MADRID.- En agosto de 1998 miles de vecinos de Totana (Murcia) se manifestaron en el Ayuntamiento para protestar por la orden de la Delegación del Gobierno de Murcia
 que fijaba la expulsión del país de 133 de los 500 inmigrantes que 
residían en la localidad. Los totaneros protagonizaron actos 
reivindicativos para frenar la deportación que afectaba a ecuatorianos 
que no tenían regularizada su situación en España, pero que se ganaban la vida honradamente trabajando en empresas del pueblo dedicadas a la agricultura o la construcción, recuerda hoy El Español. 
La prensa internacional, como Paris Match y The New York Times,
 se hizo eco de aquella movilización vecinal y de los encierros que 
protagonizaron algunos ‘sin papeles’ en la sacristía de la parroquia de Santiago el Mayor. 
Dos décadas después de ese movimiento espontáneo de solidaridad la 
noticia en Totana es ahora bien distinta: la extrema derecha de Vox se ha impuesto en las urnas de un municipio con un 21%
 de población extranjera y es la única localidad de las 45 de la Región 
que está gobernada por un alcalde que es militante del Partido Comunista
 y de Izquierda Unida, Juan José Cánovas.
“Hemos sido ‘Trending Topic’: el pueblo con un
 alcalde comunista donde ha ganado un partido ultraderechista”, comenta 
con ironía el regidor totanero, Juan José Cánovas, mientras recibe a El Español en el despacho de la Alcaldía. 
No habla en vano el primer edil 
puesto que este lunes su pueblo fue tendencia regional en Twitter porque Vox se impuso en las elecciones generales en 21 de las 32 mesas electorales
 al sumar 4.029 votos (3.420 PP, 3.009 PSOE, 1.283 Unidas Podemos y 
Ciudadanos 904). 
Y todo ello sin haber celebrado en Totana ni un solo 
mitin en toda la campaña del 10N. “El tema es serio, el hecho de que los votantes de este pueblo apoyen una opción de ultraderecha es para preocuparse y reflexionar”, subraya el primer edil.
Juan José Cánovas alerta de que el partido de 
Santiago Abascal “tiene un discurso de mensaje fácil que canaliza el 
descontento general” y pone como ejemplo de ello los mensajes de Vox 
denunciando que la población inmigrante recibe más ayudas sociales que los españoles. 
El regidor desmonta ese argumento entregando a este diario un documento
 de los Servicios Sociales de Totana: entre el 1 de enero y el 12 de 
noviembre de 2019, la población española ha sido perceptora del 70,20% de las ayudas municipales destinadas al pago
 de recibos de la luz, el agua, alimentación básica y comedor escolar. 
El 29,80% restante de los beneficiarios se corresponde con la población 
extranjera.
“Desde el ‘boom’ migratorio que experimentó la Región de Murcia en 1994,
 somos una de las zonas calientes, somos un pueblo de inmigrantes”, 
subraya el alcalde, al tiempo que muestra el desglose del padrón 
municipal para evidenciar que la realidad social de Totana
 -donde conviven 28 nacionalidades distintas- es incompatible con la 
políticas migratorias que plantea Vox y que consisten, entre otras 
medidas, en no regularizar la situación de los ilegales. 
De los 31.639 
habitantes que hay en la localidad, 25.067 son españoles (79%)
 y 6.264 son extranjeros (21%). “Si Totana se quedase sin inmigración 
sería un desastre económico porque los inmigrantes trabajan en el sector
 agrícola, en almacenes, en la construcción, en el sector servicios y 
cuidando a personas mayores que son dependientes”, advierte Juan José 
Cánovas.
- Entonces, señor alcalde, ¿a qué achaca usted la victoria que Vox ha obtenido en Totana en las pasadas elecciones generales?
- En 
términos ideológicos Totana es un pueblo conservador, pero entre los 
vecinos cambia mucho la tendencia del voto de unas elecciones generales a
 unas municipales. Se ve a las claras que en los comicios locales la 
gente vota a la persona que encabeza cada candidatura y en los estales 
se fijan más en el mensaje que lanza cada partido. Ni el pueblo era 
comunista cuando me votó ni ahora el pueblo es fascista.
