Estos  días están pasando muchas cosas, demasiadas, en torno a la pirámide de  poder que tiene a la Región de Murcia en un puño. El reducido aparato  del partido gobernante no termina de controlar a los notables más  inquietos e intenta dar una imagen de unidad ya inexistente. Porque esos  notables, sin protagonismo actual la mayoría, desea un cambio radical  de personas y planteamientos. Ni Valcárcel ni Miguel Ángel Cámara, ni  ningún otro en los aledaños de los anteriores. Se busca claramente una  ruptura con el presente de sospecha cierta y corrupción rampante y  galopante.
Están  a la busca, pues, de un nuevo líder e informando de todo lo que pasa, y  no vemos los ciudadanos, al mismísimo Mariano Rajoy, quien a día de hoy  y, de cara a eventuales acontecimientos, no puede alegar ignorancia  aunque por egoismo político personal siga mirando hacia otro lado, como  hace en Valencia con un mas que amortizado Francisco Camps, compañero de  frascachelas de distración hídrica de nuestro presidente regional. Él  sabra a lo que juega con los murcianos por muy tontos que nos considere.
Entre  los poderes ocultos que sustentan a nuestro particular sátrapa hay, al  menos, división de opiniones. De una parte, los que piensan que el  'caimán' se debe marchar cuanto antes y, de otra, quienes creen que no  hay que precipitarse y conviene esperar a después de las próximas  elecciones autonómicas. Los primeros se muestran seguros de que  Valcárcel ya resta demasiado mientras los segundos se muestran  convencidos de que no lo suficiente como para poner en riesgo una  eventual victoria electoral aunque pueda ser fuertemente disminuida por  el devenir de unos acontecimientos, a desactivar con urgencia y  preferencia a cualquier precio.
Un  factor está condicionando todos estos planteamientos: la  inesperada  decisión parlamentaria unilateral del PP en la Asamblea Regional de  arremeter contra las retribuciones salariales y condiciones laborales de  los funcionarios autonómicos ha invertido la tendencia en la intención  de voto y ésta cae vertiginosamente por primera vez en quince años al  descubrirse la verdadera faz, propósitos e intereses del presidente  Valcárcel, hasta suponer un riesgo objetivo para esa pirámide de poder  que, desde la sombra, lo sustenta a regañadientes.
Para  muestra un botón: la prisa en querer negociar con los sindicatos parece  tiene mucho que ver con la idea lanzada en asambleas de funcionarios,  bien acogida en principio, de retirar las nóminas de Caja Murcia de, al  menos, 40.000 de los 55.000 empleados públicos. Y encierra la necesidad  vital de frenar en seco la escalada de movilización y protesta  callejera, que amenaza con fijar la atención de los electores murcianos  sobre una situación vieja pero muy desconocida del gran público, hoy muy  castigado por la crisis, la incertidumbre en el empleo e, incluso, el  paro familiar. 
El  señuelo del agua para todos se ha vuelto en contra de sus guiñoles  porque el deterioro en sanidad y educación lo sufre hoy muy directamente  la ciudadanía por una gestión de espaldas a ella por orientada al  negocio rápido y codicioso de amiguetes y próximos. Lo de Corvera y la  Paramount no son más que otros conejos escuálidos de una raída chistera  sin magia, sacados a la desesperada para camelo de los últimos  bienpensantes o necesitados de esperanza laica.
Pero  como fondo de todo ésto hay que registrar una actividad muy discreta  que va teniendo lugar desde hace pocos meses en un chalé de los  alrededores de Murcia, en el que se conspira permanentemente para  derrocar al sátrapa. A esas reuniones regulares acuden miembros muy  politizados de la sociedad civil, homologables con casi todo el espectro  político y cuyas opiniones afloran por internet desde un determinado  soporte de agitación y propaganda, más de personas que de organizaciones  o ideologías, tras una necesaria remoción de recursos económicos  procurados desde los sectores con más rencor personal.
Esta  especie de sanedrín de descontentos, insatisfechos e impotentes frente a  la situación freudiana a que se ha conducido a la Región de Murcia por  la tripleta familiar Ramón Luis-Carlos-Antonio, lleva intentándolo casi  todo sin suerte aparente y ve en las actuales movilizaciones una  inesperada palanca con la que remover una realidad mucho más que  putrefacta e inoperante, incluso para los originales mentores del  sátrapa. 
Hasta  la Iglesia de Cartagena se va apartando discreta e inteligentemente de  San Esteban como intuyendo tiempos de mudanza mientras las mafias  económicas locales huelen el final de una época por agotada y sin salida  en lo político y en lo económico. Sólo hay que analizar el  comportamiento en los últimos días de los medios de comunicación del  sistema para concluir que algo muy importante se ha desatado en Murcia,  hasta desistir Valcárcel de su presencia en la clausura del Año Jubilar  de la Vera Cruz para agasajar al cardenal Cañizares, todavía protector  de Mendoza el de la UCAM frente a las iras vaticanas. Y es que cuando no  hay harina...
