Las entidades son sus funcionarios y sus políticos dirigentes, y
 la denostada Comisaría de Aguas del Segura (CAS) es, sobre todo, un 
organismo fuertemente ideológico (ultra) dedicado a amparar tropelías 
sobre el agua pública, lo que hacen con fruición muchos de sus 
funcionarios. Veamos, si no, las cuatro líneas del escrito que firma 
José Manuel Ruiz Sánchez, jefe del Servicio de Policía de Aguas y Cauces
 de esa CAS, órgano principal de la Confederación Hidrográfica del 
Segura (CHS). 
Cuatro líneas de nada, y además redactadas como con 
desgana y por cumplir, no por obligación, no se vayan a creer, que 
tampoco la denuncia es para tanto: como perdonando la vida a los 
atrevidos ciudadanos que, desde la Asociación para la Custodia del 
Territorio y el Desarrollo Sostenible (ACUDE), denuncian el atentado 
cometido contra el río Turrilla, en las pedanías altas de Lorca, 
cortando su curso y bombeando el agua para consumo de las granjas 
porcinas del entorno.
    
            
                        
                
                
            
            
                        
        
                                
        
        
    
            
    
    
        
    
    
    
    
        
    
                            
    
        Breves líneas, sí, pero tan enjundiosas que merecen un esfuerzo 
para ver si se le acaban atragantando, que lleva tiempo al mando del 
control de las denuncias, es decir, de la función básica de la CAS y, en
 definitiva, del papel antisocial y antiecológico de la CHS como un 
todo; y eso es mucho. Me ceñiré al análisis del estilo, o técnica 
redaccional empleada, porque de ahí se derivan tanto la filosofía como 
los objetivos del funcionario, de la CAS y de la CHS en el incontrolable
 agrocantón murciano. 
        De la técnica empleada en ese escrito, tres “reflejos” pueden 
observarse: la mentira, la deformación y la ocultación. La mentira en el
 escrito de don José Manuel pertenece al tipo “fluyente”, es decir, 
sobre la marcha, casi cantarina y como si fuera lo más normal del mundo:
 algo muy reconocible entre los funcionarios con el colmillo retorcido, 
existentes en todos los lugares y servicios. 
Mentira es, por ejemplo, 
que las obras denunciadas se realizaran para “retener las aguas del 
manantial…”, ya que lo que hacen es cortar el flujo hídrico para 
absorberlo en su totalidad. Aludir al Arroyo de los Campos cuando 
hablamos del río Turrilla no se sabe muy bien si es por despistar o 
corregir un defecto (inexistente) de la denuncia, como si no supiéramos 
todos de qué cauce público se trata. También es falso que “desvíen parte
 de las aguas” del río: es todo el caudal el que se beben.
    
    
    
                                    
                
                
            
            
                        
        
                                
        
        
        
        
    
    
    
    
        
    
                            
    
        El apartado de las deformaciones de la realidad se enriquece, 
primeramente, con la observación de que las aguas se desvían “para usos 
que no se han podido determinar”, cuando lo más fácil del mundo es 
enterarse de a dónde van a parar esos caudales, bien siguiendo la 
tubería, preguntando a los vecinos o –en un extremo de arrojo 
administrativo–, consultando la documentación existente: tareas todas 
ellas que dependen de este funcionario, y que ni ha cumplido ni cumple. 
Y, en segundo lugar, subrayando, con estilo insuperable, que la presa 
fue construida “al menos hace 50 años”, como si el tiempo transcurrido 
quitara validez o importancia a los hechos denunciados, o como si hace 
50 años (o 100) se hubiera podido permitir a un concesionario que se 
adjudicara toda el agua de un río (grande o pequeño). 
El oficio en 
cuestión deforma la realidad, por otra parte, cuando se refiere a que 
“las obras consisten en la reposición y acondicionamiento de la presa 
construida…”, ya que bloquear el libre curso de un río no puede 
describirse con esas palabras, que quisieran dotar de inocencia a los 
autores.
    
    
    
    
                                    
                
                
            
            
                        
        
                                
        
        
            
    
    
    
    
        
    
                            
    
        Oculta mucho ese escrito, que ya digo que es de circunstancias y
 no revela el menor celo profesional. Por ejemplo, cuando alude a los 
tres predios a donde van a parar esas aguas escamoteadas se guarda mucho
 de citar al verdadero beneficiario, el empresario Fernando Francés, o 
bien su empresa, Explotaciones el Francés, S. L. Y eso que cita el 
expediente que regula esos usos del agua retenida, APM-52/2010, en el 
que debería figurar la denominación a que aludimos.
    
