MADRID.- La sanidad pública en España está inmersa en un caos monumental de recursos humanos. Más de un lustro de recortes, precariedad, jubilaciones forzosas y restricciones en el número de MIR
 para ahorrar y fortalecimiento de la privada ha llevado a que falten 
miles de médicos, según denuncian sindicatos médicos y comunidades en El Confidencial.  
No 
es algo puntual, sino que media España tiene problemas para cubrir 
plazas de anestesistas, médicos de atención primaria, pediatras, 
radiólogos... La situación empeorará los próximos años con la jubilación de 45.000 médicos (el 21%), los que entraron en el sistema en el 'boom' de los 80. 
El 
Ministerio de Sanidad, que no previó esto, ha creado un grupo de trabajo con las comunidades y los sindicatos médicos avisan de que ahora se cosechan errores de años.
 Desde que un médico entra en la facultad hasta que obtiene la 
especialidad pasan 10 años, así que la inercia del sistema dificulta 
apaños rápidos.
¿Qué está pasando? No es que 
haya cundido un alarmismo súbito, sino que lo que podía parecer un 
problema periférico ha acabado por delatar una falla estructural en el 
sistema sanitario público que se explica por una combinación de 
factores.
En 2013, Hacienda impuso un duro recorte a las comunidades autónomas y estas encontraron una buena forma de ahorrar: obligaron a jubilarse a los médicos de 65 años, que hasta entonces podían ejercer voluntariamente hasta los 70, cosa que hacía la mayoría. Así fueron jubilados a la fuerza entre 5.000 y 10.000 médicos
 (una de las cosas que están asomando es la falta de estudios 
actualizados con visión de conjunto al ser una competencia autonómica). Francisco Miralles, secretario de la Confederación Estatal de sindicatos Médicos (
CESM),
 recuerda aquellos días: "Ya veíamos venir jubilaciones masivas pero el 
Gobierno decidió hacer caja de todas formas. Apretó a las comunidades y 
estas respondieron jubilando médicos. Solo se repusieron el 10% de las plazas".
Javier Cerdán era cirujano del Hospital Clínico de 
Madrid. Él es uno de los que recibió esa carta obligándole a jubilarse a
 los 65 en contra de su voluntad. Estaba en la unidad de coloproctología
 y operaba cuatro días a la semana, en jornadas de sol a sol. El quinto 
día pasaba consulta. 
En febrero de 2013 cumplió 65 años y el 30 de abril
 de ese año le llegó la carta de despido. "Un país se debe preguntar 
seriamente si a los 65 años son jubilables todos sus profesionales. En 
ese momento yo estaba en una actividad plena y transmitiendo el 
conocimiento a mis colegas, que es lo que me gusta". 
En vez de tomarse 
vacaciones, Cerdán siguió pasando consulta hasta el 15 de mayo de ese 
año, el último día que le tocaba, y se despidió llorando del hospital en el que había pasado 41 años. Muy pocos fueron los elegidos para prorrogar su actividad y sus casos a menudo se vieron envueltos en acusaciones de enchufismo. No pasó solo en Madrid, sino que todas las comunidades hicieron lo mismo. Eran los peores días de la asfixia económica.
Es discutible que su caso, como el de tantos otros, supusiera tal ahorro para la sanidad pública. Estos comenzaron a cobrar la pensión máxima.
 Su remuneración pasó de salir del presupuesto autonómico a las arcas de
 la seguridad social, pero es dinero público en cualquier caso. 
Además, 
Cerdán no se quedó de brazos cruzados. Comenzó a operar en una clínica 
privada, concluyó las tesis doctorales que estaba dirigiendo y sigue 
acudiendo a cursos, jornadas y congresos. "Lo pasé muy mal unos meses. 
Cuando volvía al hospital tardaba media hora en caminar unos metros 
porque todo el mundo me saludaba. Ahora ya lo llevo bien", explica en un
 café de la capital. Además de no ahorrar mucho al bolsillo de los 
contribuyentes, ha beneficiado a la privada, que ha recibido cientos de médicos con experiencia dispuestos a ir allí a complementar su pensión.
Tras
 ese parche, las comunidades han comenzado a relajar los criterios para 
jubilarse a los 70 años. Ahora conceden las prórrogas de forma más 
flexible. Algunas cada seis meses, otras hasta los 67 años… Pero el 
problema solo va en aumento. En los próximos años las jubilaciones van a
 multiplicarse, como 
ocurre en general en todo el cuerpo de funcionarios. Juan Manuel Garrote Díaz, secretario de la Organización Médica Colegial,
 que agrupa a todos los colegios de médicos, pone cifras al problema de 
la invertida pirámide de la población sanitaria. 
