La ‘tractorada’ de estas semanas encadena una serie de reivindicaciones de agricultores y ganaderos ante
 problemas estructurales de su actividad que ya exhibía la prensa en 
blanco y negro. Pero en la actualidad adquieren carácter de emergencia 
para su supervivencia. Están al límite. 
Hablan de precios en origen por debajo de los costes de producción, aumento de lo que tienen que pagar para cultivar y criar animales, levantamiento de barreras comerciales para exportar, recortes venideros de las ayudas públicas europeas y así hasta completar un decálogo de demandas escenificadas sobre ruedas en calles y carreteras.  
El modelo de la agricultura en la Unión Europea (UE) se encamina a un ciclo de transición, sometida a un corsé de exigencias emanadas por el Pacto Verde de la Comisión Europea para lograr una economía descarbonizada y un medio ambiente blindado
 en el Viejo Continente, lo que va a condicionar los métodos de una 
agricultura productiva sostenible. La respuesta de los expertos es redoblar la apuesta por el valor de la producción. 
Un modelo de cambio
"La UE produce los alimentos más saludables, seguros y asequibles del
 mundo por el exigente modelo que impera desde Bruselas, pero recibimos 
la competencia desleal de las importaciones que no cumplen los mismos estándares de calidad que nuestros productos", afirma Pedro Gallardo, presidente de la Alianza por una Agricultura Sostenible
 (ALAS), a la que pertenece casi el grueso de las organizaciones 
agrarias, además de las comercializadoras y exportadoras de frutas y 
hortalizas, junto a la asociación de agricultura de conservación que 
vela por la salud de los suelos agrícolas. 
Pese a que el sector 
agroalimentario es el segundo más potente de España en la balanza 
comercial, por detrás del turismo, y es la octava potencia mundial en 
capacidad exportadora en su género, el abandono de la actividad agrícola crece a la par que el despoblamiento en el medio rural.
 A los problemas aludidos al principio, está la falta de relevo al 
frente de las fincas y granjas. "El 60% de los agricultores se jubilará 
en 10 años y hoy en día solo el 8% de las personas perceptoras de la 
Política Agrícola Común en España es menor de 40 años", afirman fuentes 
de la organización agraria COAG, en su campaña ‘Somos Nuestra Tierra’. El diagnóstico es claro para el sector: la
 profesión ha perdido su reputación. Pocos eligen engancharse a la 
agricultura o la ganadería, salvo que tengan lazos de sangre.
"Sin nosotros no hay alimentos y vertebramos el medio rural frente a la despoblación",
 afirma el presidente de ALAS, la organización que persigue dignificar 
la profesión agrícola y ganadera sostenible económica, social y 
medioambientalmente. Las nuevas tecnologías y en particular, la 
agricultura de precisión de la mano de la digitalización, brotan ya para
 atraer nuevos modelos de negocio al campo.
Aunque se pueda correr el riesgo de caer en la uberización:
 que los agricultores se diluyan en meros intermediarios controlados por
 corporaciones que dominen la producción. Más que nunca el modelo de agricultura debe protegerse en el medio rural, al que acuden nuevos pobladores, no necesariamente seducidos por los cultivos y el ganado.
La llamada de lo rural
"Hay un movimiento clarísimo de retorno hacia lo rural. Eso lo 
llevamos detectando ya desde hace varios años. Hay muchas personas sobre
 todo gente joven e incluso de mediana edad, ciudadanos urbanitas, que 
están intentando desarrollar un proyecto de vida en zonas rurales", 
indica Joaquín Alcalde, director de El Hueco, que ha pasado en pocos años de ser un foco de trabajo colaborativo a dinamizador del emprendimiento e innovación social en Soria,
 que lo ha divulgado por los territorios y lo ha concentrado en una 
feria nacional para la repoblación de la España rural: Presura.
Alcalde
 plantea que el medio rural en 10 años no va a tener mucho que ver con 
lo que hemos conocido hasta ahora. «La revolución tecnológica que 
estamos viviendo va a provocar que las actividades tradicionales que se 
han desarrollado, como la agricultura y la ganadería, van a sufrir un 
cambio brutal y sobre todo, van a destruir mano de obra», aduce. "Si 
queremos que haya población y se mantenga el medio rural, creemos que va
 a haber un nuevo ciudadano rural desde teletrabajadores hasta personas 
que vivan en los pueblos y se dediquen a sectores como el tecnológico, 
el cultural, el turístico, etc.", añade.
