MURCIA.- La Virgen de la Fuensanta es la patrona principal de la ciudad de Murcia desde que así fuera proclamada en la primera mitad del siglo XVIII. Su onomástica se celebra el domingo siguiente al día 8 de septiembre; es decir, hoy. Anteriormente la patrona era Santa María de la Arrixaca, imagen del siglo XIII relacionada con la Reconquista del Reino y cantada por Alfonso X, que ha sido propuesta con muy buen sentido como patrona de toda la Región de Murcia. 
Patronazgo
 
La devoción del pueblo murciano por la Virgen de la Fuensanta es 
muy antigua, surgiendo a partir de la aparición de la Virgen en el monte
 conocido como El Hondoyuelo. Cuenta la leyenda que en esta sierra, 
situada a unos 5 kilómetros de la capital y ya considerada como enclave 
sagrado por las primeras civilizaciones que habitaron la zona, María 
había hecho brotar la "fuente santa" que dio nombre a la advocación. El 
pequeño manantial aún hoy riega aquel paraje y desde el siglo XV consta la existencia de una ermita en honor a la Virgen coronando el lugar. 
La historia de cómo La Fuensanta ha pasado a convertirse en una 
de las más importantes devociones del Levante español comienza el 17 de 
enero de 1694.
 En esa fecha, tras una larga sequía que azotaba toda la zona, se 
acuerda bajar la imagen de la Virgen por vez primera hasta Murcia, por 
el camino de Algezares hasta el convento de Capuchinos. 
Con aquella 
romería se imploraba la lluvia necesaria para los cultivos, relatando 
las crónicas de la época que, al finalizar la rogativa, llovió 
copiosamente e incluso llegó a nevar. Por entonces se tenía como patrona
 de la ciudad a Santa María de la Arrixaca, venerada desde la 
Reconquista en la iglesia conventual de los Agustinos. 
Pero el milagro 
del agua se repitió en las sucesivas romerías y la Virgen de la 
Fuensanta rivalizó pronto en popularidad con la Arrixaca, llegando a ser
 nombrada como nueva patrona de la Ciudad y su Huerta en 1731.
Muchos milagros han sido atribuidos a su intercesión desde 
entonces y no todos relacionados con la lluvia, con lo que la devoción 
ha venido creciendo hasta nuestros días. El 27 de mayo de 1808
 le fue otorgado el rango militar de "Generala del Reino" a raíz de la 
invasión napoleónica, apelativo con el que muchas veces se refieren a 
ella sus fieles. 
El 24 de abril
 de 1927 se produjo su Coronación Canónica, realizada con gran 
solemnidad en el Puente de los Peligros ante una enfervorizada 
muchedumbre. También ha recibido la Medalla de Oro por parte de diversos
 estamentos y asociaciones tanto de la capital como de la Región, entre 
ellas las de la Ciudad de Murcia y la del Cabildo Superior de Cofradías. 
La Guerra Civil
 
En el año 1936, siendo obispo de la Diócesis de Cartagena D. Miguel de los Santos Díaz y Gómara, desatada la Guerra Civil española,
 Murcia quedó en el “bando” republicano. En esa oscura etapa de la 
historia de España, en las zonas de dominación republicana, se generaron
 reacciones populares espontáneas contra la Iglesia (reforzadas tras el 
apoyo de ésta al bando sublevado), que llevó a la quema de templos e 
imágenes principalmente, así como en algunos casos la persecución, 
tortura y asesinato de sacerdotes, religiosas, religiosos y seglares, al
 margen de las instituciones republicanas.
Tras un primer asalto al Santuario, que no supuso la destrucción 
de la imagen, el día 2 de agosto, Fernando Monerri Córcoles, acompañado 
de Antonio Córcoles Romero, fueron a cerciorarse de la veracidad de la 
noticia, preguntando a Eugenio Úbeda Romero, entonces director de la 
Escuela Normal de Murcia, y que se encontraba en la Fuensanta, 
manifestándole éste que la Virgen no había sido destruida pero que 
corría serio peligro.
