CARTAGENA.- El Sirio era un transatlántico italiano que naufragó frente a las costas del Cabo de Palos tal día como hoy en agosto del año 1906, dando lugar a una gran cantidad de víctimas mortales. El vapor había sido construido en Glasgow (Escocia) y hacía normalmente la ruta entre Italia y el Cono Sur americano llevando a bordo gran cantidad de emigrantes.
El buque zarpó de Génova el 2 de agosto de 1906 con destino a Brasil, Uruguay y Argentina. Tras la llegada de los náufragos salvados, empieza lo más duro: la
búsqueda e identificación de las víctimas. Los primeros datos oficiales
hablaban de un total de 822 pasajeros, de los que 580 habían sido
salvados y el resto, 242 personas, habían resultado ahogadas o se
hallaban desaparecidas.
La capacidad oficial del buque era de 1.300 pasajeros distribuidos en 80 de primera clase, 40 de segunda y 1160 de tercera. El número de pasajeros que viajaban en el Sirio en agosto de 1906 nunca podrá determinarse con exactitud.
Datos oficiales: 121 tripulantes. 20 pasajeros de Primera Clase. 50 pasajeros de Segunda Clase. 540 pasajeros de Tercera Clase distribuidos en seis ranchos de 90 personas. Total: 731 pasajeros .
Otras fuentes consultadas cifran entre 700 y 1700 el número de pasajeros. Debido a que en los ranchos se contaba a 4 menores como 1 pasajero, la cifra real parece que debió ser más próxima a los 1700 que a los 700. Pero la mayoría de las fuentes no hace referencia a los pasajeros embarcados de forma ilegal en el Sirio cuya cantidad pudo ser muy elevada.
La comisión italiana de investigación sobre el naufragio del Sirio fue concluyente al exponer que el vapor Sirio se dedicaba al embarque clandestino de emigrantes españoles a lo largo de la costa. Ello explica que el Sirio se aproximara temerariamente a la costa -ya fuese para intentar recuperar el tiempo y el combustible perdidos en las recogidas clandestinas, ya fuese para un nuevo embarque de inmigrantes- y encallara en los bajos de las Hormigas.
Según los vecinos de Cabo de Palos, los cadáveres iban apareciendo poco a poco en las diferentes calas de la costa. Uno de los momentos más estremecedores fue la aparición del cadáver de una niñita de unos dos años de edad que asía entre sus pequeñísimas manos un cubo de juguete y un aro de hueso. El juez municipal de La Unión, Enrique Díaz, el juez instructor de la Marina, Saavedra, y los médicos forenses trabajaron desde el primer momento en la práctica de las diligencias sumariales y en el levantamiento de los cadáveres que iban apareciendo. Misión de los vecinos fue el enterramiento de muchos de estos cadáveres, que recibieron cristiana sepultura en el cementerio.
La capacidad oficial del buque era de 1.300 pasajeros distribuidos en 80 de primera clase, 40 de segunda y 1160 de tercera. El número de pasajeros que viajaban en el Sirio en agosto de 1906 nunca podrá determinarse con exactitud.
Datos oficiales: 121 tripulantes. 20 pasajeros de Primera Clase. 50 pasajeros de Segunda Clase. 540 pasajeros de Tercera Clase distribuidos en seis ranchos de 90 personas. Total: 731 pasajeros .
Otras fuentes consultadas cifran entre 700 y 1700 el número de pasajeros. Debido a que en los ranchos se contaba a 4 menores como 1 pasajero, la cifra real parece que debió ser más próxima a los 1700 que a los 700. Pero la mayoría de las fuentes no hace referencia a los pasajeros embarcados de forma ilegal en el Sirio cuya cantidad pudo ser muy elevada.
La comisión italiana de investigación sobre el naufragio del Sirio fue concluyente al exponer que el vapor Sirio se dedicaba al embarque clandestino de emigrantes españoles a lo largo de la costa. Ello explica que el Sirio se aproximara temerariamente a la costa -ya fuese para intentar recuperar el tiempo y el combustible perdidos en las recogidas clandestinas, ya fuese para un nuevo embarque de inmigrantes- y encallara en los bajos de las Hormigas.
