MURCIA.-  Los trabajos arqueológicos realizados en el 
yacimiento de La Bastida, en Totana, han sacado a la luz un 
sistema de fortificación de hace 4.200 años que confirma que la ciudad 
fue el asentamiento más desarrollado de Europa en términos políticos y 
militares durante la Edad de Bronce, sólo comparable con la civilización
 Minoica de Creta.
   Así lo han hecho saber en rueda de prensa el consejero de Cultura y
 Turismo, Pedro Alberto Cruz, acompañado del catedrático de Prehistoria 
de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y director de la 
excavación, Vicente Lull; el responsable del Área de Proyectos 
Estratégicos de la Universidad, Iván Martínez; y la alcaldesa de Totana,
 Isabel María Sánchez.
   Lull ha destacado que la estructura de fortificación es "insólita"
 porque los elementos que la constituyen "no se conocían en Europa", y 
sólo se conocían un poco antes en el Próximo Oriente, después de la 
tradición mesopotámica y egipcia, básicamente en las fortificaciones de 
Siria y Palestina, así como en Anatolia.
   En este sentido, el catedrático remarca que lo interesante es que 
los contactos entre este y oeste en esa época "eran absolutamente 
imposibles de certificar", por lo que la fortaleza de La Bastida 
representa "el mueble a través del cual los arqueólogos van a poder 
establecer esa vinculación".
   El director de la excavación ha señalado que se trata de una 
vinculación estructural, porque la fortificación es un monumento 
"iguales a sus paralelos en el Próximo Oriente". De todas formas, ha 
precisado que todavía queda por excavar la parte interior de la muralla,
 y el análisis de los elementos muebles que encuentren "pueden arrojar 
más luz sobre esa relación".
   Cuando los arqueólogos excaven el resto del complejo podrán 
averiguar a qué responde con exactitud. De momento, Lull plantea la 
posibilidad de que la fortaleza fuera construida por un "ingeniero loco"
 que venía del Próximo Oriente a hacer algo así. Se trata de la única 
posibilidad que "entra en la cabeza" de los arqueólogos, porque es 
"insólito que en el 2.200 a.C se rompan las estructuras urbanísticas de 
forma tan radical".
   Como conclusión, Lull establece que es preciso rescribir la 
historia de la cultura argárica, ya que "no se trata de una sociedad que
 va gestando un Estado, sino que se trata de una sociedad que ya entra 
de forma poderosa y fuerte, que se identifica con una conquista y que se
 defiende inmediatamente".
   La fortificación constaba de una muralla de dos a tres metros de 
grosor, construida con grandes piedras trabadas con argamasa y reforzada
 por torres macizas tronco-piramidales distribuidas a escasa distancia 
entre sí, de unos cuatro metros de lado. La altura original del complejo
 defensivo rondaría los seis o siete metros, de los que se conservan 
cuatro, ha añadido Cruz.
   El catedrático ha remarcado que se trata de una fortificación 
militar pensada estratégicamente, y explica que este avance es 
"fundamental y básico" desde el punto de vista de la historia militar".
   Lull ha explicado que en la época anterior al asentamiento de La 
Bastida, el enfrentamiento entre la gente se producía al llamamiento del
 tradicional "pueblo a las armas", con la salvedad de que en aquél 
contexto "no había armas", por lo que las personas tenían que recurrir a
 sus herramientas para matar a los enemigos.
   En cambio, a partir de la época argárica y, concretamente, con el 
asentamiento de La Bastida, este concepto cambia y la población ya 
dispone de armas. De hecho, el arma principal de esta época es "muy 
sofisticada" y consiste precisamente en impedir que el enemigo penetre 
en la fortaleza de una manera estratégica, lo que constituye una 
contestación en tácticas de guerra.
   A la hora de construir la fortaleza se tuvo en cuenta que los 
atacantes tienen que dejar visible siempre el flanco más débil, que es 
el derecho porque es donde portan las armas, por lo que los defensores 
tenían una posición desde donde acribillarlos. Concretamente, podían 
acribillarlos desde tres flancos diferentes, no sólo de frente, sino 
también desde los lados.