Para conseguir 
eso, El Hueco ha sentado unas bases de la nueva ruralidad, con la puesta
 en marcha de un proyecto para el que han reunido un G100, 50 mujeres y 
50 hombres de carácter multidisciplinar, que a través de la metodología 
de cocreación, han definido 12 prototipos de innovación en 12 áreas que consideran que son el germen de lo que deberían ser proyectos mucho más ambiciosos
 para atraer personas al territorio y que se alinean con los Objetivos 
de Desarrollo Sostenible (ODS) en la mayor parte de los casos. 
"Hemos
 reclamado que el problema de la despoblación se atacara desde la 
consecución de los ODS porque si no conseguimos que haya población y una
 diversidad en el territorio, no vamos a conseguir una sostenibilidad 
global. Que ahora mismo el reto demográfico se alinee dentro de las políticas de transición ecológica nos parece un gran avance", opina Alcalde. 
Yolanda Martínez forma parte del G100 y
 es presidenta de ‘Impulso a la Jara’, una asociación de cooperación 
para el desarrollo de la comarca de la Jara, una zona rural en declive. 
En la parte toledana, la densidad se cifra en 7,3 habitantes por 
kilómetro cuadrado. "Promocionamos la actividad agroalimentaria bajo una
 marca propia y comercializados en circuitos cortos. También generamos 
alianzas público-privadas en programas de emprendimiento social para 
valorizar los recursos medioambientales y patrimoniales de nuestro 
pasado minero", cuenta.
Entre la docena de proyectos de la nueva ruralidad, que se pueden consultar en su página web homónima, destacan R-Uber, una plataforma para acceder a las oportunidades de movilidad del territorio; Ruralista, una inmobiliaria con ‘alma’; Rural Hacking,
 un proceso de inversión comunitaria que dote de capital semilla y 
clientes a iniciativas locales de alto valor; o el desarrollo de modelos
 de comunidad energética rural para uso residencial, ganadero, de 
transformación, riego, etc.
100% de conectividad
La transformación digital de servicios que tradicionalmente arraigaban en los pueblos necesita que se asegure que la población salga de la sombra en el acceso a internet.
 "Todavía hay más de 3,2 millones de personas que carecen de conexión, 
una situación que afecta principalmente a las zonas rurales de nuestro 
país", arguye Cristina Amor, directora de Comunicación, Marca y 
Relaciones Institucionales de Eurona, que garantiza el acceso a internet
 de banda ancha vía satélite al 100% de la población. 
Internet
 y las nuevas tecnologías son esenciales para democratizar la prestación
 de servicios como la teleeducación y la telemedicina. En las 
grandes ciudades estamos familiarizados con la formación online y las 
teleconsultas, pero cuando nos desplazamos a zonas rurales, desprovistas
 de conexión a internet, la situación es muy diferente. Eurona ya
 trabaja en ello. 
"Hemos desarrollado nuestro proyecto de educación 
digital en África, a través del cual ya hemos proporcionado conexión a 
internet vía satélite a más de 5.000 escuelas en Marruecos. Unos 500.000
 niños que pueden conectarse de forma habitual para acceder a sus 
contenidos formativos", cuenta Fernando Ojeda, CEO del Grupo Eurona.
En total, más de dos millones de niños pueden acceder a la educación digital gracias al internet de Eurona, que en sanidad digital interconecta
 vía satélite un centro de salud con una unidad móvil para que los 
médicos puedan diagnosticar a los pacientes a distancia y actuar con 
rapidez en caso de urgencia, dentro del proyecto de telemedicina en la 
región de la oriental de Marruecos. Eurona trabaja también en proyectos 
de transformación digital para una gestión eficiente del ganado y los cultivos a través de conexión a internet vía satélite.
La
 conectividad es esencial para los municipios rurales inteligentes. 
"Para poder hablar de ello, no se trata de llevar el concepto smart city
 al medio rural, sino de poner la tecnología al servicio de un nuevo 
modelo de desarrollo económico, social y ambientalmente sostenible, 
partiendo de los recursos, necesidades y oportunidades de cada 
territorio", declara Raúl Santos, director general de Zwit Project, que 
ha puesto la base de la red de municipios rurales inteligentes en España.
(*) Periodista

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