Según los vecinos de Cabo de Palos, los cadáveres iban apareciendo poco a poco en las diferentes calas de la costa. Uno de los momentos más estremecedores fue la aparición del cadáver de una niñita de unos dos años de edad que asía entre sus pequeñísimas manos un cubo de juguete y un aro de hueso. El juez municipal de La Unión, Enrique Díaz, el juez instructor de la Marina, Saavedra, y los médicos forenses trabajaron desde el primer momento en la práctica de las diligencias sumariales y en el levantamiento de los cadáveres que iban apareciendo. Misión de los vecinos fue el enterramiento de muchos de estos cadáveres, que recibieron cristiana sepultura en el cementerio.
El sábado 4 de agosto,
el barco pasó frente a las costas del Cabo de Palos. En este punto de
la costa, el promontorio del cabo se sumerge en el agua y continúa
linealmente hasta resurgir en las islas Hormigas. La profundidad del agua en toda esta línea puede llegar a ser muy escasa, llegando en algunas zonas, denominadas bajos,
a unos tres o cuatro metros.
Todas las rutas marítimas de la época
bordeaban las islas para evitar el peligro de estos bajos. Por otro
lado, sobre el Cabo de Palos se había construido en 1864 un gran faro
que avisaba del peligro de esta costa. Por eso es completamente
inexplicable que el capitán del barco tomara la decisión de dirigir la
ruta del barco entre el cabo y las islas.
A las 16:00 horas el barco sufrió un tremendo impacto al chocar con el "bajo de fuera" y quedó varado sobre el mismo.
Como consecuencia de la colisión, se produjo la explosión de las
calderas del barco, provocando una gran mortandad, especialmente entre
los trabajadores a cargo de la maquinaria del buque.
El capitán del barco, junto con los oficiales, fue de los primeros en
embarcarse en un bote salvavidas, abandonando a pasajeros y
tripulación.
Desde el cercano puerto de Cabo de Palos se organizaron por parte de
los pescadores locales las tareas de salvamento, consiguiendo rescatar a
numerosas personas.
No se ha podido establecer con exactitud el número de personas
supervivientes ni fallecidas en el naufragio, pero se estima en
alrededor de 580 tripulantes salvados y unos 240 fallecidos. Los cadáveres fueron arrojados por las olas a las playas murcianas y hasta la de Santa Pola, en Alicante.
Tras la llegada de los náufragos salvados, empieza lo más duro: la búsqueda e identificación de las víctimas. Los primeros datos oficiales hablaban de un total de 822 pasajeros, de los que 580 habían sido salvados y el resto, 242 personas, habían resultado ahogadas o se hallaban desaparecidas.
Según los vecinos de Cabo de Palos, los cadáveres iban apareciendo poco a poco en las diferentes calas de la costa. Uno de los momentos más estremecedores fue la aparición del cadáver de una niñita de unos dos años de edad que asía entre sus pequeñísimas manos un cubo de juguete y un aro de hueso.
El juez municipal de La Unión, Enrique Díaz, el juez instructor de la Marina, Saavedra, y los médicos forenses trabajaron desde el primer momento en la práctica de las diligencias sumariales y en el levantamiento de los cadáveres que iban apareciendo. Misión de los vecinos fue el enterramiento de muchos de estos cadáveres, que recibieron cristiana sepultura en el cementerio.
Tras la llegada de los náufragos salvados, empieza lo más duro: la búsqueda e identificación de las víctimas. Los primeros datos oficiales hablaban de un total de 822 pasajeros, de los que 580 habían sido salvados y el resto, 242 personas, habían resultado ahogadas o se hallaban desaparecidas.
Según los vecinos de Cabo de Palos, los cadáveres iban apareciendo poco a poco en las diferentes calas de la costa. Uno de los momentos más estremecedores fue la aparición del cadáver de una niñita de unos dos años de edad que asía entre sus pequeñísimas manos un cubo de juguete y un aro de hueso.
