MADRID.- Adolfo Suárez, el primer presidente de la 
democracia en España, murió hoy en Madrid, a los 81 años de edad, 
después de haber vivido sus últimos años alejado de la vida pública 
debido a una demencia senil. Aunque se vio obligado a dimitir como 
presidente del Gobierno acosado por las críticas, Suárez siempre será 
recordado como uno de los grandes artífices de la Transición española. 
   Fue gobernador civil de Segovia, director general de TVE en la 
última etapa del régimen franquista y ministro del gabinete de Arias 
Navarro, pero, sin duda, pasará a la historia por ser el primer 
presidente elegido por los españoles después de 40 años de dictadura.
   Nacido en 1932 en la localidad de Cebreros (Ávila), Adolfo Suárez 
se licenció en Derecho por la Universidad de Salamanca. Después de 
desempeñar diferentes cargos dentro de las estructuras del régimen 
franquista --formó parte de la Secretaría General del Movimiento y jefe 
del Gabinete técnico del Vicesecretario General-- fue nombrado 
gobernador civil de Segovia en 1968. Un año después, en 1969, fue 
designado director general de Radio Televisión Española, cargo en el que
 permaneció hasta 1973.
   En abril de 1975 fue nombrado vicesecretario general del 
Movimiento y el 11 de diciembre de 1975 entró en el primer Gobierno de 
Arias Navarro, formado tras la muerte de Franco, como ministro 
secretario general del Movimiento. Sin embargo, el Gobierno del último 
presidente de la dictadura careció de los apoyos suficientes y no supo 
acometer el proceso de reformas que el país necesitaba y Arias Navarro 
presentó su dimisión. Entonces, el Rey don Juan Carlos le encargó formar
 Gabinete.
   Su nombramiento, el 3 de julio de 1976, cuando era prácticamente 
un desconocido para la mayoría de los españoles, generó dudas y muchas 
críticas. Para los sectores conservadores, el elegido era demasiado 
joven e inexperto; para la oposición, demasiado vinculado al anterior 
régimen.
   Sin embargo, Adolfo Suárez, con las armas del diálogo y el 
consenso, supo reunir a un grupo de políticos de su generación, desde 
antiguos falangistas hasta socialdemócratas, y desmantelar el régimen 
franquista. Sus primeros 11 meses de gobierno estuvieron marcados por la
 Ley para la Reforma Política, que, al ser aprobada en noviembre de 
1976, supuso el 'suicidio político' de las Cortes franquistas. La 
respuesta posterior de los españoles en referéndum popular fue 
contundente: el 94,1% dijo sí.
   Su decisión de nombrar al teniente Gutiérrez Mellado 
vicepresidente del Gobierno fue también clave para controlar a las altas
 esferas militares y disipar el peligro golpista del Ejército. No 
obstante, el proceso de reformas también se veía amenazado por la 
violencia de los grupos terroristas nacionalistas como ETA o de extrema 
izquierda como el GRAPO.
   El año clave fue 1977, cuando Suárez fue elegido el 15 de junio 
por los ciudadanos como presidente del Gobierno en las primeras 
elecciones generales que celebraba España desde 1936, al frente de la 
Unión de Centro Democrático (UCD), que aglutinaba a los aperturistas del
 franquismo con algunos elementos democráticos de la antigua oposición 
democrática.
   Previamente, el 9 de abril de 1977, Sábado Santo, se produjo uno 
de los hitos de su carrera política. Legalizó el Partido Comunista de 
España, con Santiago Carrillo al frente. Una decisión que le granjeó las
 críticas del Ejército y de los sectores más conservadores.
   Tras las elecciones, los dos grandes desafíos de Suárez se 
situaban entonces en redactar la Constitución y enfrentarse al 
terrorismo de ETA y al peligro golpista. Las Cortes resultado de las 
elecciones del 77 aprobaron la Carta Magna, que el pueblo español 
refrendó el 6 de diciembre de 1978.
