Este año de 2016 termina con las mismas incógnitas, o quizás más, con 
las que se abrió, después de unas elecciones generales convocadas en 
mayo de 2015, que se celebraron un 20 de diciembre de ese año, y que 
sirvieron, casi exclusivamente, para cebar la mayor crisis institucional
 que ha sufrido el país desde el inicio de la Democracia, con la 
aprobación de la Constitución de 1978. Los resultados electorales 
dibujaron, hace un año, un cuatripartito (PP, PSOE, Podemos y 
Ciudadanos) que dejaron arrinconado por el momento al bipartidismo y que
 parecía suponer la aparición de lo que se ha venido en llamar por 
algunos la “nueva política”, que venía a enterrar –decían en las plazas y
 calles del 25M– la “vieja política”, causante, según los partidos 
emergentes, de la actual crisis del propio sistema.
Los resultados del 20 de diciembre de 2015 venían a presentar un 
escenario político en el que parecía imposible el acuerdo si no cedían 
algunos de los partidos y si había capacidad de pacto por parte de las 
distintas formaciones políticas. El Partido Popular conseguía 123 
escaños (63 menos que en 2011) y un 28,71 % de los sufragios, seguido 
del Partido Socialista de Pedro Sánchez, que obtenía el 22,01 % de los 
votos, lo que se traducía en 90 diputados (20 menos que en los 
anteriores comicios, su peor resultado en la actual democracia). El 
partido liderado por Pablo Iglesias, Podemos, que se presentaba por 
primera vez a unas generales obtenía 42 diputados (un 12,69 % de los 
votos) que, sumado a las coaliciones electorales autonómicas En Comú 
Pôdem , (12 parlamentarios, 3,69 % de los votos), Compromís-Podemos-Es 
el momento (9, 2,67 %) y En Marea (6, 1,63 %), todas ellas vinculadas a 
Podemos y otras formaciones de izquierda, dieron un total de 69 
diputados y el 20,68 % de los votos El otro partido emergente, 
Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, con Albert Rivera al frente, obtuvo
 40 diputados (un 13,94 % de los votos).
Un resultado político a la italiana, sin italianos, como venía 
anunciando el expresidente del Gobierno Felipe González. La propuesta de
 Mariano Rajoy, que sufría un notable varapalo después de haber encajado
 importantes castigos electorales en Andalucía y en las municipales y 
autonómicas, después de una mayoría absoluta de las mas sólidas de la 
derecha, era la formación de una Gran Coalición a la alemana en la que 
entrasen con el PP, el PSOE y Ciudadanos. Desde el principio, sobre todo
 con Pedro Sánchez al frente del PSOE y, tras una campaña electoral 
cuerpo a cuerpo, en la que llegó a acusar de corrupto y mentiroso al 
presidente del Gobierno, esa Coalición parecía imposible.Y lo fue. 
Sánchez intentó una investidura para poner en marcha el artículo 99 de 
la Constitución porque si no, a menos que se cambiase la Constitución, 
no había posibilidad de salir del bloqueo.
Volvieron a convocarse elecciones para el 26 de junio y el Partido 
Popular ganaba con el 33% del voto, con casi 7,9 millones de papeletas y
 137 diputados, 14 más que en las anteriores.Todas las demás fuerzas 
eran castigadas. El PSOE no conseguía sostener su suelo, ya muy bajo, de
 los 90 escaños y se iba a 85 diputados, con algo menos del 23% del voto
 y 5,4 millones de votos. Se dejaba en el camino, desde el 20-D, más de 
120.000 votantes. Y es que las dos fuerzas emergentes, la coalición 
Unidos Podemos y Ciudadanos, eran los otros grandes perdedores; 
especialmente por las altas expectativas que habían alimentado y que se 
veían defraudadas. La alianza morada –la de la sonrisa y el pacto del 
botellín que juntó a Izquierda Unida y Podemos–fracasaba. En toda regla.
 Cantaban una remontada que implicaba, al final de la campaña, no sólo 
saltar por encima del PSOE, sino colocarse en empate técnico con el 
Partido Popular. Nada de esto sucedía. La alianza Unidos Podemos sumaba 
exactamente lo mismo que consiguieron por separado sus dos fuerzas 
integrantes en diciembre: 71 escaños. Como coalición conseguía un 21,1% 
del voto.
Son importantes estos datos porque han condicionado la política española
 durante este año que termina y que también condicionará el año que 
comienza, ya que el actual Gobierno está instalado en una cierta 
inestabilidad, fruto de las elecciones, con el apoyo de Coalición 
Canaria y Ciudadanos, partido que no ha querido entrar en el Gobierno y 
que se siente marginado, ante el idilio que el Ejecutivo mantiene con el
 PSOE, en un intento de potenciar su papel en la Oposición. Un papel 
que, por ahora, los socialistas han arrebatado a Podemos .Estos últimos,
 empeñados en recuperar la calle y refundar el partido en el Congreso de
 Vistalegre II, que se celebrará en la segunda semana de febrero, en las
 mismas fechas que el convocado por el Partido Popular y que, sólo la 
preparación, ya ha producido una auténtica crisis interna entre 
“Pablistas ” y ”Errejonistas”, de la que no se sabe todavía que puede 
salir.
