BARCELONA.- El historiador Antonio Muñoz ha
recuperado para una veintena de familias españolas «un pedacito de su propia historia» grabada en los objetos
que los nazis arrebataron a sus parientes al ingresar en los campos de
concentración a los que fueron trasladados más de 10.000 españoles. Entre ellos una heroína murciana, Monique, que ya nunca más volvió a su tierra y a los 73 años murió en Perpignan en el año 1993, eso sí, condecorada con la Legión de Honor francesa en grado de oficial. En 1949 había tenido a su primer hijo, Françoise, que hoy vive en Barcelona, y luego vino Marie
Christine.
Con la ayuda de otros voluntarios, Muñoz ha emprendido la búsqueda de
los objetos de los prisioneros españoles, ya que asegura que desde las
instituciones españolas «nunca ha habido interés por participar en un
proyecto de estas características».
Y destaca lo complicado que es encontrar a los familiares de estas
personas de las que normalmente «solo tienes un nombre y un apellido:
imagina buscar a una persona que vivió hace setenta años».
El experto ha agradecido el trabajo de los
que se han sumado a esta iniciativa «por su cuenta» y que, con la ayuda
de historiadores locales y métodos de investigación alternativos, van
localizando a los familiares poco a poco.
Este proyecto, con «historias muy emocionantes que despiertan
memorias sobre la deportación», como comenta el historiador, ha
desenterrado historias increíbles, como la de una murciana afincada en Cataluña al poco de nacer, la heroína Braulia Cánovas Mulero, una
republicana española que trabajó para la Resistencia francesa y belga contra las tropas alemanas de ocupación durante la
Segunda Guerra Mundial.
Cánovas, más conocida como Monique, nació
en Alhama de Murcia en 1920, fue detenida en mayo de 1943 por la
Gestapo y encarcelada en prisiones francesas como el centro de prisioneros de guerra de Compiègne (Hauts-de-France), antes de ser deportada a
Alemania en febrero de 1944, donde pasó casi dos años en campos de concentración alemanes,
uno de los cuales fue el de Ravensbrück para mujeres (a 90 kilómetros al norte de
Berlín) desde los 23 a los 25 años y donde murieron 92.000 mujeres. A ella le grabaron en el brazo el número 27697.
A las condiciones inhumanas propias del cautiverio en estos centros
represivos se unió el expolio ejercido por los nazis contra todos
aquellos a los que capturaban.
Allí vivió en «condiciones inhumanas, pero con una
capacidad de resistencia increíble», según el relato de su hija, Marie
Christine Jené, quien ha explicado que posteriormente fue trasladada a Hannover, a la enfermería del campo de Bergen-Belsen,
para trabajar en una fábrica que producía máscaras de gas para la
industria japonesa, a través de la empresa Continental Gummi-Werkehasta, pero el 15 de abril de 1945 fue liberada por
las tropas aliadas pesando sólo 35 kilos.
Cuando salió de Bergen-Belsen, el gobierno francés la envió
al balneario de Font-romeu para que se recuperase. Poco después, en Perpignan, conoce a su marido, el abogado Manolo Jené, con el que tendría a sus dos hijos en esta ciudad del sur de Francia.
Monique murió de cáncer la noche de Navidad de 1993, seis años justos después que su marido, y ya no pudo recoger el
anillo y el reloj que le habían requisado los nazis, pero sí lo hicieron
su hija y otros familiares, «en medio de una gran emoción por
recibirlos», que han viajado hasta Alemania a finales del pasado año.
«Fue posiblemente uno de los días más felices de mi
vida. Sientes alivio porque es una forma de reconocimiento y, aunque me
habría gustado que hubiera estado mi madre, fue impresionante», comenta
Marie Christine.
"El reloj, evidentemente, está parado y no sé si dejarlo así o arreglarlo y ponermelo", comenta.
El Servicio Internacional de Rastreo (ITS) almacena los objetos robados a
las víctimas del nazismo.
Esta institución, con sede en la ciudad alemana de Bad Arolsen (Hesse,
distrito de Waldeck-Frankenberg), intenta, con ayuda del Gobierno de
Alemania, devolver todos esos objetos a los familiares de los
perseguidos por el III Reich.
