valencia.
Cuando D.F. se dirigía 
allí, declaró a la Policía, recibió una llamada telefónica de Cuenca en 
la que este le preguntaba si llevaba consigo el dinero, a lo que el 
declarante le dijo que no porque "había algunos flecos que discutir, 
entre ellos, la comprobación de que Cuenca se había ocupado de cancelar 
la hipoteca de 40 millones que pesaba sobre la cantera, así como varios 
embargos de la Agencia Tributaria", como habían convenido al iniciar las
 negociaciones.
El encuentro entre ambos se celebró, a
 pesar de ello, en un hotel de Valencia, y el testigo, según sus 
palabras, se vio sorprendido porque, en contra de lo que había pactado, 
no se presentó a la cita el amigo de Cuenca que tenía la opción de 
compra, ausencia que el exgerente del club deportivo excusó por 
"problemas sobrevenidos".
Por el contrario, sí 
estaba con Cuenca "un tal Serafín, trabajador de la Agencia Tributaria 
de Murcia, quien, según le había dicho Cuenca a D.F, tenía capacidad 
para levantar los embargos".
En los diez meses 
siguientes se produjeron numerosas comunicaciones entre Cuenca y D.F, 
"si bien las negociaciones no avanzaban porque no se llegaba a levantar 
la hipoteca, y además, durante ese tiempo el exgerente pidió al testigo 
diversas cantidades de dinero a cuenta de los beneficios que iba a 
obtener con la operación", insistencia ante la que llegó a entregarle 
1.000 euros.
Cuenca, siempre según la declaración de
 D.F., se ofreció a renunciar a la comisión que le correspondía por la 
venta a cambio de que el comprador lo contratara como encargado de la 
explotación del mármol, lo que así acordaron.
El 
relato ante la Policía añade que en este "proceso de coacción" hay que 
añadir un encuentro celebrado en un despacho de abogados de Barcelona en
 el que se presentó Cuenca junto a un amigo, M.M., que había trabajado 
para él como chófer tras haber sido boxeador y que también ha declarado 
como testigo en las diligencias.