La Virgen y el Niño, para esa fecha, ya no se encontraban en el 
Santuario, si no que estaban en la casa que los canónigos tenían en la 
primera planta del edificio contiguo al Santuario. Ante la manifestación
 de Eugenio, Fernando Monerri rescató las imágenes de la Virgen y del 
Niño, bajando a la Virgen a su vivienda en Murcia, situada en la Plaza 
Fontes, y la del Niño en casa de su madre, Rosario Córcoles Ruiz, sita 
en el tercer piso del nº 2 de la calle Trapería, envueltas ambas 
imágenes en un colchón, atado con cuerdas, para lo que utilizó el 
vehículo del entonces alcalde de Murcia, el socialista Fernando Piñuela, hermano de su esposa Aurora Piñuela.
Parte del Santuario, incluido el camarín en el que debía estar la imagen de la Virgen, fue pasto finalmente de las llamas.
Durante los duros años de la guerra, la imagen de Nuestra Señora 
de la Fuensanta siguió escondida y custodiada por Fernando Monerri. El 
29 de marzo de 1939, dos días antes de la conclusión de la contienda 
civil, entraron en la ciudad de Murcia las tropas franquistas. Fernando 
Monerri, acompañado de su primo hermano Antonio Córcoles, fue a 
comunicar al entonces Gobernador Civil, Carmelo Monzón Massó, que las 
imágenes de la Patrona, la Virgen de la Fuensanta y del Niño, lejos de 
haber desaparecido o de haber sido quemadas en la contienda, pasaron los
 años de la guerra custodiadas por él y por su madre.
Ante tan alegre e insospechada noticia, se sacaron en procesión 
por la ciudad, trasladándola al Gobierno Civil (sito entonces en el Palacio Almodóvar),
 al estar la Santa Iglesia Catedral cerrada, para alegría, emoción y 
regocijo de una multitud de murcianos devotos de su patrona, enterados 
de la noticia por la información que Eugenio Úbeda trasmitió por la 
radio.
Fue entonces cuando el obispo D. Miguel de los Santos Díaz y 
Gómara encomendó que Fernando Monerri, y en lo sucesivo, su familia, 
custodiaran y se responsabilizaran de las imágenes de la Virgen de la 
Fuensanta y del Niño en todos los traslados que se realizaran de ambas 
imágenes de por vida, nombrándolo cabo de andas y a su hermano punta de 
vara del trono de Nuestra Señora de la Fuensanta a perpetuidad.
Santuario
Tiene la Fuensanta su Santuario en Algezares, emplazado en plena sierra
 que bordea a la ciudad. El lugar ya era objeto de culto desde épocas y 
culturas muy remotas, originándose el culto a la Virgen de la "Fuente Santa" a partir de una leyenda que narra la aparición del milagroso manantial que riega el paraje. Desde el siglo XV
 consta la existencia de un templo dedicado a la Virgen, sufriendo 
reformas y ampliándose sucesivamente, hasta convertirse en la bellísima 
iglesia barroca que tantos turistas y peregrinos visitan en la actualidad.
El Santuario
 de la Virgen es hoy uno de los más visitados del país, no sólo como 
lugar de peregrinación sino también por la belleza del enclave. 
Sobre la
 ermita primitiva, descrita en antiguos documentos como "entre iglesia y
 mezquita", empieza a construirse a finales del XVII un nuevo templo más
 acorde con el gran poder de convocatoria que estaba adquiriendo la 
Virgen de la Fuensanta. Se trata de un edificio de estilo barroco, 
enriqueciéndose en épocas posteriores y sufriendo una importante 
restauración tras la Guerra Civil. 
En el interior de la iglesia se encuentra la venerada talla de la
 patrona, una escultura de origen gótico y retocada en el siglo XVIII 
por el imaginero Roque López, atribuyéndose el Niño a Francisco Salzillo. 
La hermosura de la imagen es indiscutible, cuyo aspecto se embellece 
con lujosos ropajes, joyas y coronas regaladas por los fieles, siendo el
 color tostado de su cara el que ha motivado que sea cariñosamente 
conocida con el sobrenombre de "La Morenica". 
