Nunca creí que pudiera suceder. Rajoy, el que siempre diría la  verdad a los ciudadanos, engaña desde su primer día de gobierno a los  españoles en general y a sus votantes en particular. Ha puesto en marcha  una política económica izquierdista, propia de su amigo Zapatero,  al mantener el despilfarro público, financiado con un hachazo brutal a  la renta y el ahorro de las familias. Ese no es el esfuerzo colectivo  que proclaman hoy las plumas mercenarias; es un expolio en toda regla.
El nuevo presidente ha decidido mantener casi intacto el tamaño de un modelo de Estado imposible de financiar y corrupto hasta la médula, a costa de aplastar el sector privado de la economía, el único que podría sacarnos de la crisis, mientras los inversores internacionales han sacado de España 100.000 millones de euros en 2011, el 10% del PIB.  
Y esto es solo el aperitivo. Las medidas tomadas el viernes solo suponen una reducción bruta del déficit de 14.900 millones  -la neta es casi nula, restando a éste recorte el incremento de 13.500  millones que ha puesto en marcha-, 6.000 millones de incremento de la  presión fiscal sobre la clase media, que paga ya los impuestos más altos  de Europa -hasta el 51% en el IRPF y el 40% las rentas superiores as  30.000 euros, gravadas con un 30% en la mayoría de países hasta los  43.000 euros- y un recorte de gasto de 8.900 millones, recorte de gasto  necesario. Cero del despilfarro. ¿Y qué ocurre ahora? Además de colocar  un torpedo en la línea de flotación de la salida de la crisis gravando  brutalmente renta y ahorro, debe recortar 40.000 millones de euros más  de aquí a final de marzo si es que quiere reducir el déficit 2012 al  4,4% del PIB.
¿De dónde va a salir tan ingente cantidad de dinero? Pues de nuestros  bolsillos, gravando más aún la renta y el ahorro, subiendo el IVA, los  impuestos especiales, el Patrimonio y todo lo que sea menester, porque  la casta política no está dispuesta a renunciar a uno solo de sus  privilegios aunque desaparezca la clase media y se hunda España. Durante  años, y hasta hace solo diez días, Rajoy ha venido proclamando urbi et orbi  que en cuanto llegara al poder bajaría los impuestos, porque era la  única forma de crear empleo y de recuperar el crecimiento. No ha  esperado ni un solo segundo para hacer todo lo contrario. Ni siquiera Rubalcaba  lo hubiera hecho peor. No sé la cara que se le habrá quedado a sus  votantes, que son además sobre los recaerá el grueso del ajuste, pero  deben estar jurando en arameo.
Asimismo, la explicación que  nos ha dado Soraya Sáenz de Santamaría es una burla a todos los  españoles. Miente al afirmar que “nos hemos encontrado con una situación  extraordinaria y no prevista”. ¿Cómo no sabían que el déficit público  2011 sería del 8% o más en lugar de la ficción del 6%? Lo sabían todos  los analistas, servidor lo ha dicho en esta columna desde hace meses por  activa y por pasiva. Montoro me lo dijo ya en el mes de septiembre, así  que ¿por qué mienten con esa desfachatez?
Mención aparte  merecen las previsiones de crecimiento de 2012. ¿Es posible que el PP se  haya creído que íbamos a crecer un 2,3% en lugar del -2,1% que estima  el consenso del mercado?, ¿no había asegurado que nunca se faltaría a la  verdad? 
Una injusticia flagrante
Es  incomprensible, es una injusticia flagrante, que existiendo duplicidades  entre las distintas administraciones (que suponen un despilfarro anual  de 34.000 millones de euros) éstas se mantengan intactas mientras se  suben impuestos y se recortan salarios y gastos necesarios. ¿Cuál es la  razón de este disparate histórico? Muy sencillo: estas duplicidades dan  trabajo, perfectamente inútil, a cientos de miles de familiares, amigos y  correligionarios de la casta política y, en consecuencia, ni el PP, ni  el PSOE ni los nacionalistas están dispuestas a renunciar a ello. A  tamaña sinrazón se suma el hecho de que los primeros ejecutivos de las  cajas que han recibido miles de millones de dinero público, que ni han  devuelto ni pueden devolver, se han llevado 80 millones de euros en 2011, algunos más de 10 millones. El colmo.
