BARCELONA.- Tres expertos, la ecóloga Francisca Giménez Casalduero; el investigador Juan Manuel Ruiz Fernández, y la bióloga Julia Martínez describen,
 en declaraciones a La Vanguardia, los distintos pasos que han dado 
lugar a una de la mayores tragedias ecológicas de España. Es la crónica 
de una muerte anunciada, fruto de años de desidia y olvido por parte de las administraciones. 
“La causa principal de este colapso ecológico viene de lejos, y es el regadío intensivo del
 Campo de Cartagena: la enorme cantidad de fertilizantes que se han ido 
aportando desde los distintos flujos de agua y que se han ido acumulando
 en la laguna”. Con esta fría descripción explica Julia Martínez, 
directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), la 
moribunda situación del Mar Menor.
Toneladas de peces anguilas, cangrejos y crustáceos aparecieron muertos 
el pasado 12 de octubre en el Mar Menor, en una de las imágenes más 
dantescas que se recuerdan.
    Incapaz de digerir todo eso
Todo esto es consecuencia de un hecho claro: la laguna del Mar Menor,
 la más importante del Mediterráneo occidental, es incapaz ya de 
procesar y asimilar la ingente cantidad de fertilizantes que se han 
estado aportando hasta conformar una bomba de relojería de aguas sin 
oxígeno y tóxicas, como remate final de un proceso galopante de 
eutrofización.
“El regadío intensivo ha ido haciendo un uso masivo de estos 
nutrientes desde hace 30 años, a pesar de todas las advertencias de los 
científicos y de los grupos ecologistas”, reitera Julia Martínez. 
“Hemos ido agotando etapas y hemos pasado de un regadío convencional a
 un regadío más intenso, que se ha hecho industrial”, añade Francisca 
Giménez Casalduero, profesora de Ciencias del Mar de la Universidad de 
Alicante.
Los cambios en el uso de los suelos han comportado una explotación de
 la tierra con varias cosechas al año y una transformación acompañada de
 incrementos desorbitado de regadíos.
   
        
  
