MURCIA.- La gasolinera de El Rollo en el barrio de El Carmen en 
Murcia se convierte por la mañana temprano en una empresa de 
contratación. Las furgonetas empiezan a desfilar a las 4.30 durante la 
madrugada, y continúan llegando hasta las siete de la mañana mientras 
recogen a decenas de personas, en su gran mayoría inmigrantes, para ir a
 trabajar al campo, según narra hoy www.eldiario.es 
Masu, un maliense de 23 años sin 
papeles, lleva viniendo todas las mañanas durante los dos últimos meses 
sin éxito. “Cuando no tienes papeles es más difícil. No sé cómo voy a 
hacer para seguir pagando el alquiler”, dice con un gorro negro de lana 
calado hasta las orejas pese a que las temperaturas ya están alcanzando 
los 30 grados en Murcia.
A las ocho de la mañana la gasolinera vuelve a su ritmo 
normal de trabajo, como si nada hubiera sucedido, algo parecido a lo que
 sucede en la Región. “Hay un consenso regional para que sea una 
realidad excluida”, dice Andrés Pedreño, profesor de Sociología y 
diputado de Podemos. 
“He estado cuatro años en el Parlamento y se habla 
mucho de los agricultores. El héroe regional es el agricultor, pero de 
los que realmente curran, de esos no se habla. Cuando hay alguna 
furgoneta que se estrella aparecen reportajes de periódicos”, añade el 
investigador.
En abril de 2016 cinco marroquíes 
murieron en un accidente de la furgoneta en Lorca que les llevaba de  
Torre Pacheco a Águilas. Posteriormente se supo que el conductor también
 echaba el día como jornalero y que había trabajado todos los días de 
lunes a domingo la semana previa.
A principios de los 
noventa se produjo un cambio radical en el campo murciano y los 
trabajadores autóctonos fueron sustituidos por mano de obra inmigrante, 
sobre todo marroquí, quienes llegaron en primer lugar, y luego 
ecuatoriana, aunque también hay jornaleros del África subsahariana o 
Europa del Este.
Murcia, con un 14% de población extranjera, cuenta con 
una agricultura muy poco estacional que da trabajo casi los doce meses 
del año; eso hace que muchos inmigrantes prefieran vivir en la Región 
frente a otras zonas agrícolas del país. 
“Aquí hay una reserva de mano 
de obra barata instalada, los empresarios tienen mucha gente a la que 
acudir y pueden ofrecer condiciones salariales más bajas”, apunta 
Pedreño. La agricultura es fundamental en la economía de la Región y 
supone el 20 por ciento del PIB frente al 2,7 por ciento en el conjunto 
del país.
Las jornadas de los trabajadores del campo 
suelen consistir entre 13 y 15 horas diarias, incluyendo el transporte, 
puesto que muchas veces los jornaleros se tienen que desplazar hasta 
destinos como Albacete, Alicante o Granada. Además, se trabaja 
mayoritariamente a destajo, es decir, se paga por el número de piezas 
recogidas y no por horas -un trabajador puede recoger hasta 2.000 
lechugas al día, mientras que la pieza se paga a 0,046 céntimos de 
euros-.
Nabil, quien coge el autobús en San Javier a 
las 4.30 de la mañana para recoger brócoli en Jumilla, denuncia que “si 
te quejas te dan una sanción y durante 15 días no puedes trabajar”. “En 
el campo no hay nada fácil. Cae el sol, la lluvia, el viento sobre ti. 
Nos obligaron a trabajar el 1 de mayo. Durante este mes de Ramadán 
seguimos trabajando a destajo y si llega un nuevo pedido tenemos que 
quedarnos más horas. A mí me gusta trabajar, pero con mis derechos”, 
apunta el marroquí de 35 años.
En la autovía que va de
 Murcia a Cartagena se divisan campos y más campos cubiertos por 
plásticos en su mayoría. También se ve el nuevo modo de trabajar de 
muchas empresas, las cuales montan una plataforma y mientras los 
jornaleros recogen y cortan la lechuga abajo, en la planta de arriba las
 mujeres las limpian, le colocan el fixo y las empaquetan directamente 
en las cajas de los supermercados extranjeros, de modo que el empresario
 se ahorra empaquetar el producto en el almacén.
“Los empresarios quieren enriquecerse a base de rapidez y
 del sudor de muchos sin parar para que no falte nada para los pedidos 
que vienen de fuera”, apunta Mustapha Ziani, líder del sindicato Alafa. 