El  recorte de déficit anunciado supone un incremento de impuestos de 6.000  millones que recaen íntegramente sobre la clase media, un  incumplimiento tan flagrante como innecesario de su  promesa electoral estrella.  Flagrante porque, como he explicado, conocían de sobra la realidad y se  la han ocultado a los españoles al igual que los socialistas e  innecesario porque era sencillísimo sacarlos de otra parte. Por ejemplo:  cierre inmediato de todas la TV autonómicas y locales en pérdidas,  1.300 millones. Autorización inmediata de emitir publicidad a TVE y fin  de toda subvención, 1.600 millones. Traspaso inmediato de las políticas  activas de empleo, entregados por Zapatero a UGT, CCOO y CEOE con  un coste de 2.500 millones, dado que pueden ser realizadas mucho mejor  por funcionarios de los que sobran a decenas de miles. Cero subvenciones  a los titiriteros, quienes, una vez anulado el canon digital,  con el que nos robaban 600 millones de euros, ahora lo van a recibir de  los impuestos gracias a la Ley Sinde, que ni el PSOE se atrevió a aprobar. Subtotal, 6.000 millones.
Y  ahora, Don Mariano, a ver si tiene el cuajo y la vergüenza torera de  explicar a sus votantes de clase media que es mucho más importante  mantener abiertas televisiones para cantar las glorias de los barones  autonómicos que no subir los impuestos. A ver si les explica que es  mucho más importante prohibir la publicidad a TVE en favor de T5 y  Antena que impedir que paguen más impuestos. O que es necesario  subvencionar con 2.500 millones a unos sindicalistas que representan a  menos del 10% de los trabajadores. Me temo que, al igual que su amigo  Zapatero, Rajoy piensa que somos imbéciles. Y lo peor es que,  probablemente, tiene razón. 
Los recortes de gasto se han  cifrado en un total de 8.900 millones (entre congelación salarial y  recortes de gasto necesario) mientras se mantienen miles de coches  oficiales, empezando por los de los concejales de las grandes ciudades,  algo que no sucede en el resto del planeta. Ahora, en lugar de  eliminarlos, los van a sustituir por otros de menor gama, un camelo que  además cuesta más que mantener los antiguos. Cabe recordar también las  embajadas, un total de 180 sin justificación alguna. O los 300.000  teléfonos móviles. Y lo más importante: las 5.000 empresas públicas,  inútiles en un 90% y sin ánimo de cambiar.
Insuficiencia manifiesta
Curiosamente,  lo que más ha alarmado a los mercados, a quienes la injusticia en el  recorte importa un bledo, ha sido el incumplimiento del déficit en un  8%, el doble del de Italia o Portugal. ¿Qué pasará en 2012? Pues que la  reducción del déficit al 4,4% comprometida con Bruselas requiere, como  mínimo, un recorte adicional de otros 20.000 millones, ya que la base de  cálculo de un incremento del PIB del 2,3 % de Zapatero era ciencia  ficción, y el consenso del mercado antes de los recortes era de una  caída del 2,1%. Sin embargo, ocurre que la tremenda deflación que  generarán las medidas propuestas, y las que se tomarán antes de fin de  marzo, convierten la caída del 2,1% en una previsión profundamente  optimista. Cada punto más de caída incrementará el déficit en 5.000  millones adicionales. 
Ahora bien, si Rajoy se ha fumado un puro con su promesa estrella  de no subir impuestos, ¿por qué razón no se va a fumar otro puro con el  compromiso de déficit? Zapatero lo ha incumplido reiteradamente, ha  hundido a España, ha enfrentado a los españoles, ha aprobado un Estatut  que destruye la unidad de la nación y ha legalizado a una banda de  asesinos sin haber entregado las armas ni renunciado a la lucha armada.  Rajoy no llega a tanto, pero no tenía ningún plan, excepto el de llegar  al poder. A todo lo anterior sumen la subida en los servicios (agua,  gas, transporte y electricidad, que va a ser sonada porque el déficit de  tarifa supera ya los 20.000 millones). La mayoría de los ciudadanos no  es todavía consciente de la dimensión de la recesión que se avecina.  Como decía Keynes, “cuando se supera lo previsto, ocurre lo imprevisto”.  
(*) Catedrático de Economía 

 
