MADRID.- Asomada al Mediterráneo desde cinco colinas, esta península entre el
mar y la laguna salada más grande de Europa (el Mar Menor), Cartagena siempre fue un punto estratégico
muy codiciado por las distintas culturas mediterráneas, con buena
defensa y referencia comercial (actualmente sigue siendo uno de los
puertos marítimos más importantes de España, no sólo por su gran
importancia económica, sino también por alojar la mayor base naval
española de la costa mediterránea), aunque condicionada por la
indigencia hídrica a la que le condenaba la escasez de fuentes propias y corrientes permanentes de agua, según se escribe en el digital www.elagoradiario.com.
Cartagena fue fundada por los cartagineses en el siglo III a.C., en
el mismo lugar donde ya mucho antes se encontraba una antigua ciudad
ibérica de nombre Mastia, y desde su fundación en el 229 a.C. hasta la
actualidad, la gestión del abastecimiento de agua ha generado un rico
patrimonio de infraestructuras hidráulicas y una experimentada cultura
de usos del agua que ha insertado en el ADN cartagenero la importancia de cada gota.
Durante las guerras púnicas (264 a.C. – 146 a.C.), la ciudad fue
conquistada por los romanos, que le dieron el nombre de Cartago Nova,
nombre del que deriva la denominación actual, y bajo el imperio romano, la ciudad floreció y se convirtió en uno de los centros comerciales más importantes de la Hispania romana,
en parte debido a las minas de plata que se encontraban en sus
cercanías, y en parte porque Cartago Nova contaba con una importante
producción de Garum o Liquamen, una salsa elaborada a base de pescado
muy apreciada en el imperio.
Este florecimiento económico y social no hubiera sido posible si no
hubiera contado con uno de los ingenios hidráulicos más antiguos de la
península: el acueducto de Cartagena.
En cualquier otra parte de España diríamos que mucho ha llovido desde
entonces. Sin embargo, no es el caso de Cartagena, cuyo clima, conocido
como clima de estepa local, se caracteriza por la poca
lluvia (la precipitación aproximada es de 296 mm anuales, casi un 56%
por debajo de la media anual española, que se sitúa en los 667 mm/año).
Teniendo en cuenta que en el norte, noroeste y algunas otras zonas del
territorio peninsular los valores medios de precipitaciones pueden
superar los 1.600 mm o incluso los 2.000 mm al año, está claro que en
Cartagena no ha llovido demasiado.
El clima en la Región de Murcia presenta además una marcada estacionalidad de las lluvias,
que se concentran principalmente en los meses de otoño, en forma de
fuertes precipitaciones en poco espacio de tiempo –ejemplo de ello son
las lluvias torrenciales sufridas a lo largo de 2019, en especial la DANA de septiembre que provocó la peor catástrofe ambiental de los últimos 150 años–.
Además, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), la
región ha sufrido en los últimos cinco años un clima “muy cálido” en
comparación a estadísticas de lustros anteriores, lo que acrecienta otro
de sus mayores problemas: la desertificación.
Todos estos datos advierten insistentemente, como estos días de temporal otoñal en el levante español, de la imperiosa necesidad de adaptar nuestras ciudades a este nuevo clima,
apostando por la resiliencia, la gestión del riesgo y la adaptación de
las infraestructuras hidráulicas a la nueva realidad meteorológica, y el
desarrollo de herramientas innovadoras que logren anticipar las
catástrofes, porque como bien señalan los expertos “los fenómenos naturales adversos son inevitables, pero en la mano del hombre está evitar que se conviertan en catástrofes”.
Y tal y como Pompeyo llevó el primer gran ingenio hidráulico a Cartagena hace más de dos mil años, hoy, la ciudad sigue siendo pionera en la gestión del agua gracias a la incorporación de una herramienta digital
que permitirá monitorizar en tiempo real sus recursos, e integrar toda
la información de la red de alerta hidrometeorológica para, en caso de
emergencia, activar los avisos y mecanismos necesarios para evitar las
catástrofes, que en definitiva salven vidas y protejan a la ciudadanía.
La incorporación de Dinapsis a la gestión del ciclo urbano del agua de Cartagena supone una auténtica revolución digital, que surge para dar respuesta a los retos de la gestión eficiente de los usos del agua mediante la innovación, a través de la digitalización de todo el proceso, y apoyándose en la colaboración público-privada, según afirmó para El Ágora la consejera delegada de Hidrogea, Inmaculada Serrano.
