Como casi todo el mundo 
preveía, la derecha se ha unido para hacerse con el poder en Andalucía. 
Cualquier otra posibilidad estaba condenada al fracaso. El anuncio de 
que se presentaría a la investidura, que Ciudadanos hizo el día después 
de las elecciones, no cuadraba con la realidad de las cosas. 
Solo un 
pacto entre las tres derechas servía para echar al PSOE del poder. La 
pregunta que ahora cabe hacerse es si lo ocurrido en Andalucía va a ser 
la guía estratégica para el resto de España, para las decisiones que se 
tomen tras las elecciones municipales y autonómicas y también tras las 
generales.
 Todos esos comicios están a la vuelta de 
la esquina: para los dos primeros faltan cuatro meses y aunque la fecha 
de las legislativas sigue siendo una incógnita que nadie en estos 
momentos sabe cómo se resolverá, para las legislativas falta, como 
mucho, entre un año o año y medio. 
En las próximas semanas se sabrá si 
ese plazo es mucho más corto porque Pedro Sánchez se vea obligado a 
disolver las Cortes tras haber sido rechazados sus presupuestos. A 
primeros de febrero se votarán las enmiendas a la totalidad al texto que
 el gobierno ha aprobado este viernes. Basta con que uno de los dos 
partidos independentistas catalanes presente la suya, para que el 
proyecto sea devuelto a La Moncloa.
 Nadie puede asegurar que el PDeCAT no tomará esa 
iniciativa. La idea de que es bueno prolongar cuanto sea posible la 
permanencia del PSOE a la cabeza del gobierno, para retrasar unos meses,
 hasta tal vez un año, la llegada de una derecha dispuesta a todo en 
Catalunya, parece tener cada vez más adeptos en ese partido y también en
 Esquerra. Pero hoy por hoy no está dicho que Puigdemont no imponga la 
posición contraria a los suyos, haciendo saltar la legislatura. Pedro 
Sánchez tiene un mes para impedirlo.
 Si no lo logra 
habrá elecciones generales en abril o en mayo, puede que hasta en 
coincidencia con las municipales y autonómicas. Al PSOE no le interesa 
que eso ocurra. Quiere más tiempo para poner en marcha medidas que sean 
populares entre su electorado potencial y así frenar el viento de 
derechas que desde hace unos meses sopla sobre casi toda la geografía 
política española. Y también para evitar una derrota parlamentaria de 
gran calado que no beneficiaría precisamente a sus perspectivas 
electorales.
 ¿Y las derechas? ¿Quieren de verdad el 
PP, Ciudadanos y Vox que los comicios se celebren cuanto antes posible? 
Caben algunas dudas al respecto. Las más claras son de orden técnico: 
ninguno de esos tres partidos vería con buenos ojos que sus estructuras 
tuvieran que hacer frente a las ingentes tareas que suponen tres 
campañas electorales distintas. Claro está que si no tienen más remedio,
 lo harán como sea.
 Las dudas de tipo político y 
estratégico son de otro orden. Y en ese plano se pueden hacer hipótesis 
de muy distinto signo. De entrada, si las generales se celebran el 26 de
 mayo, lo más probable es que la vista oral del juicio contra los 
dirigentes del procés aún no haya concluido. Es decir, que la crisis 
catalana y el rechazo mayoritario de la población española a todo lo que
 tiene que ver con el independentismo catalán seguirán entonces 
dominando el panorama político y mediático. Lo cual favorecería 
inevitablemente a las tres derechas que en este punto coinciden sin 
matices y que del mismo han hecho bandera.
 Seis u 
ocho meses después ese factor se habrá desactivado en buena medida, a no
 ser que el juicio haya provocado en Catalunya reacciones que nadie 
pueda controlar. Si eso no ocurre, terminado el proceso, y aún a falta 
de la sentencia, el PSOE recuperará una cierta capacidad de maniobra y 
siempre que haga algo distinto de lo que ha hecho hasta ahora podrá 
intentar mejorar sus perspectivas electorales.
 El 
tiempo, los plazos más o menos cortos, también pueden ser importantes 
desde el punto de vista de la situación actual de cada uno de los 
partidos. Los casos del PP y de Vox son los más claros al respecto. Es 
difícil saber si el pacto entre ambos para que el primero gobierne 
Andalucía ha frenado la dinámica de crecimiento de Vox a costa del PP 
que se ha detectado de manera creciente en los últimos meses. 
Dependerá 
de cómo lo vendan unos y otros. Pero las primeras impresiones apuntan a 
que Vox se ha apuntado el tanto del protagonismo del cambio andaluz y 
que el PP ha aparecido demasiado dispuesto a tragar lo que sea con tal 
de que no se le escapara la presidencia de la Junta.
 
Si eso se confirma, el partido de Pablo Casado seguirá perdiendo votos. 
¿Hasta qué punto? Nadie lo sabe y en el PP confían en que su presencia 
organizativa en todo el territorio sirva para frenar las posibilidades 
municipales y autonómicas de un Vox que aún está en proceso de 
formación. 
Desde ese punto de vista, también el PP podría querer una 
prolongación de la legislatura hasta 2020. Aunque más de uno en ese 
partido pensará que de qué van a valer unos meses más si en los últimos 
siete u ocho no han sido capaces de hacer nada para revertir la caída.
  A la vista de lo anterior y de otros factores parece claro que a Vox 
le da bastante igual que las elecciones sean en mayo o más tarde. Está 
creciendo, a costa del PP, éste es su momento y nada indica que vaya a 
dejar de serlo a corto plazo.
 ¿Y Ciudadanos? Hay que 
partir del hecho de que las cosas no le van nada mal al partido de 
Albert Rivera. Acaba de subir en Andalucía, las encuestas dicen que se 
acerca mucho al PP en la escena española y también que mejorará 
posiciones en las autonómicas y municipales. 
Sigue atrayendo a 
descontentos del partido de Casado, también del PSOE –hasta 80.000 en 
Andalucía- y sigue manteniendo su perfil autónomo, aunque su imagen se 
haya escorado significativamente hacia la derecha.
 
Hasta el punto de que una hipótesis que perfectamente se puede verificar
 es que Ciudadanos sea el primer partido en las próximas generales. O en
 todo caso que lo sea en el terreno de la derecha. Que esas elecciones 
se celebraran en los primeros meses de 2020 podría favorecer la 
consecución de ese objetivo.
 Y si eso ocurre, Rivera 
podría elegir socios para entrar en el gobierno. Podrían ser el PP y 
Vox, como en Andalucía. Pero también el PSOE. Dependerá de muchas cosas,
 entre otro cual de estos dos últimos partidos llegue primero.
(*) Periodista