Dentro  del propio Gobierno autónomo ha aflorado igualmente la conspiración,  alimentada por los elementos que se ven mejor situados para una eventual  e inesperada decisión preelectoral. ¿Marín o Ballesta es el tapado de  Egea Krauel tras descartar a Gómez Fayrén? Mientras, algunos de los  hasta ahora más leales, como María De Pedro Reverte, se recelan que van a  ser utilizados como moneda de cambio para aplacar a una calle muy  agitada todavía. 
Desde  este órgano autonómico ejecutivo alguien viene también informando a  Génova 13 de la derrota emprendida por un presidente muy desconectado  hoy de la realidad circundante y ha convencido a gran parte del poder  económico regional más destacado de que al 'muñeco' no le queda mas  recorrido. El único aliado que le va porfiando es el beneficiado  constructor Miguel del Toro, presidente de la CROEM, animado por los  'especiales detalles', hoy bajo escrutinio de la Justicia, que va  teniendo Valcárcel con él a través del oportunista consejero Sotoca.
Valcárcel  se sabe rodeado de traidores, con mayor o menor intensidad, con la  única excepción de su sobrino político Pedro Alberto Cruz, lanzado al  estrellato en los últimos días y su 'delfín' cada día más claro,  consciente de que su etapa como presidente está llegando a su fin y  antes de que una revuelta palaciega le deponga y pierda el control sobre  su propia sucesión, que sabe cercana aunque no inminente. Resistirá  hasta quedar convertido en más histrión todavía de como ha aparecido en  televisiones nacionales la semana pasada.
Todo  lo acontecido en los últimos días no parece, pues, solamente obra de la  casualidad, mascando lo que se masca entre bastidores a raíz del  sospechoso comportamiento de la consejera de Hacienda, Inmaculada  García, como detonante de una situación primigenia y sus extrañas  relaciones en Madrid con las actuales autoridades de Economía y  Hacienda, departamento de la que ella es precisamente funcionaria en  excedencia. La soga la ha procurado esta mujer,  sabiendo como sabe, que  de no haber autoinmolación actuará el verdugo montañés. Y esperando  también su recompensa de Elena Salgado, más que estrecha colaboradora de  Rubalcaba al igual que la Chacón.
Una  duda sobrevuela toda esta situación y es la actitud de la Judicatura  murciana frente a las presuntas fechorías de un presidente en apuros.  Las relaciones de vecindad en Gran Vía 9 y amistad personal del  magistrado Andrés Pacheco, recientemente confirmado por el Consejo  General del Poder Judicial en su cargo de presidente de la Audiencia  Provincial, con Valcárcel son conocidas y son seguidas con mucho interés  estos días, no precisamente de vino y rosas para nadie, ante el apagón  informativo de todo lo relacionado con 'Trampolín Hills'.
Se  sabe que la jueza encargada de instruir el caso de lesiones, que no  atentado, al consejero Cruz está indignada con la Policía al mando del  delegado del Gobierno, el socialista Rafael González Tovar, por mandarle  a un detenido sin pruebas ni siquiera indicios, lo que ha facilitado al  propio ministro del Interior, el célebre Rubalcaba, ordenar una  investigación desde Madrid con brigadas especializadas y muy escogidas.  Se espera que de esas actuaciones deriven acontecimientos mucho mas que  sonados en las actuales circunstancias de no correr antes el agua por el  Segura, con o sin entubamientos. Ahora veremos cuál es la actitud  seguida por la Fiscalía que comanda el, cada vez, más increíble Manuel  López Bernal,  veo que muy escocido, entiéndase precavido, por su  histórica experiencia personal-profesional.
El  'delfín' Cruz insiste en convertir en convencimiento colectivo su  versión de unos hechos de los que no hay más testigos mientras ha sido  la hija del delegado del Gobierno, la diputada regional, María González  Veracruz, la que con un oportuno artículo sobre el supuesto derroche del  consejero Cruz, ha dado pié a cargar sobre la izquierda, y más  concretamente, sobre su compañera de partido y candidata a la  presidencia de la Comunidad Autónoma, Begoña García Retegui, todas las  culpas de un supuesto atentado, cada vez más improbable, justo cuando  las encuestas hacen bajar cinco puntos de golpe la intención de votar al  sátrapa.
Las  cosas parece que han salido mal para los presuntos muñidores y ahora  sólo se espera las consecuencias de la reacción de Rubalcaba y el sector  del Gobierno central que apoya a Retegui. No habrá que descartar el  cese de González Tovar por mas que la supuesta estrategia pasase por  pedir desde el PP su dimisión para así preservarlo de una mas que segura  destitución por traidor a su propio partido, a su ministro y al Gobierno que  representa. 
El  dardo envenenado iba por elevación para el propio ministro del Interior  y parece que en Murcia ese veneno lo procuró alguien llegado de Madrid,  -¿Pedro Saura?- como envío personal del ministro José Blanco, ese gallego  taimado que cada poco viene por Murcia a apuntalar a Valcárcel con  falsas promesas de AVE y aeropuertos inviables por orden del poderoso  empresario murciano Luis del Rivero, un privilegiado contratista del Ministerio de  Fomento y gran beneficiario del aval de 200 millones de euros librado por Valcárcel para la construcción de ese aeropuerto, que se sabe ruinoso  de antemano. Así se escribe la Historia.

 
 

