MADRID.- Cientos de miles de personas procedentes de gran parte 
de España se manifestaron el sábado en Madrid en las llamadas "Marchas 
de la dignidad" contra lo que consideran una "emergencia social" 
provocada por las medidas de austeridad, en una cita que acabó con 
algunos enfrentamientos aislados entre manifestantes y fuerzas del 
orden.
Tras una marcha que había transcurrido de forma pacífica y en tono 
festivo, con gran afluencia de familias, un pequeño grupo de 
manifestantes comenzó a arrojar piedras y materiales de construcción 
contra los efectivos antidisturbios, y destrozó cristales de una oficina
 bancaria aledaña, cajeros automáticos y mobiliario de los locales de 
restauración cercanos a la Plaza de Colón.
La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, dijo que 29 
manifestantes fueron detenidos y que 67 policías resultaron heridos, uno
 de ellos de cierta gravedad, amén de otros 34 ciudadanos. Agregó que grupos radicales habían actuado
 "con verdadera saña" contra la Policía.
Un reportero vio a los policías disparar pelotas de goma 
después de ser atacados con palos y piedras por unos 100 manifestantes, 
que intentaban acorralarlos. Uno de los agentes, que sangraba por la 
boca, fue atendido por una ambulancia mientras otro permanecía caído en 
el suelo.
En previsión de posibles disturbios se había desplegado un gran 
operativo de seguridad en Madrid compuesto por unos 1.600 efectivos 
antidisturbios. Ocho columnas procedentes de prácticamente toda la 
geografía española, algunas llegadas a pie, se dieron cita en la capital
 para una marcha a la que se sumaron hasta 163 colectivos de diversa 
índole.
En el punto final de la manifestación en la plaza de Colón, donde se
 había leído un manifiesto, los organizadores de las marchas usaron la 
megafonía para desvincularse de los actos violentos, según un testigo.
"Estoy aquí para luchar por el futuro de mis hijos", dijo 
Michael Nadeau, un trabajador autónomo de 44 años, que acudió a la marcha
 con sus hijos pequeños.
"Para los que están en el poder la mayoría somos un simple número y se valora más el dinero que el ser humano", agregó Nadeau.
Las primeras columnas de ciudadanos que pedían "Pan, trabajo y techo
 para todos y todas" salieron de Asturias a pie el pasado 1 de marzo.
Todas las marchas, procedentes de puntos como Andalucía, 
Extremadura, País Vasco, Murcia o la Comunidad Valenciana, confluyeron en una 
única columna que partió desde la estación de Atocha a las 17:00 horas y
 que se dirigió hasta la plaza de Colón en medio de un ambiente festivo 
en el que se expresaban multitud de reivindicaciones.
"La política económica da asco y la corrupción está acabando de 
calentar a la gente", dijo María, de 45 años, una empleada de 
comedor en un colegio público que dice haber sufrido una rebaja salarial
 de un 15 por ciento y cuyo marido, de 48 años, está desempleado.
Las "marchas de la dignidad", que portan lemas como "No al pago de 
la deuda", "Ni un recorte más" o "Fuera los gobiernos de la Troika", se 
producen cuando faltan dos meses para la celebración de las elecciones 
al Parlamento europeo.
"En 2014 nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, 
una situación límite, de emergencia social, que nos convoca a dar una 
respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y 
los pueblos", sostenía el manifiesto difundido por la organización de 
las marchas, que habían anunciado sus intenciones de protestar de forma 
pacífica.
Tras una crisis económica que comenzó en 2008 después del estallido 
de una burbuja inmobiliaria, España comenzó a salir de la recesión a 
finales del año pasado en un país que ha sufrido profundos recortes en 
sectores claves como el de la sanidad o la educación.
La tasa de paro se sitúa en el entorno del 26 por ciento de la 
población activa y el desempleo afecta a más del 50 por ciento de los 
jóvenes, mientras que la situación económica y varios escándalos de 
corrupción que han salpicado a sus gobernantes han minado en la ciudadanía la 
credibilidad de la clase política.
Un informe de la OCDE publicado esta semana dijo que España es el 
país donde más han aumentado las desigualdades económicas entre ricos y 
pobres.
"Estamos sufriendo las políticas ejecutadas por el gobierno del PP 
al dictado de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central 
Europeo y Comisión Europea), consistentes en el robo de derechos y el 
empobrecimiento generalizado de la mayoría social", sostenía el 
manifiesto de las "marchas de la dignidad", que mañana domingo tienen 
previsto celebrar una asamblea para evaluar su continuidad.
La columna más numerosa que ha acudido a la manifestación de Madrid 
fue la procedente de Andalucía, con 600 autobuses, según los 
organizadores de la marcha.
Los asistentes ondeaban banderas comunistas, republicanas o vestían 
de blanco y verde en defensa de la sanidad y la educación públicas. 
También portaban pancartas en las que podía leerse "Dictadura de los 
mercados, no", "Por la dignidad de la juventud", "No a los recortes 
sociales" o "Robo y corrupción, la marca España" y en contra de la 
monarquía.
"Estoy harto de este sistema que llaman democrático. Hay que 
molestar a los poderes", dijo José Luis Arteaga, un profesor 
de 58 años, funcionario, que aseguró que los recortes en los últimos dos
 años le han quitado casi un 20 por ciento de su sueldo.
La delegada del Gobierno en Madrid emitió una advertencia ante la 
posibilidad de que se llevara a cabo una acampada, como ya ocurriera en 
la Puerta del Sol de la capital con el movimiento 15-M. Algunos 
manifestantes montaron tiendas de campaña en el Paso de Recoletos, 
aunque finalmente fueron desmanteladas.
"Acampar en Madrid está prohibido fuera de las zonas habilitadas 
específicamente para ello, y las Fuerzas de Seguridad harán cumplir la 
ley", había advertido de antemano Cifuentes en su cuenta de Twitter.
En mayo de 2011, cientos de personas acamparon durante semanas en la
 Puerta del Sol de Madrid, iniciando el movimiento de los "indignados".