   El 3 de marzo de 1979, Adolfo Suárez ganaba por segunda vez unas 
elecciones generales y comenzaba así su tercer y último mandato como 
presidente del Gobierno, que estaría marcado por las críticas y por el 
ascenso de la izquierda, que se hizo con los principales ayuntamientos 
del país tras los primeros comicios municipales, en el mes de abril de 
ese año.
   En el centro de los problemas políticos que tuvo que afrontar 
Suárez estuvieron las divergencias y peleas cainitas en el seno de la 
UCD, una gran coalición de partidos políticos de muy variado signo y la 
presión del PSOE de Felipe González, que se iba erigiendo en la gran 
alternativa del Gobierno. La difícil situación económica y la moción de 
censura que presentó el PSOE contra el presidente en la primavera de 
1980, que no prosperó, contribuyeron a su desgaste.
   Finalmente, el 29 de enero de 1981 Adolfo Suárez presentó su 
dimisión, casi cinco años después de ser nombrado presidente del 
Gobierno por el Rey, con el que, decían, había perdido sintonía. Ese 
mismo año, el monarca le concedió el título de Duque de Suárez por su 
papel en la Transición.
   Semanas después, cuando varios guardias civiles armados, bajo el 
mando del teniente coronel Antonio Tejero pretendieron dar un golpe de 
Estado militar, mientras el Congreso se disponía a votar el nombramiento
 de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno, Suárez fue el 
único que, junto al entonces secretario general del Partido Comunista de
 España, Santiago Carrillo, permaneció en su escaño. Su imagen, primero 
enfrentándose a los golpistas y después sentado impertérrito mientras el
 resto de diputados se echaban al suelo, será una de las que acompañen 
para siempre la memoria del ex presidente.
   Tras abandonar el Gobierno, Suárez también dejó la UCD y fundó el 
Centro Democrático y Social (CDS), que en las elecciones de 1982, que 
ganó Felipe González, obtuvo sólo dos diputados. La UCD sufrió también 
un batacazo, que le dejó como cuarta fuerza política, hasta que 
finalmente desapareció en 1983.
   Suárez participó en las elecciones de 1986 y 1989 con el CDS, en 
las que revalidó su escaño como diputado por Madrid. Pero, finalmente, 
tras un mal resultado en las municipales y autonómicas de 1991, dimite 
como presidente del partido y anuncia su abandono de la política. Años 
después, comenzó a trabajar como asesor de empresas privadas y con 
asociaciones humanitarias.
   En 1996, recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, 
por su importante contribución a la Transición española. Su trayectoria 
política le ha valido otras condecoraciones como la Gran Cruz del Mérito
 Civil, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz de la Orden de 
la Libertad de Portugal o el collar de la Insigne Orden del Toisón de 
Oro.
   Los últimos años de Adolfo Suárez se vieron marcados por las 
enfermedades de su mujer, Amparo Illana Elórtegui, y su hija mayor, 
Marian Suárez Illana, que fallecieron de cáncer, así como por su 
dolencia personal.
   En 2005, su hijo Adolfo hizo público en una entrevista para Televisión Española que el ex presidente padecía una demencia senil 
degenerativa desde hacía dos años, que le había borrado todos sus 
recuerdos.
   La última imagen pública de Adolfo Suárez quedará grabada también 
para la historia de España. Es la foto de la visita que el Rey le hizo 
en julio de 2008 para entregarle el collar de la Insigne Orden del 
Toisón de Oro. En la instantánea se puede ver de espaldas al ex 
presidente junto al monarca, que le pasa el brazo por el hombro, 
mientras pasean por los jardines del domicilio familiar de Suárez.
   El 10 de febrero de 2009, fue ingresado en una clínica de Madrid 
para ser tratado de una afección pulmonar, según informó entonces la 
familia en un comunicado y en 2010, el ex presidente del Gobierno fue 
internado de nuevo debido a un catarro leve. En de 2012 fue 
hospitalizado por una bajada de tensión, mientras que en diciembre del 
mismo año fue ingresado por una infección respiratoria y para realizarle
 un chequeo. 
El último ingreso fue el pasado 17 de marzo.