MADRID.- Si la crisis fagotizó a los Gobiernos de cuatro de las cinco grandes 
potencias europeas, paradójicamente, muchos de los poderosos banqueros 
considerados responsables de la crisis siguen ocupando sus puestos. La 
pregunta es inevitable: ¿Que Lloyd Blankfein siga siendo presidente de 
Goldman Sachs, Jamie Dimon de JP Morgan, Brian Moynihan del Bank of 
America y Vikram Pandit de Citygroup, no es la constatación de que el 
sistema financiero se ha impuesto a la democracia occidental?, se pregunta 'Público'. 
"No
 creo que pueda considerarse una victoria de nadie contra nadie", dice 
el profesor de Ciencia Política y Sociología de la Universidad Carlos 
III de Madrid, Joan Pere Plaza. "Es cierto que, salvo en casos muy 
contados, los responsables últimos de las decisiones no han pasado por 
ningún proceso de rendición de cuentas. Al menos por una temporada las 
actividades especulativas de alto riesgo parece que pasarán a un segundo
 plano. No creo que volvamos a asistir a la venta masiva de acciones 
preferentes, por ejemplo", añade.
Francesco Saraceno, miembro 
del Observatorio Francés de las Coyunturas Económicas y profesor de 
Economía europea en la facultad de Science Po de París, ve muy revelador
 que de pronto "hoy no se hable ya de las raíces profundas de la crisis.
 Nos estamos olvidando de que, con excepción de Grecia, las finanzas 
públicas de los países se han degradado para responder a la crisis del 
sector financiero". Por ello cree que "hay que estar muy atentos para 
que no se apague el debate sobre la regulación de la finanza. La clave 
para un crecimiento sostenible pasa por que coexista un sistema 
financiero dinámico con una serie de reglas que impidan los abusos y 
penen los comportamientos peligrosos o ilegales. Y creo que aún estamos 
muy lejos de esto".
Los escándalos del verano
Este 
verano, con los focos puestos en la presión de los especuladores sobre 
España e Italia, han podido pasar desapercibidos una serie de 
comportamientos muy cuestionables sobre los grandes bancos británicos y 
estadounidenses. Por ejemplo, Barclays fue acusado de haber estado 
manipulando los tipos de interés para obtener mayores beneficios. Su 
presidente, Marcus Agius, con un sueldo de casi 900.000 euros al año, 
dimitió y ahora la entidad está en busca de la transparencia perdida.
Otro caso escandaloso es el del HSBC, al que las autoridades de EEUU 
acusaron de haber estado lavando dinero de cárteles de la droga, grupos 
terroristas y regímenes totalitarios. La filial británica de Standard 
Chartered también fue pillada infraganti por los reguladores 
estadounidenses haciendo el mismo trabajo con el Gobierno de Irán. 
El
 primero pagó una multa de 251 millones de dólares; el último, 319 
millones. Goldman Sachs, por precipitar al vacío toda la economía 
mundial sólo ha tenido que afrontar una multa de 550 millones de 
dólares. 
Y eso que en la cumbre del G-20 que se celebró en 
2008 en Washington Sarkozy, Zapatero, Brown, Berlusconi y Merkel 
prometieron que iban a refundar el capitalismo. "Creo que lo que 
realmente da miedo de Europa hoy es que estamos asistiendo a un 
fundamentalismo de mercado que no se veía desde los años noventa con los
 'ajustes estructurales' que impuso el Fondo Monetario Internacional a 
los países en vías de desarrollo. Sabemos bien qué efectos tuvieron las 
recetas liberales en América Latina. ¿Estamos seguros de que queremos 
volver a reproducirlas en Europa? se pregunta Saraceno.
Plaza 
destaca que la línea que separa la política de la economía es tan 
delgada que "ninguno de los actores que asistieron a aquella cumbre es 
tan independiente ni su capacidad de acción tan autónoma" como para 
poder cambiar todo el modelo económico vigente. 
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