También encontramos en el 
templo importantes frescos del pintor Pedro Flores
 alusivos a la advocación, así como una hermosa colección de relieves 
sobre temas evangélicos marianos realizados por el escultor Juan González Moreno. 
El Santuario está custodiado por un monasterio de religiosas 
benedictinas, constituyendo ambos desde su encumbrado emplazamiento el 
mejor mirador sobre Murcia y toda la Vega del Segura.  
La difusión del culto a Ntra. Sra. de la Fuensanta desde su 
proclamación como patrona, ha venido ligada a la celebración de 
traslados periódicos de la efigie desde el Santuario hasta la Catedral 
de la ciudad y viceversa.  Estos traslados no tienen una fecha fija 
asignada en el calendario, siempre se realiza el trayecto del monte a la
 ciudad un jueves, y el retorno un martes.
Romerías
La Virgen de la Fuensanta visita en dos ocasiones al año la Ciudad de Murcia: una con la llegada de la Cuaresma,
 siendo siempre el día de la bajada el segundo jueves de Cuaresma, 
alargando su permanencia en la Catedral hasta la finalización de las 
Fiestas de Primavera, que tienen lugar tras la Semana Santa, siendo el 
día de “la subida” el martes siguiente al domingo en el que termina la 
novena que comienza el sábado siguiente al Domingo de Resurrección ; y 
otra en septiembre con motivo de su onomástica, que siendo el 8 de 
septiembre, la Iglesia lo conmemora el domingo siguiente, siendo la 
bajada el jueves anterior al inicio de la novena que acaba el día de la 
celebración de su onomástica. 
Fiesta que se celebra con una Misa 
Pontifical y Procesión Claustral en el interior de la Santa Iglesia 
Catedral. Ese jueves de “la bajada” da lugar el inicio de la Feria de Septiembre de Murcia.
 La Feria es inaugurada por las autoridades después de la llegada de la 
Fuensantica a la Ciudad. La Morenica volverá a su Santuario en Romería 
el martes siguiente a su onomástica, considerándose esta “subida” como 
la Romería mayor al ser fiesta en la ciudad de Murcia. 
Ésta es la más 
tradicional y multitudinaria, congregando a más de medio millón de 
romeros, murcianos o no, llegados de toda España para acompañar a la 
Virgen en su regreso al Santuario.
Durante su estancia en la ciudad, diversos actos protagonizados 
por la Virgen merecen especial reseña. Dos de ellos tienen lugar durante
 las mencionadas Fiestas de Primavera,
 como son la Misa Huertana y la solemne procesión con la imagen por las 
calles del casco antiguo. 
Los alrededores de la Catedral, empiezan a llenarse de fieles que 
esperan la salida de la Virgen mientras grupos folklóricos bailan y 
cantan en honor de la patrona. También las inmediaciones del Santuario 
se colman con los primeros romeros, que pasan la noche en el monte en un
 ambiente fraternal y lleno de tipismo. 
Al amanecer y tras una misa de 
despedida, Ntra. Sra. de la Fuensanta sale finalmente del templo 
catedralicio para emprender el camino arropada por la muchedumbre. El 
trono de plata navega lentamente por un río de romeros, sucediéndose las
 tradicionales "lluvias de pétalos" con que los murcianos tributan a su 
patrona desde los balcones del recorrido. Entrada la tarde y después de 
dejar atrás la ciudad atravesando el paisaje huertano, La Fuensanta 
llega al pié de su sierra, donde ya sólo restan las llamadas "Siete 
Cuestas" que la separan del Santuario; esas rampas son ascendidas por 
muchos romeros de rodillas, otros descalzos, en señal de promesa. 
Todo 
el monte es un clamor al paso de "La Morenica", que tras una lenta 
subida alcanza finalmente la atalaya de la iglesia. Y desde las puertas 
del Santuario, la Virgen es vuelta a la ciudad y al pueblo que abarrota 
el lugar en señal de despedida, entrando después a su templo acompañada 
de vítores que resuenan por toda la serranía.

 
 