    Regadíos ilegales
La Confederación Hidrográfica del Segura sostiene que en el Campo de 
Cartagena hay unas 40.000 hectáreas de regadío, pero la Fundación Nueva 
Cultura del Agua estima que esta cifra ya rebasó las 55.000 hectáreas en
 el año 2009.
“Muchos de estos regadíos acaban siendo regularizados, lo cual es una
 mala práctica, pues nunca deberían haber sido legalizados por la 
Confederación Hidrográfica del Segura”, añade Julia Martínez.
Los grupos ecologistas continúan denunciando nuevas roturaciones,
 “y en lugar de imponer sanciones, la Confederación Hidrográfica los va 
legalizando, lo que lanza un mensaje nefasto”, agrega Julia Martínez
“El Mar Menor no podrá recuperarse mientras no haya un cambio en el 
modelo productivo en toda esta cuenca que impida la entrada de nutrientes.
 En todo caso, será un proceso largo, complejo y lento. Esa recuperación
 sólo se podrá conseguir cuando se revitalice la vegetación y supere el 
proceso de eutrofización que la ha matado”, señala Julia Martínez.
    Eutrofización de manual
Numerosas incidencias coyunturales han ido apareciendo en los últimos
 años como detonantes de episodios sucesivos y cíclicos de mortandad de 
estos organismos marinos (el último en el año 2016).
Pero la causa estructural es la misma; está muy clara.
La contaminación en el Mar Menor tiene aspectos de manual de un 
proceso de eutrofización de las aguas, pero incorpora otros ingredientes
 locales.
    Los pasos, uno a uno
El problema tiene su origen, sobre todo, en la aportación masiva de 
nutrientes procedentes de la fertilización de los campos agrícolas (y de
 los nitratos contenidos en los residuos ganaderos), así como de las 
agua residuales urbanas. 
Todo eso ha dado lugar a que caudales y escorrentías de agua hayan alimentado algas microscópicas (fitoplancton) presentes en la columna de agua.
La proliferación de estas algas, al final, es tan acusada que 
enturbia y oscurece el agua e impide que la luz llegue hasta las capas 
más bajas.
Como consecuencia de todo ello, la radiación solar queda 
bloqueada, se impide que llegue al fondo del mar, de manera que la 
vegetación de los fondos no puede desarrollar la fotosíntesis.
La vegetación del fondo deja de producir oxígeno y muere 
Todo esto desencadena diversos procesos. Empiezan a actuar las bacterias anaerobias, de manera que no sólo no producen oxígeno, sino que lo consume. 
El resultado es que en las capas bajas de la laguna han entrado en 
descomposición, con emisión de compuestos tóxicos, como los sulfuros, 
que afectan a los organismos móviles.
 El efecto es que la fauna se refugia en las capas más superficiales.
    El precedente, la muerte del nácar
En el año 2016, los científicos ya detectaron la muerte del 85% de 
las especies vivas en los fondos de la laguna del mar Menor (bivalvos, 
peces, animales no móviles…). 
“Cuando bajaba a bucear, en el fondo detectamos un metro de materia 
orgánica, con todo muerto”, explica Francisca Giménez Casalduero.
Ese episodio de contaminación destruyó el 90% de los ejemplares de nácar,
 los mejillones gigantes (había un millón), en un momento en que se 
confiaba que el Mar Menor sirviera de reservorio de esta especie en 
peligro de extinción 
“Sin embargo, la existencia de una franja de agua en superficie que 
estaba aparentemente bien creó un espejismo y, pese a que la 
Administración conocía este problema, empuñó la bandera de que la laguna
 se estaban recuperando; ha habido mucha desinformación”, señala Giménez
 Casalduero. 
    Falsa recuperación
“Tras este episodio la laguna recuperó la transparencia del agua, lo 
que fue interpretado erróneamente como síntoma de su recuperación, algo 
que queda contradicho por la evidencia científica ya que el ecosistema 
ha quedado significativamente alterado y los niveles de nutrientes 
siguen siendo altos”, explica Juan Manuel Ruiz Fernández, investigador 
del Instituto Español de Oceanografía en Murcia. 
De hecho, entre primavera y verano de 2019, antes de la DANA, 
en la columna de agua, se alcanzaron valores máximos de fitoplancton que
 eran muy próximos a los del episodio de turbidez de 2016.
“Todo esto contradecía la proclamada recuperación del ecosistema”, añade Ruiz.
    Otro aviso en junio
En junio de este mismo año, y al no haber sido eliminados los 
vertidos agrícolas, volvió a detectarse un nuevo episodio de 
eutrofización (crecimiento desaforado de algas microscópicas y sus 
secuelas), que ha interactuado de manera explosiva con las avenidas del 
otoño.
 Y empezó de nuevo la gran crisis.
“Todo está muerto a partir de los 3,5 metros de profanidad, hasta los
 gusanos, bivalvos y holoturias (pepinos de mar) que empezaban a vivir 
de nuevo en el fondo”, explica Juan Manuel Ruiz.
    La gota fría
La riada de la DANA (gota fría) provocó una entrada masiva de agua 
dulce con sedimentos y más nutrientes. (Los nutrientes que son veneno al no poder ser digeridos).
Tras la entrada del agua, se detectó un proceso de anoxia en el 
fondo, debido a la formación de dos capas diferenciadas: una menos 
salina y menos densa arriba, y otra más salina y densa en el fondo.
Las capas profundas entraron en una fase de descomposición, en donde 
las bacterias anaerobias agotan el oxígeno y producen compuestos, como 
los sulfuros, muy tóxicos.
    Las especie huyen
El resultado fue que las especies vivas huyeron hacia las capas 
superiores buscando oxígeno e intentando escapar de los compuestos 
tóxicos
El sábado, día 12, todo se precipitó.
 Vientos de levante arrastran hacia el sur la capa superficial de agua, lo que hizo aflorar la capa de agua tóxica profunda.
 Esta masa de agua toxica llegó a la superficie tras arrastrar a 
peces, cangrejos, langostinos y demás especies en dirección a la costa, 
de manera que toda la fauna queda encajonada entre la orilla y toda la 
masa sin oxígeno y tóxica que mata todo lo que encuentra a su paso.
Mientras tanto, la coalición integrada por ANSE, Cofradía de 
Pescadores de San Pedro del Pinatar, Ecologistas en Acción, FAVCAC, 
Pacto por el Mar Menor, SEO/BirdLife y WWF han coincidido en que la 
crisis ecológica del Mar Menor es “el resultado de un modelo de 
crecimiento insostenible, que ha priorizado la agricultura intensiva y 
el desarrollo urbanístico descontrolado”. 
Por eso, denuncian un 
incumplimiento sistemático de las directivas europeas que regulan la 
protección de la biodiversidad, el agua y el uso de nitratos, entre 
otras.
Estas organizaciones subrayan que la DANA ha sido el desencadenante y
 no la causa principal de este episodio de mortandad de peces y otras 
especies marinas. El argumento contrario “ha sido mantenido de manera irresponsable hasta el momento por las autoridades de la comunidad autónoma”.
Esta coalición ha pedido a la ministra en funciones Teresa Ribera la creación de una comisión de seguimiento eficaz
 que cuente con la participación de todas las administraciones 
implicadas y los colectivos sociales con la tutela del Ministerio. Esta 
comisión deberá dar seguimiento de la aplicación de las leyes y las 
medidas decididas en este órgano por parte de la comunidad autónoma y 
del Estado.
Por otro lado, demandan que continúe el cierre de todos los pozos y
 desalobradoras ilegales que han funcionado “bajo la impunidad durante 
25 años”. De la mano de esta medida, las organizaciones solicitan la 
reconversión de una agricultura intensiva que incumple normativas, en 
especial las relativas al uso de fertilizantes y nitratos.
También piden renaturalizar el entorno del Mar Menor, 
incluyendo devolver las ramblas a su estado original y la creación de un
 cinturón verde alrededor de la laguna, entre otras acciones. También 
ven necesario “controlar y cesar la expansión del urbanismo entorno a la
 laguna, que incluya una moratoria urbanística hasta una ordenación del 
territorio sostenible”.
Por último, las organizaciones solicitan la reparación de la red de saneamiento
 y depuración de las aguas residuales urbanas y que se vele por el 
destino de fondos públicos en espacios públicos del entorno del Mar 
Menor, evitando financiar cualquier infraestructura pública cuya 
finalidad sea favorecer actividades productivas de carácter privado.
    Vertido Cero
Tras el episodio de eutrofización del 2016, conocido coloquialmente 
como “sopa verde”, se elaboró el proyecto “Soluciones para el Objetivo 
de Vertido Cero al Mar Menor” (con participación de las diversas 
administraciones). 
El documento sirvió para identificar las principales presiones que 
está sufriendo el Mar Menor. 
1) La llegada de contaminantes a través de 
las aguas superficiales y subterráneas al Mar Menor procedentes de la 
actividad agraria del Campo de Cartagena. 2) El exceso de fertilización 
aportada al suelo. 3) El deficiente almacenamiento de las deyecciones 
ganaderas 4) La interconexión mediante pozos de captación entre las 
formaciones de acuíferos superficiales y profundos, con la consiguiente 
contaminación de estos últimos. 5) La necesidad de cerrar pozos 
ilegales, o 6) La situación agravada por los episodios de avenidas y 
lluvias torrenciales que arrastran tierra y contaminantes. 
El proyecto de Vertido Cero recoge 21 tipos de actuaciones definidas 
en diferentes ámbitos, y la mayor parte de estas medidas corresponde al 
gobierno de la Región de Murcia, que debe garantizarlas directamente o 
mediante la implicación de los agricultores. Entre estas medidas, tres 
corresponden a la Administración central; el resto son acciones 
competencia del gobierno regional.
 