“En Murcia hacemos el trabajo que nadie quiere hacer y nadie nos quiere 
ver, ni siquiera en las calles.  Todo el tiempo escuchas por la calle 
que los moros vienen a robar o que vienen a vivir de las ayudas del 
gobierno”, dice Mustapha. "En Murcia ni siquiera se ve a un marroquí 
trabajando de cajero en el Mercadona o como conductor de autobús, como 
sí pasa en Francia", añade.
"Ni democracia ni libertad sindical"
Ziani
 comprobó cómo los prejuicios y las presiones de los empresarios y de 
los sindicatos mayoritarios hicieran que de los 400 afiliados con los 
que contó en su fundación se pasara a los 40 actuales. 
“En el juicio en 
el que pedíamos la indemnización para los trabajadores de La Forja, el 
abogado de la empresa llegó a decir que Alafa tenía que ver con los 
atentados de Bruselas y París porque habíamos hecho dos huelgas y 
coincidían con las mismas fechas”, apunta el sindicalista.
“Aquí
 no hay democracia ni libertad sindical; quien habla o reivindica está 
despedido y nadie quiere saber nada ti. Las empresas quieren gente que 
no sepa hablar, que no sepa de convenios. Si no cotizan no pasa nada 
porque no saben lo que es una vida laboral. Las cosas van a peor, antes 
nos cotizaban todos los días", añade el marroquí que vive en Pozo 
Estrecho.
“Cuando estás de ilegal es posible incluso 
no cobrar. Pasa mucho con las ETT en los trabajos de recogida de fruta, 
como el albaricoque o el melocotón, que se trabaja como mucho una semana
 o diez días. Ahí suelen utilizar mucha mano de obra ilegal y como van 
cambiando de finca es muy difícil que los pille la inspección de 
trabajo”, dice Mustafá Sadir, delegado sindical de CC.OO. en Torre 
Pacheco.
Pedreño apunta a la reforma laboral de 2012 como una de 
las causas principales para que las condiciones de los jornaleros hayan 
empeorado ya que “abre las puertas a las ETT y a los convenios de 
empresa para salir de la crisis devaluando los salarios”. 
“Eso en el 
campo se ve tremendo. Tenemos un 80% de los contratos que se hacen en el
 campo a través de ETT y ha vuelto el destajo. Se ha profundizado la 
precariedad del campo, que ya era alta”, añade. Murcia, además, es una 
región con un 20% del PIB con economía sumergida.
“En 
una comunidad de millón y medio de personas y con 600.000 trabajadores 
competimos en número de contratos firmados por ETT con comunidades que 
triplican tanto en número de habitantes como de trabajadores como Madrid
 y Cataluña y eso se debe fundamentalmente al campo”, apunta Santiago 
Navarro, secretario general de CC.OO. en la Región.
Navarro
 también señala que las empresas hortofrutícolas han multiplicado sus 
beneficios en los últimos años. "Antes compraban el producto a los 
agricultores, pero se han ido quedando con toda la producción, de modo 
que se han convertido en productoras y exportadoras al mismo tiempo 
desplazando a los agricultores pequeños, quienes han desaparecido en 
muchos sectores", dice el líder de CC.OO.
Pedreño, 
cuya línea de investigación ha sido el campo de Murcia, explica que 
cuando se aprobó en España la primera Ley de Extranjería en 1985 a 
instancias de la Unión Europea casi no había inmigrantes, pero ya se 
pusieron las bases “para construir un trabajador vulnerable” por el 
principio de la preferencia nacional, es decir, que los inmigrantes 
podrán trabajar en aquellos mercados laborales que la mano de obra 
nacional no cubriera. 
“Desde el momento cero construimos al inmigrante 
como un trabajador precario, además de esa especie de racismo social que
 lo impregna todo”, señala el sociólogo.
“Vox ha ganado en los municipios con más presencia de 
inmigrantes, pero esto hay que matizarlo. En Torre Pacheco son 
plenamente conscientes de que sin la mano de obra no hubiera sido 
posible el milagro de la agricultura intensiva. Este voto lo que viene a
 decir es claro que queremos inmigrantes, pero sin derechos de 
ciudadanía, es decir, queremos un tipo de trabajador que no nos plantee 
exigencias frente a los derechos laborales, ni sociales”, dice Pedreño.