"Estoy sorprendida. Nunca imaginé que podríamos conseguirlos", comenta
su hija Marie Christine Jené desde París. Para ella, este descubrimiento
ha supuesto una mezcla de sentimientos encontrados: "Por un lado siento
tristeza al imaginar ese momento en el que le robaron sus cosas, pero
también estoy feliz porque Alemania, consciente de todo el daño que ha
causado, ha sido capaz de reconocer el horror, pedir perdón y honrar la
memoria de los héroes como mi madre".
La historia de Monique, la joven murciana antifascista
Braulia, alhameña de nacimiento, acabó emigrando, primero a Cataluña,
y tras estallar la Guerra Civil, a Francia, donde se alistó luego en la Resistencia hasta que la detuvieron y fue a parar a varios campos de
concentración nazis tras despertar en ella el sentimiento antifascista, estimulada años antes por su madre como consecuencia de la muerte del padre y marido en Madrid tras un ataque de las fuerzas de Franco sobre las tropas republicanas.
Ahora, sus objetos personales robados durante el nazismo, le han sido devueltos a su familia, después de que el Servicio de Rastreo alemán
(ITS), que guarda más de 30 millones de documentoss sobre la persecución nazi, los haya localizado gracias a la labor del ceheginero Víctor
Peñalver, el historiador especialista en el estudio de los murcianos
deportados durante el nazismo, que ha conseguido localizar a su familia.
Marie Christine reconoce que su madre quedó muy
decepcionada de que nunca en España se reconociera la labor de los
deportados, que como ella acabaron en esos campos de concentración
alemanes.
Y eso que en Francia sí obtuvo importantes reconocimientos.
Por eso, cuenta, estaría tremendamente orgullosa de la labor que
historiadores como Víctor Peñalver están realizando para restablecer la
memoria histórica.
Braulia vivió primero en Cataluña, en Montcada i Reixac, pero desde los seis a los 16 años lo hizo en Francia para luego retornar a Barcelona donde fue secretaria de la CNT, hasta que se exilió en Perpignan al acabar la Guerra Civil.
Braulia siempre fue
Monique a partir de su peripecia bélica. “Ese nombre la acompañó hasta el final de sus días. Yo me llamo Mónica
en su honor y lo llevo con mucho orgullo. Era una mujer fuerte y
valiente", cuenta Mónica Cánovas, sobrina de Braulia.
Parte de su familia vive en Cataluña, como su hijo François, pero su hija, Marie Christine Jené Cánovas, reside en París. Pero su madre eligió Perpignan para vivir hasta que murió.
El Gobierno francés reconoció el activismo de Braulia con la entrega de la ‘Cruz de
Chevalier
(Caballero) de la Legión de Honor a título militar’: "No recuerdo la
fecha, pero se la otorgaron al poco de terminar la Segunda Guerra
Mundial", comenta Marie Christine.
El 1984, el Ejecutivo del presidente François Miterrand aumentó el valor
de la distinción y le concedió la Legión de Honor, pero ahora con el
grado de
Officier (Oficial): "Pocos españoles
tienen este título. Eso me decía mi madre, que siempre se sintió
orgullosa por el cariño mostrado por el pueblo francés".
Monique jamás tuvo un reconocimiento por parte del Estado español. Aun así, el
Ayuntamiento de Alhama de Murcia le
hizo un homenaje el año pasado a título póstumo junto a los cuatro vecinos
de la localidad que sufrieron el infierno de los campos nazis: "Cuando
nos enteramos de que Alhama realizó este acto nos alegramos muchísimo.
Les damos las gracias por acordarse de mi tía y de esta gente anónima
que dio tanto en su lucha contra el fascismo. El valor, coraje y
determinación de estos hombres y mujeres debe continuar siendo nuestra
guía para conseguir un mundo mejor", destaca desde Cataluña su sobrino Josep Cánovas.
"Mi madre nunca renunció a haber nacido en Alhama de Murcia, bajo las hojas de un parral", dijo su hija a Radio Murcia, de la Cadena
Ser.
Pero su hijo dijo también, por su parte, que "mi madre siempre desconfió de España y nunca más quiso regresar".
Para añadir que Braulia "era una mujer vital que siempre miraba al futuro y nunca al pasado”.
Pero poco antes de morir, esta murciana excepcional y valiente quiso visitar por última vez los campos de concentración en los que estuvo confinada en su juventud.