"Somos 253.000 médicos 
en España, de los que hay unos 213.000 médicos en activo, eso implica 
que tenemos una ratio por paciente de las más altas del mundo. En 
principio no deberían faltar. Más que faltar lo que pasa es que están mal distribuidos y mal contratados. Además, tenemos una población sanitaria envejecida. En los próximos cinco años se jubilarán 45.000 médicos, el 21%".
La consejería de Sanidad de Asturias detalla cómo afecta la situación en
 esa comunidad. "La sanidad asturiana emplea actualmente en su plantilla
 estructural a unos 1.300 facultativos en edad próxima a la jubilación 
que son los nacidos antes de 1960. Esta cifra supone aproximadamente un tercio de la plantilla
 del Sespa [Servicio de Salud del Principado de Asturias]. 
Unos 515 de 
estos médicos están en edades de jubilación antes del 2020 (nacidos en 
1955 o antes) que en muchos casos son los de las primeras promociones de la Universidad de Oviedo",
 según un documento autonómico que resume el problema. El diagnóstico 
común es que no ha habido diagnóstico, que cada decisión ha seguido a 
otra sin pensar a medio plazo. 
"En el conjunto del país no se ha hecho 
nunca una planificación seria y rigurosa de las necesidades de 
especialidades", sostiene la consejería asturiana.
Francisco Miralles, secretario del CESM, coincide: "Hay una ausencia total de planificación.
 Llevamos 20 años reclamando un registro de profesionales. Lo firmamos 
en 2013 en Moncloa y aún no está hecho. Cada servicio de salud conoce 
sus nóminas pero no lo comparten. Vivimos de sensaciones y con esas 
tomamos medidas". 
En esas sensaciones está que no faltan médicos solo de
 una especialidad, que el problema está bastante extendido. Miralles 
está sentado en una cafetería en el centro de Madrid junto a Tomás Toranzo,
 también médico y presidente del CESM. Se van quitando la palabra al 
caer en las especialidades donde hay lagunas. 
"La atención primaria está
 bajo mínimos". "No hay médicos de familia ni pediatras ". "En muchas 
zonas faltan anestesistas y radiólogos". "Pero en otros hospitales 
faltan urólogos, cardiólogos, traumatólogos... falta de todo. En según 
qué zona falta un tipo de médicos". Miralles pone un ejemplo de su 
comunidad, Murcia.
"En los hospitales comarcales es muy difícil cubrir 
las plazas. El de Caravaca tiene dos radiólogos y necesitaría cinco, 
pero los que hay en Murcia no van allí". La falta de médicos es mucho 
más acusada en zonas de la periferia que en Madrid, Barcelona y otras 
grandes ciudades. Pero el sistema no incentiva que vayan a zonas menos 
pobladas.
Una paradoja es que la universidad española ha multiplicado el número de facultades privadas de medicina y se licencian en medicina más de los que el sistema absorbe, pero muchos se han ido al extranjero. 
José Martínez Olmos, senador del PSOE y 
exalto cargo de Sanidad,
 cree que este éxodo ha sido fundamental, más que las jubilaciones. 
"Cuando se empiezan a tomar medias contra la crisis muchos profesionales
 se van fuera de España. 
Ahora, cuando empiezas a tener más 
posibilidades presupuestarias, no hay gente en las bolsas de empleo para
 cubrir las plazas". La oferta en España, a menudo 
encadenar contratos eventuales durante años —algunos firman por horas, lo que dure una guardia—, no es atractiva para muchos de los que se fueron.
Cuantificar ese éxodo es, de nuevo, difícil. La Organización Médica Colegial expide un certificado a los que buscan ir a otros países de la UE. Solo en 2017 lo pidieron unos 2.500 médicos
 (400 menos que el año anterior). 
"Probablemente no se hayan ido todos 
sino las tres cuartas partes. De esos la mayor parte son médicos de 
familia —es normal porque son los que más hay— pero después le siguen 
anestesistas", explica Garrote en su despacho. 
"En España tenemos 42 
facultades de medicina, que es una barbaridad, cuando en otros países 
hay diez. Reino Unido y los países nórdicos no tienen tantas 
universidades y contratan de fuera y pagan incluso a los médicos 
españoles para que aprendan el idioma y hacen contratos estables. En los últimos 10 años se habrán ido unos 25.000 médicos.
 Muchos han vuelto, pero a otros cuando los llamas con una oferta 
precaria prefieren no hacerlo porque allí tienen mejores contratos y 
consideración". 
