Tras aquella información,
 la empresa pública anunció su destitución de forma inminente.
 Sin embargo, en la actualidad este alto cargo sigue en su puesto. En el
 organigrama del comité directivo que 
Navantia muestra en su web 
corporativa se ha quitado su nombre y aparecen las iniciales PA 
(pendiente de adjudicar).  
Ya a principios de febrero de 2019 
se explicó desde el gabinete de comunicación de Navantia a ese medio 
que el relevo de Agustín Álvarez se había "pospuesto unos meses" debido
 a que la compañía se encuentra inmersa en un proceso de 
reestructuración de su plantilla que implica alrededor de un millar de 
prejubilaciones. 
 Sin embargo, medio año después de 
aquella segunda confirmación oficial el director del astillero murciano 
sigue en su puesto, tal y como confirman fuentes internas a este 
periódico.
Álvarez Blanco dirige el astillero de Cartagena desde julio de 2016.
 Hijo de un alto cargo militar de la Armada, sus orígenes laborales 
están en la Empresa Nacional Bazán, germen de la hoy Navantia, a la que se incorporó en 1989 con 26 años.
 Desde entonces ha ocupado distintos cargos de relevancia. En la 
actualidad forma parte del comité directivo de la compañía a nivel 
nacional.
De ingeniero naval a estudios en ingeniería
El Español desveló en noviembre de 2018 que Navantia había corregido en su web corporativa el CV del citado directivo tras la denuncia interna realizada por un anónimo. Tras la corrección, Álvarez Blanco dejó de aparecer como “ingeniero naval” para poseer "estudios en ingeniería naval".
Hasta ese momento la empresa pública
 de construcción de buques militares y civiles mantenía en su dominio 
que Álvarez Blanco era “ingeniero naval por la Escuela Técnica Superior 
de Ingenieros Navales de la Politécnica de Madrid". Sin embargo, carece 
de dicha titulación universitaria.
Desde la empresa pública explicaron 
que, tras conocer la información transmitida por vía interna, 
inmediatamente se pusieron en contacto con Álvarez Blanco y que éste reconoció que no había presentado el Trabajo de Final de Carrera (TFE), por lo que no acabó la licenciatura y no obtuvo la titulación oficial.
Una fuente oficial de Navantia aseguró que, tras conocer los hechos, la unidad de cumplimiento ético
 de la compañía estatal analizó la formación académica de Álvarez 
Blanco. 
La Universidad Politécnica de Madrid confirmó a la empresa 
mediante un certificado que dicho directivo aprobó los seis cursos de 
Ingeniería Naval bajo el plan de estudios de 1964, pero que no presentó 
el trabajo de final de carrera. La compañía pública también verificó que
 no falseó ningún documento.
"En ningún caso ha afectado ni 
tenido consecuencias directas sobre el cometido que ha venido 
desempeñando hasta ahora dicho directivo", sostenían desde Navantia. "En
 todo caso, como consecuencia del informe elaborado por esta unidad de 
cumplimiento, la dirección ha decidido iniciar los trámites para buscar 
un sustituto para Agustín Álvarez".
Sin embargo, no se tomó la decisión
 de dar a conocer su destitución hasta que El Español desveló la 
información. Esa misma fuente explicó que la elección del sucesor de 
Álvarez Blanco podría llevar semanas, pero no ocho meses, tiempo que ha transcurrido hasta la fecha. 
Un 'bazanero' con mucho poder
En los astilleros de Cartagena se 
denomina extraoficialmente ‘bazaneros’ a aquellos empleados que proceden
 de la Empresa Nacional Bazán, como es el caso de Agustín Álvarez, informa Jorge García Badía desde Murcia.
 Algunos de los técnicos que han pasado por Navantia comentan la notable
 diferencia que existe entre la productividad de los ‘bazaneros’, que 
tenían su puesto asegurado por oposición antes de que se produjera la 
citada fusión, y la de los empleados de las empresas subcontratadas.
“Si sale el trabajo es por las contratas 
que se dejan la vida echando horas”, afirma un exempleado que trabajó 
hasta 2018 en la empresa que pertenece a la Sociedad Estatal de 
Participaciones Industriales (SEPI), dependiente del Ministerio de 
Industria.
Un delegado sindical de UGT confirma que 
cuando se desveló que el director de Navantia en Cartagena había inflado
 su currículo se pidieron explicaciones a la empresa, pero admite que 
llevan con normalidad que la sociedad pública no haya cumplido con el 
anuncio de buscarle un sustituto.
