CARTAGENA.- Anoche tenía lugar el
descubrimiento del monolito diseñado por la escultora Natividad Serrano
Jiménez con la que se ha querido rendir homenaje a los al menos 57
cartageneros víctimas de los campos de concentración nazi. Más de
doscientas personas arroparon la inauguración del monumento, que incluye
los nombres de las personas que estuvieron presas y pasaron especiales
penalidades, pagando incluso con su vida, en Mauthausen. Situado en la
confluencia de las calles Ronda y Carlos III ha sido erigido por el
Ayuntamiento de Cartagena a instancias de la Asociación de la Memoria
Histórica de Cartagena.
En un sencillo acto que se
iniciaba poco después de las seis y media de la tarde, la alcaldesa, Ana
Belén Castejón, exponía los motivos que han llevado al Ayuntamiento a
rendir este homenaje, como una deuda de dignidad pendiente y relatando
las especiales penalidades que pasaron estos cartageneros tras Guerra
Civil, su lucha en Francia contra el nazismo y su posterior deportación
como prisioneros a los campos de concentración, al renegar de ellos,
como españoles, el Gobierno de Franco.
Seguidamente
el cronista de la ciudad, Francisco José Franco Fernández, explicó la
situación histórica y ayudado por dos alumnas del instituto Ben Arabí,
rechazó el odio como forma de afirmar las ideologías y abogó por la
tolerancia para que no vuelvan a suceder hechos como los de la Alemania
nazi.
La alcaldesa, Ana Belén Castejón, junto a la
presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena, Pepa
Martínez, y familiares de los homenajeados, fueron los encargados de
descubrir el monumento.
Posteriormente un quinteto
de cuerda de la orquesta de cámara de Cartagena. compuesto por Estrella
Byrne Escobar - violín, Gemma Sanchís García - violín, Paula Prendes
Larios - viola, Alberto Arqués Ibáñez - violonchelo y Ernesto Mateo
Solana - contrabajo, interpretaron la melodía de la película “La lista
de Schindler”; mientras que otro cronista oficial de la ciudad, Luis
Miguel Pérez Adán, leía la relación de los 57 homenajeados, cuyos
nombres y lugar de procedencia en el municipio, figuran inscritos en el
monolito y se depositaban unos ramos de flores.
A
continuación habló la presidenta de la Asociación de la Memoria
Histórica de Cartagena, Pepa Martínez, que subrayó el carácter
republicano de los homenajeados y se dirigió a ellos exaltando su
entereza y dignidad en la lucha contra el nazismo y el fascismo.
Luego
tomó la palabra en representación de los familiares de los
homenajeados, la sobrina nieta de uno de los deportados, Agustín Soto,
quien leyó el testimonio emocionado y los recuerdos entrañables que
conservaban de su abuelo, quien nunca manifestó odio ni resentimiento.
Tras
el cierre del acto por parte de la alcaldesa, los artistas que
dirigidos Mateo Ripoll habían realizado un mural a poco metros del
monumento, en una de los muros del Instituto Jiménez de la Espada,
explicaron su obra, planteada como una fábula, en la que se representa
un campo de concentración con un zorro que simboliza el Estado Alemán;
por debajo pasan los trenes con deportados.
El humo de las locomotoras
asemeja al de las incineradoras de los campos de exterminio. Igualmente
hay una escalera en la que uno de los deportados lleva una piedra: se
trata de la escalera de la muerte. A los lados hay piedras de los otros
deportados que ya han muerto y se han podido liberar.
Entre
los numerosos asistentes, se encontraban los concejales del Gobierno,
Manuel Mora, Carmen Martín del Amor y Mercedes García; otros miembros de
la Corporación, como Pilar Marcos, María José Soler, Alfredo Nieto,
Francisco Martínez y Teresa Sánchez. También acudió Antonio Bermejo,
cura obrero de Vista Alegre y Medalla de Oro de Cartagena; el diputado
regional Ángel Rafael Martínez, y los ex concejales Teresa Rosique, José
Martínez y Francisco Aznar, entre otros.