Otros de esos médicos eventuales 
se han pasado a la privada,
 hasta hace unos años considerada una opción para las tardes, para 
complementar el trabajo en la pública, y cada vez más un sitio donde 
trabajar a tiempo completo.
La tormenta perfecta no acaba con las 
jubilaciones de médicos, el envejecimiento y la emigración masiva. Con 
los recortes, el Gobierno bajó las 
plazas del examen MIR, el imprescindible para obtener la especialidad y trabajar en el sistema público en España. Hace una década había 7.000 plazas de MIR y el año pasado 6.200. Este año ha subido a 6.500 plazas. 
Las
 comunidades quieren ampliar ahora las unidades acreditadas para formar 
residentes en los hospitales pero de nuevo los recortes demoran la 
solución. Ahí hay otro "cuello de botella burocrático" 
que explica Martínez Olmos: "Hay que acreditar unidades de docentes para
 el MIR, pero hasta ahora lo tiene que hacer el ministerio y como faltan
 funcionarios, porque también ha perdido con la crisis, tarda dos años. 
Hemos pedido que tengan una autorización propia de la comunidad y que el
 gobierno lo audite, pero hay que aligerarlo". Solo Andalucía tiene pendientes de acreditar 96 plazas en 21 unidades docentes, según una portavoz.
La solución evidente parece traer médicos de fuera, pero de nuevo eso 
está complicado. El Ministerio tiene que homologar los títulos de los 
médicos extracomunitarios que quieren ejercer. Pero el procedimiento 
acumula otro atasco de miles de expedientes. La 
situación es tan crítica que muchos gerentes de hospital han empezado a 
contratar médicos, la mayoría latinoamericanos, sin que tengan todavía 
su título de especialista homologado. Andalucía ha reconocido que tiene 
en el Sistema Andaluz de Salud a 60 médicos sin el título homologado y la oposición ha llevado el caso al Parlamento. Lo mismo ocurre en otras comunidades como Castilla-La Mancha.
El Ministerio de Sanidad no ha querido hablar para este reportaje y ha remitido a 
una comparecencia de la ministra de Sanidad, 
Dolors Montserrat,
 en el Senado interpelada por el PSOE sobre la falta de médicos. Allí 
recordó que las competencias son autonómicas desde 2001 (cuando el 
Gobierno de Aznar las transfirió aunque algunas autonomías no querían) y
 señaló que su tarea es la de coordinar: "Lo que hacemos es facilitar la
 planificación de las necesidades de profesionales sanitarios del 
Estado, coordinar las políticas de recursos humanos en el Sistema Nacional de Salud y mejorar la seguridad del paciente".
Las vías de agua ya son tantas que el ministerio ha creado un grupo 
de trabajo con las comunidades para ver cómo taponarlas. Ya es un 
problema político. "La falta de médicos había que haberla planificado 
antes, hace ya unos años y no agravarla como hizo el Gobierno de España cuando comenzó a reducir las plazas MIR. 
 En el último consejo interterritorial de salud, del pasado 8 de 
noviembre, se destacó la necesidad de medidas a corto plazo para 
solventar las necesidades de especialistas más generalistas, como son médicos de familia, pediatras, internistas, cirugía general y aparato digestivo. 
En breve será más urgente, porque se añadirá el recambio generacional 
que hay en los centros de salud y los hospitales. Allí, el Ministerio de
 Sanidad no planteó ninguna medida para resolverlo, aunque sí propuso la
 creación de un grupo de trabajo", según cuenta un portavoz de la 
consejería de Sanidad de Extremadura, gobernada por el PSOE.
El asunto tiene más derivadas. La falta de médicos ha sobrecargado de trabajo
 a muchos de los que están en el sistema público. Y estos empiezan a 
estar hartos de ese sobreesfuerzo especialmente tras haber perdido 
sueldo. Ahora exigen recuperar el poder adquisitivo perdido durante la 
crisis. 
El próximo 21, los médicos han convocado una protesta en Madrid 
ante el ministerio. Sus reivindicaciones hay que 
sumarlas a las de pensionistas y otros funcionarios como los policías, que han avanzado hacia la equiparación salarial con los cuerpos autonómicos.
En Cataluña los Mossos ganan 600 euros más que la Policía 
Nacional, pero los médicos de Cataluña cobran 600 euros menos que los 
del País Vasco, y también tienen derecho a que los equiparen.
 Los andaluces ganan casi mil euros menos que en Murcia. No es 
competencia estatal pero igual el ministerio tendría que poner orden 
para que las diferencias fuesen mínimas". 
La sanidad pública se está 
convirtiendo en un polvorín y la mecha prende más rápido de lo que 
parece.