    
    
    
        
    
    
    
    
        
    
                            
    
        Todo esto explica la filosofía. o ideología, de esta práctica 
funcionarial, que evidencia los esfuerzos por proteger, o castigar poco 
(en realidad, simbólicamente), a los grandes acuatenientes pese a sus 
trampas e ilegalidades, haciendo la vista gorda por costumbre. A esta 
“pulsión protectora” del poderoso pertenece la alusión a que la presa 
denunciada desvía “parte de las aguas para usos que no se han podido 
determinar”: es toda el agua la que se capta y va a las granjas de El 
Francés.
    
    
    
    
        
    
    
    
    
        
    
                            
    
        Para proteger al poderoso, las denuncias, numerosas e 
insistentes, se encaminan por una ruta sin salida, a veces simplemente 
van a un cajón/pozo sin fondo donde se pierden, ya que ni siquiera pasan
 a registro ni dan lugar a expediente alguno. Otras veces, los 
expedientes se alargan para que caduquen o se pierdan. Las denuncias 
procedentes de ciudadanos normales y corrientes, o de asociaciones de 
modesta entidad, suelen seguir ese itinerario del pozo, o cajón, negro. 
Esta filosofía aparece, pues, íntimamente ligada a un objetivo que, dada
 la situación hidrológica e “hidrostrófica” (entiéndase: gestión 
catastrófica de las aguas, desde el punto de vista ecológico y ético) de
 la Cuenca del Segura, puede resumirse, sin miedo a errar, que es 
proporcionar sus aguas, con largueza y amabilidad, a empresas y 
personajes conocidos del negocio, al mismo tiempo que se actúa, directa o
 indirectamente, mediante mecanismos que llevan a la ruina o la 
desaparición de los pequeños regantes o propietarios, hacia los que se 
dirigen todo tipo de dificultades y castigos.
    
    
    
    
        
    
                            
                
                
            
            
                        
        
                                
        
        
        
    
    
        
    
                            
    
        Curiosa es, también, la forma que adopta el “acuse de recibo” de
 la denuncia de ACUDE por parte del jefe de Policía de la CAS, al que 
seguimos en su cuidada redacción: se cita la denuncia, sí, y también la 
visita girada por parte del personal de Guardería fluvial de este 
Organismo (personal, aclaro, que no se había enterado antes del abuso 
sobre el Turrilla, aunque se ve perfectamente desde la carretera), pero a
 continuación adjudica esta inspección al “escrito del Teniente de 
Alcalde del Ayuntamiento de Lorca, adjuntando denuncia realizada por el 
SEPRONA, recibido con fecha 10 de junio de 2021”. Como si, al denunciar 
los de ACUDE, ya estuviera en marcha la maquinaria de vigilancia de la 
CAS, martillo de infractores. 
Nada se dice de otras denuncias por el 
mismo asunto, anteriores a todo esto, como las que llevan fecha de 
septiembre y octubre de 2019, también ante el SEPRONA y que fueron 
dirigidas por este Servicio a la CHS, sufriendo –según todas las 
apariencias– el triste destino del insondable, a la vez que bien 
nutrido, pozo negro.
    
    
    
    
        
    
    
    
    
        
    
                            
    
        Un funcionario de tan altas condiciones no debería pasar 
desapercibido, por su trabajo por las empresas y contra el agua pública.
 Por eso son los ecologistas quienes mejor lo conocen y con más interés 
siguen sus andanzas funcionariales. Esos ecologistas que tienen al 
susodicho que echa chispas porque –según quienes lo han oído– “están 
consiguiendo que se le dé más importancia a cuatro ranas que a una 
empresa”; lo que confirma la sensibilidad y las preocupaciones de don 
José Manuel.
    
    
    
    
        
    
    
    
    
        
    
                            
    
        Son esos ecologistas, representados en este caso por Ecologistas
 en Acción, los que le acaban de lanzar una denuncia penal, junto a su 
jefe el señor comisario de Aguas (quien respalda, por cierto, con su 
firma escrito tan ejemplar), y la empresa del Francés. A ver si todos 
ellos, y en amigable compañía, dan oportunidad a los jueces de airear el
 caso y mostrarse un poco más interesados por el agua, la cosa pública y
 los piratas que la acosan y saquean, tan seguros siempre de su 
impunidad. 
 
(*) Profesor, ingeniero, sociólogo y activista ambiental
 
https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/comisaria-aguas-ve-oye-entiende-caso-rapto-rio-turrilla_132_8475593.html