En las últimas encuestas acerca de las 
preocupaciones de los ciudadanos aparece la corrupción dentro los 
primeros puestos desde que esta estafa financiera dio la cara: las 
víctimas pagan las consecuencias, lo que se traduce en pagar las deudas 
que tienen los enriquecidos entre sí, aprovechando esto para recortar en
 justicia y libertad, secuestrando la democracia y que los ciudadanos 
tengan que elegir entre la sumisión y la obediencia o entre la 
resistencia y la lucha, sabiendo que quien no acepta la sumisión tiene 
que aceptar las consecuencias.
Existe la corrupción (no sólo como 
definición) porque hay corruptos y hay corruptos porque hay corruptores y
 éstos quieren que se hable de la corrupción como una categoría moral, 
de la condición humana. Su objetivo principal es que asumamos, aceptemos
 y proclamemos que todos somos corruptos y que, por tanto, todos somos 
iguales, subrayado en la política y extendiéndose a todos los políticos 
¿Por qué un corruptor se siente tan bien cuando oye a los ciudadanos que
 todos los políticos son iguales, que sólo van a chupar del bote y a 
robar? Porque han conseguido camuflar bajo esa sensación sus acciones de
 enriquecimiento ilícito, porque se pone al mismo nivel al corruptor y 
ala persona que tiene actitud de servicio y honestidad. Legitiman la 
corrupción con la idea de que todos somos corruptos, los presentes y los
 que vengan.
La corrupción es la mejor arma del sistema 
capitalista neoliberal. El sistema comunista de los países del Este de 
Europa fue derrumbado por la corrupción de quienes se presuponía que 
vivían los valores de la igualdad, la justicia y la libertad. Los que 
gobernaban fueron corruptos y explotaron a su pueblo, ejerciendo una 
represión brutal basada en la tortura, la cárcel, las deportaciones y la
 muerte.
Hay una creencia de que el capitalismo caerá por sus 
contradicciones, que sería la pobreza, la destrucción de la naturaleza y
 la corrupción y, precisamente, estas tres cosas no son contradicciones,
 sino las señas de identidad de los capitalistas, por eso, el 
capitalismo no se ha debilitado; se ha consolidado, porque ha logrado 
recortar muchos derechos sociales y laborales sin que la gente se 
subleve ante tanta injusticia, soberbia y prepotencia de las élites 
financieras y económicas y de sus políticos cómplices.
Hay que 
hablar de corruptores y definir dónde y cómo se hace la corrupción. Un 
ejemplo: ¿Es corrupción manipular una información en un medio de 
comunicación? Sí, lo es. ¿Es corrupción hacer leyes aunque se tenga una 
mayoría sabiendo que va a beneficiar unos pocos y muy ricos en contra de
 la mayoría de la ciudadanía? Sí, y más si cuando después de dejar la 
política institucional, se incorpora a esas empresas multinacionales que
 se han beneficiado enormemente con esas decisiones políticas. 
¿Es 
corrupción si se buscan apoyos dentro del partido para acceder a los 
puestos de decisión máximo si se accede para recompensar a esos apoyos 
con cargos importantes? Sí. ¿Es corrupción desregular la economía para 
que las multinacionales hagan y deshagan a su capricho provocando 
incluso la hambruna? Sí. ¿Es corrupción guardar silencio ante tanta 
injusticia? Sí, es corrupción „estoy pensado en mi querida Iglesia„. Así
 podríamos poner ejemplos, además de los evidentes casos donde se compra
 voluntades.
Otra de las estrategias de los corruptores es poner 
todo al mismo nivel. ¿Es lo mismo recalificar terrenos a cambio de 
dinero que no hacer una factura sin IVA porque lo está pasando mal y no 
puede? En el segundo caso no hay corrupción, hay supervivencia. ¿Es lo 
mismo no hacer leyes que permitan la dación en pago, la paralización de 
los desahucios y el alquiler social que cometer para contentar a los 
banqueros que cometer una irregularidad administrativa? 
Los 
corruptores utilizan como instrumento el dinero. Si uno toma un billete 
de 50 euros y lo observa y piensa ¡qué esto valga más que una persona! ,
 podemos llegar a empezar a pensar y reflexionar qué tipo de sociedad 
hemos hecho donde el dinero, el afán absoluto de acumularlo se ha 
convertido en valor supremo. Los bancos son los nuevos templos sagrados y
 los banqueros y grande empresarios son los nuevos dioses. De sus 
decisiones dependen nuestras vidas.
Los corruptores, además del 
pensamiento, intentan que la corrupción anide en nuestro corazón, en 
nuestro espíritu, no en un sentido espiritual. Quieren que nuestras 
emociones se llenen de avaricia, de codicia, de egoísmo y de violencia 
¿Cómo una persona con un discurso que hable de igualdad, de libertad, de
 participación, de justicia, pero con un corazón lleno de avaricia y de 
poder va transformar este sistema? Si lleva al poder reproducirá lo 
mismo.
Aquí está la gran batalla, en nuestro corazón, en nuestros 
valores, en nuestras emociones, en nuestra forma de pensar. Si queremos 
un mundo distinto, ese otro mundo posible y necesario, necesitamos gente
 llena de ternura, de bondad, de cariño, de respeto, de honestidad, de 
honradez, de saber retirarse a tiempo, de convicciones éticas profundas y
 con capacidad de mantenerse en ellas. De lo contrario este mundo no 
tiene futuro.
(*) Sacerdote, miembro de la PAH y 'Podemos'

 
 
