Los jueces, supuestamente simpatizantes del PP y de ideas conservadoras, han decidido procesar al ex presidente regional Pedro Antonio Sánchez
 dando al traste con dos relatos: el de los populares que decían que 
todo se iba a archivar inmediatamente y el de todos aquellos que, 
alentados por ese interesado discurso político, no han dudado en 
cuestionar la profesionalidad e independencia de ambos magistrados.
El juez Enrique Quiñonero, a las dos horas de escuchar en sede judicial a Pedro Antonio Sánchez, dictó auto de procesamiento contra él por cohecho, fraude y revelación de información reservada en relación al caso Púnica. Y  Julián Pérez Templado
 ha hecho lo propio en relación al caso Auditorio por los delitos de 
prevaricación continuada, fraude de subvenciones públicas y fraude de 
fondos públicos. Un auto con el que Pérez Templado da un duro varapalo a
 Pedro Antonio Sánchez al exculpar a técnicos y funcionarios tras los 
que se intentó parapetar durante su declaración en sede judicial con el 
argumento de que él no sabía nada y se limitaba a firmar lo que le 
ponían en el portafolios. 
El juez no le creyó y por eso son dos los 
autos de procesamiento por un total de seis delitos los que ya suma el 
todavía presidente regional del PP y presidente del Grupo Parlamentario 
Popular en la Asamblea Regional, donde ocupa un escaño con la bendición 
de Ciudadanos, que regaló a López Miras la investidura como presidente de la Comunidad.
Los jueces. Hasta
 llegar aquí, el juez Enrique Quiñonero ha leído y escuchado que era un 
infiltrado del PP porque consiguió la plaza de magistrado por el 
denominado cuarto turno a propuesta de Ramón Luis Valcárcel, aunque
 lo designó la Asamblea Regional por unanimidad de los tres grupos 
parlamentarios: PP, PSOE e IU. 
Y al magistrado Julián Pérez Templado, 
excesivamente impetuoso en sus autos hasta el punto de hacer sospechar a
 cualquiera, se le ha llegado a cuestionar e incluso intentar recusar 
porque se le vio tomando cañas con un vocal de la directiva del PP (en 
plena fase de instrucción del caso Auditorio) con quien se las lleva 
tomando desde hace más de veinte años en el mismo lugar y a la misma 
hora porque son amigos. 
El propio presidente del Tribunal Superior de 
Justicia, Miguel Pasqual del Riquelme fue uno de los 
tres jueces contra los que Podemos presentó una querella de presunta 
prevaricación por avalar con su voto el envío de la causa Auditorio a un
 juzgado de Lorca al considerar que los hechos delictivos expresados por
 la fiscalía en su querella contra un total de veintidós personas no 
estaban suficientemente individualizados contra el único aforado. Y lo 
hizo porque debió considerar que el juzgado de Lorca era el órgano 
judicial predeterminado por la Ley, aunque sabía que aquello le 
acarrearía duras críticas, puesto que con su decisión facilitó que 
Sánchez fuese designado candidato en mayo de 2015.
Lo sencillo 
para Pasqual del Riquelme, estando recién aterrizado al frente del TSJ 
tras una elección polémica, habría sido hacer lo contrario. Eso habría 
acallado muchas bocas que en ese momento cuestionaban su nombramiento 
por parte del CGPJ, pero probablemente su decisión habría sido contraria
 a Derecho y a la ética que debe imperar en cualquier servidor público. 
El Supremo acabó archivando aquella querella al considerar que en la 
fase embrionaria de la instrucción contra aforados es conveniente que 
sean los jueces ordinarios los que investiguen a los imputados «cuando 
los indicios se muestre débiles o inconsistentes» o si existe un número 
elevado de acusados.
Por analogía, la denuncia de la fiscalía contra el el diputado del PP  José Soria por
 el teatro de Cehegín debería haberla presentado en el TSJ, pero lo ha 
hecho ante un juzgado de Mula, aunque Soria es diputado y también 
está aforado. Además, es un caso prácticamente calcado al del Auditorio 
de Puerto Lumbreras: también está implicado el arquitecto Martín Lejárraga,
 la Comunidad autónoma concedió una subvención de nueve millones de 
euros, el dinero se ha gastado y sólo está acabada la segunda fase de la
 obra. ¿A qué obedece esa disparidad de criterio por parte de la 
fiscalía a la hora de elegir mostrador en el que registrar querellas? 
¿Es cuestión de proyección mediática?
Ni Quiñonero ni Pérez 
Templado se han convertido ahora en unos abanderados de la independencia
 judicial por haber dictado autos de procesamiento contra Pedro Antonio 
Sánchez aun siendo de ideología conservadora y tener amigos peperos, 
pero sí que habrían sido tildados de villanos vendidos a la derecha de 
haber archivado las causas judiciales. Puede que solo hayan sido dos 
profesionales de la judicatura haciendo su trabajo, pero ese relato 
sería demasiado simplista en un país dado a etiquetarlo todo según la 
supuesta ideología política de los concursantes: jueces, periodistas...