Otra crisis también importante es la del PSOE, que tiene que resolver la
 militancia y la actual Gestora que gobierna el partido tras la dimisión
 de su secretario general Pedro Sánchez el pasado mes de octubre, al ser
 derrotada su propuesta de celebrar un congreso exprés para intentar 
blindarse ante unas terceras elecciones. Esa Gestora tiene que convocar 
ahora ese Congreso del que tienen que salir, en unas primarias, un nuevo
 secretario general, que sea capaz de sacar al partido de una de las 
mayores crisis que ha vivido desde la refundación de Suresnes (Francia) 
en 1974.
El gran problema que tiene por delante es que, tras la grave fractura 
que se provocó en octubre, que estuvo a punto de desembocar en 
enfrentamientos cuerpo a cuerpo, va a ser difícil saldar las heridas si 
los contrincantes, en esas primarias son Pedro Sánchez y la Presidenta 
andaluza, Susana Díaz. Cualquiera que salga elegido provocará la 
división del partido en dos facciones, difíciles de que en el futuro 
puedan llegar a un entendimiento.
El único que, a pesar de todos los problemas, parece haber superado 
todas las crisis es el PP y su presidente, Mariano Rajoy, que a pesar de
 su debilidad parlamentaria, tiene la posibilidad de convocar nuevas 
elecciones en mayo de 2017, dos años después de haber disuelto el 
Parlamento para las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Es más, 
aprobado el Techo de Gasto para los nuevos Presupuestos Generales del 
Estado, Rajoy, con ese Techo de Gasto y la plantilla de los Presupuestos
 de este año, que se empeñó en aprobar antes de las elecciones, tiene 
margen de maniobra hasta finales del año que viene. De todas formas, 
para aclarar ese acto fallido reciente en una cena de partido en la que 
animó a todos, para unas próximas elecciones, este viernes en su balance
 de curso, Rajoy quiso insistir en que su propósito es agotar los cuatro
 años de legislatura.
Pero Rajoy tiene todo preparado para lo contrario, tiene margen de 
maniobra y unas encuestas que le son favorables. En tan solo un año, el 
Partido Popular ha conseguido crecer 8,2 puntos porcentuales. Ha pasado 
del 28,7 % de los votos obtenidos en las elecciones generales del 20 de 
diciembre de 2015 al 36,9 % del sondeo de diciembre de NC Report para el
 diario La Razón. Precisamente, son 8,2 puntos que han perdido las tres 
grandes formaciones políticas de la oposición: Unidos Podemos baja 3,2 
puntos, los socialistas se dejan 2,7 y Ciudadanos otros 2,3. Mientras 
que el resto de opciones políticas minoritarias siguen sumando en la 
actualidad el 11 % de los votos válidos, igual que el 20-D de 2015. Los 
populares han ido remontando en este último año, mes a mes.
Una segunda encuesta la del CIS, refleja la crisis del PSOE que ahora 
obtendría un 17% de los votos, 5,6 puntos menos que en las pasadas 
elecciones del 26 de junio. Por contra, el PP ha afianzado su posición, 
con un 34,5%, 1,5 puntos más que en los últimos comicios. La prueba de 
que el PSOE puede todavía recuperar a sus votantes es que Podemos apenas
 sube 0,7 décimas. Es decir, el votante tradicional socialista sigue sin
 confiar en Pablo Iglesias y sus propuestas populistas. El barómetro del
 Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondiente al mes de 
octubre señala que el PP volvería a ganar las elecciones, con el 34,5% 
de la intención de voto (1,5 puntos más que en las elecciones del 26-J, 
cuando logró el 33,03% de los votos). El PSOE se desploma en intención 
de voto al quedarse en el 17%, casi seis puntos menos que sus resultados
 en las generales (22,67%) y es la tercera fuerza política, superado por
 Unidos Podemos y sus confluencias.
Según este barómetro electoral del CIS, la segunda fuerza política es 
Unidos Podemos que, sumando a IU y a las confluencias (Compromís, En 
Comú Podem, En Marea), logra el 21,8% de la intención de voto, casi 
cinco puntos más que el PSOE y un resultado similar al del 26-J 
(21,10%). Ciudadanos, cuarta fuerza política, logra el 12,8% de la 
estimación de voto frente al 13,05% de los votos logrado el 26-J; ERC, 
quinto grupo parlamentario, consigue una estimación de voto del 3,0% 
(mejora algo sus resultados electorales, 2,63%). En cuanto a la valoración de líderes, ninguno de los líderes a examen , llegan al 
aprobado, y el que más se acerca es Xavier Doménech (En Comú Podem) con 
un 4,51, seguido de Alberto Garzón (IU) con un 4,47 y Joan Baldoví 
(Compromís) 4,31.El líder del PP, Mariano Rajoy, se queda en el 2,97 y 
Pedro Sánchez, logra un 3,35. El más valorado entre los encuestados es 
Albert Rivera (Ciudadanos), con 3,69 puntos. Pablo Iglesias (Podemos), 
se queda en 3,22.
Como en todas las encuestas , Rajoy siempre es el peor valorado, pero a 
pesar de eso, es el que mejor ha salido de ese tsunami político que ha 
sido 2016, cargado de incógnitas. Con seguridad, 2017, vendrá con más, 
con muchas más …. Pero, a la espera de lo que venga, este 31 de 
diciembre se tomó las doce uvas dispuesto a todo. Por algo tiene piel 
de elefante según su querida y admirada Angela Merkel.
(*) Periodista y economista