CHICAGO.- Los
agronegocios están recurriendo cada vez más a alternativas naturales y
sostenibles a los productos químicos, a medida que los consumidores
rechazan los alimentos genéticamente modificados y aumentan las
preocupaciones sobre el papel de las grandes agrícolas en el cambio
climático.
En
el centro de la tendencia se encuentran las innovaciones que aprovechan
los microorganismos beneficiosos en el suelo, incluidos los
recubrimientos de semillas de bacterias y hongos naturales que pueden
hacer el mismo trabajo que los productos químicos tradicionales, desde
evitar las plagas hasta ayudar a las plantas a florecer, según un
estudio mundial de patentes realizado por la firma de investigación
GreyB Services.
“Tanto
los empresarios como los inversionistas dicen que estamos entrando en
un mundo posquímico”, asegura Rob LeClerc, director ejecutivo de
AgFunder, una plataforma en línea de capital de riesgo. “Las empresas de
semillas que tienen miles de millones en capitalización de mercado
piensan que necesitamos hacer algo, y todos reconocen la oportunidad”.
Gran
parte de las dudas sobre los productos químicos agrícolas provienen del
reciente destino del glifosato, el herbicida más omnipresente de la
historia. Los reguladores de todo el mundo, de Europa a México, están
endureciendo las normas sobre el uso de la sustancia química.
Mientras
tanto, miles de demandas contra Bayer AG, que podrían generar miles de
millones de dólares en multas, están pendientes por definir si su
producto que contiene glifosato, Roundup, causa cáncer.
Bayer insiste en
que es seguro, y algunas agencias gubernamentales, como la Agencia de
Protección Ambiental de EE.UU., dicen que no es probable que cause
cáncer en humanos.
El
mercado global de fertilizantes y pesticidas es de alrededor de 240.000 millones de dólares y crece de 2% a 3% al año, según Ben Belldegrun,
socio gerente de Pontifax AgTech, una empresa que invierte en tecnología
alimentaria y agrícola.
Si bien los llamados productos biológicos,
incluidos los biofertilizantes, los bioplaguicidas y los bioestimulantes
son solo el 2% de ese mercado, han estado creciendo más cerca de 15%
anual durante los últimos cinco años, afirma Belldegrun.
La
presión por métodos agrícolas menos intensivos en químicos proviene de
minoristas como Walmart Inc., organizaciones no gubernamentales y
consumidores, que están gastando más dólares en alimentos orgánicos y de
otro tipo con argumentos ambientales o de bienestar animal.
A
medida que la población aumenta en todo el mundo, se proyecta que la
demanda de productos agrícolas crecerá 15% en la próxima década, sin
cambios en la cantidad de tierra disponible para la agricultura, según
un informe conjunto entre la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos y la Organización de Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura.
“Hay
una población mundial en crecimiento y ¿cómo vamos a alimentar a todas
estas personas?”, pregunta Craig Forney, director asistente de licencias
y desarrollo de negocios en la Universidad Estatal de Iowa en Ames,
Iowa. “Al mismo tiempo, queremos proteger el medio ambiente. Necesitamos
usar mejor la tierra y usar mejor los recursos”.
La
respuesta, dice Forney, es “intensificar la producción agrícola para
aumentar la productividad de la tierra y hacerlo con un mínimo apoyo
químico”.
Las
patentes otorgan a los propietarios el derecho exclusivo a una
invención y pueden indicar tanto dónde se gasta la financiación de la
investigación como dónde las empresas o universidades esperan generar
ingresos en el futuro.
Empresas
como BASF SE, Bayer y Syngenta AG tienen patentes sobre productos que
utilizan microbios naturales para ayudar a los cultivos a prosperar,
incluso cuando hay poca disponibilidad de agua, según el análisis de
GreyB. Los microbios pueden actuar como catalizadores para estimular el
crecimiento. Los fungicidas e insecticidas de base biológica también
pueden ayudar a reducir el daño a los cultivos por insectos, babosas y
hongos.
“Los
productos biológicos aplicados a las semillas pueden ampliar la ventana
de protección contra enfermedades y plagas, mientras que algunos
también proporcionan modos de acción alternativos que pueden reducir la
acumulación de resistencia, ayudar con el manejo de nutrientes y reducir
el estrés de la planta”, asegura Chris Judd, gerente de mercadeo
estratégico global de BASF para el tratamiento de semillas, inoculantes y
productos biológicos.