“No nos ha pillado por sorpresa que no se
 haga el cambio porque este señor tiene muy buenas relaciones”, comenta 
el sindicalista también desde el anonimato porque no quiere que sus 
palabras le acarreen problemas laborales.
El 25 de enero de 2019 Navantia emitió un 
comunicado en el que daba a conocer “la nueva estructura de la dirección
 corporativa de la compañía, con la que se pretende impulsar la 
aplicación del nuevo Plan Estratégico y del primer Convenio Colectivo 
Intercentros, así como abordar los retos de los grandes programas en 
marcha”. 
En este nuevo escenario se encuadra
 el programa de alrededor de 1.200 prejubilaciones. Del comité directivo
 del que forma parte Álvarez Blanco han salido ya todos aquellos cargos 
mayores de 61 años. Él, mientras, sigue perteneciendo al mismo, aunque 
su nombre haya desaparecido del organigrama de la empresa como máximo responsable del astillero de Cartagena.
Una vez conocida la decisión de la 
empresa con respecto a Álvarez Blanco, que se encuentra "en funciones" 
desde hace ocho meses, entre la plantilla ya comienza a correr el 
chascarillo de que, en realidad, esas siglas significan que el puesto es "p'Agustín". Broma o no, el directivo ferrolano continúa en su puesto.
Entre 2005 y 2012, ya bajo las 
siglas de Navantia, Álvarez Blanco fue jefe de Ingeniería del astillero 
ferrolano. Entre 2013 y 2014 ocupó el cargo de director de Diseño de 
Detalle de Navantia, por lo que coordinó las tres oficinas técnicas de 
la compañía en Ferrol (La Coruña), Puerto Real (Cádiz) y Cartagena 
(Murcia).
Álvarez Blanco siguió escalando en 
el organigrama de la empresa estatal. En julio de 2016, tras siete meses
 como director adjunto, pasó a ocupar la jefatura del astillero y desde 
entonces dirige el controvertido programa de submarinos S-80.
Se trata de un megaproyecto cuyo millonario presupuesto ha habido que corregir al alza en varias ocasiones por los retrasos en la construcción y los fallos de diseño. Arrancó a principios de siglo de la mano del exministro del PP Federico Trillo.
El submarino que no cabe  
La idea era construir cuatro 
unidades del S-80 con un presupuesto inicial de 1.800 millones, que 
luego se amplió hasta los 2.135. Se presumía un negocio redondo: hasta 
2020, los ejércitos del mundo adquirirían 140 submarinos, de los que el 
10% serían encargos del batiscafo construido en el astillero murciano. 
El empleo en la Región no escasearía.
Pero pasados los años la realidad 
ha sido bien distinta y nadie, ningún cargo técnico ni político, ha 
asumido responsabilidades. 
Las primeras pruebas de flotabilidad, allá 
por 2012, fueron un fracaso: el submarino se sumergía, pero no lograba flotar por un exceso de 75 toneladas. 
Una empresa estadounidense realizó una auditoría a toda la ingeniería 
para detectar el origen del problema. La solución pasó por ampliar en 10
 metros la eslora del submarino. El estudio no fue gratuito: los estadounidenses cobraron 14 millones por su asesoramiento.
Este no es el único contratiempo 
reciente con el que se ha topado Navantia en el astillero que dirige 
Álvarez Blanco. Según desveló El País a mediados de julio de 
2018, el problema reside ahora en que, con sus nuevas dimensiones, el 
S-80 Plus no cabe en el muelle de atraque de Cartagena.
Este nuevo traspiés en el camino 
del submarino de sello español ha obligado al Ministerio de Defensa a 
dragar y ampliar el muelle de la base militar murciana. Las obras 
tendrán un coste de 16 milllones de euros.
Hasta la fecha, la construcción de 
los cuatro S-80 es un pozo sin fondo. El Consejo de Ministros del 25 de 
julio de 2018 amplió el presupuesto del proyecto en 1.772 millones, por 
lo que el erario público español va a desembolsar finalmente 3.907 
millones, el doble de lo presupuestado en su día. Y eso siempre y cuando
 no exista ninguna contrariedad más. 
Sin embargo, entre los operarios y 
los cargos directivos del astillero de Cartagena hay una idea que 
algunos sólo se atreven a pronunciar sotto voce: "El proyecto del sumbarino se va a acabar, pero no va a navegar jamás".