Europa nos está mirando. Y lo hace con preocupación, con una 
inquietud que va creciendo a medida que avanza el calendario hacia el 
1-O, cuando los independentistas catalanes planean celebrar un 
referéndum secesionista ilegal, según la Constitución española. Las 
instituciones desde Bruselas y Estrasburgo apoyan la legalidad al igual 
que los países europeos que defienden claramente la integridad 
territorial de España frente al desafío independentista en Cataluña.
Los separatistas saben que la independencia, en los términos de 
ilegalidad que plantean, es inviable sin el reconocimiento exterior y un
 masivo apoyo interno, por ello su objetivo es que cale el mensaje de 
que su demanda es a favor de más democracia, traducida en el voto en las
 urnas. Entre los europeos las opiniones son diversas pero coinciden en 
la complejidad de la cuestión y muchos, en los medios y desde centros 
académicos, reclaman mayor voluntad de consenso por ambas partes.
Desde Madrid y desde Barcelona se mira a Europa también con suma 
atención. Las declaraciones de la Comisión y el Parlamento europeo son 
cruciales en este pulso, que mantiene a las cancillerías de la UE muy 
atentas. El mensaje oficial de la Comisión Europea, expresado por su 
presidente Jean-Claude Juncker, es de “apoyo al Constitucional y a las 
Cortes españolas”.
Los dirigentes catalanes saben que no hay fisuras en ese 
planteamiento y que si se independizaran, no serían reconocidos por los 
miembros de la UE y saldrían de la UE y de la eurozona. Pero se aferran a
 las hipótesis (si hubiera referéndum y ganara el sí, la UE lo 
respetaría) para presumir del supuesto 
respaldo de Juncker.
 Su oficina hubo de enviar el jueves varios comunicados dejando claro 
que la Comisión no está dando su visto bueno a la consulta.
Lo cierto es que la posición de la Comisión y del Parlamento, según confirmó en 
una carta reciente el
 presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, a la eurodiputada Beatriz 
Becerra se mantiene desde 2004 y es clara: “Si una parte del territorio 
de un Estado miembro dejase de formar parte de ese Estado para 
convertirse en un nuevo Estado independiente, los tratados ya no se 
aplicarían en ese territorio. En otras palabras, un nuevo Estado 
independiente se convertiría en un tercer Estado”. Y Tajani ha 
puntualizado: “Cualquier acción contra la Constitución de un país va 
contra la UE”.
En esta línea, Jean-Claude Piris, ex director general de servicios jurídicos de la UE, 
ha apuntado recientemente en 
La Voz de Galicia:
 “Si no respetas los Tratados de la UE, porque no respetas el Estado de 
derecho, porque violas la Constitución española, los países miembros 
tienen la obligación de no reconocerte y no examinar tu candidatura”.
La ley está de parte del gobierno español, pero en este singular 
pulso también juegan un gran papel el apoyo político y el mediático. “La
 posición de Tajani es la más clara porque es un posicionamiento 
político y no sólo jurídico. Dice que un evento político ilegal en 
España es también un ataque a los valores de la UE. Políticamente Europa
 ha mantenido cierta neutralidad, lo que en teoría ayudaba a España a 
encontrar una solución sin injerencias, aunque el gobierno catalán lo ha
 aprovechado para decir que ‘todo seguía siendo posible’”, señala Didac 
Gutiérrez-Peris, director de estudios e investigación en el 
instituto Viavoice en París.
Según Gutiérrez-Peris, en los medios de comunicación europeos se está
 tratando el referéndum como un hecho inevitable, lo que favorece a los 
separatistas. “Ya sea por atraer al espectador, o porque es difícil 
explicar por qué el referéndum es ilegal a un público profano que no 
tiene mucha idea sobre la cuestión territorial española. Están comprando
 la idea de que habrá un referéndum importante y dejan de lado el debate
 sobre su legalidad, que fuera de España no tiene tanta resonancia”, 
añade el politólogo.