Evonik
Industries AG, Altair Nanotechnologies Inc., Covestro AG y la nueva
empresa Indigo AG han estado activas en la obtención de patentes y las
publicaciones de investigación en el área del uso de microbios, al igual
que universidades como la Universidad Zhejiang de China y la
Universidad Agrícola de Nanjing, según GreyB.
Asimismo,
se está emitiendo miles de patentes a empresas como BASF, Bayer y Dow
Inc. para obtener formas más naturales de controlar las plagas,
incluidas las feromonas que impiden la reproducción y los acolchados
reflectantes, en lugar de los insecticidas de base química.
Bayer,
que compró la gigante química agrícola Monsanto Co. en 2018, ve un
“alto potencial de crecimiento” para los productos biológicos, citando
un entorno regulatorio desafiante para los productos químicos y un
creciente énfasis en la sostenibilidad en la agricultura. Bayer tiene un
equipo de investigación y desarrollo centrado exclusivamente en ellos.
La compañía también está buscando asociaciones para impulsar su cartera.
En
2013, BASF adquirió al proveedor de tratamiento de semillas Becker
Underwood, que ayudó a la compañía a convertirse en líder en agentes
biológicos para combatir bacterias y hongos.
Judd afirma que la compañía
ve un aumento en la demanda de productos biológicos, pero sostiene que
necesitan “ser compatibles con una variedad cada vez mayor de productos
químicos y tener la capacidad de sobrevivir en la semilla durante
periodos adecuados”.
El
aumento de las patentes refleja una tendencia de los investigadores que
buscan formas de ayudar a promover la agricultura orgánica y no
transgénica, asegura Nicole Kling, abogada de patentes de Nixon Peabody
que se especializa en biotecnología.
Con
los productos biológicos, “no se está introduciendo productos químicos
que causan miedo”, afirma Kling. “No se hace nada que pueda lastimar a
los trabajadores agrícolas”.
Los
investigadores y las empresas están buscando nuevas soluciones para la
agricultura con menos productos químicos porque la agricultura orgánica,
la alternativa más popular a la agricultura convencional moderna, a
menudo resulta en rendimientos más bajos.
Aún así, la demanda de
alimentos continúa aumentando. La Universidad del Estado de Iowa y otras
de todo el mundo, utilizando fondos del gobierno o en asociación con
empresas, se apresuran a hacer frente a esas demandas en competencia.
“La
esperanza es que algún día se fusionarán y habrá productos orgánicos y
sin OGM tan productivos como los de las grandes agrícolas”, asegura
Forney.
Ahí
es donde entran en juego cosas como la agricultura de precisión para
adaptar la aplicación de nutrientes, la inteligencia artificial para
monitorear las condiciones del suelo y el desarrollo de nuevos híbridos
de plantas.
Otra
técnica emergente que podría aumentar los rendimientos al tiempo que
ayuda a los agricultores a usar menos productos químicos es la
inteligencia artificial, que se utiliza para analizar qué semillas y
cultivos pueden rendir más en función de las condiciones cambiantes del
suelo y los patrones climáticos en una granja.
La promesa de las
computadoras cuánticas permitiría a las empresas utilizar una potencia
informática masiva para desarrollar y analizar nuevas semillas y
fertilizantes.
Los
científicos también están desarrollando nuevas variedades de plantas,
con aplicaciones para nuevas variedades de hasta 9% en 2018, según la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. China lideró el
crecimiento, con más de una cuarta parte de las solicitudes de nuevas
variedades.
Gran
parte de la investigación en biotecnología de cultivos se centra en
EE.UU., China, Alemania, Japón y Corea del Sur, aunque se está adaptando
para cumplir con las condiciones locales en África, América Latina y
Asia, de acuerdo con la OMPI, una agencia de la ONU.
La demanda de alimentos será mayor en África, India y Medio Oriente.
“Estamos
comenzando a ver algunos de los efectos: toda la maravillosa
industrialización ha contribuido al cambio climático”, afirma Kling.
“Estamos empezando a ver a la gente retroceder en la otra dirección”.