Sigue la ronda de consultas del Rey. Continúa el bloqueo. Crece la 
preocupación. Es triste que lo poco que se está negociando se esté 
haciendo en secreto, porque los que mandan no aprenden de los errores. 
Debieron presentarse en Zarzuela con el trabajo bien hecho previamente, 
sin pretender endilgarle al Rey una responsabilidad que no es suya, 
porque a Su Majestad solo le corresponde refrendar los actos de ellos o 
de las instituciones, ser neutral, y no tomar decisiones. 
Cada uno tiene
 su responsabilidad, pero la responsabilidad esencial la tiene Mariano 
Rajoy, y no debería eludirla. En las monarquías parlamentarias 
corresponde al candidato mayoritario solicitar la confianza de la 
Cámara, y si no la obtiene, debe ceder esa responsabilidad a otro 
candidato de su partido, alternativa esta que no se está barajando por 
ahora.
En los sistemas democráticos los partidos y los políticos están para 
resolver los problemas de los ciudadanos, pero tengo escrito desde hace 
tiempo que aquí sucede lo contrario, se dedican a crearnos muchos más de
 los que tenemos, hasta haberse convertido en un problema severo en sí 
mismos. Como los idiotés de la Grecia antigua, priman el interés propio 
sobre el interés general, y así nos va a todos. Y atención, porque la 
historia tiene episodios evidentes de lo que sucede cuando el 
desprestigio de la clase política abre una sima entre los ciudadanos y 
sus representados.
Pero insisto, la responsabilidad esencial es de Mariano Rajoy Brey. 
Él ha encabezado la lista más votada en las elecciones, y no se sostiene
 el argumento ya empleado de que a una investidura no se acude si no se 
tienen garantizados los votos. Pero en España cualquiera dice una sandez
 y cunde, como ha ocurrido con esta.
Veamos. Cualquier Parlamento es la sede de la soberanía popular, y a 
las sesiones de la Cámara se debe acudir a argumentar, a debatir, a 
construir, a convencer, a tejer acuerdos y mayorías sobre la base de 
programas políticos. ¿De dónde ha salido que los políticos acuerdan de 
tapadillo y en secreto los acuerdos y después acuden a la Cámara a 
limitarse a que esta los bendiga bajo la insoportable obediencia 
indebida a las cúpulas de los partidos?
Lo que esperan los españoles es que quien ha encabezado la lista más 
votada comparezca en el Parlamento con un plan, con ideas, con 
proyectos, con argumentos y con razones para convencer a sus señorías, 
que nos representan a todos, de que es capaz de haber entendido el 
mensaje de las urnas y de ofrecer un acuerdo que haga posible encabezar 
un Gobierno de cambio. Lo que desean los españoles es que en la sede de 
la soberanía popular se batan todos el cobre, y en sesiones públicas, 
donde debe ser, se evidencie quienes son de verdad, no de tapadillo, de 
frente, los que bloquean la posibilidad de que España salga de este 
atolladero insoportable.
No va a suceder, pero es lo que debiera. Aquí seguimos, con el 
Parlamento de Cataluña en su carrera en pelo hacia la desconexión 
unilateral, con el PP camino del banquillo por encubrimiento en el Caso 
Bárcenas, con el personal sentado en la orilla, en la playa, atónito. Y 
sus señorías a lo suyo, cobrando, pero vacando de sus obligaciones. 
Todos tienen su parte de culpa, pero la responsabilidad esencial es de 
Rajoy.
(*) Periodistas

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