El juez municipal de La Unión, Enrique Díaz, el juez instructor de la Marina, Saavedra, y los médicos forenses trabajaron desde el primer momento en la práctica de las diligencias sumariales y en el levantamiento de los cadáveres que iban apareciendo. Misión de los vecinos fue el enterramiento de muchos de estos cadáveres, que recibieron cristiana sepultura en el cementerio.
Los restos del Sirio descansan repartidos a gran profundidad: la popa se encuentra a unos 40 metros de profundidad, mientras que la proa está a unos 70 metros. Desde la declaración de la Reserva Marina de Cabo de Palos e Islas Hormigas en 1995 el buceo en la zona está restringido, requiriéndose permiso de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de la Región de Murcia para su visita.
Los viajes marítimos estaban marcados a veces por la tragedia. En la costa del Cabo de Palos se hundieron el vapor North America en 1883 y el carguero Minerva en 1899 junto al Bajo de Fuera. Ambos buques medían más de 100 metros de eslora.
Los restos de estos barcos se encuentran entre 30 y 50 metros de profundidad cerca del islote de la Hormiga. La existencia de bajos submarinos de gran profundidad convertían en peligrosa la travesía de las grandes embarcaciones.
El vapor Sirio
El Sirio era un trasatlántico a vapor de 7.000 toneladas de peso. Perteneciente a la Compañía General de Navegación Italiana La Veloce de Génova, realizaba sus viajes ordinarios entre su puerto de origen y América (Brasil, Argentina y Uruguay).
"Con 115 metros de eslora, 12´7 de manga y 7´5 de puntal, tenía un esbelta y elegante silueta (como casi todos los barcos italianos) que llamaba poderosamente la atención y era la envidia de muchos de los rivales de la Raggio; branque recto y popa de clíper en espejo, dos finas chimeneas caídas a popa a son de los tres altísimos palos que configuraban su aparejo. Aunque habitualmente su casco estaba pintado de color negro y rojas la obra viva, como era habitual en la época, en determinadas etapas de su carrera fue íntegramente pintado de blanco lo que le daba un aspecto muy airoso."
Los orígenes de la compañía italiana se remontan a 1882, año en que fue registrada con el primitivo nombre de Societá Italiana di Transporti Marittimi Raggio & Co. La Raggio fue una de las primeras compañías navieras en establecer una línea regular entre Italia y las Américas. A finales de 1883 la Raggio se asoció con la naviera Rocco Piagio & Co. constituyendo - ya el año siguiente- la Navigazione Generale Italiana Flotte Riuniti, que sería la nueva propietaria del vapor.
El Sirio fue construido en Glasgow durante el año 1882 en los astilleros Robert Napier e Hijos y botado el 26 de marzo del año siguiente. El 19 de junio de 1883 partió rumbo al que sería su puerto, Génova, y de allí zarparía el 15 de julio hacia Río de Janeiro, Santos y Buenos Aires en su primer viaje oficial. Un año después, el 21 de julio de 1884, empezaría sus viajes regulares con destino a América del Sur.
Reformas posteriores en su planta propulsora hicieron que su velocidad aumentara de los 13 nudos iniciales a 18.
"Una de las primeras medidas que tomaron los nuevos armadores al adquirir el Sirio fue someterlo a importantes remodelaciones en lo referente a la planta propulsora del buque; retirando el propulsor compound de un solo eje que proporcionaba una velocidad de crucero de 10 nudos y una máxima de 13. Efectuada la renovación del buque, éste conseguía alcanzar una velocidad de 18 nudos".
En 1887 el gobierno italiano, presidido por F. Crespi, emprendía un política colonial en Etiopía, y la Marina italiana se sirvió de 16 buques mercantes, entre ellos el Sirio, para el transporte de las tropas. A esta etapa pertenece el episodio del abordaje al Sirio por la fragata argentina Presidente Sarmiento que en diciembre de 1899 realizaba un largo viaje por los mares.
"El agravamiento de las relaciones con Chile provocó cambios en el itinerario. Recibieron la orden del Ministerio de Marina de desembarcar a los cadetes en Gibraltar, quienes abordaron el vapor italiano Sirio, el 19 de diciembre, junto con gran parte de la oficialidad y marineros, con destino a Buenos Aires, donde llegaron el 8 de enero".
