MADRID.- Los dos tenientes coroneles condenados a 24 meses de prisión por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo en el “caso Ucalsa” −una
 monumental trama de corrupción en la adjudicación de contratos a 
empresas privadas de mantenimiento militar a cambio de regalos, comidas y
 comisiones−, mantenían estrechos vínculos con potentes empresarios del 
sector privado. Tal es así que el mecanismo con el que se dejaban 
corromper los altos mandos no se diferenciaba demasiado de escándalos 
recientes como la trama Gürtel, que ha afectado en los últimos años a la clase política del PP, resalta Diario 16.
Durante el segundo semestre de 2010, y encontrándose uno de los oficiales condenados en comisión de servicio en la Base de Quala i Naw (Afganistán), trabaron conocimiento con el administrador único de la empresa Tecnove S.L. Esta compañía formaba parte de una UTE junto a la firma Ucalsa que resultó finalmente adjudicataria del contrato de alimentación del personal militar destinado en aquel país asiático en conflicto bélico. 
Según la sentencia del Tribunal Supremo, a la que ha tenido acceso Diario 16, al igual que Ucalsa, Tecnove era libre de concurrir, de forma independiente y separada, a otros contratos ofertados por la Administración Militar. 
En ese contexto, uno de los mandos condenados, “haciendo uso de la información de la que como jefe de la Sección Económico Administrativa
 disponía, amén de su experiencia en contratación pública, mantuvo 
contactos por correo electrónico” con al menos dos empleados de Tecnove y
 con uno de los directivos de Ucalsa para tratar sobre la “adjudicación 
de los contratos de mantenimiento de la base militar” española en Quala i
 Naw. 
En concreto se trataba de la “construcción del módulo de vida 
número 13 en el acuartelamiento, del servicio de peluquería, 
mantenimiento, limpieza y gestión del gimnasio”. El contrato debía 
favorecer a Tecnove, que finalmente se vio beneficiada por la 
adjudicación de los pliegos administrativos.
A cambio y “como contrapartida”, el gerente del citado grupo 
industrial, “y a solicitud de uno de los tenientes coroneles”, regaló a 
este oficial un reloj Hublot que la empresa había adquirido a la Joyería Durán
 el 23 de diciembre de 2010 por importe de 2.870 euros. 
“Dicho reloj fue
 intervenido, con su caja, en el registro efectuado el 28 de abril de 
2015 en el domicilio de dicho teniente coronel”, asegura la sentencia 
del Supremo.
En medio de toda esta compleja trama aparece otra sociedad, Proman Servicios Generales S.L., que resultó adjudicataria del “lote 2 del acuerdo marco para los servicios de seguridad y control del Ministerio de Defensa
 y sus organismos autónomos el 24 de junio de 2014, lo que le abría la 
puerta a la adjudicación de contratos derivados”. 
Por ese motivo, el 
jefe de servicios de Proman entró en contacto con uno de los tenientes 
coroneles procesados, miembro de la Comisión de Seguimiento del Acuerdo Marco,
 en el siguiente mes de agosto. 
El militar encausado solicitó al 
directivo de Proman, como favor por los servicios prestados, que la 
empresa contratara al hijo de su compañero −el otro teniente coronel 
involucrado−, y le envió el currículun de éste junto “con los de su 
propia nuera y otras dos personas más”. 
El responsable de Proman 
consideró conveniente que su jefe, director general de la compañía, 
conociera personalmente a los militares, y se los presentó en una comida
 celebrada en el restaurante San Mamés de la calle Bravo Murillo de Madrid. 
 A esa reunión asistieron los dos tenientes coroneles sentenciados y 
allí se habló de posibles contratos del Ministerio de Defensa para 
Proman. La invitación de esta sociedad para una nueva comida se volvió a
 repetir en febrero de 2015.
A lo largo de los días 10 y 11 de marzo de 2015, uno de los militares
 encausados mantuvo dos conversaciones telefónicas con el directivo de 
Proman, al que comunicó que su empresa había sido admitida a otro 
procedimiento de contratación del Ministerio de Defensa del que, a su 
vez, había quedado excluida una de las firmas competidoras: Raspeig. 
Además, la compañía pidió a uno de los tenientes coroneles enjuiciados 
“ideas sobre la forma en que Proman, adjudicataria del segundo Acuerdo 
Marco de limpieza del Ministerio de Defensa, podía solucionar el 
problema de la deuda que había dejado Cleanet, la anterior contratista”. 
Aquella deuda era un lastre y había que liquidarla. Poco después, el 
responsable de la propia empresa que hacía las veces de intermediario 
apremió a unos de los oficiales imputados para que le “mandara tales 
ideas”. 
En definitiva, según el Supremo, “el problema planteado se 
refería a la subrogación de Proman como empleadora del personal de 
Cleanet, y la respuesta dada por el oficial fue que Proman renunciara al
 contrato”.
Los tenientes coroneles involucrados en la trama intercambiaron 
llamadas telefónicas en esas mismas fechas para tratar del asunto. Así, 
el 18 de marzo de 2015 uno de ellos mantuvo conversaciones telefónicas 
con directivos de las compañías beneficiadas por las adjudicaciones 
sobre el recurso que Proman iba a presentar en relación con la deuda 
dejada por Cleanet, e incluso pidió que le enviaran una copia para 
“echarle un vistazo”.
El papeleo seguía su curso pero la red no perdía el tiempo. Mientras 
se negociaba un contrato ya se estaba pensando en el siguiente. Según el
 Tribunal Supremo, “a la vez”, uno de los tenientes coroneles recordó a 
su contacto en la compañía Proman que le había enviado información 
acerca de la “contratación para las residencias militares de Barcelona”.
 Ambos volvieron a hablar por teléfono el 25 de marzo sobre la 
licitación de esas residencias, denominadas Mayo Blanco y Pedralbes. 
El 
mediador de Proman alegó que la firma no podía presentarse al concurso 
porque se exigía la “clasificación de contratistas”, y uno de los 
tenientes coroneles propuso que la compañía remitiera al órgano de 
contratación un escrito alegando que se estaba exigiendo un “requisito 
ilegal”, ya que la cuantía del contrato era inferior a los 200.000 
euros. 
Si esa condición se mantenía, el oficial invitó a la empresa a 
recurrir el procedimiento. Fue entonces cuando el representante de 
Proman manifestó que “estaba bien porque, económicamente, les podía 
interesar”. 
A lo que el teniente coronel respondió: “Pues lo voy a mirar
 bien el pliego (…) y os lo voy mandando para pegaros un aviso”. 
Finalmente aseguró al empresario: “Bueno, pues entonces hacemos eso, yo,
 entre hoy y mañana, lo preparo (…) os lo mando (…) lo veis y se manda 
(…) quedamos en eso”.
Los contactos entre los militares y los empresarios siguieron siendo 
estrechos en las semanas siguientes. Se habló sobre la presentación de 
documentación para solicitar la baja en el concurso para el contrato de 
limpieza, debido a la deuda dejada por Cleanet. 
También se habló por 
teléfono sobre un procedimiento negociado de servicios de control de 
accesos en el acuartelamiento Castillejos. 
En esas conversaciones, uno 
de los tenientes coroneles “desveló información contractual del 
Ministerio de Defensa aún no publicada en la plataforma de contratación y
 a la que había tenido acceso a través del sistema informático interno”,
 según recoge la sentencia.