Españoles de origen ecuatoriano que votan a Vox
Tal reflexión es cierta porque el partido de Santiago Abascal en las elecciones municipales de mayo obtuvo 1.255 votos frente a los 3.343
 de Izquierda Unida que auparon a Juan José Cánovas a la Alcaldía. En la
 cita de las generales la tendencia se invirtió y los vecinos dieron 
4.029 sufragios a Vox y 1.283 a la formación de izquierdas. 
“Estoy 
convencido de que hubo vecinos que me votaron a mí en los comicios 
locales y ahora han votado a Vox y también estoy seguro de que les han 
votado algunos hijos de inmigrantes que han nacido aquí y son la primera
 generación de ecuatorianos nacidos en España”, admite con sinceridad el regidor.
- ¿Esa bipolaridad en el voto afectará de alguna forma a sus políticas municipales?
- No. 
Nuestro trabajo va dirigido a la mayoría de la población, no 
distinguimos colores políticos ni clases sociales. Nuestro objetivo es 
trabajar en la integración de toda la población, dignificar la política,
 impulsar la transparencia en el Ayuntamiento, mejorar la calidad del 
empleo y solucionar los problemas de vivienda que tiene la localidad.
Este político agnóstico, de 61 años, no 
piensa modificar ni un ápice sus iniciativas al frente de la Corporación
 municipal porque la ultraderecha en su pueblo haya pasado de cosechar 
3.160 sufragios en las elecciones generales del 28 de abril a 4.029 el 
10 de noviembre (+39%). 
“Siempre he tenido una clara tendencia desde joven a luchar por lo social,
 por la libertad, la democracia y en pelear contra las injusticias para 
ayudar a construir un mundo mejor”, resalta el alcalde y militante del Partido Comunista desde 1975.
 “Yo también fui inmigrante, estuve una temporada en Francia para trabajar en el campo recogiendo manzanas porque había mejores condiciones laborales que en España
 y allí contacté con españoles que se exiliaron para evitar los 
fusilamientos de la dictadura de Franco: ellos me influyeron mucho para 
afiliarme al Partido Comunista”. 
El espíritu reivindicativo y de izquierdas de Juan José Cánovas no se queda en el discurso porque en 1981 estuvo al frente de Comisiones Obreras en Totana hasta que en 1987 dio el salto a la política municipal como concejal de Izquierda Unida. 
 “Solo renuncié a la política en 2004, por enfermedad, pero en 2007 
regresé”. 
En los comicios de 2015 cerró un pacto de gobierno entre IU y el PSOE
 que permitió sacar al PP del Ayuntamiento después de verse implicado en
 tramas de corrupción urbanística, como el ‘caso Tótem’, y de generar 
una deuda de 130 millones de euros en las arcas municipales. 
En esta legislatura se enfrenta al ascenso de
 la ultraderecha y a una oposición conformada por 15 concejales con los 
seis ediles de Izquierda Unida con los que gobierna en minoría el 
Consistorio. “Nuestro proyecto está por encima de la ideología”. 
Esta 
afirmación del alcalde no evita que entre los vecinos se haya instalado 
un fuerte debate ideológico. “En Totana han votado a Vox en las 
elecciones generales por la inmigración y me parece preocupante”, 
asegura Brenda, una ecuatoriana que lleva quince años viviendo en la 
localidad y que regenta una cafetería. 
“Ese partido va en contra de los 
extranjeros, pero para mí Totana es mi pueblo, cuando alguien emigra es porque tiene una necesidad, de lo contrario no dejaría atrás a su familia”. 
Esta joven, de 26 años, asegura que ella ya ha sufrido las consecuencias del crecimiento experimentado por el partido de Santiago Abascal en Totana. 
“En mi comunidad de vecinos habíamos acordado no colocar nada de 
cableado en la fachada de las viviendas y en junio bajé a hablar con la 
presidenta de la comunidad de vecinos porque iba a meter la fibra óptica
 por el sótano, pero su marido me dijo que era una inmigrante de mierda,
 que venía de la selva y que no me enteraba de nada”, relata Brenda a 
este diario. 
“Le denuncié ante la Guardia Civil”. Esta hostelera votó el
 pasado domingo a Ciudadanos, precisamente uno de los 
partidos a costa del que ha crecido Vox en Totana porque la formación 
naranja ha perdido un 62% de sus votantes en la localidad al pasar de 
2.665 en abril a 904 en noviembre.  
Enfrentamiento por los pasos de peatones LGTBI
El ascenso de Vox está reactivando los 
discursos y acciones de grupos minoritarios de ideología de extrema 
derecha. Valga como ejemplo lo ocurrido en junio de 2018, cuando Falange en Totana colocó pancartas contra la decisión de pintar los pasos de peatones del municipio con los colores de la bandera arcoíris para concienciar sobre los derechos del colectivo LGTBI. 
 Esa
 decisión fue adoptada en la pasada legislatura por el equipo de 
Gobierno que entonces conformaban PSOE e IU al frente del Ayuntamiento y
 provocó una querella de la Asociación Libertas que los juzgados 
acabaron archivando. 
El debate ideológico también sigue ganando 
enteros en las redes sociales y a pie de calle, incluso en el seno de la
 población inmigrante. De las 28 nacionalidades que conviven en el 
término municipal, son mayoritarios los ecuatorianos (2.570), seguidos de los marroquíes (1.375) y bolivianos (1.172). 
En la comunidad sudamericana hay miembros que cuentan con la 
nacionalidad española y que abiertamente se muestran partidarios de Vox.
 De hecho, el partido de Abascal ha ganado en las mesas electorales del 
Centro Cultural La Cárcel y el Centro Social Era Alta situados en 
barrios donde mayoritariamente reside población migrante. 
“Lo que más me
 gusta de Santiago (Abascal) es que es una persona que transmite 
seguridad, seriedad, sabe lo que quiere y no duda al hablar”, afirma María Fernanda,
 ecuatoriana que lleva residiendo en España 14 años y que regenta una 
tienda de zapatos. 
“Llevo seis años viviendo en Totana, aquí me traje a 
mi hija mayor y he tenido un niño nacido en España”.
- Usted
 se tuvo que marchar de Ecuador para buscarse un futuro en suelo 
español. ¿Cómo es posible que le parezcan bien las políticas migratorias
 que propone Vox?
- Es 
bueno limitar y seleccionar las personas que pueden ser migrantes. Yo 
veo bien que cumplan una serie de requisitos: mirar que no tenga 
antecedentes penales, si tienen familiares en España y si pueden 
encontrar trabajo. Si ocurriese lo mismo con la inmigración en mi país, 
yo haría lo mismo.
- ¿Usted tiene la nacionalidad española?
- Sí
- ¿Ha votado a Vox?
- Sí
-  ¿Podría decirme qué es lo que le gusta del programa electoral de Santiago Abascal?
- Lo que más me gusta es que es muy patriota. (No recuerda ni una sola medida).
En Totana uno de los líderes de Vox es un hombre que no ha militado con anterioridad en ningún partido político: Javier Clemente.
 La agrupación local está representada en el Ayuntamiento con dos 
ediles, cuenta con 50 militantes y a raíz de los resultados de las 
últimas elecciones han solicitado colocar mesas informativas todos los 
domingos en la plaza del Ayuntamiento. 
“Nosotros lo que decimos lo cumplimos y la gente está recibiendo el mensaje correctamente. Al
 principio, los medios de comunicación nos teníais vetados y ya parece 
que el mensaje está llegando a más gente”, explica el concejal de Vox, 
Javier Clemente, que habla de veto informativo a su formación cuando 
nada más recibir la llamada 
de este diario advierte de que antes de atender al periodista tiene que 
preguntar a los líderes del partido en Murcia si puede realizar la entrevista. El periodista le convence y finalmente atiende la llamada sin pasar antes por ningún filtro.
- ¿A qué achaca usted que Vox se haya impuesto en las elecciones generales en un municipio como Totana con un alcalde comunista?
- La 
gente está cansada del tema del trabajo y aquí hay mucha inmigración que
 también es un tema importante y a tener en cuenta. Estamos observando 
que aumenta considerablemente. La gente se queja mucho de que en las 
escuelas, en una clase con 28 niños, 24 son extranjeros y cuatro 
españoles. Ahí, o falla algo, o no es proporcional. Entonces, claro, la 
gente no es que no quiera la inmigración porque es necesaria, pero están
 viendo que no está nivelada. Algo falla.
De inmediato el concejal de Vox añade como 
otro argumento para explicar la victoria en la localidad el tema de las 
ayudas sociales: “Estamos viendo que perciben muchas ayudas los 
inmigrantes y las personas autóctonas no perciben ningún tipo de ayuda y
 eso hace mella en la sociedad”. 
Esta afirmación la realiza sin aportar 
un solo dato frente al documento que el alcalde ha entregado a este 
diario, suscrito por los Servicios Sociales, en el que se detalla que 
este año las prestaciones han sido destinadas en una 70,20% de los casos
 a españoles y en el 29,80% a extranjeros.
- ¿Cómo cree usted que se debería gestionar la inmigración?
- Nosotros creemos que la inmigración es necesaria, pero tiene que ser controlada, de forma que según
 la necesidad de trabajo y de mano obra que exista en cada momento, pues
 nosotros podamos optar a la mano de obra que necesitemos. 
Y no que 
vengan y vengan y vengan con las puertas abiertas, sin tener necesidad, 
porque entre ellos mismos se están perjudicando porque están abaratando 
la mano de obra. Nosotros lo que queremos es una inmigración controlada,
 con todos sus derechos. Luego también abogamos por que esta inmigración
 no sea de países que nos quieran imponer sus creencias, sus leyes o sus
 normas. 
Por ejemplo, nosotros abogamos que sean de países hermanos, 
como los sudamericanos, que tienen las mismas costumbres y el mismo 
idioma y luego no nos imponen ciertas leyes.
- ¿Entonces me está diciendo que no quieren inmigrantes de países de África?
- Claro. 
Son inmigrantes que tienen otra forma de pensar y las asociaciones de 
mujeres no se meten con eso, pero lo que nosotros no podemos permitir es
 que vengan aquí a tratar a las mujeres como ellos las tratan en sus 
países. Ellos tienen que cumplir las normas y las leyes que nosotros 
tenemos en España. Por eso nosotros queremos más la inmigración 
hispanoamericana, pero no echamos para atrás a quien cumpla las normas.   
- En Totana residen 6.264 ciudadanos extranjeros. ¿A usted esa cifra qué le parece?
- Lo 
vemos exagerado. Lo digo más bien porque no hay trabajo para todos. 
Entonces para ellos mismos es malo porque su mismo trabajo se degrada, 
la gente les aprieta más y les pagan unos sueldos míseros. Eso no es 
correcto. Nosotros lo que queremos es que esté todo controlado y tengan 
sus sueldos en condiciones, pero claro, empiezan a venir, a venir y a 
venir, y ellos mismos chocan. Ya le digo, no tenemos nada en contra del 
inmigrante, lo que pasa es que los otros partidos dicen que nosotros 
somos xenófobos, pero eso no es verdad.
- La
 agricultura es uno de los motores de la economía de Totana y el grueso 
de la mano de obra son inmigrantes. ¿Si se reduce la cifra de 
inmigrantes quién sacará adelante los jornales?
- No 
dispongo de esa información. Lo que vemos es que hay mucho inmigrante 
por ahí, sin trabajar, y eso trae problemas. Cuando tú estás desocupado 
no tienes para comer y entonces empiezan los problemas. Tú sales por el 
pueblo y ves muchísima gente inmigrante sin trabajar. Eso tiene que 
salir de algún lado, eso no es normal. Algo falla. Hay que ver qué 
ocurre. Intentar colocarlos en otros puntos, en otras ciudades, lo que 
queremos es que no haya sobrepoblación en ningún sitio porque no es 
bueno.
Con este discurso la pedanía del Paretón, un 
feudo histórico del PP en Totana, ha pasado a manos de Vox. El partido 
de Abascal también ha arrasado en barrios de la periferia del municipio y
 ha calado en el empresariado agrícola. 
Precisamente, en agosto de 1998,
 entre los manifestantes que se lanzaron a las calles del pueblo para 
protestar contra la deportación de ecuatorianos en situación irregular 
había empresarios del sector agroalimentario. 
“Muchos de esos 
inmigrantes trabajaban como jornaleros en el campo y antes se les 
valoraba como mano de obra barata”, recuerda Josefina Gálvez, edil de IU
 por aquel entonces en el Ayuntamiento y que no dudó en manifestarse. 
“¡Fui la primera!”, clama con nostalgia antes de reflexionar apenada por
 los resultados de la ultraderecha en el pueblo gobernado por un alcalde
 comunista. 
“Al ser masiva la inmigración la ven ahora como un problema 
los vecinos y los partidos de extrema derecha se aprovechan”.