Desde que te has hecho tan famoso, 
Palinuro, es difícil hablar a solas contigo. Tengo que aprovechar estos 
viejos usos de las "cartas abiertas" para conseguir tu atención, 
distraída por las furias, las pasiones y quisicosas del momento. 
No
 te hablaré de lo que, a mi juicio, haces bien. Suficientes enemigos 
tienes que ya se encargan de evidenciarlo a base de copiar tus juicios y
 propuestas sin citarte. Prefiero concentrarme en tus deficiencias, que 
son importantes y conozco muy bien. No en balde somos el uno doble del 
otro.
Arremetes
 con frecuencia contra la derecha impresentable que desgobierna este 
país, pero no eres suficientemente incisivo ni contundente y, como no 
será por miedo a que los psicópatas del ministerio del Interior te 
apliquen esa Ley Mordaza que se han sacado de sus enfermas 
mentes, será a causa de tu natural comedido, fuera de lugar aquí. Sigues
 incurriendo en el error de tomar a estos bárbaros como gente civilizada
 respetuosa de las reglas de la sociedad. Eres un pánfilo. 
 
El Tribunal 
Constitucional, una cuchipanda de carcundas y militantes del partido del
 gobierno, acaba de reconocer como "derecho a la objeción de 
conciencia", el atropello y la agresión de un farmacéutico a una clienta
 al negarse a despacharle la píldora del día después. Que las 
convicciones de una secta de peligrosos fanáticos del Opus Dei tenga que
 ser norma de obligado cumplimiento y la misma posibilidad de que los 
miembros de esta secta sean magistrados del Tribunal Constitucional 
demuestran que este país sigue en la Edad Media y que sus tribunales 
siguen siendo los de la Inquisición. 
 
Igualmente sería justo que incidieras más en la naturaleza cleptocrática del gobierno. Ya sé que llamas sobresueldos a
 su presidente, pero no es bastante. Deberías insistir más en el 
carácter neofranquista de esta banda de corruptos que se han inventado 
un partido más parecido a una partida de asaltacaminos para esquilmar el
 erario. El neofranquismo va emparejado con la arrogancia y la estupidez
 más acrisoladas y, si alguna duda cabe, ahí están Casado y Hernando que
 en nada desmerecen de Cospedal y Floriano en punto a imbecilidad 
consumada.
 
No
 basta con hablar del nacionalcatolicismo. Debe resaltarse que España ha
 vuelto a ser una hierocracia, un gobierno de curas. Toda la legislación
 educativa se ha ajustado a sus deseos, sus privilegios se han 
consolidado y expandido. Hoy la iglesia católica es más rica que nunca y
 está compulsivamente presente en todos los ámbitos, religiosos, civiles
 y militares. Los curas mandan; Rouco manda. Mandan hasta los brazos 
incorruptos, las reliquias y los monigotes policromados que estos 
fanáticos veneran como los salvajes los tótems.
 
Eres
 también muy blando con la oposición. No subrayas que IU, el disfraz que
 se buscó el Partido Comunista de España para tratar de engañar a los 
votantes, lleva treinta años viviendo de la fábula de erigirse en la verdadera izquierda o izquierda transformadora,
 no habiendo sido capaz ni de transformarse a sí misma ni de ser algo 
más que una fuerza testimonial que incluso ha olvidado el testimonio que
 quiere trasmitir. Y poco mencionas que solo ha servido para restar 
votos al PSOE, a veces aliándose con la derecha, a veces por libre.
 
Casi
 te dejas embaucar por los cantos de sirena de Podemos, que parecían 
inaugurar una época en que, a raíz de la conciencia universal del 
fracaso del comunismo y del capitalismo, se articulaba el discurso de 
una nueva izquierda no comunista y no socialdemócrata. En realidad, se 
trataba de los mismos de IU, sus nuevas generaciones que, hartas de 
cosechar derrotas, formularon un discurso pragmático, de un leninismo 
subrepticio. Chupando rueda de los movimientos espontáneos de protesta 
por la crisis, crearon un partido con el que anhelaban conseguir el 
viejo sueño del PCE y de IU de desplazar a la socialdemocracia y ponerse
 en su lugar. A punto estuviste de dejarte engañar por una parafernalia 
muy vistosa de aparentes novedades en formas, consignas, estilos, 
juicios, doctrinas que, en realidad, estaban todas plagiadas de las 
más diversas latitudes.
 
Apenas
 te has decidido a emitir juicio sobre los intentos de organizar 
confluencias para formar una especie de frente de las 
izquierdas residuales que se aprovechen del tirón de Podemos. Estas 
propuestas, como la de Ahora en Común, en su abrumadora falta de originalidad, son ejemplos de manual de la antigua táctica leninista de las  organizaciones de masas,
 tras de las que se camuflará una fuerza de vanguardia (obviamente, IU, 
es decir, el PCE de toda la vida) que será su nervio y cerebro gris. Su 
insistencia en ir del brazo de Podemos (que, muy sabiamente, no quiere 
saber nada de este coro de egos y narcisos desaforados, pues ya tiene 
los propios y desmesurados) solo prueba que son muy conscientes de que 
no sirven más que para dividir el voto de la izquierda. Y tampoco mucho 
porque, si así fuera, quizá tuvieran alguna esperanza mayor de que los 
de los círculos les hicieran algún caso.
 
Eres
 muy contemporizador con la deriva del PSOE no solo hacia la moderación 
sino hacia la condición de partido dinástico, monárquico y bien avenido 
con la carcunda hispana, de la que participan algunos de sus chupacirios
 más conocidos, como Fernández de la Vega, Bono o Paco Vázquez. No 
subrayas suficientemente que la coyunda entre la socialdemocracia y el 
neoliberalismo, propia de Europa y extensiva a España, demuestra que el 
PSOE ha perdido no ya su vena revolucionaria sino la tímidamente 
reformista. 
 
Apenas señalas que el partido, dirigido por una coterie
 de burócratas y paniaguados, carece de iniciativa política, de ideas y 
empuje porque los beneficiarios de los intereses creados, los enchufados
 de las jefaturas, no permiten una vida de debate interno real, ni una 
crítica, ni una discrepancia. Un partido apoltronado, complaciente y 
acobardado, incapaz de hacer verdadera oposición parlamentaria y mucho 
menos de presentar una moción de censura al gobierno más corrupto, 
desacreditado, impopular y reaccionario desde la muerte de Franco. Quizá
 desde antes.
 
Por
 último, impulsado por tu apoyo al derecho a decidir de los 
catalanes, te acomodas a una visión acrítica del proceso soberanista. 
Escurres el bulto cuando, en el curso de la controversia, se producen 
conflictos generados en la manía de los seres humanos de imponer 
criterios propios con fines partidistas. Justo lo peor para el objetivo 
independentista. La idea de la lista única por la independencia es 
buena, pero no puede convertirse en la moneda de cambio para que unos u 
otros, desde Mas a las CUP, pasando por todos los demás, traten de 
imponer sus criterios particulares. Todas las propuestas para esa lista 
pueden debatirse, pero ninguna debe imponerse sin consenso general. Y 
menos sacralizarse. Si su articulación es difícil, hay otras formas de 
proceder a instrumentalizar el objetivo, que es la unidad en unas 
elecciones plebiscitarias. La unidad ha de estar por encima de todo. 
Cueste lo que cueste.
Y eso reza también con las izquierdas españolas.
En fin, Palinuro, que tienes que ser más contundente.
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED