LORCA.- Los equilibrios del poder político en Lorca están muy ajustados. Diez concejales del PSOE, dos de Izquierda Unida y
 uno de Ciudadanos conforman el gobierno local que, tras las elecciones 
de 2019, estuvo a punto de constituirse con diez concejales del PP, dos 
de Vox y uno de Ciudadanos. Finalmente, el edil de Ciudadanos, el 
vicealcalde Francisco Morales, optó por unirse a los socialistas con una
 condición.“Que se regularan las explotaciones porcinas bajo dos 
principios básicos: igualdad y sostenibilidad, lo que implicaba 
establecer la distancia de 1.500 metros respecto a cualquier núcleo 
urbano, también en las pedanías”, indica, y recuerda que también los dos
 representantes de Izquierda Unida mantenían esa posición, según El País.
Lorca, con cerca de 100.000 habitantes y un millar de 
cebaderos, es el segundo término municipal más grande de España, con una
 extensión de 1.675 kilómetros cuadrados y 39 pedanías, en las que viven
 diseminados en viviendas unifamiliares con terreno agrícola y ganadero 
cerca de 40.000 lorquinos. 
El domingo anterior, un vehículo con megafonía 
recorrió todas esos pequeños núcleos de población convocando a los 
ganaderos a una concentración este lunes contra “la nueva reglamentación
 que quiere aprobar el ayuntamiento y que nos afectará a todos”, señalan
 miembros de las asociaciones ganaderas que lo patrocinaron.
El
 lunes siguiente, unas 500 personas se concentraban delante del Centro de 
Desarrollo Local (CDL) donde iba a celebrarse el pleno que aprobaría la 
moción para regular las explotaciones de ganado porcino, y un grupo decidió asaltar violentamente el edificio municipal al grito de “¡gandules!, ¡os vamos a matar!”, llevándose por delante a policías locales que trataban de impedir su entrada a la fuerza.
El
 pleno fue suspendido porque “la policía nos dijo que no podía 
garantizar la seguridad de las personas que se encontraban en el 
edificio”, asegura el alcalde, Diego Mateos (PSOE), y la moción no se 
aprobó. De momento hay siete detenidos por atentado contra la autoridad y
 desórdenes públicos, y una maraña de acusaciones cruzadas para explicar
 cómo pudo llegarse a ese extremo.
Las tensiones habían 
empezado una semana antes. “El día 21 de enero nos citó el concejal de 
Urbanismo y Medio Ambiente, José Luis Ruiz (PSOE), en el ayuntamiento 
para informarnos de que la moción iba a ir a pleno el día 31″, señalan 
miembros de las asociaciones ganaderas, reunidas en una suerte de 
“comisión negociadora” de ocho colectivos del sector, y corroboran en la
 corporación municipal. 
Hasta ese momento, existía un amplio consenso 
entre ganaderos y políticos y unas relaciones fluidas. Muchos de ellos, 
como ocurre habitualmente en los pueblos, son amigos de la infancia o 
forman parte de las mismas cofradías. Hasta el punto de que la 
tramitación de la moción había sido aprobada por unanimidad en julio de 
2020.
“Nosotros estábamos de acuerdo en adaptarnos a las nuevas 
normativas, pero solo les pedíamos que las explotaciones cuya 
tramitaciones estaban en curso y cuyos propietarios ya habían hecho su 
inversión, pudieran continuar sus expedientes en un régimen de 
excepcionalidad, o provisionalidad, y ellos aceptaron”, señalan desde 
los colectivos de ganaderos, que se han sentido traicionados por el 
gobierno local. Esos casos, nueve, son el verdadero escollo de este 
asunto.
Se trata de nueve empresas, nueve expedientes 
—recogidos en la moción—, nueve explotaciones que se encuentran en un 
“limbo legal” a la espera de una serie de licencias que no llegan. Los 
permisos para construir granjas de menos de 2.000 cabezas las concede el
 ayuntamiento, pero cuando son de más de 2.000 animales los otorga la 
comunidad autónoma. En estos casos, muchas son solicitudes de 
ampliaciones, en total unas 20.000 cabezas de ganado entre todas, cuya 
aprobación depende del gobierno regional (PP).
Algunos de
 los propietarios de estas explotaciones, cansados de esperar la 
respuesta de los distintos organismos competentes de la comunidad 
autónoma gobernada por el Partido Popular (direcciones generales de 
Medio Ambiente, Aguas, Carreteras, Urbanismo...), han tirado por la 
calle de en medio. 
“Han montado los cebaderos, se han metido en 
préstamos de 300.000 euros a diez años vista, han contratado a 
trabajadores, tienen familias, y ahora ven peligrar sus inversiones”, 
apuntan ganaderos y miembros del consistorio. Algunos de estos 
empresarios llevan esperando una respuesta de la administración regional
 desde 2014.
El negocio del ganado porcino está en auge en los últimos 
años debido, en buena parte, a la demanda de China, donde la peste 
porcina les ha obligado a importar mucha carne de cerdo. Sin embargo, 
muchos temen que esa “burbuja” estalle más pronto que tarde. Al mismo 
tiempo, la industrialización del sector ha pervertido mucho el trabajo 
de los ganaderos locales “de toda la vida” y de un trabajo tradicional 
que se realizaba en familia, con pequeñas granjas. 
“Los cebaderos, con 
centenares o miles de animales, son subcontratas de grandes empresas 
cárnicas instaladas en la zona”, explica un trabajador del gremio. “Los 
ganaderos asumen el riesgo económico, porque hacen la inversión para la 
instalación y ponen su mano de obra, a condición de que el empresario 
cárnico les meta los cerdos, les dé el pienso para cebarlos y las 
medicinas para tratarlos, pero quedan completamente a expensas de ese 
gran empresario, que le paga a unos diez euros por cerdo cebado y sube o
 baja el precio”, analiza. Lo llaman “sistema integrado”.
Así
 las cosas, los representantes de los ganaderos —entre los que se 
encuentran algunos de esos relevantes empresarios— acudieron a la cita 
el día 21 y se encontraron con que la moción “había pasado de tener 
siete folios a 32, e incluía otro montón de requisitos que antes no 
estaban, como tener que presentar estudios de impacto paisajístico, o de
 evolución del tráfico en la zona donde vaya a ponerse una explotación”,
 describen los miembros de la comisión.
“Se trata de los 
informes preceptivos de los correspondientes organismos regionales 
competentes que se solicitan y se adjuntan antes de ser aprobada 
cualquier modificación de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), 
que es como se ha presentado esta regularización de acuerdo con los 
técnicos municipales”, explica el alcalde, Diego Mateos. “Pero esos 
informes, no son más que recordatorios de la ley vigente, y ellos lo han
 interpretado como nuevos requisitos”.
“Ellos”, son los 
ganaderos, que no tienen un pelo de tontos ni de ignorantes. Saben 
perfectamente que van a tener que tragar con la legislación 
medioambiental y quieren hacerlo, pero también quieren sacar algo a 
cambio: “Salvar a esas nueve empresas de la posible ruina y, con ello, 
mantener unido y fuerte al sector ante posibles embates futuros”.
Él,
 el alcalde, tiene poco margen de maniobra y se encuentra presionado por
 sus socios de gobierno —que aún no le han aprobado los presupuestos— y 
por su acuerdo iniciático así que les invita a presentar alegaciones 
antes de la aprobación definitiva (tres meses después de la inicial), a 
reclamar al gobierno regional o incluso a acudir a la Justicia, pero se 
lava las manos en un tema con el que tiene que seguir adelante.
Pedro
 Sosa (54 años), uno de los dos concejales de IU que apoyan al gobierno 
local, ha sido además matarife durante 30 años en una de las empresas 
cárnicas más fuertes de la localidad, Jisap, donde también era —está en 
excedencia— presidente del comité de empresa y ha montado más de una 
huelga. No en vano es la bestia negra del sector. Por eso, cuando el 
pasado lunes llegó al pleno de la contienda atravesando con su moto el 
cordón policial, los manifestantes le increparon y le destrozaron la 
moto después.
“Antes hacer un cerdo costaba un año, ahora
 lo tienes en tres cuatro meses y, muchas veces, rajas el cuero y sale 
agua, porque están engordados de manera artificial; a los empresarios de
 la carne les interesa que haya muchas explotaciones para que haya más 
competencia y poder rebajar los precios de cebar a los animales al 
máximo; y, además, algo muy importante: las explotaciones necesitan 
agua, que muchas veces no es de Lorca, sino de la comunidad de regantes,
 o de pozos ilegales o directamente del río Turrilla”. 
La última macrooperación del Seprona,
 el servicio de Medio Ambiente de la Guardia Civil, señala a Murcia como
 la región de España donde se han detectado más pozos ilegales y uno de 
las zonas que sufre más desertificación de la península.
El
 “error” de todo esto, según el exalcalde Fulgencio Gil (PP) y principal
 portavoz de la oposición, “radica en haber presentado esta moción como 
una modificación del Plan de Ordenación Urbana, en lugar de como una 
regulación puntual que pretende homologar la distancia de 1.500 metros 
tanto en el casco urbano como en las pedanías”. El edil popular arengó a
 los ganaderos para que se movilizaran y acudieran a la manifestación 
que días más tarde terminó en el asalto. 
“Lo que les dije fue que 
entendía que no se habían cumplido los compromisos adquiridos con ellos 
por parte del gobierno municipal y que no se estaba gestionando bien, y 
que desde el grupo popular les respaldábamos en sus exigencias como 
siempre”, agrega tras haberles acompañado también en la manifestación 
del pasado lunes 31de enero.
Los miembros de la comisión se 
reunieron con el concejal de Urbanismo y con el alcalde el lunes 24, el 
martes 25 y el miércoles 26 por la noche, tras llamar al regidor y 
pedirle que acudiera adonde se encontraban. Le dijeron: “Si no sacas la 
moción del orden del día y nos das una prórroga de un mes para que 
podamos estudiarlo, tendremos que movilizar a los ganaderos”, aseguran. 
“Todo muy cortés”, aclaran.
Esa noche, en el vacío de una
 galería comercial cerrada, se rompieron las buenas relaciones que se 
habían mantenido hasta entonces entre antiguos amigos, vecinos, 
compañeros de colegio, de cofradía, y que ahora tenían intereses 
enfrentados. El desencuentro se enconaba. El jueves, por grupos de 
WhatsApp, los representantes del sector cárnico hicieron el llamamiento y
 lograron reunir el viernes por la tarde en el salón de bodas Faroli,
 a las afueras de la localidad, a un centenar de ganaderos para convocar
 la manifestación del lunes. 
Allí se presentaron —unos dicen que 
invitados y otros dicen que no— concejales del PP y de Vox que les 
arengaron y dieron su mitin, según los presentes y los aludidos. El 
conflicto empezaba a ser instrumentalizado por algunos partidos sin que,
 aparentemente, nadie previese las consecuencias.
Lo que 
le llegó a los ganaderos de las pedanías, megafonía y “teléfono 
escacharrado” mediante, era: “Nos quieren cerrar las granjas para 
abrirlas en Cataluña”, relata uno de ellos. “Empiezan por el porcino y 
acabarán por todos los animales”. Eso explicaría que el afamado y 
laureado propietario de quesos Roano, que cría cabras en una pequeña 
explotación familiar, esté entre los detenidos. 
“Fueron desinformados, 
intoxicados, ellos mismos te lo dicen: “Sabíamos contra quién íbamos 
pero no contra qué”, advierte el vicealcalde Francisco Morales. “Ahora habrá que 
descubrir quienes son los autores intelectuales”.
Los representantes de los ganaderos llevaban algo más de una hora de 
reunión in extremis con el alcalde de Lorca, Diego Mateos (PSOE). Era la
 cuarta en una semana sin que se hubiese avanzado un ápice. “Me llamaron
 la noche del domingo para decirme si podía verles antes del pleno y les
 dije que sí”, cuenta Mateos. Querían conseguir que se retrasara un mes 
la tramitación de la moción que regula las explotaciones porcinas. 
Fuera
 continuaban unos 500 ganaderos con los ánimos muy caldeados, tras 
varios días recibiendo mensajes apocalípticos sobre el destino de sus 
empresas. De repente, a las 10.40 horas, una turba se saltó el cordón 
policial y entró en el edificio. “Ocurrió justo cuando vieron que no 
iban a lograr su objetivo”, señala uno de los prensentes en esa reunión.
 “Y lo más curioso es que subieron directamente al despacho de la cuarta
 planta en el que estábamos, no fueron a la sala en la que iba a 
celebrarse el pleno”, advierte. 
Es por eso que todos sospechan que 
el asalto se produjo como consecuencia de un mensaje que alguien envió 
desde dentro, “contando el estado de atasco de las negociaciones y dando
 los detalles de la ubicación”.