    
Los 10 pasos, uno a uno 
 
   
  
 
    1) Los aportes de aguas residuales, y sobre todo los nutrientes
 utilizados como fertilizantes en la agricultura (fósforo, potasio, 
nitratos) llegan hasta la laguna masivamente fruto de una severa 
transformación de cultivo de secano a cultivos de regadío 
    2) Los nutrientes son utilizados por las algas microscópicas y
 favorecen su proliferación en la columna de agua, hasta producir 
turbiedad y oscurecimiento de las masas de agua, como ocurrió en 2016.
    3) La radiación solar queda bloqueada, se impide 
impidiendo que esta llegue al fondo del mar, de manera que la vegetación
 de los fondos no puede desarrollar su función fotosintética, deja de 
producir oxígeno y muere.
    4) En el 2016, tras un importante episodio de eutrofización extrema,
 durante un periodo de bajas temperaturas, la laguna recupera la 
transparencia del agua. Esto fue interpretado erróneamente como síntoma 
de recuperación, pero lo contradice la evidencia científica, ya que el 
ecosistema ha quedado significativamente alterado y los niveles de 
nutrientes siguen siendo altos. 
    5) De hecho, entre primavera y verano de 2019, antes de la 
Dana, el fitoplancton aumenta de forma constante hasta alcanzar valores 
máximos que son muy próximos a los del episodio de turbidez de 2016, lo 
que contradice la proclamada recuperación del ecosistema por parte del 
Gobierno regional 
    6) Hacia el mes de septiembre del 2019, tras la Dana se detecta un proceso de anoxia en
 el fondo debido a la formación de dos capas diferenciadas, una menos 
salina y menos densa arriba y otra más salina y densa en el fondo.
    7) La capa del fondo, cargada de materia orgánica (procedente del aumento de clorofila previo a la Dana) entran en una fase de descomposición,
 en donde las bacterias anaerobias agotan el oxígeno y producen 
compuestos como sulfuros muy tóxicos. La masa de agua profunda se vuelve
 anóxica, es decir, se agota el oxígeno hasta niveles tóxicos para la 
vida marina. Todo está muerto a partir de los 3,5 metros de profanidad, 
hasta los gusanos, bivalvos y holoturias que empezaban a vivir de nuevo 
en el fondo, 
    8) En esos momentos, las especies vivas móviles huyen hacia las capas superiores buscando oxígeno y huyendo de los compuestos tóxicos.
    9) El 12 de octubre los vientos de levante empujan la masa de agua hacia el sur y favorece el afloramiento de las masas de agua tóxica del fondo.
    y 10) estas masas de agua llegan a la superficie y van 
arrastrando peces y otros organismo con capacidad de desplazarse en 
dirección a la costa, de manera que toda la fauna queda encajonada entre
 la orilla y toda la masa de agua sin oxígeno y tóxica que mata todo lo 
que encuentra a su paso.