Esta herramienta de última generación pretende ser un referente
regional de operación avanzada del Ciclo Integral del Agua y referente
nacional en Gestión Sostenible del Agua, pues permitirá anticipar,
adaptarse y ser capaces de mitigar la escasez que conllevará el cambio
climático.
La experiencia de Suez, matriz a la que pertenece
este centro gestionado por Hidrogea, permitirá asumir la diligencia que
exige la gestión eficiente de cada gota de agua que llega a los hogares
cartageneros, pero además “esta transformación digital y
la puesta en marcha del centro tecnológico de Cartagena, dentro de la
red de Dinapsis que el Grupo está desplegando en España, nos ayudará a
dar un paso más hacia la gestión territorial estratégica para ofrecer
las soluciones digitales más innovadoras y que mejoren la calidad de vida y la resiliencia en las ciudades. Exportar nuestro modelo para ayudar a los agentes locales a avanzar en ciudades inteligentes, sostenibles y resilientes”.
El milagro del agua
A lo largo de estos más de dos milenios de historia, han sido muchos
los altibajos que ha sufrido la ciudad de Cartagena, pero uno de los
hitos más importantes para el resurgir de la ciudad en la época
contemporánea vuelve a estar nuevamente ligado al agua, y es la llegada
hace 75 años de las aguas procedentes del río Taibilla (en la imagen su embalse); un hito que supuso una revolución para el Sureste español y la puesta en marcha de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla (MCT),
organismo que en la actualidad abastece de agua a más de 80 municipios
de las provincias de Murcia, Alicante y Albacete; y cuyas
infraestructuras aportan el agua a Cartagena desde 1945.
La MCT es un organismo público dependiente del Ministerio para la
Transición Ecológica y el Reto Demográfico que desarrolla una función
primordial en el Sureste español: el abastecimiento en alta (captación,
tratamiento, conducción y almacenamiento en depósitos de reserva) a 80
municipios de las provincias de Murcia (43), Alicante (35) y Albacete
(2), lo que supone una población de 2,5 millones de habitantes, que puede superar los 3 millones durante el verano.
Creado hace casi cien años (Decreto Ley de 4 de octubre de 1927), es
el único organismo a nivel estatal que tiene entre sus objetivos el abastecer de agua a un territorio perteneciente a tres comunidades autónomas
(Murcia, Comunidad Valenciana y Castilla La Mancha). De ahí que su
importancia para garantizar la seguridad hídrica a la población, y para
el desarrollo socioeconómico del Sureste español sea indudable.
Además, a lo largo de su larga historia ha ido evolucionando y
adaptándose a las condiciones existentes para satisfacer la demanda de
la población, utilizando diferentes fuentes de recursos hídricos: el río
Taibilla, el Trasvase Tajo-Segura y la desalación.
El canal de abastecimiento más largo de Europa
La construcción del Canal de Cartagena, con cerca de
200 kilómetros de longitud, llegó a ser, en su época, el ramal de
abastecimiento cubierto más largo de Europa. “Supuso el despegue
socioeconómico de un territorio muy singular, por su situación
geográfica, en una zona semiárida, con unas condiciones
meteorológicas muy peculiares, periodos de sequía, eventos puntuales de
grandes inundaciones, y recursos hídricos limitados que han marcado
siempre la historia de este territorio”, señala la presidenta de la MCT,
Francisca Baraza.
Además, de cara al futuro, la MCT apuesta firmemente por ganar en eficiencia energética y reducción de la huella de carbono,
lo que permitirá un ahorro importante a nivel económico y, sobre todo,
un descenso considerable en las emisiones de CO2. Dispone de un plan
estratégico 2019-2030, con el objetivo de reducir en un 40% la huella de carbono,
y de hecho, a corto-medio plazo ha previsto la introducción de energías
renovables en el sistema de producción de las cuatro desaladoras que
utiliza para abastecer de agua a un volumen importante de la población
–especialmente importante si se tiene en cuenta que el agua desalada es
un recurso fundamental en el ‘mix’ hídrico de la Mancomunidad–.
Y es que ante las consecuencias del cambio climático, es esencial incorporar en la planificación hidráulica de la Región la reducción de los recursos hídricos continentales,
y la mejora en la calidad de esas fuentes de agua, lo que exige buscar
soluciones viables para garantizar la seguridad hídrica.
La garantía de abastecimiento está en gestionar una diversidad de recursos procedentes del río Taibilla, del Trasvase Tajo-Segura y la desalación, y por eso se necesita ese mix que, en función de la disponibilidad en cada momento, se gestiona desde la Mancomunidad.