Las embajadas en Madrid siguen con mucho interés la cuestión 
catalana, y en las legaciones consultadas reconocen que es el asunto que
 ahora más les absorbe. Lo abordan con sumo cuidado, y ni siquiera los 
embajadores más tuiteros se hacen eco de informaciones o comentarios 
sobre el asunto.
“Es un asunto de política interna española y por ello no nos inmiscuimos. Tanto el presidente 
Emmanuel Macron como el 
Ministerio de Exteriores
 se han manifestado, sólo tras haber sido interpelados por los medios. 
Nos interesa una España fuerte y unida, dada nuestra estrecha 
cooperación, especialmente en cuestiones de seguridad”, afirma Marjorie 
Vanbaelinghem, consejera de prensa de la embajada francesa en Madrid.
Las oficinas de Acción Exterior, conocidas como embajadas catalanas,
 han sido uno de los pilares de la diplomacia del Gobierno de Carles 
Puigdemont, que ha dedicado decenas de millones de euros a la causa. La 
última apertura de más de una decena en Europa y cerca de unas 20 en 
todo el mundo fue la de Copenhague, a finales de agosto, pero las 
autoridades catalanas no lograron apoyos institucionales en la 
inauguración en Dinamarca, como pretendían. La diplomacia española, la 
única reconocida según insisten los socios europeos, vigila atentamente 
los movimientos de estas agencias.
Sin embargo, también desde Dinamarca, el viernes se ha dado a conocer 
una carta abierta
 de 17 diputados del Folkentinget, encabezados por Nikolaj Villumsen de 
la Alianza RojiVerde, en la que piden al gobierno español que “desempeñe
 un papel constructivo y promueva el diálogo político” para resolver la 
situación en Cataluña, según ha informado 
The Spain Report.
Invocan la fuerza del millón de asistentes a la Diada como argumento 
en favor del referéndum y critican que “se responda con amenazas y 
respuestas judiciales y legales” en lugar de buscar salidas políticas a 
la crisis. 
Son 17
 de un total de 179 diputados del Parlamento danés los que dan su 
respaldo a los independentistas catalanes, que seguro que buscan más 
adhesiones en Europa por esta vía.
Desde Alemania, uno de los países de Europa, junto con Italia, donde 
sus tribunales se han pronunciado contra la celebración de un referéndum
 de autodeterminación (
Baviera, 2017),
 el economista Juergen B. Donges, catedrático emérito del 
Institute for 
Economic Policy de Colonia, considera el desafío separatista como “una 
fuente de inestabilidad e incertidumbre para la UE absolutamente 
innecesaria”.
Donges, que ha sido presidente del Consejo de Expertos Económicos del
 gobierno federal, explica que no se entiende la euforia de los 
secesionistas. “Sus argumentos históricos son falsos y los 
económico-financieros también. Cataluña es una región atractiva para la 
inversión extranjera, incluida la alemana, una de las regiones más 
desarrollada de la UE, lo que no casa con el mensaje independentista de 
que es una región oprimida por el Estado español”.
Sobre la ilegalidad de la consulta, subraya Donges, profundo 
conocedor de la realidad española, que en Alemania sería impensable una 
actuación como la del gobierno catalán. “Es el mayor desafío al Estado 
de derecho jamás visto en la UE y supone una versión inusitada de golpe 
de Estado. El Parlament con las 
leyes de desconexión
 da por hecha su victoria en el referéndum. ¿Y si saliera el no? Los 
diputados de 
Junts pel Sí y de la CUP se han olvidado de las normas más 
elementales de la democracia… En Alemania no se concibe que el gobierno 
de un 
Land haga oídos sordos a las sentencia del Constitucional
 y de los tribunales nacionales”, señala el experto, quien subraya la 
diferencia con las consultas de Escocia y Quebec.
