
El presidente de la Fundación “San Antonio”, juzgado ayer tras la denuncia de acoso laboral por dos ex profesores, José Luis Mendoza, que gestiona la Universidad Católica de Murcia (UCAM) de titularidad diocesana, es un viejo conocido de los profesores y ex rectores de la Universidad de Murcia (UMU). También de algunos periodistas tras el fracaso de sus pretensiones mediáticas con una agencia de noticias y una emisora de televisión. Ahora pretende montar un periódico diario para competir con los tres existentes.
Al parecer Mendoza (en la fotografía participando en la manifestación del "Agua para todos", celebrada en Murcia en 2005, entre destacados dirigentes del PP) estuvo involucrado años atrás en un feo asunto de supuestos falsos títulos de enfermería, que le aconsejó poner mar de por medio y trasladarse a vivir durante una larga temporada a la República Dominicana bajo la excusa de “una llamada de Dios” para construir un templo. Allí se enfrentó enseguida a las autoridades eclesiásticas y tuvo que regresar a Murcia, cargado con diez hijos y una esposa de Albatera, pese a las recomendaciones policiales. Lo cierto es que no le sucedió nada.
Perteneciente al Movimiento Neocatecumenal, el cartagenero Mendoza le disputa ahora ser canonizado al mismo fundador de esa obra seglar, el leonés Kiko Argüello, cuando ha iniciado desde hace más de un año la persecución de los profesores de la UCAM miembros del Opus Dei con la excusa de que también son masones y quieren acabar con su gloriosa obra docente. Las diócesis circundantes de Orihuela, Albacete y Almería le han negado, hasta la fecha, abrir sucursales en sus respectivos ámbitos territoriales precisamente por no estar convencidos de la santidad de la que tanto presume y mucho menos de su competencia como gestor educativo.
El obispo Reig Pla parece dejarle hacer aunque Mendoza tuvo sus diferencias con el anterior Manuel Ureña al no aportar los recursos económicos a la diócesis de Cartagena, que esta necesita y por lo que en su día se fundó la UCAM para acabar de una vez por todas con una situación de quiebra técnica. Nuestro hombre aprovechó esa necesidad para poder burlar al Ministerio de Educación y montar una universidad privada revestida de “católica” sin serlo en realidad, como ahora denuncian sus profesores insinuando que nos podemos encontrar ante un enorme fiasco.
Su gran mentor e introductor público, el obispo emérito Javier Azagra, aparece como el responsable último ante el Vaticano de la puesta en circulación de este singular personaje con estudiada pose de iluminado para así poder embaucar mejor a santos varones como el actual nuncio en Madrid, el portugués Monteiro de Castro. Su gran aliado hoy es el cardenal primado y arzobispo de Toledo, monseñor Cañizares, mientras es utilizado en ocasiones por el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco, al tiempo que su gran valedor en Roma es el cardenal colombiano, López Trujillo.
Mendoza, dentro de su lógica habitual, alardea falsamente de haber estudiado Medicina cuando el único currículo académico de la infancia es su fugaz paso por las Carmelitas de Cartagena y el haber sido un menor, explotado laboralmente al tener que trabajar, junto a su hermano menor Vicente, en el viejo bar que su familia poseía en el centro de la ciudad. Siempre se ha ganado la vida en lo que ha podido desde la picaresca aprendida mientras fregaba los platos y escuchaba a los clientes. Esa es su escuela.
Identificado políticamente con la extrema derecha regional que sostiene a Valcárcel en el poder, hace unos días el presidente de la Comunidad Autónoma escenificó un apoyo público a Mendoza y a la UCAM, en sus horas más bajas desde hace diez años. Una discreta inspección ministerial parece haber detectado en las últimas semanas numerosas irregularidades en la expedición de títulos después de que varios profesores denunciaran prácticas académicas un tanto heterodoxas y la degradación acelerada del peculiar centro docente.
El pasado verano se produjo un éxodo masivo de buenos profesores para no ser relacionados con la acelerada pérdida de calidad de las enseñanzas impartidas mientras Mendoza convertía la UCAM en un recinto policial para vigilar a los profesores que optaron por permanecer todavía vinculados al centro pero en espera de soluciones por parte de monseñor Reig, que todavía no han llegado. Según algunos de esos docentes, la situación de tesorería también sería desastrosa y pone en peligro el normal funcionamiento de su actividad dentro del presente curso académico.
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