Si
 todas las medidas, anunciadas por el Presidente del Gobierno en sede parlamentaria son gravísimas, el debilitar a los ayuntamientos, 
recortando concejales y modificando la Ley de Bases de Régimen Local, 
atenta contra la esencia de la democracia en su faceta más básica.
En
 mi opinión, solo se salvan dos, que hace mucho tiempo deberían estar 
reguladas por Ley: La determinación de los sueldos y retribuciones de 
los cargos públicos municipales (algunos, la  minoría, escandalosos) o 
que el Interventor (deberían incluir a Secretario y Tesorero), dependa 
directamente del Ministerio de Hacienda.
En
 la Historia democrática reciente, si alguna Institución ha sido 
protagonista de cambios y avance social en España, esa ha sido la 
Municipal. Solo recordar que el 14 de abril de 1931 se instaura la II 
República tras las elecciones municipales. Podemos darnos una idea de la
 representatividad popular y la fuerza moral del municipalismo en 
nuestro país.
Más
 recientemente, a partir de las primeras elecciones de 1979, si los 
ciudadanos y ciudadanas han visto mejorada su calidad de vida, se han 
construido escuelas, centros de Salud, instalaciones deportivas, han 
mejorado los espacios públicos, impulsado la cultura, 
desarrollando  políticas de formación y empleo, de juventud, Servicios sociales o aumentado la calidad de los servicios más cercanos al 
ciudadano; sin duda alguna ha sido fruto una responsabilidad compartida 
de miles de concejales –de todas  las opciones políticas-, que han 
ejercido honestamente el noble arte de la política, codo con codo con 
los vecinos que los han elegido directamente en las urnas.
Salvando
 excepciones -que confirman la regla y de eso, en Totana sabemos 
bastante-, los concejales y alcaldes, han tenido que ofrecer servicios, 
demandados por la ciudadanía, que el Gobierno Central o Comunidades 
Autónomas no han solucionado.
En
 todo caso, la actuación de los partidos mayoritarios ha sido la de 
coadyuvar al aumento de la deuda, negar una financiación suficiente o
 fomentar los ingresos municipales a través de la burbuja inmobiliaria y
 la especulación, sin entrar al fondo de una asignatura pendiente, que 
ni el PP ni el PSOE, han solucionado en sus tiempos de Gobierno.
Primero,
 debilitan y hunden las posibilidades de los ayuntamientos y ahora, 
hacen pagar la ira de los ciudadanos contra la “clase política”, por la 
parte más débil y cercana: Los representantes de los vecinos que ejercen
 la política, en su mayoría de forma altruista y con vocación de 
servicio. No rebaja el Gobierno los altos cargos de la Administración 
Central o Autonómica. No se plantea reducir o eliminar el inservible y 
oneroso Senado. No se tiene en cuenta el vacío de contenido y carísimo 
Parlamento Europeo, que actúa de comparsa en este teatro. Y esto, solo 
por poner algunos ejemplos. 
El Gobierno y los poderes financieros, 
utilizan a los concejales como chivos expiatorios; como paganos de una 
crisis económica, moral y política que no han generado la inmensa 
mayoría de hombres y mujeres, que desde gobiernos u oposición, elevan, 
día a día, propuestas o fiscalizan, en contacto directo con los vecinos y
 vecinas de los barrios o pedanías.
Pero
 no solo rebajan el número de concejales de una forma considerable, 
empobreciendo la democracia. También encorsetan las posibles iniciativas
 y competencias que pueden desarrollar las Corporaciones Locales para 
superar la crisis económica y política. El Proyecto de reforma de Ley de
 Bases, amordaza los ayuntamientos, vulnerando el artículo 142 de la 
Constitución Española y la autonomía de las Corporaciones Locales como 
parte del Estado en el marco de sus competencias.
Con
 las medidas anunciadas por Rajoy y el Proyecto de Reforma de la Ley de 
Bases de Régimen Local, sin solucionar el problema arrastrado 35 años de
 la financiación de los ayuntamientos, unos entes que pueden ser la 
palanca del cambio, de dinamización de la sociedad, de participación 
ciudadana, de desarrollo económico, la cultura o los servicios sociales,
 en el que muchos vecinos ejerzan la política para superar la actual 
situación a la que nos han llevado los que no asumen sus graves 
responsabilidades.
Solo
 la movilización -harto difícil cuando muchos españoles se juegan su 
supervivencia directa en otros frentes no menos importantes-, puede dar 
un giro al disparate que se pretende con los ayuntamientos, dejándolos 
vacíos de competencias, sin recursos, endeudados y sin capacidad de 
ilusionar a personas interesadas en ejercer la política en su faceta más
 pura y altruista.
(*) Juan José Cánovas es concejal de IU-Verdes en el Ayuntamiento de Totana

 
 