Desde Italia, donde también se han pronunciado los tribunales contra la
 autodeterminación de la Padania
 en 2015, el profesor Gianfranco Pasquino, profesor emérito de Ciencia 
Política de la Universidad de Bolonia, reconoce su preocupación “por las
 consecuencias inmediatas y futuras de todas las secesiones” y no le 
parece deseable ni positivo para los catalanes, o para los padanos, o 
los valones su escisión. “¿Va a mejorar la vida de los catalanes? ¿Y de 
los que viven en Cataluña sin ser catalanes?”, se plantea sobre el 
sentido del referéndum separatista.
“La cuestión catalana plantea el desafío de la identidad y el desafío
 de la diversidad. Y yo soy de los que sigo creyendo que es posible ser y
 definirse europeo nacido en Cataluña sin dejar de ser español. O 
europeo nacido en Turín, sin sentir la necesidad de un Piamonte 
independiente”, añade Pasquino, quien reconoce que de momento el interés
 en Italia no es grande, si bien “si los catalanes que quieren dejar 
España ganaran el referéndum, los padanos se sentirán exultantes de 
alegría”.
En Francia, Alemania e Italia, la opinión dominante, según el último 
barómetro sobre la imagen de España del Real Instituto Elcano, es que 
una eventual independencia de Cataluña sería perjudicial para los 
propios catalanes, aunque también para los españoles. El economista 
Juergen B. Donges lo tiene claro: “El potencial de crecimiento económico
 en Cataluña disminuiría considerablemente y el paro laboral aumentaría 
bastante. Cataluña necesitaría años para recuperarse”.
La Unión Europea teme que se abra la caja de Pandora del 
secesionismo, ahora que está inmersa en otra separación dolorosa, el 
Brexit, proceso con el que también se ha comparado el desafío 
independentista en Cataluña. El manejo del componente emocional, algo 
que parece imponerse en política, es quizá el componente común más 
significativo.  “Nadie está interesado en dar alas a fuerzas centrífugas
 en su país, ya sea en Francia (Córcega, País Vasco), Italia (Padania) o
 Bélgica (Flandes). Por ello nadie hará promesas halagüeñas a los 
catalanes separatistas, al contrario”, señala el ex asesor del gobierno 
alemán.
Resulta llamativo que hasta que se intensificaron las demandas 
escocesas, que han servido de claro referente en Cataluña, en más de 20 
años desde el fin de la Guerra Fría sólo han nacido cuatro nuevos 
Estados y tres de ellos en contexto bélico (Eritrea, Timor Oriental, 
Sudán del Sur) y Montenegro. Como señala Ignacio Molina, investigador en
 el 
Real Instituto Elcano en el artículo El secesionismo en democracias avanzadas: Cataluña, entre Escocia y Padania, “ninguno de estos casos resultaba envidiable… Incluso Kosovo, pese a poder apelar a una 
remedial secession y contar con amplio reconocimiento (no de España) sigue hoy fuera de la comunidad internacional”.
Coincide, según Molina, el proceso en Cataluña con la cuestión 
escocesa en “una eficaz narrativa democrática, que enfrenta al pueblo 
con unas élites centralistas… la idea del independentismo adoptando 
mensajes de izquierdas y la demanda de perfeccionamiento de las 
democracias plurales y descentralizadas”.
Esos mensajes son los que trasladan los independentistas catalanes al
 público europeo. Y se deja de lado que sin reconocimiento no hay 
independencia, que la salida de la UE es un hecho o que esa Cataluña 
independiente quedaría fuera de la eurozona y muchas empresas se 
trasladarían, como ya están haciendo algunas, dada la incertidumbre.
