Las horas previas al primer pleno de la nueva legislatura del Parlament de Catalunya
son quizás un ejemplo de lo que va a seguir siendo la política catalana
de los próximos tiempos: un permanente pulso con el Estado de las
formaciones independentistas sobre los límites para implementar el
resultado del referéndum del pasado 1 de octubre.
Ha bastado tan solo la presentación de unas enmiendas de la CUP a una resolución presentada por Junts per Catalunya y su tramitación por la Mesa del Parlament
para que los servicios jurídicos del Estado y la Fiscalía General
emitieran sendas advertencias a los miembros de la Mesa señalando que
iban a estudiar las posibles implicaciones penales de su acción.
Este es
el tercer choque desde el pasado viernes: el primero tuvo lugar en el
Colegio de la Abogacía de Barcelona cuando el president del Parlament, Roger Torrent, se refirió a Junqueras, Forn, Sànchez y Cuixart como presos políticos en presencia del ministro Rafael Catalá, con el inmediato abandono de la sala de la cúpula judicial en Catalunya;
el segundo, el vacío al Rey de las autoridades catalanas durante su
visita a Barcelona para inaugurar el congreso mundial de telefonía
móvil; y el tercero en las horas previas del pleno del Parlament de este jueves.
Todo ello sin citar el pulso de los días que vienen sobre la investidura del nuevo president de la Generalitat que debe elegir el Parlament. El Estado ya ha advertido que no aceptará tampoco a Jordi Sànchez, el candidato acordado inicialmente por Junts per Catalunya y Esquerra, y actualmente en prisión provisional; ni tampoco a Jordi Turull, en libertad provisional pero con fuertes acusaciones por parte del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena por formar parte del Govern destituido y ocupar una cartera tan relevante como la conselleria de Presidència.
Un pleno, por otro lado, que no ha sido aún convocado después de que el
pasado 30 de enero fuera aplazada, que no suspendida, la sesión de
investidura de Puigdemont
a la espera de que pudiera ser votado con garantías. Hoy, sin embargo,
la política catalana parece lejos de este escenario y se han dibujado
otras opciones.
Los que creían que esta legislatura no tendría nada que ver con la
anterior no llevan camino de acertar. Al menos, en sus primeros
compases. Se mantiene la tensión eléctrica entre formaciones políticas y
veremos hasta qué punto el filibusterismo parlamentario vuelve a
situarse en el centro de los debates políticos.
En cualquier caso, todos
los pronósticos del pleno de este jueves son de una elevada tensión con
políticos vigilándose entre ellos y con fiscales y jueces al acecho de
cualquier desviación del orden constitucional. La partida está a punto
de empezar. Se aceptan pronósticos.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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