Tras este paréntesis, el Sirio volvería a su línea regular entre Génova y las Américas con escalas en los puertos españoles de Barcelona y Cádiz. El día 2 de agosto de 1906 el Sirio partió del puerto ligur repleto de emigrantes que abandonaban sus hogares y el hacinamiento de sus ruinosos centros urbanos para buscar, lejos de los suyos, una esperanza de vida en las Américas.
La tarde del día 3 el Sirio atracó en Barcelona, donde, según datos oficiales, embarcaron 86 pasajeros - otras fuentes hablan de 94, otras de sólo 75 -, entre ellos 50 españoles, la mayoría catalanes. Estas mismas fuentes cifraban en 822 el número total de personas a bordo del Sirio, aunque, a tenor de la descripción del pasaje, debieron ser bastantes más. Constituían éste veinte pasajeros de primera clase, cincuenta de segunda y seis ranchos de tercera clase, compuestos, cada uno de ellos, por noventa personas.
Pero si se tiene en cuenta que, en los ranchos, los niños eran contados de cuatro en cuatro como una sola persona, y que en ellos viajaban casi exclusivamente los emigrantes y entre ellos había familias enteras con un gran número de hijos pequeños, el número total de pasajeros debió superar con creces el millar. Si además hacemos caso de las historias sobre emigración ilegal, pagos a carabineros y a marineros, sobornos y capitanes corruptos, la cantidad pudiera muy bien duplicarse fácilmente.
Ha quedado demostrado que el Sirio había recogido clandestinamente en algún punto de la costa valenciana a un número indeterminado de personas procedentes de Alcira que viajaban sin billete y pagaban la cantidad de 100 pesetas al capitán. Posteriormente, tenía previsto recoger más pasajeros de manera ilegal en Águilas, Almería y Málaga, y probablemente en algún otro puerto de la costa mediterránea española que no se ha podido comprobar.
La tripulación del vapor estaba compuesta por ciento veinte hombres a las órdenes del capitán José Piconne, decano de la compañía genovesa, en la que trabajaba desde hacía veintiséis años. Veinte años antes de su ingreso en la General de Navegación, con sólo 16 años, Piccone había sentido la llamada del mar y comenzado a navegar.
Los viajes marítimos estaban marcados a veces por la tragedia. En la costa del Cabo de Palos se hundieron el vapor North America en 1883 y el carguero Minerva en 1899 junto al Bajo de Fuera. Ambos buques medían más de 100 metros de eslora.
Los restos de estos barcos se encuentran entre 30 y 50 metros de profundidad cerca del islote de la Hormiga. La existencia de bajos submarinos de gran profundidad convertían en peligrosa la travesía de las grandes embarcaciones.
El vapor Sirio
El Sirio era un trasatlántico a vapor de 7.000 toneladas de peso. Perteneciente a la Compañía General de Navegación Italiana La Veloce de Génova, realizaba sus viajes ordinarios entre su puerto de origen y América (Brasil, Argentina y Uruguay).
"Con 115 metros de eslora, 12´7 de manga y 7´5 de puntal, tenía un esbelta y elegante silueta (como casi todos los barcos italianos) que llamaba poderosamente la atención y era la envidia de muchos de los rivales de la Raggio; branque recto y popa de clíper en espejo, dos finas chimeneas caídas a popa a son de los tres altísimos palos que configuraban su aparejo. Aunque habitualmente su casco estaba pintado de color negro y rojas la obra viva, como era habitual en la época, en determinadas etapas de su carrera fue íntegramente pintado de blanco lo que le daba un aspecto muy airoso."
Los orígenes de la compañía italiana se remontan a 1882, año en que fue registrada con el primitivo nombre de Societá Italiana di Transporti Marittimi Raggio & Co. La Raggio fue una de las primeras compañías navieras en establecer una línea regular entre Italia y las Américas. A finales de 1883 la Raggio se asoció con la naviera Rocco Piagio & Co. constituyendo - ya el año siguiente- la Navigazione Generale Italiana Flotte Riuniti, que sería la nueva propietaria del vapor.