   Si los atacantes superaban este hostigamiento, la estructura de la
 fortaleza les obligaba a transitar por un recodo dejando libre su parte
 más frágil para, posteriormente, acceder por unos portones "enormes" y 
de difícil acceso, que estaban colocados en rampa y que los arietes no 
podían tumbar al no haber espacio suficiente para hacer presión, porque 
los atacantes se caerían por el barranco.
   En el supuesto de que los agresores lograran tumbar las puertas, 
Lull explica que entrarían en un pasillo fortificado que actualmente 
conserva cuatro metros de altura en cada lado y cuatro metros de 
anchura. Los atacantes podían entonces pensar que habían conquistado 
felizmente la ciudad, pero eso no era así porque entonces eran asediados
 por los defensores que estaban sobre los muros.
   Aún así, suponiendo que los atacantes pudieran acabar con los 
habitantes, la fortaleza contaba con una puerta trasera secundaria por 
la que podían salir los guerreros de la ciudad para atacar por la 
espalda a quienes habían conseguido acceder. "Es decir, es una 
estructura militar complejísima hecha exclusivamente para ese uso", 
remarca Lull.
   En este sentido, lo único que han encontrado los arqueólogos en la
 parte que han excavado de la parte interior son armas construidas con 
cuerno de ciervo que parecen alabardas, así como puntas de flecha. 
Además, han localizado una tumba de mujer "muy interesante", aunque casi
 todo el interior está todavía por excavar.
   Hasta ahora se han descubierto seis torres a lo largo de un tramo 
de 70 metros, aunque el perímetro de la fortificación habría alcanzado 
los 300 metros. La entrada al recinto se realizaba a través de un 
pasillo flanqueado por potentes muros, que quedaría cerrado con portones
 encajados entre gruesos postes de madera.
   Uno de los elementos arquitectónicos más relevantes que se han 
descubierto es un arco apuntado que remata una poterna, o puerta 
secundaria, próxima a la entrada. El arco se ha conservado completo y es
 inédito en la prehistoria europea. Sus precedentes se hallan en la 
segunda ciudad de Troya (Turquía) y en el mundo urbano del Próximo 
Oriente (Palestina, Israel y Jordania), influido por las civilizaciones 
de Mesopotamia y Egipto.
   Esto indicaría la participación de gente de Oriente en su 
construcción, llegada a La Bastida tras la crisis que asoló sus regiones
 hace 4.300 años. Hubo que esperar entre 400 y 800 años para que 
civilizaciones como la hitita y la micénica, o grandes ciudades-estado 
mediterráneas como Ugarit adoptasen esta innovación en su arquitectura 
militar.
   Las torres y los lienzos de muralla revelan conocimientos muy 
avanzados en arquitectura e ingeniería, salvando desniveles de hasta el 
40 por ciento. Las argamasas utilizadas proporcionaron una enorme 
solidez a la obra, trabando con fuerza las piedras, haciendo 
impermeables sus paredes y negando así cualquier asidero a los 
asaltantes.
   La Bastida pretende ser excavada sistemáticamente para ofrecer al 
público un Parque Arqueológico único en España, que aúne un museo 
monográfico, un centro de investigación y documentación, y un yacimiento
 acondicionado para su visita.
   El consejero se ha comprometido a que se trata de un "camino de no
 retorno", y el proyecto forma parte del "catálogo de prioridades del 
Gobierno regional" a pesar de las "dificultades presupuestarias de la 
Comunidad".
   Lull ha remarcado la "suerte" que tiene la Región de tener un 
yacimiento de "esta envergadura", y ha apreciado que "con un poco de 
inteligencia se puede hacer algo notable". Ahora mismo, los arqueólogos 
están trabajando para que las lluvias y las inclemencias del tiempo no 
afecten al conjunto.