HONG-KONG.- A la peste porcina africana la han catalogado como la “mayor pandemia animal del planeta”, y no es para menos. Cerdo que la coge, cerdo que muere. No hay vacuna que la prevenga ni cura que la sane. El virus, inofensivo para los humanos, es altamente contagioso entre los gorrinos, por lo que la solución más factible es sacrificar a
 todos los ejemplares susceptibles de haberlo contraído. Por si fuera 
poco, es altamente resistente en diferentes estados, lo que facilita su 
rápida extensión por vastos territorios. Una auténtica pesadilla para 
autoridades y ganaderos, recuerda el corresponsal del diario catalán La Vanguardia.
Aunque originario de África, el último brote está haciendo estragos en Asia. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
 de la pasada semana, en la región se han sacrificado más de 3,7 
millones de cerdos desde que se detectó en China en agosto del año 
pasado. 
“El mundo nunca se ha enfrentado a una epidemia tan peligrosa, 
difícil, compleja y cara como esta”, resumió recientemente el ministro 
vietnamita de Agricultura, Nguyen Xuan Cuon.
Hasta la fecha, su país es el más afectado, con más de 2,6 millones de 
tocinos muertos, un 10% de su cabaña total. Le sigue China, donde han 
matado 1,1 millones. También se han registrado episodios más pequeños en
 Hong Kong, Camboya, Laos, Mongolia y Corea del Norte. 
Otros, como 
Tailandia, Malasia o Corea del Sur, extreman las precauciones para 
evitar su entrada, mientras los afectados luchan por poner coto a la 
expansión de la peste.
Pero está demostrado que eso no es tarea sencilla. Muchas 
de las granjas en Vietnam o China son pequeños negocios familiares en 
los que andan escasos de recursos para implantar medidas de control y 
desinfección. 
Además, los ganaderos se muestran esquivos a la hora de 
informar de la detección de algún caso en sus piaras, ya que esto 
acarrea el sacrificio de toda su cabaña (con las pérdidas económicas que
 eso conlleva). 
Para evitarlo, las autoridades han optado por la 
zanahoria y el palo: compensaciones por cada ejemplar muerto o 
subvenciones para la compra de nuevos animales en algunos casos; duras 
sanciones para los que no informen de los brotes detectados en otros.
Aunque Vietnam se lleva la palma en el número de 
ejemplares sacrificados, la principal fuente de preocupación para los 
analistas es China. 
Aquí, el cerdo es el producto cárnico más consumido 
con diferencia y fuente principal de proteínas para una población de 
casi 1.400 millones de personas. Eso lo convierte en un asunto de 
Estado, hasta el punto de contar con la única reserva estratégica 
nacional del mundo de este producto (estimada entre 100.000 y 200.000 
toneladas de carne congelada). Para saciar sus necesidades, el país 
sacrificó para su consumo unos 700 millones de cerdos el año pasado 
(cerca del 50% mundial). Pero este ejercicio, pese a que el Ministerio 
de Agricultura chino aseguró hace días que el brote de peste está 
controlado, no llegarán a esa cifra, y ya advirtieron que la oferta 
nacional se contraerá. 
En abril, la entidad financiera Rabobank ya 
estimó que la producción china podría reducirse entre 150 y 200 millones
 de cabezas, un tercio del total.
Los efectos de esta situación ya se han dejado 
sentir en los mercados. A nivel global, el precio de la carne de cerdo 
ha subido en torno a un 40% interanual, con diferentes estimaciones 
apuntando a que seguirá creciendo durante los próximos meses conforme 
aumentan las exportaciones a China (que en mayo fueron un 63% más). 
“Si 
la situación de la enfermedad se escapa del control, la carne de cerdo 
podría alcanzar precios antes nunca vistos”, auguró el analista 
Jean-Paul Simier. Tampoco se descarta que provoque un aumento de la 
inflación en los países más afectados y un encarecimiento del resto de 
las carnes, llamadas a cubrir el vacío dejado por el descenso de la 
producción de porcino. 
“Es probable que el brote de peste porcina 
africana en el este de Asia tenga un impacto notable en los mercados de 
carne y piensos de todo el mundo”, corroboró en su informe la FAO.
 
 