El Sirio fue construido en Glasgow durante el año 1882 en los astilleros Robert Napier e Hijos y botado el 26 de marzo del año siguiente. El 19 de junio de 1883 partió rumbo al que sería su puerto, Génova, y de allí zarparía el 15 de julio hacia Río de Janeiro, Santos y Buenos Aires en su primer viaje oficial. Un año después, el 21 de julio de 1884, empezaría sus viajes regulares con destino a América del Sur.
Reformas posteriores en su planta propulsora hicieron que su velocidad aumentara de los 13 nudos iniciales a 18.
"Una de las primeras medidas que tomaron los nuevos armadores al adquirir el Sirio fue someterlo a importantes remodelaciones en lo referente a la planta propulsora del buque; retirando el propulsor compound de un solo eje que proporcionaba una velocidad de crucero de 10 nudos y una máxima de 13. Efectuada la renovación del buque, éste conseguía alcanzar una velocidad de 18 nudos".
En 1887 el gobierno italiano, presidido por F. Crespi, emprendía un política colonial en Etiopía, y la Marina italiana se sirvió de 16 buques mercantes, entre ellos el Sirio, para el transporte de las tropas. A esta etapa pertenece el episodio del abordaje al Sirio por la fragata argentina Presidente Sarmiento que en diciembre de 1899 realizaba un largo viaje por los mares.
"El agravamiento de las relaciones con Chile provocó cambios en el itinerario. Recibieron la orden del Ministerio de Marina de desembarcar a los cadetes en Gibraltar, quienes abordaron el vapor italiano Sirio, el 19 de diciembre, junto con gran parte de la oficialidad y marineros, con destino a Buenos Aires, donde llegaron el 8 de enero".
Tras este paréntesis, el Sirio volvería a su línea regular entre Génova y las Américas con escalas en los puertos españoles de Barcelona y Cádiz. El día 2 de agosto de 1906 el Sirio partió del puerto ligur repleto de emigrantes que abandonaban sus hogares y el hacinamiento de sus ruinosos centros urbanos para buscar, lejos de los suyos, una esperanza de vida en las Américas.
La tarde del día 3 el Sirio atracó en Barcelona, donde, según datos oficiales, embarcaron 86 pasajeros - otras fuentes hablan de 94, otras de sólo 75 -, entre ellos 50 españoles, la mayoría catalanes. Estas mismas fuentes cifraban en 822 el número total de personas a bordo del Sirio, aunque, a tenor de la descripción del pasaje, debieron ser bastantes más. Constituían éste veinte pasajeros de primera clase, cincuenta de segunda y seis ranchos de tercera clase, compuestos, cada uno de ellos, por noventa personas.
Pero si se tiene en cuenta que, en los ranchos, los niños eran contados de cuatro en cuatro como una sola persona, y que en ellos viajaban casi exclusivamente los emigrantes y entre ellos había familias enteras con un gran número de hijos pequeños, el número total de pasajeros debió superar con creces el millar. Si además hacemos caso de las historias sobre emigración ilegal, pagos a carabineros y a marineros, sobornos y capitanes corruptos, la cantidad pudiera muy bien duplicarse fácilmente.
Ha quedado demostrado que el Sirio había recogido clandestinamente en algún punto de la costa valenciana a un número indeterminado de personas procedentes de Alcira que viajaban sin billete y pagaban la cantidad de 100 pesetas al capitán. Posteriormente, tenía previsto recoger más pasajeros de manera ilegal en Águilas, Almería y Málaga, y probablemente en algún otro puerto de la costa mediterránea española que no se ha podido comprobar.
La tripulación del vapor estaba compuesta por ciento veinte hombres a las órdenes del capitán José Piconne, decano de la compañía genovesa, en la que trabajaba desde hacía veintiséis años. Veinte años antes de su ingreso en la General de Navegación, con sólo 16 años, Piccone había sentido la llamada del mar y comenzado a navegar.