Precisamente el gobierno autónomo escocés 
se ha referido
 este sábado al 
Acuerdo de Edimburgo de 2012 como ejemplo para una 
posible solución para la cuestión de Cataluña, según ha informado Europa
 Press.  La ministra de Asuntos Exteriores del gobierno escocés, Fiona 
Hyslop, ha recordado en un comunicado que “los dos gobiernos tenían un 
punto de vista diametralmente opuesto sobre si Escocia debía ser 
independiente”, pero “fueron capaces de unirse para acordar un proceso 
para que la gente pudiera decidir”.
Desde Bélgica, uno de los países donde el separatismo cala más hondo,
 el politólogo Bruno Coppieters, de la Universidad Vrjie de Bruselas, 
cree que a la población europea le preocupa “la falta de negociaciones e
 incluso de diálogo entre las partes, algo que sorprende en el contexto 
de la Unión Europea, dado que la integración europea se construye en 
base a los compromisos, y este conflicto parece obedecer a una lógica 
diferente”.
Según Coppieters, experto en federalismo y secesionismo en Europa, en
 la UE el desafío separatista ha creado “inseguridad, incluso ansiedad” 
porque no sabe cómo ayudar a resolverlo. “La UE tiene muy poca capacidad
 de maniobra en un conflicto de soberanía entre uno de sus Estados 
miembros y una entidad no reconocida localizada en el territorio de su 
Estado miembro”, señala el politólogo.
La singularidad del caso catalán llama la atención del experto. “Hay 
varios movimientos nacionalistas en Europa que reclaman la 
independencia, incluso en Flandes, pero no defienden el derecho a la 
independencia, con contadísimas excepciones. Un paso así lleva a la 
confrontación. En general, se tienen en cuenta las consecuencias y se 
trata de evitar el choque, como hicieron los nacionalistas escoceses al 
llegar a un acuerdo con el gobierno británico para celebrar un 
referéndum. En Flandes la mayoría defiende la idea de una confederación 
que se logrará con una reforma constitucional”, añade Coppieters.
Tras el enfrentamiento abierto con Madrid, excepcional en el contexto
 europeo, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, el 
vicepresidente, Oriol Junqueras, a los que se ha sumado la alcaldesa de 
Barcelona, Ada Colau, han lanzado un llamamiento al diálogo al Rey y al 
presidente del gobierno a través de 
una carta en la que piden una salida a la situación catalana, basada en la celebración del referéndum.
Hasta ahora han respaldado la apuesta independentista el ex ministro 
de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, y el fundador de WikiLeaks, 
Julian Assange. “Lo que me gustaría es que en cualquier país, si una 
región desea hacer un referéndum, la Constitución se cambie para que no 
sea ilegal poder hacerlo”, decía Varoufakis en 
una entrevista reciente en 
Huffington Post.
Assange lleva unas semanas esgrimiendo las tesis del gobierno catalán y llegó a 
tuitear una foto
 de los tanques en Tiananmen en alusión a que la represión no 
funcionaría en Cataluña. Hay quienes ven la mano negra del Kremlin tras 
este apoyo de Assange, que suele respaldar las mismas causas 
desestabilizadoras que el presidente ruso, Vladimir Putin.
Según Gutiérrez-Peris, “intervenciones como la de Assange muestran 
que hay un interés probablemente turbio en utilizar el referéndum y la 
causa independentista para otros fines políticos. En este sentido, la 
internacionalización no es tanto el éxito del gobierno catalán, sino de 
quienes ven un interés en utilizar el conflicto para su propia agenda”.
Sea como sea, difícil resulta aventurarse a hacer un pronóstico sobre
 qué pasará el 1-O y mucho menos los días después, pero habrá que buscar
 vías de reconciliación y acercamiento. Gianfranco Pasquino, que se 
presenta como europeo nacido en Turín, tiene la esperanza de que no 
ganen los favorables a la secesión. “Si lo hacen, confío en que pueda 
seguir yendo a Barcelona a disfrutar de los partidos del Barça sin 
visado”. El fútbol y el sentido del humor es lo que queda para tender 
puentes entre Madrid y Barcelona.
(*) Periodista