
Con  las resoluciones y autos judiciales del caso “Tótem”, no ganamos para  sustos y sorpresas. La última, además de dar la puntilla política  definitiva a Martínez Andreo, nos ha traído algunas novedades de las que  proceden algunas reflexiones de un lego en la materia, como es mi caso.  Queda claro que Pepe no ha sido nada prudente al celebrar, con fuegos  de artificio, ruedas de prensa estilo americano o hacer “bolos”  mediáticos, cuando le archivaban –provisionalmente- el supuesto delito  de cohecho.
La nueva y definitiva imputación del TSJ, le llega en el momento más  delicado de su carrera. Las desafecciones de sus concejales,  materializadas con dimisiones, se acompaña a la inaudita alegría de  muchos de sus correligionarios que otrora rezaban en la puerta de la  cárcel.
No  es muy aventurado afirmar, que la “alegría”, podría ser compartida  entre los que se regocijan con el mal ajeno en ambos bandos, entre los  que yo ni me cuento, ni me contaré jamás. Esas actitudes las dejo para  los resentidos, que no son pocos en ambas orillas del proceloso río de  la política totanera. 
  
  
Es obvio pensar -y ponerlo de  manifiesto-, que la imputación por un supuesto delito de cohecho no  significa condena, ni mucho menos. Pero tampoco cabe duda que,  políticamente, debería dejar de hacer sufrir al pueblo de Totana y su  buen nombre, acometiendo el gran favor de apartarse de la vida pública  en la Institución, antes de que lo aparten de mala manera sus, hasta  hace muy poco, incondicionales palmeros.  
 Otras  reflexiones no exentas de sorpresa, serían los diferentes criterios  jurídicos y procesales de los Magistrados que componen el Tribunal  Superior de Justicia en Murcia. Una Sala, en la que cuatro Jueces, de  reconocido prestigio y experiencia, hacen ver a los ciudadanos que la  Justicia puede ser todo, menos una Ciencia Exacta. 
    Mientras  que el Instructor del Caso “Tótem”, Julián Pérez Templado, interpreta  que los pinchazos a los móviles de Juan Morales, ordenados por la Juez  de Totana, están dentro de la legalidad; los tres Magistrados de la  misma Sala e idéntico rango, anulan las escuchas al diputado y aforado,  Morales, por la falta de competencia del Juzgado de 1ª Instancia  totanero. 
   También  merece una reflexión, los distantes criterios a la hora de valorar el  contenido de la conversación, entre Casanova y Andreo. La Sala,  interpreta podrían estar maquinando quedarse con la Comisión de los  gallegos, que iba destinada a Morales. Mientras, Pérez Templado, la  ubica en “el arcano de las intenciones…”.
  Pero  lo más chocante de todo, es el sentimiento de impunidad que puede  quedar a los ciudadanos votantes, que contemplan atónitos como la  denostada “clase política”, se protege y legisla medidas que los  convierten en impunes ante la Justicia en determinados delitos, que no  podrían cometerse por vecinos sin cargos electivos en el Parlamento  Regional o los Ayuntamientos. En este caso, no cabe responsabilizar a  los Jueces, que solo interpretan las leyes y las hacen cumplir en el  Estado de Derecho.
    Juan  Morales, no ha defendido su inocencia, ni justificado su incremento de  patrimonio en el periodo que ocupa un cargo público, tal y como mandata  la Ley. Parece muy claro que demostrar su inocencia no le preocupa  demasiado. Su avezado abogado, ha basado la estrategia en anular unas  escuchas, que había ordenado una Juez con rango inferior para investigar  al Diputado Aforado.
    Es  decir, un cargo público, por razón del mismo, puede votar a favor de  intereses de especuladores a cambio de comisiones, perjudicando  claramente los intereses públicos y de los vecinos que pagan sus  impuestos y lo han colocado con sus votos en las Instituciones. Pero ese  mismo cargo, no está sometido -como todos los españoles- al Imperio de  la Ley y puede irse de rositas, por un problema de competencias y no por  el supuesto delito en sí, que no se cuestiona en el Auto del TSJ.
    Juan  Morales, podría volver a ser el futuro candidato en Totana y Diputado  por el PP en la Comarca, en el hipotético caso que se anule todo el  proceso por su condición de aforado, impune ante la Justicia. No sería  el primero. Su compañero, Eduardo Zaplana, protagonizó un caso similar,  al anular el Supremo las escuchas en el “Caso Naseiro”. Pasado el  trámite,  escaló las más altas cotas del poder en el  Gobierno de Aznar, previa presidencia de la Generalitat valenciana,  terminando en un alto cargo directivo en una empresa de  telecomunicaciones. Conoce el paño el de Cartagena.
  En  estos tiempos, que la Iniciativa Legislativa Popular, se ha puesto en  boga, con la prohibición de las corridas de toros en el Parlamento  Catalán, sería muy interesante, comenzar a recoger firmas, para la  desaparición del aforamiento de diputados y demás cargos públicos e  igualarnos a todos ante el Imperio de la Ley. Una muestra inequívoca de  regeneración e higiene democrática.
(*) Coordinador de IU en el Bajo Guadalentín