MADRID.- El Gobierno español está ultimando una reforma 
administrativa para delimitar de forma precisa las competencias de los 
ayuntamientos que aspira a modificar radicalmente la prestación de los 
servicios municipales, dentro de sus esfuerzos por cumplir los objetivos
 de déficit y racionalizar el gasto público.
              Esta reforma de la ley del régimen local, que tendrá 
continuidad en otra esperada modificación de la financiación municipal, 
pretende despejar la actual maraña de instituciones en este ámbito y 
entre sus principales objetivos está el de impulsar la fusión de los 
ayuntamientos más pequeños.
              Con estos cambios, el Gobierno confía en lograr ahorros
 de unos 3.500 millones de euros el próximo año, una pieza más de su 
activa estrategia para reducir drásticamente el déficit público desde el
 8,5 por ciento de 2011 al 5,3 por ciento este año y al 3 por ciento en 
2013.
              Los ayuntamientos, muchos de los cuales están en una 
"situación crítica" según el Ejecutivo, supusieron un 0,4 por ciento del
 déficit total del año pasado, y deben reducir una décima esa cifra este
 año y llevarla a cero el siguiente.
              Aunque las fusiones de ayuntamientos tendrán un 
carácter voluntario, podrían ser inevitables para muchos, si tienen 
dificultades para cumplir en solitario con una serie de criterios de 
eficiencia en función de su población - aún por definir - a la hora de 
prestar servicios como la recogida de basura, el alcantarillado o el 
abastecimiento de agua.
              Estas exigencias les abocarán según el Gobierno o a 
unirse a otro municipio o a delegar directamente esas funciones en las 
diputaciones provinciales, unos organismos que saldrán claramente 
reforzados de la reforma en marcha.
              "Se trata de primar la austeridad, aumentando la 
eficacia y eficiencia y evitando duplicidades para no despilfarrar 
recursos en la administración pública", dijo esta semana el secretario 
de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, cuyo 
departamento pretende tener cerrada este mismo mes la propuesta de 
reforma.
              Los cambios pretenden también enviar un mensaje de 
orden en el complejo mapa político español, en el que conviven más de 
8.100 municipios, medio centenar de diputaciones provinciales, una 
decena de cabildos o consejos insulares, e innumerables entidades de 
ámbito local, además de las consabidas 17 comunidades autónomas.
              El mapa municipal español se caracteriza además por una
 gran fragmentación, donde el 84 por ciento de los municipios tiene 
menos de 5.000 vecinos y sólo un 5 por ciento tiene más de 20.000 
habitantes.
              "La reordenación municipal es algo inevitable. Es hora 
de que reconozcamos que no todos los ayuntamientos son capaces de llevar
 cuentas ordenadas, de prestar servicios de modo eficiente a sus 
ciudadanos", señaló Beteta, que ha asegurado que el Gobierno quiere 
hacer la reforma con consenso y de la mano de las comunidades autónomas.
              Según una encuesta realizada por la Fundación de Cajas 
de Ahorro (FUNCAS) conocida esta semana, el 62,5 por ciento de los 
españoles estaría a favor de la fusión de municipios, un camino aún por 
explorar que han iniciado dos corporaciones gallegas, las de Cesuras y 
Ozas del Río.
              Sin embargo, esta no es la opción preferida de la 
Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que ha enviado al
 Gobierno sus propias propuestas de reforma, en las que se inclina por 
una cesión de competencias a entidades mayores por parte de las 
corporaciones más pequeñas, en lugar de por uniones o fusiones de las 
mismas.
              Los municipios - que según datos del Banco de España 
acumulaban a finales de 2011 una deuda de 35.420 millones de euros - se 
financian con el cobro de tributos y tasas, mediante las transferencias 
que reciben de otras administraciones y a través del endeudamiento. La 
crisis económica ha supuesto que esas tres vías se hayan visto 
drásticamente reducidas.
              En este contexto, numerosos ayuntamientos están 
sufriendo para pagar a sus empleados públicos y tienen cientos de miles 
de facturas pendientes de cobro por servicios, lo que llevó al Gobierno 
central al salir al rescate - para evitar también una quiebra masiva de 
pequeñas empresas - con un plan de pago a proveedores.
              Sin embargo, de los más de 4.600 municipios que 
quisieron acogerse a este plan, 2.000 de ellos no llegaron a presentar 
los planes de ajustes necesarios para recibir la financiación del 
Gobierno.
              Y de los que los presentaron, unos 300 recibieron una 
valoración negativa. Uno de Guadalajara llegó a presentar un plan por el
 que necesitaría 7.058 años para poder saldar su deuda, algo calificado 
de "escalofriante" por parte de Beteta.
              El origen del problema se encuentra tanto en años de 
mala gestión como en la prestación por parte de los ayuntamientos de 
servicios para los que no cuentan con financiación por corresponder en 
un principio esas funciones a las comunidades autónomas, enfrascadas por
 su parte en su particular vía crucis de contención del gasto.
              Esas llamadas "competencias impropias", que suponen el 
26 por ciento de todos los gastos de los ayuntamientos según un informe 
del Instituto de Economía de Universidad de Barcelona, es lo primero que
 se quiere suprimir.
              Dentro de la revisión del mapa de atribuciones entre 
administraciones que ha emprendido el Gobierno, se prevé que los 
ayuntamientos más pequeños pierdan competencias, pero la situación podrá
 suponer todo lo contrario para las corporaciones de mayor tamaño, que 
podrían recibir funciones - y financiación - que ahora recaen en las 
comunidades autónomas.
              También tendrán un papel reforzado las diputaciones 
provinciales, a las que el Gobierno quiere dar "más músculo técnico y 
financiero" que garantice la prestación de determinados servicios 
asumiendo la labor que en algunos puntos de España desempeñan las 
mancomunidades, que podrían estar llamadas a desaparecer.
              El papel de las diputaciones - instituciones cuya 
función es gestionar los intereses económico-administrativos de las 
provincias - ha estado sin embargo en cuestión en los últimos meses, y 
líder del Partido Socialista ha llegado a asegurar que son unos 
organismos que "sobran", lo que podría dificultar el consenso al que 
aspira el Gobierno con la reforma.
 