Hubo familiares de los homenajeados: Agustín Soto Sánchez, Máximo Fernández Benavente y Victoriano Gómez Manresa
EL HOLOCAUSTO CARTAGENERO
Según
relata el también cronista oficial de la ciudad, Luis Miguel Pérez
Adán, "Las cifras totales del mayor crimen de la humanidad, son
escalofriantes, el resultado, hasta la fecha, es un mapa de 42.500
campos de concentración, guetos, factorías de trabajos forzados y otros
lugares de detención extendidos a lo largo de buena parte de Europa, de
Francia a Rusia".
En total, entre 15 y 20 millones
de personas murieron o estuvieron internadas en esos centros, en su
mayoría judíos, pero también integrantes de los otros grupos perseguidos
por el nazismo, como gitanos, homosexuales y prisioneros de distintas
nacionalidades."
"Centrándonos en nuestro país,
según los datos que aparecen en la web del Ministerio de Justicia, el
número oficial de fallecidos españoles en los campos de concentración
nazis registrados, alcanzan el número de 4.440, de los cuales 3.959 lo
fueron en Mauthausen y Gusen en donde fueron agrupados."
"¿Pero
quienes eran estos españoles? La mayoría en número superior a los
10.000, procedían del ejercito republicano, aquellos que cruzaron la
frontera en los últimos meses de la guerra civil, tras la caída de
Cataluña. En Francia fueron internados en campos de concentración
distribuidos por el sur de país; el Campo de Argelès-sur-Mer, el Campo
de Le Vernet d'Ariège, Barcarès y Septfonds."
Al
inicio de la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos fueron enviados al
frente con uniforme francés —en las filas de la Legión Extranjera o en
escuadrones de choque—, o integrados en Compañías de Trabajadores
Extranjeros. La mayor parte de éstos acabaron capturados por los
alemanes en los primeros momentos de la invasión y concentrados en dos
campos el de Mauthausen y Gusen."
"En este momento
es cuando se produce el hecho más desgraciado para estos españoles,
ante la cantidad de prisioneros que llegaban, el Reichführer Heinrich
Himmler, responsable de los campos de exterminio, consultó con el
ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Franco, el cartagenero
Ramón Serrano Súñer, qué "status" tenían estos exiliados; la respuesta
del cuñado de Franco fue que habiendo sido despojados de la nacionalidad
española, en ningún caso el gobierno franquista realizaría reclamación
alguna sobre su destino."
Esta declaración fue
determinante para que a los republicanos de Mauthausen se les impusieran
el triángulo azul de los apátridas, con una S —de Spanier— en el
centro. Mauthausen pronto comenzó a ser conocido entre los deportados
como «El campo de los españoles», pues ellos fueron los primeros en
llegar y quienes lo construyeron."
"Allí
trabajaron y murieron hasta la liberación, cuando el Ejército
norteamericano entró en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945. Banderas
republicanas habían sustituido a las nazis y la puerta del campo
cubierta por una gran pancarta en la que se podía leer: «Los españoles
antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras». "
"La
liberación del campo, sin embargo, no significó para los republicanos
el final de la guerra comenzada en 1936. Muchos no pudieron volver a
España y habrían de encontrar asilo en otros países, sobre todo en
Francia."
De las investigaciones realizadas, al
menos 57 cartageneros formaron parte de este grupo de compatriotas y que
permanecen olvidados en la memoria del holocausto. De ellos 34
fallecieron, 22 fueron liberados y uno consiguió evadirse.
Seguramente
no fueron todos, pero son los que se conocen sus nombres, gracias al
esfuerzo de personas y asociaciones que han investigado para sacarlos de
su anonimato para que su memoria sirva en prevención de los crimines
contra la Humanidad.