MADRID.- Decir 300 millones de dólares es dar una cifra redonda que por sí 
sola, no significa nada. Pero si pensamos que ese puede ser el coste de 
un solo ejemplar del próximo avión de combate de EEUU, la cosa cambia. 
Se trata del denominado PCA (Penetrating Counter Air), algo así como 
"Avión de Combate y Penetración" y es el plan de EEUU para crear un sustituto del F-22 y un complemento al actual F-35, recoge hoy El Confidencial.  
Algunos documentos oficiales apuntan a una posible entrada en 
funcionamiento en el 2030 y señalan también qué debería tener este caza 
futurista para ser el arma más letal en combate aéreo, incluidas armas 
láser. 
Un 
informe reciente
 del 
Congressional Budget Office (CBO) estadounidense, una oficina que 
proporciona información económica y presupuestaria al Congreso, desató 
las especulaciones sobre los planes de EEUU para crear un caza de sexta 
generación. 
Dicha oficina elaboró un documento informando del posible 
coste de sustituir a los F-22 Raptor y llegó al dato de 300 millones de dólares la unidad para poco más de 400 unidades. ¿Exagerado?
Es muy probable que no. Si bien se puede afirmar que este nuevo avión
 de combate estaría en el entorno de triplicar el coste del polémico 
F-35, que no olvidemos ya está en cifras inferiores a los 90 millones 
para la versión "Alfa" (basada en tierra), la realidad es que estaría en la franja de coste de los F-22,
 cuyo coste unitario total actual ronda los 350 millones. Pero, aunque 
estas cifras puedan resultar hasta 'razonables', ¿por qué son tan 
elevadas?
Van a ser elevadas porque se va a pedir a estos nuevos 
aviones de sexta generación un salto tecnológico muy superior al que ha 
existido, por ejemplo, entre los aviones de cuarta y quinta generación. 
Los avances armamentísticos en materia de localización y misiles antiaéreos
 harán que también suba la factura final. ¿Qué está barajando EEUU para 
su próximo caza futurista? Estas son algunas de las claves.
Invisibilidad
A
 los aviones de sexta generación como el Penetrating Counter Air se les 
va a pedir una discreción límite. Ya no basta con baja detectabilidad o,
 lo que es lo mismo, un reducido RCS, ahora se va a necesitar algo más. 
El RCS, Radar Cross Section o Sección Equivalente de Radar, es una medida de cómo un avión es detectado por un radar.
 Viene a ser, en términos sencillos, el área equivalente a la de un 
objeto que reflejara la misma energía de ondas a un pulso de radar. 
Un 
F-18 o un Rafale tienen un RCS de 1m2. Un Eurofighter tiene 0,5 m2, el 
del F-35 es de 0,005 m2 y el del F-22 es de tan solo 0,0001 m2. Por el 
contrario aviones de generaciones anteriores, como el F-15 o los aviones
 rusos MiG-29 y Su-27, se mueven en rangos de RCS de entre 5 y 20 m2. 
Las diferencias son palpables.
Un índice bajo de RCS por debajo del metro cuadrado ya no será 
suficiente porque al avión se le buscará con radares más potentes y 
sofisticados. Los avances en radares son brutales y ahora mismo los de tecnología más avanzada son del tipo AESA
 (Active Electronically Scanned Array). 
Son radares de antenas planas y 
fijas que utilizan barridos electrónicos, siendo un avance sobre sus 
predecesores, los radares de apertura sintética, que ya desbancaron a 
los tradicionales radares con antenas de barrido.
Un paso siguiente, hoy de ciencia-ficción pero nada descabellado, sería un sistema de enmascaramiento y ocultación visual.
 Aunque cuesta creer que tenga utilidad en un avión de combate aunque sí
 la tendría, y mucha, en aeronaves de aterrizaje vertical que pudieran 
dejar un equipo de combate en terreno hostil con total discreción. 
Otra 
innovación que se menciona en algunos documentos elaborados por EEUU 
sería un sistema que analizara las emisiones de radar que intentan 
detectar al avión y emitiera unas ondas tales que las anularan. Algo 
parecido a lo que ya se hace desde algún tiempo con las emisiones de 
radio.
Además hay otros factores que pueden delatar al avión: 
calor y ruido. En el calor se ha trabajado mucho y de la misma manera 
que se ha reducido considerablemente el RCS o "firma radar", la "firma térmica" o "huella térmica" característica
 de un avión se ha ido reduciendo en los aviones más modernos y se 
deberá minimizar al máximo en los próximos, no solo por el riesgo de que
 el avión sea descubierto, sino porque los misiles antiaéreos de 
búsqueda infrarroja (por foco de calor) también avanzan a pasos 
agigantados. 
El ruido es otro factor que va a ser importante. Hasta 
ahora no era un tema en el que se hubiera reparado mucho pues, a la 
altura y velocidad que pueden volar estos modelos, poco o nada se puede 
oír; pero ese ruido no deja de ser otra fuente de energía que escapa del
 avión y es susceptible de ser recogida e interpretada. De hecho ya se 
está investigando en ese campo.
Por mucho que el avión sea discreto, 
los avances en detección correrán en paralelo y los misiles antiaéreos 
serán cada vez más y más eficaces y, lo que es peor en el campo militar,
 baratos. Esto significa que estarán al alcance de más gente de la deseada. 
