martes, 17 de julio de 2007

Eso que todo el mundo sabe: política “fashion” / José Brechner


Al hacer un análisis político se plantean distintos escenarios probables, considerando el conocimiento acumulado sobre los acontecimientos previos al evento, más el que se tiene acerca de los participantes del evento y del evento en sí.

El periodismo no es adivinación, sino clarificación y denuncia, de ahí que los periodistas sean tan temidos por los que creen que pueden pasar inadvertidos en sus actos públicos. Pero el periodismo temido no es el que dice simplemente lo que pasa, sino el que comenta: por qué pasa lo que pasa. Pocos son los que leen el editorial, o los artículos de opinión de los periódicos para discernir con mayor conocimiento sobre los hechos. Sin embargo, todos opinan sobre política.

Los artículos de opinión no son escritos para la mayoría que habitualmente comienza a leer el diario por la sección deportiva y generalmente se queda ahí. El periodismo de opinión es para los que entienden o quieren comprender del manejo del poder.

El desconocimiento pormenorizado de los acontecimientos políticos cotidianos y de la realidad objetiva es un fenómeno que todos los psicólogos deberían estar analizando. Estamos viviendo uno de los momentos de mayor oscurantismo, pese al adelanto científico-tecnológico y a la abundancia de información a la que tenemos acceso. Nunca hubo tanto conocimiento disponible a nuestro alcance y simultáneamente tanta ignorancia.

El caudal de temas que se encuentra en Internet es interminable, se puede pasar días revisando recetas de cocina, investigando la vida del suricato o estudiando el efecto invernadero. Ni qué decir de la cantidad de volúmenes disponibles sobre filosofía, historia y política. Sin embargo la curiosidad popular está enfocada en Paris Hilton y algunas otras “personalidades” de similar calibre intelectual.

La tendencia a lo superficial es la marca de los seguidores de la vida fashion, cuya existencia está sólidamente basada en tener lo último y seguir lo que es trendy. Como complemento a su ligero estilo de comprensión de la realidad, imitan a los “pensadores” de Hollywood y al resto de la farándula de pasarela. Protestan, manifiestan, critican a gobiernos democráticos decentes e inteligentes, y directa o indirectamente apoyan a enajenados extremistas, destructores de la democracia y la libertad.

El error de la sociedad está en preguntar qué cree la gente, en vez de por qué lo creen. En la forma en que los anunciantes y medios de comunicación pretenden manipularnos a todos es más importante modificar por qué alguien piensa del modo en que lo hace, antes que lo que piensa. Alvin Toffler, en “La Revolución de la riqueza”, analiza qué es “verdad” para la gente y cómo llegan a la conclusión de que algo sea verdadero.

El consenso es el método mayoritariamente aplicado por aquellos que se rehúsan a pensar por sí mismos, o no lo hacen porque su capacidad mental no les da. Gran parte de lo que denominamos “verdad” se considera correcto debido al consenso. Es sabiduría convencional. Todo el mundo “sabe” que “X” es verdad. Por lo tanto, debe ser verdad. Absorbemos verdades de consenso de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y la cultura del entorno, sin pensarlo dos veces. Puede ser el camino a la muerte, pero nadie se cuestiona.

Marchar con la corriente de la multitud no exige pensar. Y lo que es mejor, la verdad del suicida en grupo no es controvertida ni conflictiva. Si luego resulta que es falsa, no quedas como un tonto. Y es que todos los demás también se la creían, incluidos los listos.

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