El derecho humano al agua, en condiciones básicas de cantidad y
calidad, las mayores exigencias para garantizar agua en condiciones de
salubridad, la adecuada conservación de los ecosistemas acuáticos, y una
mayor resiliencia frente a los efectos del cambio climático van a
marcar, sin duda, el futuro de la gestión integral del agua.
Ciudad sostenible más allá del agua
De la misma manera que hace ya diez años Cartagena fue elegida la ciudad más sostenible de España
por la transformación del casco antiguo en un casco histórico dedicado
al peatón, atractivo para un turismo urbano y patrimonial que se ha
convertido en una nueva línea económica para Cartagena, recientemente ha
sido seleccionada para participar en el Desafío de Ciudades Inteligentes en la convocatoria Europea ICC (Intelligent Cities Challenge) y será una de las cien ciudades que se beneficie del proyecto.
El objetivo de este Desafío de Ciudades Inteligentes
es avanzar en la construcción de una ciudad sostenible e inteligente
por medio del asesoramiento de especialistas en la transición digital.
Este avance tecnológico repercutirá positivamente en varios aspectos,
desde la crisis sanitaria hasta la transición ecológica, y marcará la
hoja de ruta hacia la transformación digital del municipio.
El proyecto europeo se sumará al resto de fondos obtenidos por el
Ayuntamiento de Cartagena para impulsar la Cartagena del futuro, dentro
del Plan de Acción contra el Cambio Climático y los planes de desarrollo de Cartagena, ciudad inteligente y sostenible.
Además, en el marco del proyecto Life Adaptate,
Cartagena está creando un corredor urbano de áreas verdes
interconectadas que permitirá la creación y modificación de microclimas
urbanos para aliviar el aumento de la temperatura en el ambiente.
Mediante este proyecto piloto, el municipio pretende iniciar un
cambio en el concepto de diseño de parques y plazas públicas, mediante
la eliminación de pavimentos duros e introduciendo árboles, vegetación, pérgolas y pórticos con cubiertas verdes, aceras tapizadas y aumentar el número de alcorques que permitan la infiltración del agua en los episodios de lluvia.
Desde el Ayuntamiento de Cartagena afirman que el
aumento de las zonas verdes adaptadas al uso de los peatones puede
contribuir a reducir los riesgos relacionados con el clima en la vida
cotidiana de los ciudadanos.
La creación de espacios de sombra se hará con la introducción de especies arbóreas autóctonas y alóctonas
bien adaptadas, ampliando los parterres, introduciendo en el mobiliario
urbano pérgolas con tejados verdes, utilizando especies trepadoras,
junto con la construcción de bancos para el descanso de los peatones.
Los avances de los cartageneros en sostenibilidad son fruto de su anhelo por posicionarse como referencia turística nacional integrada en su naturaleza costera y determinada por el respeto a su entorno,
siempre dirigidos por el espíritu de conocimiento que le confiere su
condición de ciudad universitaria. La ciencia y el mundo académico que
emana de la Universidad Politécnica de Cartagena son
sin duda parte del ecosistema social local, que se completa con su
capacidad de resiliencia y adaptación a los nuevos tiempos.
Y es que Cartagena se ha convertido además en un auténtico referente
por la vocación internacional de sus exportadores de alimentos, que
además garantizan unos muy elevados estándares de sostenibilidad en todo
el mundo, convirtiendo así al puerto de Cartagena en una referencia medioambiental en actividad portuaria a nivel global.
Un gran espacio de oportunidad para sectores como el turístico y el
comercial, y que lo han acabado situando como el cuarto puerto en
movimiento de tráfico y el primero en rentabilidad, a base de competitividad e innovación.
Sin duda, Cartagena es hoy por hoy un ejemplo de adaptación al medio
gracias a la innovación, optimización y respeto al entorno para
garantizar la continuidad de sus recursos que, como el agua, son
garantía de vida y riqueza.
El acueducto de Cartagena
El acueducto de Cartagena se lo debemos al legado que
dejó el general romano Pompeyo, quien se enfrentó a Julio César por el
poder del Imperio Romano, librando algunas de sus batallas en suelo
murciano.
Según un estudio hidrogeológico llevado a cabo por investigadores de
la Universidad de Murcia y de la Politécnica de Cartagena, se ha
constatado que el sistema hídrico romano de la ciudad estaba formado por un acueducto y varias fuentes públicas.
Es posible que el acueducto comunicase la península con la rambla de
Benipila, al oeste de la ciudad. El agua se canalizaría hasta El
Molinete, antigua acrópolis de la ciudad portuaria y podía proceder de las fuentes de San Juan o fuente de Cubas, al norte de Cartagena.