"Es
 impresentable que tengamos un partido político que se basa en el 
rechazo a los inmigrantes y que los inmigrantes en un porcentaje enorme 
no puedan votar contra ese partido que los ha convertido en enemigos. 
¿Cómo no hemos avanzado en el derecho a votar? ", añade el diputado de 
Podemos. 
Mustapha va más allá y se pregunta: "¿Como puede permitir el 
Gobierno que haya un partido como Vox que dice que los musulmanes se 
tienen que ir de España?".
Mustafá se muestra 
profundamente dolido con el hecho de que Vox haya quedado como primera 
fuerza política en Torre Pacheco en las elecciones generales. "Somos una
 realidad que quieren tapar. De hecho, los españoles no iban a aguantar 
los abusos de esa cultura empresarial del campo de Murcia", denuncia.
"En el campo y en los almacenes pasan muchas cosas"
Otro
 tipo de acoso frecuente lo sufren las jornaleras o mujeres que trabajan
 en los almacenes envasando. "En el campo y en los almacenes pasan 
muchas cosas. Hay muchas mujeres que se ven débiles y hacen lo que les 
pide el encargado porque si no pueden perder el trabajo y no les queda 
otra", dice Amina, marroquí de 29 años. 
Ella mismo 
tuvo que poner una denuncia el pasado octubre a su encargado español  
quien empezó a acosarla mientras se dedicaba a su trabajo de recoger y 
empaquetar en tarrina la uva. Amina pidió la baja después de que 
intentara abordarla sexualmente. Habló con la empresa y no le ofrecieron
 respuesta alguna.
El encargado siguió mandándole 
mensajes por messenger en los que le ofrecía dinero por acostarse con 
él. "¿Es que cobras más? Mi oferta sigue en pie. Me interesa ser uno de 
tus clientes", le escribió en uno de ellos, a pesar de que conocía a su 
marido, quien incluso en una ocasión le había recogido de madrugada en 
el hospital tras una urgencia. 
"Lo pasé muy mal", asegura Amina, quien 
en la actualidad está haciendo un curso de auxiliar administrativa.
El
 pasado jueves una mujer paraguaya que trabajaba en el campo presentó 
una denuncia a la Guardia Civil de Archena por una grave agresión sexual
 que se encuentra bajo investigación, 
informó la Cadena SER.
 La chica relató a los agentes que su encargado la había llevado a un 
descampado y "la forzó para poder mantener relaciones sexuales con 
penetración". 
Sanidad:
- Media
 de espera: A cierre del año pasado, los murcianos tenían que aguardar 
una media de 87,4 días para una operación, frente a los 95,9 de 2017
- Nivel
 de privatización: la privatización en los centros sanitarios de la 
Región de Murcia ha crecido en 2018 con respecto al año anterior a un 
nivel 'intermedio'. Asturias, Andalucía, Castilla la Mancha y 
Extremadura son las que tienen el grado más bajo, con Murcia en uno 
intermedio de 19, algo menos que la media nacional (19,58), aunque 
escala cuatro puestos en ese índice.
Economía:
- Paro:
 el número de parados en la Región es de 107.400 personas, que en 
términos porcentuales se sitúa en un 15,12%. Por comunidades se 
encuentra en el puesto número 13, por debajo de Islas Baleares y por 
encima de Madrid
- El riesgo de pobreza y/o exclusión social se sitúa en el 34,7 % (según datos de 2017)
- Renta media por hogar:  la renta media anual de los murcianos es de 20.975 euros
Educación:
- La Región de Murcia no ha cumplido con la obligación legal de destinar el 4% del PIB a Educación. Actualmente, destina el 3,8%.
- Murcia es la segunda región con la menor tasa de escolarización de niños de hasta 2 años, con menos de 2 de cada 100 -19,1 %-. Solo
 superan ligeramente la media española del 96,3 % la escolarización una 
vez cumplidos los 3 años, dado que en Murcia esa tasa es del 97,1 %, 
según datos del curso 2016-2017
Dependencia:
- En
 Murcia hay un total de 8.903 personas dependientes en lista de espera 
en febrero de 2019. En comparación con el año pasado, hay una variación 
de 3.472 personas.
- En porcentaje con un 11,2%, ocuparía el puesto numero 14, según cifras de diciembre de 2018
Vivienda:
- La comunidad autónoma destinó 300.000 euros en 2018 para la promoción de vivienda pública 
- En la Región se construyeron el año pasado 30 frente a las 2.000 de la Comunidad de Madrid.
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Fotografía de Carlos Trenor