 Solo hay que pensar en los misiles antiaéreos rusos S-400, una 
tecnología que, curiosamente, Rusia sí se ha puesto a fabricar en 
grandes cantidades incluso con versiones de exportación. Este misil es 
muy bueno y si Rusia lo fabrica en serie, es por algo.
Con este 
panorama atacar un objetivo por aire va a seguir siendo necesario, pero 
será un entorno mucho más letal para el atacante. La solución pasa por 
desarrollar misiles de alta precisión (tema ya resuelto) y gran alcance,
 de manera que los aviones atacantes puedan sortear o penetrar (de ahí el nombre de "Combate y Penetración") en los espacios controlados por radares y vigilados por misiles atacando a gran distancia. En esto también se está trabajando en la actualidad.
Por
 supuesto irán dotados de armamento puntero y nada convencional, como 
podrían ser armas láser. EEUU de hecho ya ha dejado caer esta 
posibilidad en un vídeo elaborador por las Fuerzas Armadas que 
escenifica cuál sería el escenario armamentístico en 2030. Al final del 
vídeo, se muestra brevemente el que 
puede ser el diseño del sucesor del F-22, usando armas láser para disparar a cazas enemigos.
Los planes de EEUU pasan por fabricar un caza
 con mayor alcance, autonomía y suficiente carga de armas. Esto plantea 
un problema: el tamaño. No es cuestión discutible que 
todo el combustible y las armas deben ir en el interior del avión. Se 
acabó eso de aviones con depósitos y bombas externas pues es la mayor 
fuente de indiscreción al radar. 
Pero, a su vez, si todo debe ir en 
bodegas internas y el avión debe disponer de gran autonomía, será de 
gran tamaño. Como el tamaño también es fuente de indiscreción, los 
esfuerzos en invisibilidad y baja detección al radar deberán ser aún 
mayores.
Los cazas de 
sexta generación estarán dotados de inteligencia artificial. Tampoco 
esto debe sorprender ya que la función del piloto de combate cada vez es
 menos de "piloto" en el sentido tradicional y más de operador 
superespecializado en sistemas de armas. 
Esta inteligencia artificial controlará todos los aspectos del vuelo y la navegación permitiendo que el piloto se centre en la misión, control de armas y toma de decisiones.
Se especula que estos cazas podrían ser también plataformas pilotadas de forma manual o en remoto, es decir, avión convencional y dron a la vez.
 Está por ver si algo así se hará realidad, pero lo que sí parece más 
probable es que este nuevo avión sea capaz de controlar varios drones 
que realizarán misiones de forma simultánea. 
En este papel tendría mucho
 sentido que se volviera a aviones biplaza en el que el avión tripulado 
toma un papel de "puesto de mando volante" donde un especialista 
controlaría los drones y el piloto actuaría sobre los parámetros 
globales de la misión: información, prioridades, decisiones, etc.
¿Qué están haciendo otros países?
EEUU no es el único que ya está preparando sus cazas de sexta generación. China y Rusia están desarrollando modelos muy avanzados con tecnología propia
 de los que poco se sabe. De Rusia sí se puede afirmar que, aunque sus 
desarrollos como el PAK FA no terminan de cuajar para su producción en 
serie, la tecnología está ahí y estará lista para el siguiente diseño o 
para cuando sea necesaria. 
En Europa ya se está trabajando en el programa FCAS
 (Future Combat Air System), un trabajo en principio lanzado por los 
británicos a los que se unió Francia y al que recientemente se ha 
añadido Airbus, lo que significa un interés serio por parte de los 
principales países europeos, incluido España. 
Como siempre ocurre en los
 proyectos europeos (y que los diferencia de los americanos) cada socio 
opina de una manera, tiene un interés particular y trata de mantener su 
parcela de poder, algo que retrasará los plazos de desarrollo e 
incrementará los costes, como ocurrió con el Eurofighter.
El programa FCAS debería reemplazar la flota de Eurofighters y se 
está discutiendo incluso si debería ser un avión pilotado o un dron, lo 
que puede provocar que acabe siendo ambas cosas. España ha mostrado un 
interés claro en el programa, aunque será muy difícil, por no decir imposible, que llegue a tiempo para reemplazar a los F-18,
 que necesitan el relevo a corto plazo. 
Esto deja abierto aún el debate 
de si llegará el F-35 a España o se adquirirán más Eurofighter hasta la 
llegada del FCAS.
La era de los aviones especializados se ha 
acabado. Se acabó hace unos cuantos años aunque no nos hayamos dado 
cuenta. En el futuro próximo resulta altamente probable que la Fuerza 
Aérea de EEUU se componga únicamente de tres modelos de avión de combate: el F-35, como avión más avanzado a día de hoy, el nuevo modelo PCA, y 
es posible que también un avión ligero con tecnología de "penúltima 
hora", es decir no la más avanzada, con buena capacidad de carga de 
armas y barato, que se dedicará a actuar en conflictos asimétricos o de 
baja intensidad y para la exportación. 
Algo así como el F-5 del siglo 
XXI. El resto, los F-15, F-16, F-18, A-10 e incluso puede que el F-22, 
serán historia.