España,
 lamentablemente, sufre unos bajos niveles de satisfacción con las 
instituciones judiciales. Es uno de los países europeos que más 
desconfía de la Justicia debido, en buena parte, a los intentos de 
injerencia de los políticos y a discursos como el que durante meses han 
mantenido los dirigentes del PP de la Región de Murcia, que con una 
seguridad inusual, aseveraban que todo se archivaría. «Julián no le 
puede hacer algo así a Pedro Antonio», me dijo un destacado dirigente 
popular cuyo familiar lenguaje me dio qué pensar. Lo de «Pedro Antonio, 
¿dónde estás?» del ministro Catalá y las maniobras del fiscal general Maza tampoco ayudan.
La Justicia. España
 está en el grupo de cabeza de los países europeos con peor percepción 
de la independencia judicial. Los datos ofrecidos el pasado mes de abril
 por la Comisión Europea reflejan que el 60% de los españoles consideran
 como mala o muy mala la independencia de la Justicia, lo que supone que
 sólo tres de los 28 países están peor: Bulgaria, Croacia y Eslovaquia. 
Ciertamente se trata de una percepción subjetiva que contrasta con otros
 indicadores como el de Linzer y Staton (2011) que concluye que la 
judicatura española goza de una independencia por encima de la media 
europea, lo que evidencia una clara disociación entre opinión pública y 
realidad que puede deberse a la recurrente referencia a la politización 
de la Justicia que hacen los partidos políticos en los medios de 
comunicación y que lleva a los ciudadanos a tener una percepción mucho 
más pesimista sobre la influencia política de los jueces que la que se 
da efectivamente. 
En el primer trimestre de 2017 los jueces procesaron 
por delitos de corrupción a 97 personas en España y el 77,8% de las 
sentencias fueron condenatorias según datos del CGPJ que desde 2016 
publica los datos relativos a corrupción para intentar combatir la idea 
de que los políticos son impunes y los jueces no son independientes del 
poder político.
Una democracia avanzada debe mostrar altos 
niveles de calidad de la Justicia y, por ende, mayor confianza en la 
misma, y para eso hay que garantizar el acceso igualitario a los 
tribunales por medio de la eliminación de barreras legales y económicas,
 la aplicación imparcial de las leyes, la independencia judicial y la 
eficiencia judicial, es decir, la aplicación del Derecho sin incurrir en
 errores legales ni en dilaciones indebidas de los procesos. Pero para 
una justicia eficiente se necesitan recursos tanto humanos como 
económicos.
La Región de Murcia, por ejemplo, tiene 110 juzgados y
 son necesarios 33 más. Murcia es la región de España con más 
necesidades judiciales. ¿Creen que les preocupa a los diez diputados por
 Murcia en el Congreso? Hubo un intento del presidente del TSJ, Pasqual 
del Riquelme de convocarles a una reunión privada para analizar la 
precaria situación de la Justicia para que, llegado el caso, pudieran 
defender mejor los intereses de su región y ninguno acudió al encuentro.
 Las excusas fueron tan diversas como ridículas.
La ausencia de 
seguridad jurídica y los procesos judiciales eternos en el tiempo por 
falta de medios también ahuyenta las inversiones económicas. Las grandes
 corporaciones analizan esa variable antes de decidir en que país o 
región invierten, algo que han detectado regiones como el País Vasco, 
pero que a los dirigentes políticos de Murcia les suena a chino. Tienen 
tantos frentes abiertos que en lo último que piensan es en un pacto 
regional por la Justicia. Se estima que en los depósitos de los 
tribunales españoles hay retenidos 3.000 millones de euros debido a la 
lentitud de la Justicia. Un disparate para la economía de cualquier 
país.
Movimientos internos. Tras
 el titular 'imposible' que dos jueces conservadores nos acaban de 
brindar para sorpresa de muchos, la cuestión es si dimite o no Pedro 
Antonio Sánchez como presidente del partido o apela a la presunción de 
inocencia y a que no metió la mano para aguantar hasta que haya 
sentencia firme. Todo es posible mientras cunde la preocupación en sus 
filas y los de Garre se frotan las manos. Los pedroantonianos creen que,
 llegado el caso, debe sustituirle López Miras por ser el presidente y 
actual coordinador regional. Piensan que es lo más sensato y estable 
para el partido aunque admiten que todavía debe ganarse los galones para
 ser el candidato. 
Hay quien cruza los dedos cuando le da por improvisar
 y no leer las notas que le escriben en San Esteban. Los autodenominados
 'mayores' (al parecer encabezados por Cámara) creen que hay que dar 
carpetazo a la breve y fallida era PAS, subsanar los errores del pasado y 
colocar al frente del partido a alguien de más calado capaz de evitar un
 batacazo electoral y de enfrentarse a miuras como Urralburu o Garre. 
Cámara no olvida que fue obligado a dimitir para que C's le invistiera 
presidente de la Comunidad.
Y ahí andan unos y otros: midiendo 
sus fuerzas en la junta directiva del partido que, como máximo órgano de
 representación entre congresos, puede designar al nuevo presidente del 
Partido Popular sin ir a un congreso extraordinario. El principal 
objetivo de ambos bandos es controlar la elaboración de las listas 
electorales o, dicho de otra forma, repartir garbanzos. Una competencia 
que supo amarrar bien Valcárcel y por eso nadie le tosió cuando se 
empeñó en designar candidato a Pedro Antonio Sánchez sabiendo la que se 
avecinaba aunque ahora vaya diciendo que no fue cosa suya.
(*) Periodista y Jefa de Informativos de Onda Cero en Murcia